Inicio > Firmas > El bar de Zenda > Cuatro días sin móvil
Cuatro días sin móvil

Pues eso. Que subo al tren, emprendiendo un viaje de cuatro días, y al sentarme descubro que he perdido el teléfono móvil. En un primer momento me quedo con cara de pringado, tocándome el bolsillo mientras pienso no me lo puedo de creer, como se dice ahora. No puede ser, pero es. Me he quedado sin móvil igual que me quedé sin padres y abuelos: huérfano comunicativo total. De todas formas, acostumbrado a vivir desde jovencito con la certeza de que siempre acechan una piel de plátano en el suelo, una pastilla de jabón en la ducha del presidio o un iceberg en la ruta del Titanic, intento tomarlo con calma. Como dice mi compadre Élmer Mendoza, mejicano norteño y sabio —natural de Sinaloa y paisano de la Reina del Sur—, en la vida unas veces se pierde y otras se deja de ganar. Así que veamos cómo queda la cosa, reflexiono. Control de daños.

Para mi sorpresa, primero, y mi alivio, después, los estragos son mínimos. Eso es lo que concluyo tras pensarlo un momento. Analfabeto tecnológico como soy, la parte de mi vida confiada al teléfono móvil es poca. Si mi trabajo y mis necesidades fueran otras, sin duda estaría obligado, por imperativo categórico o como se llame eso, a llevar en el bolsillo —o en la mano, como casi todos hacen ahora— un smartfone, android, iphone o como diablos se llamen los artefactos inteligentes que, paradójicamente, tanto limitan la inteligencia del usuario. O sea, que acaban haciéndonos confiar a ese chisme alma, corazón y vida, como canta el bolero, hasta extremos de dependencia drogadicta. No utilizándolo para hacer mejor el mundo, que sería lo razonable y lo cuqui, sino para mirarlo —óptica en extremo peligrosa— exclusivamente a través de él.

Pero no. Y lo pienso con una risa malvada, arf, arf, como la del perro Pulgoso. Mi teléfono habitual es un Nokia de vieja generación que sólo sirve para hablar por teléfono. Y que, incluso cuando lo llevo encima, utilizo lo menos posible. Así que lo peor que puede pasar, que es lo que ahora pasa, es que estaré unos días sin llamar por él, y —colmo de la felicidad feliz— sin que me llamen. Soy afortunado, lo admito, porque mi trabajo y mi vida no se verán apenas afectados. Y en cuanto a lo que pierdo con él, lo que en muchos casos sería una tragedia personal y profesional se reduce, en el mío, a molestias menores. Nada había en el móvil que fuera imprescindible. De lo único valioso, números con los que comunico habitualmente, tengo copia en casa, en una agenda de papel que procuro llevar más o menos al día. Y en cuanto a no poder telefonear desde el tren, tampoco es una peritonitis. Ya no hay cabinas públicas, es cierto; pero cuando llegue al hotel de la ciudad a la que me dirijo podré usar el teléfono de mi habitación, ring, ring, ring de toda la vida. La media docena de números fundamentales los llevo siempre anotados en una tarjeta, en el billetero. Y los otros pueden esperar.

Así que, en fin. Gracias a este inconveniente, miro alrededor y siento el subidón moral, la íntima chulería de sentirme —estoy siendo sarcástico, no me llamen prepotente ni fascista, que hiere mi sensibilidad— el último hombre libre sobre la tierra, como Charlton Heston en aquella estupenda película, hoy olvidada, que en España se tituló El último hombre vivo. Porque estoy en un tren, de viaje, rodeado de gente que habla por su teléfono móvil, y yo acabo de perder el mío pero sigo llevando encima cuanto necesito. Por ejemplo, los billetes de tren impresos en casa desde el ordenador —he visto a demasiados incautos bloqueados, dándole con desesperación al dedito en embarques de tren y aeropuertos, incluso en las puertas de los cines—. También las tarjetas de crédito que me acompañan van repartidas entre el billetero y la mochila, por si pierdo o me roban uno u otra, y además llevo encima una cantidad razonable de dinero en metálico, porque en este mundo de bancos sin personal, cajeros presuntamente automáticos y bancos dirigidos por verdaderos hijos de puta que ni siquiera garantizan tu seguridad, el plástico lo carga el diablo. Y además, así nadie puede localizarme ni hackearme. Que ésa es otra.

Y, bueno. Qué quieren que les diga. Sé muy bien, porque no soy completamente gilipollas, que todo esto, me refiero a mi relativo alivio de hoy, es sólo una trinchera temporal. Que poco a poco —es más cómodo así, argumentan los sinvergüenzas y los idiotas—, a quienes intentamos mantenernos relativamente libres nos acorralan sin alternativas, obligándonos a depender cada vez más de los mecanismos suicidas que se adueñan del mundo. Pero oigan: arrieros somos. Nadie podrá arrebatarnos la última carcajada cuando todo se vaya al carajo.

____________

Publicado el 7 de diciembre de 2023 en XL Semanal.

4.7/5 (1111 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

52 Comentarios
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace

Pensemos. Pensemos detenidamente todos en este artículo de don Arturo. Reflexionemos, pero no de pasada, sino profundamente. Que las neuronas las tenemos para algo y no se usan suficientemente. Pensemos.

¿Qué han hecho con nosotros? ¿Qué han conseguido unas mentes malignas que han planificado todo esto, unos especímenes de Lucifer que, por cierto, no usan móvil? Esclavitud, dependencia fìsica y psicológica, control de nuestros actos, de nuestra situación en todo momento y de nuestros vicios y virtudes. Control de nuestra vida. Precisamente en un momento en el que más se habla de libertad y libertades.

Pueden saber dónde estamos, qué compramos, con quien nos relacionamos, qué conversaciones tenemos, a qué jugamos, que fotos hacemos y a quién las hacemos… … …

Y no hablemos de que, el artilugio del diablo, es una fuente de disgustos de engaños, de robos. Somos el objetivo de nuevas formas de extorsión.

Llevamos en nuestro bolsillo la fuente de nuestra infelicidad, si ya no portábamos en nuestra cabeza todos nuestras particulares fuentes de infelicidad. Han conseguido que lleven móvil hasta los recién nacidos, hasta los pastores de Belén y los Reyes Magos.

Don Arturo, ha estado usted cuatro días fuera del control del Gran Hermano, del PODER. Ha estado viviendo fuera de 1984.

Saludos.

Merche
Merche
11 meses hace

Don Arturo tiene el acierto de poner por escrito casi todo lo que pienso de la sociedad y de la vida en general. Leyendo sus artículos, ya no me siento tan «bicho raro», aunque el peligro de extinción permanece.

Basurillas
Basurillas
11 meses hace

Ah, don Arturo, que atrayente es el último párrafo de su patente de corso de esta semana. Es un reincidente sueño húmedo que a veces me asalta: el loco gerifalte de turno (ruso, americano, chino, iraní, norcoreano… la colección es interminable) pone al mundo entero en su punto de mira y se dedica con saña a lanzar bombas de pulso electromagnético o similar a diestro y siniestro. Y en unos minutos, como dice usted, todo, pero todo, se va al carajo. Sin muertos directos. Pero volvemos casi a la edad de piedra y cada cual debe buscarse la vida con lo que lleva encima de cultura, habilidades, cachivaches y empatía. Todo lo que funciona con electricidad e informática deja de funcionar y tener sentido. Las cuentas y datos bancarios al pozo, el historial médico al pozo. Las nóminas y tarjetas de acceso del trabajo y ordenadores al pozo. La radio y la televisión y sus majaderías interminables al pozo. Y así todo. Y desde luego la inteligencia artificial, la de las citas médicas de marque el uno y diga sus datos a una maquinita sin sentimientos, la de las llamadas de empresas de telefonía o energéticas en la hora de la siesta, la del control exhaustivo de nuestros datos tributarios, todo al pozo más hondo y pestilente de las supuestas maravillas de la humanidad.
Y volveríamos a hablar mirándonos a los ojos en lugar de al móvil durante las comidas y cenas, a encontrar la sucursal bancaria y el centro de salud lleno de profesionales, cientos de personas trabajando en lo que la técnica y la inteligencia artificial les llevó al paro y a la dependencia de subsidios y paguitas del Estado que nos hacían verdaderamente esclavos y vasallos. Y volver a aprender y a disfrutar de la lectura y el aroma de un libro de papel y volver a escribir con pluma, lápiz y bolígrafo y no como ahora, tecleándoles a ustedes como un poseso. Lo sueño y casi soy feliz…

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace
Responder a  Basurillas

Siento contradecirle esta vez, sr. B. Yo creo que ningún gerifalte atentará contra este instrumento de control y dominio. Es la base de su PODER y de su poder joder.

Y si hacemos caso a la Rae que dice que gerifalte es un ave rapaz del norte de Europa, pues… blanco y con asas o verde y en botella. El problena es que no nos espían solamente desde lugares cercanos, o sea la Tía de Mortadelo, sino que lo hacen desde las estepas rusas, desde multinacionales economico-financieras-operadoras-de-telefonía, etc. En este mismo instante, hay entes que están comprando y vendiendo nuestros datos más íntimos en lotes de dos por uno como en los supermercados. A nadie del PODER le interesa un apagón tecnológico. Si sucede, sucederá por un desastre natural.

Gentes como don Arturo son un peligro para el PODER.

Hasta que consigan implantarnos un móvil en el cuerpo… … …

Saludos.

Basurillas
Basurillas
11 meses hace
Responder a  Ricarrob

Buenos días, estimado señor Ricarrob. Si ya digo al comenzar y al terminar la respuesta que es un sueño. Y además doy la pista de que el gerifalte (acepción cuarta y quinta de la Rae: Jefe, autoridad en sentido irónico https://dle.rae.es/gerifalte) está loco. Y es que, en general, creo que el poder siempre vuelve algo loca a la persona acostumbrada a ejercerlo tarde o temprano. Y de ahí los nepotismos, las prevaricaciones, los cohechos y, al final de la fila, las inquinas destructivas contra el adversario o contra quien piensa distinto, las salvajadas humanitarias, los fondos reservados empleados para asuntos turbios de las cloacas del estado, y ya los genocidios para terminar. ¿De verdad cree usted que un loco de esos de las alturas del poder con, por ejemplo, un cáncer terminal diagnosticado y con esperanza de vida ridícula, no pensaría en algún momento irse del mundo con un fin de fiesta casi apocalíptico y fuegos artificiales virtuales con una última carcajada? Incluso la cultura popular española tiene una expresión o refrán escatológico pensado para estos y similares casos: Para lo que me queda en el convento…
Buenas fiestas y un cariñoso abrazo… sin teléfono.

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace
Responder a  Basurillas

… me cago dentro.

Lleva usted razón, sr. B. Locos de atar. Hoy, más que nunca se dan esos pirados en el poder o cerca de él, ahora activos o temporalmente inactivos: Putin, Trump, el pelos inglés, Maduro, Zapatero, Rajoy, Sánchez, Puigdemon, Milei, etc.

No sé si el poder vuelve loco al personaje o es el personaje, ya loco desde que nació, el que vuelve loco al poder.

En cierta forma, todos estos pájaros de cuenta, antes de dejar el poder, siempre defecan dentro. Recuerde usted a Zapatero, por ejemplo. Y después de dejar el poder va defecando allá donde va pasando. ¡Y hasta rima! Sorprendido me ha.

Defecando y defecando,
se pasan la vida.
Y de sus inmundicias,
siempre tenemos noticias,
con temblor.

Propio de gente lábil
es abusar del móvil.
Vida absurda
con mente burda.

Saludos cordiales y abrazos.

Gabriel Fernández
Gabriel Fernández
11 meses hace

Don Arturo me encantaría poder hacer lo mismo que usted y no hay peros que valgan. No lo hago porque soy gilipollas.

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace

«Se oscurecerá el sol y no brillará más la luna; las estrellas caerán del cielo y los cuerpos celestes serán sacudidos»… y nadie se enterará ya que estarán inmersos en la pantalla del móvil (Apocalipsis de san Juan).

Si hoy día viviera el apóstol Juan identificaría a sus cuatro jinetes como la IA, la ingeniería genética, el móvil y Puigdemon.

Degradación mental, decadencia, instulticia general. Apocalipsis.

Maikel
Maikel
11 meses hace
Responder a  Ricarrob

Que usted no sepa escribir correctamente «estulticia» ni «Puigdemont» le da la razón de un modo un tanto divertido, y me hace pensar en Mateo 7:3.

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace
Responder a  Maikel

La tableta me juega malas pasadas. Y no revisar lo escrito es un defecto, sí. Las prisas, sí. Pero aprovecharse de ello para deslegitimar es propio de infectos políticos. ¿Usted lo es? No me extrañarìa. Bueno, quizás me equivoco y es usted directivo de una operadora de telefonía.

No escribo para hacerle pajas a cierta gente. Pero usted si que creo se ha hecho una paja mental ya que con su comentario no va a lograr que deje de escribir. Estuve hace pocos dìas en el oftalmólogo y no parece que me descubriese ninguna viga en los ojos.

Eso si, me congratulo de haberlo divertido a usted, según expresa, aunque me permito dudarlo ya que me ha parecido que lo que realmente he hecho es meterle el dedo en el ojo (Ricarrob 7:137).

Nunca entendí Mateo 7:3. Algunos tenemos la sana costumbre de cuestionarlo todo, hasta la Biblia. Nunca he visto en nadie, ni a mi mismo cuando me miro narcisistamente al espejo, una viga en ningún ojo. Bueno, quizás el que tiene que ir al oftalmólogo es usted y que le revisen sus pajas mentales…

Lo siento, mis disculpas, pero me lo ha puesto usted a huevo.

Saludos corduales, sr. mío.

Andrés
Andrés
7 meses hace
Responder a  Ricarrob

No sé quién es usted, Sr. Ricarrob (supongo que una contracción de Ricardo y Roberto) pero sepa ud. que un señor cincuentón de Buenos Aires a punto de pasar el puente de Pascuas en la Bella Mar del plata se ha jiñado de risa (acá en n Argentina pocos entenderían) a las 4:43 de la madrugada mientras leía sus ocurrentes y sarcásticas trapisondas, mal llamados comentarios (porque exceden el mero tecleo de infantería) colmados de humor y filo. Atendiendo viandantes, diría don Arturo.
Solo eso. Y que de tenerlo a mano me gustaría ser su amigo y compartir una caña de vez en cuando.
Mi sincera admiración.

Javier Rey
Javier Rey
11 meses hace

Sencillo,conciso, práctico y eficaz artículo.

MARÍA TERESA
MARÍA TERESA
11 meses hace

¡Parecemos gemelos, Don Arturo! Tal cual.

Julia
Julia
11 meses hace

Nunca me ha gustado hablar por teléfono, ahora debo llevar conmigo un móvil para tranquilidad de mis vástagos y envío diariamente un WhatsApp.
Existen dos aparatos a los que jamás consideré tener una oportunidad de florecimiento, demostrando así mi extraordinaria visión empresarial: el vídeo y el teléfono móvil.
Mis razones:
Quién iba a querer repetir la visión de una película? Nunca creí hacerlo, pero soy de las que repite muchas veces.
Quién va a llevar encima un teléfono para hablar en cualquier sitio? Pues yo, pero en este caso sigue sin gustarme, prefiero hablar personalmente o escribir.

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace
Responder a  Julia

Leído en un libro de filosofía y misticismo: «confundimos la sofisticación con la madurez, y casi no nos damos cuenta que no hay nada más repetitivo que el deseo de variedad».

Maria Eugenia
Maria Eugenia
11 meses hace

Me parto. Joder, no soy tan rara.

Antonio
Antonio
11 meses hace
Responder a  Maria Eugenia

Somos muchísimos los raros.Yo, algunas veces «me lo olvido» adrede.ñ

Iñigo
Iñigo
11 meses hace

Que envidia eso de que se te pierda el esmarfone y no pase ni media.

Alicia
Alicia
11 meses hace

Es usted un genio, con qué sencillez explica, argumenta y escribe, como coser y cantar, le sale con una facilidad extraordinaria. Gracias por deleitarnos con sus escritos.

José María Juan
José María Juan
11 meses hace

Cada día mejor.

El vasco errante
El vasco errante
11 meses hace

Don Arturo, habrán olvidado otros la película de Don Heston, que yo no. La mejor versión del apocalipsis zombi que se ha filmado, sin tanta traca tecnológica como hacen ahora. Lo del teléfono, que quiere que le diga. Yo estoy en plena desintoxicación, poniendo el chisme ese donde debe. Que no quiere decir que no lo use, pero es que lo uso más para escuchar música que para comunicarme, la verdad. A ver si hago un mundo mejor con el. Pero mire que lo dudo…

María Cris Castro
María Cris Castro
11 meses hace

Quiero quedarme sin móvil que sea casual, es decir sin proponérmelo, es un ejercicio para medir en qué grado de locura estoy…y por supuesto mis contactos…

David
David
11 meses hace

Hola, estoy muy de acuerdo, estar sin móvil es algo q pasa involuntariamente y es cuando te das cuenta de que se puede vivir sin el incluso mejor. Es una pandemia de la que no nos han protegido y solo estaremos a salvo con el autoconfinamiento sobre todo de nuestros menores

Edurne Esteban López
Edurne Esteban López
11 meses hace

Afortunado él, eso sí que es viajar para desconectar.

Rosa
Rosa
11 meses hace

Qué bueno es Arturo,que razón y cuanto sentido común.

Graciela Chacón
Graciela Chacón
11 meses hace

Se es tan feliz siendo libre. Es triste ver a las personas con un celular como extensión de su cuerpo.

Derly Marmolejo
11 meses hace

Deseo participar o ser miembro de Zenda

Mirta Vazquez
Mirta Vazquez
11 meses hace

Hola El sr Perez Reverte describe la ganancia que obtuvo por haber perdido un objeto al que le daba un uso relativo. Bien, es una forma de superar una pérdida. Pero…no un objeto cualquiera no tiene el mismo valor para todos don Arturo..

Lili
Lili
11 meses hace

Disfrute don Arturo.. y cuando regrese piense bien que movil se comprará…no vaya a ser que se le dé por un smartphone……

yoyoyo
yoyoyo
11 meses hace

Casi todos comentando , con el móvil en la mano,que el teléfono movil es una mierda.
Hipócritas.

Basurillas
Basurillas
11 meses hace
Responder a  yoyoyo

Yo le aseguro a usted que si pudiera comentar por aquí y, en lugar de una tablet y por internet, pudiera utilizar una tabla de arcilla, un punzón y con escritura cuneiforme lo haría, pero la supuesta técnica avanza (es un decir) que es una barbaridad y no me deja. Igual que dentro de muy poco tiempo, ya sin dinero en efectivo, sólo pueda pagar los productos y servicios que compro o recibo con tarjeta, con un teléfono móvil o con un chip implantado desde la infancia en la muñeca. Y entonces también me seguiré quejando. Algunos somos así, que le vamos a hacer; igual que otros son fanáticos de las novedades tecnológicas y no se sentirán felices hasta que no puedan vivir tres vidas al mismo tiempo a través de sus clones. ¡Que les aproveche!

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace
Responder a  yoyoyo

Salió el insulto. El insulto insustancial. Porque ser hipócrita es otra cosa, la definición no encaja aquí. Creo que Zenda es un espacio de expresión libre y que aquí nadie simula nada. No hay por qué. Precisamente se trata de un espacio en el que algunas gentes nos expresamos criticando libremente lo que vemos y relacionándolo con la literatura. No se finge.

En mi caso, sin querer emular a don Arturo, uso un móvil inteligente (es un decir, claro) regalado y ya usado. Y lo uso sólo para llamadas y para el guasap con cuatro familiares.

Y, sinceramente y sin hipocresías, detesto este artilugio que si que uso. Pero lo que detesto es cómo se usa. Sólo hay que observar. La gente va por la calle con el chisme en la oreja o tecleándolo, sin mirar donde pisa o con quien se tropieza. Hasta se cruzan los pasos de cebra de esta forma. No hablemos del comportamiento turístico y del no disfrute del paisaje o de la arquitectura.

Y las llamadas. En esta semana habré recibido 7 intentos de cambiarme de comercializadora del gas o de la luz, estando como estoy apuntado a la lista Robinson. Desde aquí denuncio el tema: se pasan la lista Robinson por el forro de los cojones (permítanme la expresión por favor, ya que estoy hasta los susodichos). Y los muy cabrones llaman siempre a las horas de comer o cenar.

Señor mío, si esto es ser hipócrita que deja usted para los políticos que, además, no hacen nada, no legislan, no ponen sanciones.

Menos insultos y más comprensión, por favor…

Fernando
Fernando
11 meses hace

Vamos a ver D. Arturo, no se es necesariamente más, de todo, por ser diferente, carroza y analógico. Yo me considero diferente, carroza y digital y disfruto y aprovecho lo que los dos mundos ofrecen. Ir contra corriente cansa, en ocasiones no aporta nada, salvo mala leche, y ni siquiera es síntoma de inteligencia. Muchos de los comentarios alaban su desapego digital, sin embargo leen y realizan sus comentarios mediante un teléfono, inteligente

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace
Responder a  Fernando

Todas las opiniones son de respetar y de escuchar. Decirle solamente que el pez vencido y muerto no nada contra la corriente. Siempre ne han sorprendido y admirado los salmones salvajes. Nos hemos convertido todos en salmones de criadero.

Rafael
Rafael
11 meses hace

En este tema no estoy de acuerdo con el señor Reverte. El teléfono inteligente, el auto, internet, son instrumentos que se pueden usar mal o bien.

Idiotas siempre hubo. Hace cincuenta años en España había una dictadura que mantenía a los idiotas a raya, pero existían y eran legión. Yo no soy pesimista, el mundo y España con todos sus problemas han ido hacia adelante. Y los idiotas son libres de mostrarse. Dejémoslos que sean felices en su idiotez.

No voy a enumerar las ventajas que tiene el teléfono móvil.

Con o sin teléfono, cualquier institución si se lo propone sabría en cinco minutos hasta el color de los calcetines que llevamos o si padecemos de hipertensión. Si fuéramos del interés de ellos claro está.

La dependencia del teléfono termina cuando lo apagamos, lo olvidamos o se nos acaba la batería. Y sobrevivimos de manera analógica. Esto no quita que si James Bond está detrás de usted, sepa lo que ha comido en el tren aunque haya pagado en efectivo.

Menos paranoia y disfrute el viaje en tren.

Carlos
Carlos
11 meses hace
Responder a  Rafael

Desde el momento en el que usted depende de un artilugio como un smartphone su vida está totalmente condicionada y no es libre. El

Rafael
Rafael
11 meses hace
Responder a  Carlos

En la historia de la humanidad siempre hemos dependido siempre de algún artilugio. Ya sea un smartphone, un cuaderno de notas, un(a) secretario/a, un papiro, una tabla de arcilla o la pared de una cueva.

Trate usted de memorizar y reproducir de manera confiable todas las fechas importantes, citas, teléfonos, información de contacto, correspondencia, noticia, fotografías, documentos, pagos y libros y después nos cuenta

Basurillas
Basurillas
11 meses hace
Responder a  Rafael

Creo que usted mismo se da con el problema y se da con la solución. Y la cuestión depende sólo, en mi opinión, de una conjunción: la que usted utiliza en la frase «…se pueden usar mal O bien.» Y yo creo que la conjunción no debe ser la O disyuntiva, sino la Y copulativa. El problema, a mi entender, es que las cosas se pueden usar mal Y bien, y casi al mismo tiempo, sin casi darnos cuenta de donde empieza el caballero Jedi y donde comienza a envolvernos el reverso tenebroso de la fuerza. Poder llamar al 112 en una urgencia o hablar con nuestra madre que puede estar sola y preocupada es fenomenal, pero recibir instantaneamente 40 ó 50 chistes tontos idénticos en un montón de grupos de whatsapp de mi interés, chistes que me quitan tiempo por medio verlos y borrarlos está muy mal. O que me geolocalice la maravillosa Guardia Civil si me he perdido en la montaña a través del móvil está muy bien; pero que por consultar en internet, por ejemplo, el estado del tiempo y, al momento, me aparezcan 4o publicidades de paraguas para la lluvia entre mis preferencias y búsquedas, que debo mirar y tal vez borrar con pérdida de mi tiempo…está horriblemente mal. Entre colores blancos o negros puros (o) hay una infinidad de grises intermedios (y) iluminados o sucios que son los que enturbian la cuestión. Y eso, creo, es lo que nos desagrada y nos parece un horror a unos cuantos que opinamos por aquí con, supongo, don Arturo a la cabeza. Porque, acuérdese usted de esos años de dictadura, a la que alude sin venir mucho a cuento, a mi juicio, y tal vez sin haberla conocido en persona: los que verdaderamente daban miedo no eran los Principios Fundamentales del Movimiento (franquista). Los que daban miedo eran «los Grises», esos que repartían leña a porrazos y con balas de goma o incluso tiros con fuego real, estuvieras en la calle de paseo o acudiendo a la manifestación ilegal de turno, fueras idiota o un futuro premio Nobel. Simplemente pasabas por allí…

Rafael
Rafael
11 meses hace
Responder a  Basurillas

La opción de Bien Y/O Mal depende de usted no del teléfono. Nada ocurre en el teléfono sin que usted no lo autrorice. O casi nada. Si no desea publicidad hay bloqueadores, si no desea leer chistes malos en el grupo de Whatsapp, salga de ahí.

Yo prefiero poner las cosas en una balanza, las ventajas y las desventajas que me pueda reportar el uso de un teléfono.

Por supuesto que siempre habrá ventajas y desventajas. Pero esto no es privativo de la tecnología actual. El libro tradicional tienen también desventajas. Se amarilla con el tiempo, es susceptible a daños por humedad y hongos, es combustible, es pesado y dependiendo de la edición puede ser poco manuable.

No por esas desventajas vamos a dejar de imprimir y leer libros. LO mismo pasa con el teléfono.

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace
Responder a  Rafael

Permítame, por favor, disentir en algo, no en todo.

No hay nada más placentero, después de haber probado la lectura electrónica, no en el teléfono, que es quedarse ciego, sino en tableta o en libro electrónico, que hojear un libro en papel, pasar las hojas, palpar su textura. Y si la encuadernaciòn es buena, el placer se multiplica. No me voy a extender más en ello aunque podrìa.

Es cierto que los libros hay que cuidarlos y que, como todo, como nosotros, envejecen. Sólo el poshumanismo nis oropone tirar todo aquello que envejece, incluidos nosotros. Robots recargables, según esra ideologìa, nos sustituirán.

Seguimos conservando tablillas cuneiformes, papiros, libros escritos y pintados a mano y libros de siglos. Ahí están. De todo lo registrado electrónicamente no quedará nada, nada. En cada cambio tecnológico, las maquinitas son incapaces de traducirnos algo de tecnologías anteriores. Un libro siempre es utilizable. Sin embargo, dígame usted que puede hacer ahora mismo con miles y miles de datos en cintas de vídeo, en Cds e incluso en Dvds. Todas estas tecnologías han durado un suspiro. El libro, el papel, la escritura fìsica es una tecnología que lleva más de 5000 años.

En un libro en papel no hay que recargar su baterìa todos los dìas y puede durar desde años a generaciones completas. Y no se queda obsoleto o estropeado cada dos años. Realmente nos han implementado un nuevo impuesto: el obligado gasto tecnológico. Y las personas sin recursos, que pueden acudir e bibliotecas públicas, se quedan apartadas, postergadas de las tecnologías.

No deja de ser un placer hojear y leer un libro amarilleado por el tiempo… ha pasado vida por él. Los móviles son entes inertes, muertos, sin alma.

Saludos.

Andarin
Andarin
11 meses hace

Hay algo mejor que estar cuatro días sin móvil y es estar cuatro días con el móvil apagado. Vives libre y además dispones de un comodín para su uso en caso de verdadera necesidad.

Jose C. L-A
Jose C. L-A
11 meses hace

Es mucho más sencillo que el circo que obnubila al pueblo se encuentre al alcance de la mano; sin tener que hacer otro esfuerzo por tenerlo entretenido que asegurarse de que sus individuos se fagocitan unos a otros entre poses y ataques furibundos.
Tristemente, a imagen y semejanza de otros ídolos de barro que gustamos en erigir, serán causa y testigo de nuestro ocaso.

Carmen
Carmen
11 meses hace

Gracias Arturo, como casi siempre una legría leerte

Francisco Brun
11 meses hace

Cuando salgo de casa tres cosas son indispensables para mi existencia; mi billetera que el dia que me la roben o se me pierda, con ella se irá parte de mi vida, mi identidad, mis tarjetas, algunos papelitos con claves de algún lugar, el carnet del automóvil club, es decir que si se descompone mi auto, junto a él moriré sin remedio.
Mis anteojos de leer o ver de cerca; los de ver de lejos van conmigo; y el teléfono garante de poder comunicarme con el amplio mundo…siempre que en el lugar que me encuentre exista señal, porque de lo contrario, como decía mi padre, hay que joderse para componerse.
Debo agregar algo de suma importancia, que jamás olvidaré porque ella me lo recuerda, a mi señora.
Cuando salimos ambos llevamos teléfono, es muy útil para los supermercados, por si nos perdemos, pero eso nunca ocurre. Yo soy de esos que no me gusta sacarme selfies, en primer lugar porque la realidad supera a la ficción y me veo horrible, sumado a que al hacerlo en pareja, siempre nos vemos algo excedidos de peso, por lo cual una tontería que debería ser agradable, se convierte en un acontecimiento poco grato.
En fin, uno vive estos tiempos como se puede. Ahh, me olvidaba, recientemente he aprendido a utilizar un simpático lector de unos cuadraditos que colocan en las mesas de las confiterías, y de ese modo se tiene la posibilidad de saber cuanto cuesta con exactitud lo que uno consumirá, sin riesgo de ser estafado.

Cordial saludo

Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace
Responder a  Francisco Brun

A veces, sr. Brun, hago el ejercicio mental de que algunos somos trasladados en el tiempo a hace 15000 años, o sea, antes de ayer, a una tribu de cazadores, viviendo en una cueva con la única tecnologìa de los instrumentos de piedra, madera o hueso.

Creo que pocos sobrevivirían. Quizás, los que somos más viejos, con el conocimiento de la vida, del pasado y del frustrante futuro nos convertiríamos en los brujos o chamanes del clan.

Pero verìamos el amanecer con otros ojos, el discurrir de las aguas de un río, el cielo sin contaminaciòn y el único sonido del viento entre los árboles… Y contaríamos viejas historias al anochecer, a la luz de las brasas de una hoguera, con el brillo en los ojos del resto de la tribu, escuchando en silencio con el único sonido de la naturaleza.

Idílico…

Saludos.

Andrés
Andrés
7 meses hace
Responder a  Francisco Brun

Don Paco: hace muy bien en no olvidarse a su señora. Yo lo he intentado un par de veces con la mía, pero la muy pu (diría Joaquín Sabina en cierto mítico concierto) se va sola y gasta por su cuenta. Y las tarjetas las termino pagando yo. Así que prefiero no olvidármela en casa como ud.

Juan Carlos
Juan Carlos
11 meses hace

Francamente le envidio, que sea usted tan independiente de ésta mal llamada, revolución tecnológica: yo la llamaría la «jaula de las vanidades».

Albertusco
Albertusco
11 meses hace

Me ha parecido una bonita descripción de la libertad. La capacidad de decidir por uno mismo sus propias acciones y no ir por la vida dirigidos por carísimas (no monetariamente sino moralmente) innovaciones. Felicidades Don Arturo. Ansia espera de su próxima cita.

Carlos
Carlos
11 meses hace

Yo tengo smartphone (iphone para más señas) y esta navidad pienso volver al teléfono simple de llamar y que me llamen. No soporto más tener que depender para todo del smartphone pues me quita tiempo para otros placeres que yo tenía y no hago actualmente. Estamos «enganchados» a lo superficial para dejar de lado lo esencial. Gracias por el artículo.

Trulymay
Trulymay
11 meses hace

Con todo mi aprecio, y devoción a la prosa del señor Reverte, debo hacer constar, que el dichoso aparato prostituido por unas grandes corporaciones, distribuidoras de bienes, chorradas, conceptos, modas…etcétera. Tiene y mantiene una función básica, y a mi juicio de gran utilidad, como poder pedir ayuda en caso de apuro médico, mecánico, y otros muchos. Dicho lo cual, el exceso de uso o dependencia del mismo, es una cuestión absolutamente personal del individuo, que suele ir emparejado con el discernir personal del mismo. En mi caso con una afección cardíaca impredecible, es un elemento de “seguridad” en caso de crisis, que luego se verá si ha sido o no útil. Por lo demás totalmente de acuerdo.

Pablo75
Pablo75
11 meses hace

Cuidado con las mochilas. Aquí en Francia es lo que más se roba. Los rateros las abren sin que el proprietario se dé cuenta. A mi mujer le sucedió en un autobús (le robaron dinero en la cartera, sin robarle la cartera) y ahora pone un pequeño candado. A mi hija en una estación de trenes (le robaron el móvil) y ha dejado de usarla. En cuanto hay un poco de gente, las mochilas peligran. No hay que llevar en ellas nunca cosas de valor.

María Lo Bianco
25 ddís hace

Cuestión de ser más inteligente que el teléfono. La libertad está en la mente, en este caso. O mejor dicho, el hecbo de sentirse esclavo de un artefacto. A mí, el smartphone me da libertad y me agrega recursos. Cuestion dedisciplina.