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Pedro I de Castilla, ¿el justo o el cruel?

Pedro I de Castilla, ¿el justo o el cruel?

Un adjetivo puede llegar a cambiar toda la vida de un hombre. Y no solo eso: modificar la percepción de su legado. Que se lo digan a Pedro I de Castilla, a quien el sobrenombre de «el cruel» le ha estigmatizado por los siglos de los siglos.

¿Quién fue Pedro I el Cruel?

¿El cruel o el justiciero? Según las fuentes, Pedro I fue un monarca sanguinario o un rey que luchó por el pueblo y acabó con los privilegios de la nobleza. Pedro nació en Burgos, en el Monasterio de las Huelgas, en el 1334, hijo de Alfonso XI y de María de Portugal, y reinó durante casi 20 años. Su padre pronto se desentendió de su esposa y de su heredero, que se trasladaron a Sevilla, mientras el rey castellano hacía vida con su amante, Leonor de Guzmán —una destacada noble que sería la precursora de una de las casas más influyentes en España durante los siglos posteriores, los Trastámara— y con sus hijos bastardos.

"Su leyenda negra se forjó en un mundo en el cual la vida humana valía muy poco, sobre todo la de los enemigos del rey"

Alfonso XI murió en 1350. Pedro heredó la corona sin oposición, pero con Leonor muy bien situada, esperando su oportunidad, y con importantes aliados. La hacienda castellana estaba vacía y el ejército de su padre huyó en desbandada. Sin dinero ni poder militar, y con la peste negra haciendo estragos entre la población, el nuevo rey de Castilla lo tuvo difícil en sus primeros años.

Igual que ocurrió con su padre, el gran amor de Pedro no fue el de su mujer. Casado con Blanca de Borbón, el monarca vivió su gran romance con María de Padilla, con quien tuvo varios hijos. Todavía se casó otra vez, aunque no está clara la legitimidad de su unión, con Juana de Castro. Pedro I no superó la muerte de María de Padilla en 1361, y en las Cortes de Sevilla llegó a declarar que ella fue su única esposa.

Pedro I vivió su reinado entre traiciones, rebeliones y enfrentamientos continuos con los nobles, y especialmente con sus hermanastros. Llegó a estar preso en Toro. Consiguió escapar de su cautiverio, pero su huida debilitó aún más las relaciones y alianzas tejidas con las diferentes casas castellanas. Pero sus problemas no acababan aquí y se vio inmerso en una guerra de casi diez años con el reino de Aragón. Mientras tanto Enrique de Trastámara se preparaba para asaltar el trono.

Su leyenda negra se forjó en un mundo en el cual la vida humana valía muy poco, sobre todo la de los enemigos del rey. Entre sus víctimas se cuentan su medio hermano Fadrique —el gemelo de Enrique, que fue asesinado con una maza en la misma sala en la que dicen que Pedro almorzó después junto al cadáver—; su primo Don Juan, infante de Aragón; su esposa Blanca de Borbón; y Muhammed VI de Granada, el Bermejo, torturado y lanceado por el mismo Pedro I. También sufrieron su ira algunos colaboradores cercanos como el camarero mayor del rey, Gutier Fernández de Toledo, hombre de su confianza que terminó en prisión; o Samuel ha Leví, el tesorero mayor, al que de nada le sirvió haber librado al rey de sus captores en Toro y fue torturado y encarcelado por orden de Pedro I.

¿Cómo murió Pedro I el Cruel?

Enrique II quería reinar e hizo todo lo posible por conseguirlo. Convertido en némesis de su hermanastro, llegó a autoproclamarse rey, escoltado por una tropa de mercenarios franceses. Consiguió hacer huir a Pedro a Gascuña (Francia), posesión por aquel entonces del rey de Inglaterra. En 1367, Pedro I regresó a Castilla, y lo hizo acompañado de un ejército compuesto por los temidos arqueros ingleses.

"Pedro I vivió y murió de manera violenta, rodeado de traidores y alimentando la sospecha de forma constante"

Los dos hermanastros se enfrentaron en la Batalla de Nájera. A Enrique de Trastámara se le dio por muerto —Pedro I recorrió el campo de batalla buscando su cadáver—, pero consiguió huir. No tardó en volver Enrique a Castilla. Los ingleses habían abandonado a Pedro, y en poco tiempo consiguió cercarlo en la fortaleza de Montiel. Sabedor de su inferioridad, el monarca castellano planeó su huida. Y es ahí cuando entra en la historia un curioso personaje, Bertrand du Guesclin, que dejó para la posteridad una famosa frase. Pedro I había ido a buscar al condestable francés a una taberna para que le ayudase en su fuga. Enrique II entró en la posada, reconoció a su medio hermano y avanzó gritando: «¿Dónde está ese judío hideputa que se nombra Rey de Castilla?»; comenzó entonces una dura lucha cuerpo a cuerpo entre ambos. En un momento de la pelea, Bertrand du Guesclin sujetó a Pedro para que Enrique lo apuñalará mortalmente mientras decía aquello de «ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor».

¿Justiciero o cruel? ¿Vengativo o justo? Difícil saberlo. Pedro I vivió y murió de manera violenta, rodeado de traidores y alimentando la sospecha de forma constante. Su existencia no fue muy diferente a la del resto de personajes de su época. Después de su muerte, Enrique «el fratricida» subió al trono, acabó la guerra civil y comenzó el reinado de los Trastámara. Todavía duraron unos años los ecos de los enfrentamientos entre Enrique y Pedro, y sus descendientes pugnaron por el poder real.

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