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Pedir cita en la librería

En tiempos de pandemia, hasta la vuelta a la normalidad tiene algo de distópico, por aquello de pedir el turno para comprar libros como quien reserva hora para cortarse el pelo. Durante los primeros días de la Fase 0 del desconfinamiento, los locales pequeños están autorizados para recibir, previa cita, a los clientes que deseen acudir. El criterio incluye a las librerías, que pueden acogerse a este sistema.

Algunas han echado mano de la cita previa, entendiéndola como el turno para que los clientes puedan recoger los libros que ya han comprado por Internet. Los libreros están presentes y despachan, pero a puerta cerrada y dentro del local. Así lo están haciendo las librerías La Buena Vida y Rafael Alberti. En ninguna de las dos reciben clientes dentro de la tienda. Las personas pueden pueden acudir, pero para recoger pedidos, no para entrar en el local.

“Los clientes no pueden entrar ni tocar libros, sólo venir a recoger los que ya han comprado”, asegura Jesús Rodríguez Trueba, librero de referencia y responsable de La Buena Vida, reconocida con el premio Librería Cultural 2018  por su tarea continua de dinamización cultural y de difusión del libro y la lectura. La librería Rafael Alberti, dirigida por Lola Larumbe, propone algo parecido: “Estamos trabajando a puerta cerrada. Preparando los pedidos que hemos recibido a través de la web. Los clientes están comenzando a llegar a la librería a por los pedidos, pero se los entregamos en la puerta. Los clientes no pueden pasar a la librería”, aseguran.

"Las restricciones de movilidad ocasionadas por la declaración del Estado de alarma se hicieron sentir en la vida de todos. En un mundo confinado, las librerías también echaron el cerrojo"

A pesar de las restricciones, la librería Alberti continúa entregando libros y celebrando actividades en línea. Este lunes no más acudieron, con mascarillas, dos clientes asiduos de Lola. Venían a retirar el nuevo libro de la autora Almudena Grandes, quien sostendría un conversatorio con Larumbre en ocasión de su nueva novela.

Hay quienes sí han optado por el sistema de cita previa como visita. Ese es el caso de los libreros de Tipos Infames, en el madrileño barrio de Malasaña. Así lo han comentado a Gonzalo y Alfonso, quienes en plena crisis económica fundaron este local, que ha pasado a ocupar un lugar central en la vida literaria y cultural madrileña.

“Pues la cita se asigna telefónicamente, dura aproximadamente unos 15 minutos y ya esta mañana han llamado y se les ha dado cita para el mismo día. Entre hoy y mañana llevaremos unas 20, y es muy agradable volver a encontrarte con los parroquianos aunque sea a 1.5 metros de distancia y con mascarilla y guantes. Da alegría volver a ver a la gente que quieres y conforman la librería”, comentan los dos.

Otras librerías, como la catalana Laie, aseguran que a partir de mañana comenzarán a pedir cita previa para recibir a los clientes en su local barcelonés, aunque sin aclarar si los clientes puede ir a recoger libros o a visitar el local.

"El mal ciclo económico que había remitido vuelve al punto de partida con la crisis desatada por la emergencia sanitaria del Covid-19"

Motivos para coger la vez sobran. Hace casi dos semanas, la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros asomó la posibilidad seria de que muchos de sus agremiados cerraran sus puertas, quebrados por la falta de actividad económica. Las restricciones de movilidad ocasionadas por la declaración del Estado de alarma se hicieron sentir en la vida de todos. En un mundo confinado, las librerías también echaron el cerrojo. Hoy la amenaza sigue presente.

Cuando CEGAL anunció su Plan de Apoyo a las Librerías, España atravesaba el momento más amargo de la cuarentena y el sector planteó un programa diseñado en dos niveles: el registro de librerías en la plataforma colectiva Todostuslibros.com y un segundo escalón que permitiría a los lectores apoyar a sus librerías preferidas a través de cheques regalo que podrían canjear por libros cuando estas reabriesen. Otras ayudas para paliar la situación de las librerías, por ejemplo, contempla la compra de fondo para las bibliotecas públicas a través de los libreros, a fin de dotarlos de liquidez.

En España existen 3.556 librerías independientes. Son muchas menos de las que existían en los tiempos de bonanza, pero bastante más de las que sobrevivieron a la crisis económica, que se cebó con especial saña con el del libro: desde los editores hasta los libreros vieron desplomarse sus ventas. Durante 2014, en España desaparecieron a razón de dos por día (según datos del Observatorio de la Librería 2014), así hasta llegar a casi mil locales cerrados. El mal ciclo económico que había remitido vuelve al punto de partida con la crisis desatada por la emergencia sanitaria del Covid-19. La mala salud del libro es de hierro, aseguran muchos. Sin embargo, la prueba es dura y los libreros están dispuestos a enfrentarla.

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