Foto de portada: Phoebe Grigor
La escritora británica superventas Paula Hawkins, que acaba de publicar en España su novela Punto ciego, que sigue los parámetros del domestic noir, atribuye el éxito de sus novelas a que “para el lector es más fácil identificarse con personajes que podrían ser ellos mismos o sus vecinos, que con James Bond”.
En la presentación de Punto ciego, Hawkins atribuye el éxito de sus novelas, 27 millones de ejemplares vendidos en más de 50 países, a que “el lector se identifica con los personajes y acaba pensando que podría ser yo o mi vecino, y por eso engancha más la historia, y resulta más difícil ponerte en el lugar de James Bond o en una historia de terror”.
En Punto ciego, editado por Planeta en castellano y por Columna en catalán, la amistad que hay entre Edie, Jake y Ryan desde niños, se rompe abruptamente para la primera cuando su marido, Jake, es brutalmente asesinado y su mejor amigo, Ryan, acusado del crimen.
Edie está sola por primera vez en muchos años en la casa del acantilado que compartía con Jake y, en pleno duelo, tiene miedo, pues alguien la está vigilando, alguien que lleva mucho tiempo esperando este momento; y ahora que Edie es vulnerable, el pasado del que ha intentado huir desesperadamente está a punto de llamar a su puerta.
Para Hawkins, “no comparten la misma culpa el agresor que el que oculta (la agresión), porque cometer el acto es una cosa y la sensación que tiene la víctima es de traición por el que calla“.
La novela fue un encargo del programa Quick Reads de la organización benéfica inglesa The Reading Agency, que cada año selecciona a un autor británico para escribir una novela corta y distribuirla en bibliotecas, hospitales, prisiones, refugios para personas sin hogar, institutos y escuelas de adultos.
La escritora de La chica del tren afrontó el encargo como “un reto”, pues había que ceñirse a un número de palabras, y la consecuencia es, según dice, “una estructura más tradicional, sin tantos giros y ángulos” como en sus novelas anteriores.
Escrita durante el confinamiento, en el texto se desliza “esa sensación de claustrofobia” y además le sorprendió viviendo en Escocia, “con tormentas y oscuridad”.
Además, la novela trata de “una mujer que vive su vida normal y corriente hasta que el entorno familiar se le gira como una tortilla, y no estamos acostumbrados a que nos roben esa seguridad, algo que también se vivió durante la pandemia”, añade Hawkins.
El paisaje, admite la autora, es muy importante en esta novela y aunque estaba en Edimburgo, no le costaba imaginar una casa en lo alto de un acantilado de Fife: “En este caso la ubicación fue lo que sugirió la historia y no los personajes, como es habitual”.
A pesar de ser una novela corta, en sus páginas están muchos de los temas que Hawkins aborda en sus textos: la violencia contra las mujeres, una trama en la que una mujer está contra las cuerdas o las cuestiones de la memoria del pasado”.
Hawkins dice que no sabe escribir sin hablar del pasado, porque le interesan mucho los orígenes y cómo una persona llega a ser como es. “Todos somos historia, todos somos recuerdos y estiro ese hilo y me planteo a dónde te llevaría ese hecho; y en este libro vamos descubriendo que a Edie le pasó algo muy traumático de joven y vamos viendo qué camino escoge“.
Como ya sucedió en su anterior novela A fuego lento, en Punto ciego trata sobre la dicotomía entre venganza o perdón: “En esta última el personaje no contempla el perdón, se siente atrapada y solo ve esa vía de la venganza como la única aceptable y es la que escoge, pero está demostrado que la venganza rara vez sale bien y la recompensa que uno extrae de una venganza no siempre es la que uno espera”.
A Hawkins le interesa “tratar de entender qué lleva a alguien a cometer actos extremos más allá de la trama policial”.
Justamente, para escribir una novela más corta le ha resultado útil el pasado periodístico, porque “algunas de esas destrezas las puedes aplicar a la novela negra y en este caso, a eliminar lo superfluo”.
En relación a su estrategia narrativa, Hawkins tiende a “saber cuál es el final, pero no planifica con muchos detalles, porque las mejores ideas suelen aflorar en medio de la escritura“.
Asegura que ninguno de sus personajes se basan en nadie en concreto, sino que va recogiendo historias de aquí y de allá, y “la semilla puede ser una noticia leída o algo que me han contado”.
En la actualidad está ya trabajando en una nueva novela, que “será similar en género, oscura y espeluznante”, aunque prefiere huir de la etiqueta de novela negra, porque “no lo es en el sentido tradicional”.
Admite que la sorprendente sucesión de inquilinos domésticos del número 10 de Downing Street sería una buena fuente de inspiración, porque “la política británica da para mucho y para escribir novelas de terror”, pero prefiere dejar esas historias para otros escritores.
Después del éxito de la adaptación cinematográfica de La chica del tren, que a Hawkins le gustó porque “fueron fieles al espíritu frío y oscuro de la novela, aunque situaran la historia en el norte de Nueva York y no en Londres”, la productora norteamericana Blumhouse ha ejercido una opción para adaptar Punto ciego.
“Si finalmente se acaba haciendo, no me encargaré de adaptar el guion, porque se necesita una destreza especial, pero algún día me gustaría escribir un guion partiendo de cero”, ha desvelado la novelista.
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