Inicio > Blogs > Ruritania > Paulino Masip: la metafísica de la guerra

Paulino Masip: la metafísica de la guerra

Paulino Masip: la metafísica de la guerra

Paulino Masip nació en Granadella, en la provincia de Lérida, en 1899. Nació en una tierra rica en olivos, el símbolo de la paz, pero él se vio obligado a  vivir la guerra. Periodista de gran nivel, escritor en ciernes y adicto al mundo del teatro, en su juventud conoció y entabló amistad con algunos de los grandes de la escena teatral madrileña, como el dramaturgo Alejandro Casona o el director Cipriano de Rivas Cherif; gracias a este último, pudo estrenar en 1929, en la pequeña Sala Rex de la calle Mayor de Madrid, su primera comedia, Dúo. El periodismo y el teatro, ámbitos culturales y literarios en los que destacó en la preguerra, los sustituyó por el cine en los años del exilio. Sí, porque su compromiso con el bando republicano, que se hizo cada vez más agresivo a medida que se acercaba la derrota, lo obligó, en 1939 a dejar España. Ya en el Sinaia, rumbo a México, escribió Cartas a un español emigrado, un acalorado testimonio de lo que estaba viviendo, un desesperado, pero lúcido intento de autoanálisis. Muchos de los elementos que componen ese desahogo espiritual los encontramos en su obra maestra, la novela El diario de Hamlet García, publicada en México en 1944. Curiosamente, las dos novelas que escribió, el mismo Diario y La aventura de Marta Abril (1953), se publicaron en los años del exilio, aunque a partir de 1955, y hasta su muerte en 1963, Masip se dedicó de forma casi exclusiva a la escritura de guiones cinematográficos, y llegó a convertirse en un punto de referencia del cine mexicano de aquellos años. Masip nunca volvió a pisar el tan querido suelo español.

"Quizás sea precisamente esto lo que no le gusta, pero la verdad es que la vida del hombre, y la suya también, está irremediablemente ligada a la de los demás"

Toda guerra busca a sus héroes, eso es cierto, pero donde encontrarlos depende de la mirada. Paulino Masip lo intentó hace ya ochenta años, desde su exilio mexicano al publicar una de las mejores novelas sobre la guerra civil, El diario de Hamlet García. Al confeccionar su estreno novelesco su mirada está, pero solo aparentemente, un poco perdida. El héroe, su propio héroe, lo encuentra Masip en un profesor de filosofía que de su disciplina es la más concreta encarnación. Aislado por completo de todo lo terrenal, Hamlet no pertenece al gremio de los pensadores, tan numéricamente relevante en la España de aquella época, sino al más inoperante y despistado grupo de los metafísicos, seres insustanciales, desde el punto de vista social, que abandonan cualquier compromiso con la realidad para encerrarse en una torre de marfil cuya cumbre toca niveles muy cercanos a las estrellas. Hamlet no sabe de política, desconoce por completo las normas que rigen la vida social y es ajeno a todas las pequeñeces que conforman la cotidianidad del ser humano. El hombre-Via Láctea, según la opinión de su Ofelia, la mujer con la que se casó hace años, no sabe bien por qué, vive tendido sobre las nubes que conforman su paisaje mental. Hamlet está lejos de todo, es impermeable a cualquier solicitación que provenga desde abajo, desde aquel suelo ordinario y vulgar donde los hombres y mujeres de España gastan sus vidas sin la necesidad de dar respuesta a preguntas que no tienen.

Quizás sea precisamente esto lo que no le gusta, pero la verdad es que la vida del hombre, y la suya también, está irremediablemente ligada a la de los demás. Voluntades ajenas, suerte, preceptos divinos, todo contribuye a erigir el edificio de todas y cada una de las vidas humanas. Hamlet lo descubre en aquel fatídico julio de 1936; solo —la mujer y los hijos se han ido al pueblo a veranear y la criada lo abandona pronto para contribuir al éxito de la causa republicana— se enfrenta a la dura realidad de la guerra. Ahora, ya non son las nubes su hábitat, ya no mira todo desde lo alto de sus pensamientos metafísicos, sino que fluctúa sobre las aguas tempestuosas de aquel Madrid enardecido por el calor y la furia de los hombres.

Hamlet sería la imagen prototípica del antihéroe, de la víctima sacrificial que se asusta, se esconde, que fracasa en un mundo que es la representación más brutal de su antimundo. Pero aquí se realiza el milagro de Masip, el de hacer de Hamlet un héroe, una criatura capaz de aceptar el reto al que el destino lo enfrenta sin miedo y sin reticencias, con aquella desfachatez que solo la ingenuidad de un metafísico frente a la barbarie puede demostrar.

"En su corazón, en su alma de filósofo, el drama ya ha sembrado, el semen del pecado. España, y cada uno de los españoles, están pariendo un monstruo, una criatura diabólica que todos ellos han contribuido a engendrar y que acabará con todos"

De los muchos puntos de contacto que Hamlet tiene con el machadiano Juan de Mairena sobresale uno: el desinterés para la política. Esa postura casi virginal con la que Hamlet se enfrenta a la guerra —“Yo no sé a qué bando pertenece usted, pero sea el que fuere no es el mío, porque yo no pertenezco a ninguno”, le dice a Hurtado, uno de los personajes de la novela— le permite evaluar desde una perspectiva ética y no ideológica lo que está pasando en las calles de Madrid. Charla, discute, se entretiene con toda clase de hombres y mujeres; militares, taberneros, criadas, estudiantes y putas llenan su vida en los azarosos primeros días de guerra. Madrid es un hervidero de sentimientos opuestos, de odios y rencores que rompen el fluir de sentido común y de la serena convivencia. Pero el metafísico aguanta, conducido por esa necesidad endémica de encontrar siempre una respuesta, incluso a la locura. Hamlet se da cuenta de que, en una guerra, sobre todo una guerra civil, lo más peligroso es quedarse en el medio; la neutralidad no está admitida porque el riesgo es que todos te consideren un enemigo, y por eso quieran acabar contigo. Después de muchas andanzas por un Madrid desconocido, Hamlet, al final, se decanta por la causa republicana, pero precisamente por la razón que menos le interesa, la política. El pueblo tiene la razón política, pero en una guerra hay algo más, una razón viral o metafísica —así la define Hamlet— que el pueblo y los sublevados comparten y que es la que provoca la catástrofe. En su corazón, en su alma de filósofo, el drama ya ha sembrado, el semen del pecado. España, y cada uno de los españoles, están pariendo un monstruo, una criatura diabólica que todos ellos han contribuido a engendrar y que acabará con todos.

El Diario de Hamlet García se publicó por primera vez en España en 1987, en la editorial Anthropos, con introducción a cargo del yeclano Pablo Corbalán. Pasó casi desapercibida. Mayor difusión alcanzó, tres lustros después, en 2001, la edición de la madrileña Visor, en cuyo prólogo, a cargo de Antonio Muñoz Molina, se destaca el importante valor literario de la obra. A pesar de esto, todavía el Diario no ha recibido, ni por parte de los lectores ni por parte de la crítica académica, la atención que merece. En Italia acaba de publicarse una de las primeras ediciones en lengua extranjera —por lo que me consta, hasta la fecha solo existía una edición en francés, Le journal d’Hamlet Garcia (Phébus, 1991)—. La novela, con edición y traducción a cargo de Laura Sanfelici, ha aparecido en la colección España siglo XXI de la florentina Editrice Le Lettere. Ojalá sea esta una contribución útil para sacar del olvido una de las novelas más importantes (y non son pocas…) sobre la guerra civil española.

5/5 (4 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
reCaptcha Error: grecaptcha is not defined
  • El Pirri en Querido Pirulí y la jerga cheli

    /
    abril 28, 2025
    /

    Descubrí la faceta de crítico de cine del Pirri mediante el magacín Querido Pirulí, presentado por Fernando García Tola en 1988 en formato radiofónico, con un decorado que simulaba el interior de un estudio de radio —idea que han adoptado hoy día diversos podcasts—, en el que se alternaban entrevistas, actuaciones musicales y conversaciones profundas de distinta índole. No encontré esa faceta suya buscándole directamente, sino mediante una entrevista de las entonces jovencísimas poetas Almudena Guzmán y Luisa Castro, invitadas por haber sido accésit y premio Hiperión ese año, respectivamente. «¿Se puede ser poeta sin locura?», preguntaba García Tola. «Estamos…

    Leer más

  • El taller de un orfebre

    /
    abril 28, 2025
    /

    El relato biográfico de O’Brien, caracterizado por una narración ágil que en ocasiones se contagia del «creacionismo» del objeto fabulado, se asoma a la vida de Joyce con la intención de desprenderse de cualquier sublimación. Al contrario, este no es sino el relato de las miserias vitales que asediaron a James Joyce, en ocasiones de forma fortuita, otras veces como resultado de su errático comportamiento. La autora también se propone homenajear a tres mujeres fundamentales en la trayectoria del escritor: Nora Barnacle, Sylvia Beach y Harriet Shaw, aunque, y considerando esta intención, el ímpetu de la vida de Joyce obliga…

    Leer más

  • Doshermanos

    /
    abril 28, 2025
    /

    No es fácil hacer lo que han hecho. Se necesitan huevos, cierta dosis de ego y lo más difícil: tener una historia interesante que contar. Huevos, porque hacer lo que han hecho en el mundo del graffiti sin esa actitud sería imposible. Ego, porque se necesita cierta dosis para construir la carrera que han hecho dentro de la cultura hip hop. Y una historia que contar, porque la vida hay que vivirla, sentirla y sufrirla. Con cientos de viajes en su mochila, puedo afirmar que no conocerán hoteles o restaurantes de muchas de las ciudades que han visitado, pero sí…

    Leer más

  • Zenda recomienda: Parientes pobres del diablo, de Cristina Fernández Cubas

    /
    abril 28, 2025
    /

    La editorial apunta, a propósito del libro: “He aquí tres historias en las que el lector difícilmente podrá escapar de su irresistible capacidad hipnótica. Un comerciante sufre en África los efectos de una extraña maldición al alojarse en un pequeño hotel en apariencia tranquilo y confortable. Un joven de buena familia decide emplear su tiempo y sus viajes en investigar una casta humana nacida para el mal. Una anciana suspicaz, temerosa de que sus familiares la ingresen en una residencia, atribuye a un «simpático» moscardón su alteración de rutinas y el reencuentro con viejas compañeras de colegio, con las que…

    Leer más