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El Cabo del Fin del Mundo

Me gusta mucho el cabo Finisterre. Por varias razones es uno de mis lugares favoritos, simbólico, indomable, preñado de Historia: un mito que desde hace miles de años fascina la imaginación de los seres humanos. Cada vez que me asomo a él, sobre el acantilado del monte Facho y a la sombra —figurada, porque para mí siempre está nublado y llueve— de su faro legendario, pienso que allí termina realmente el Camino de Santiago, en los innumerables barcos que durante siglos se perdieron en sus rocas —por algo se llama aquello Costa da Morte— y también, inevitablemente, en los legionarios romanos de Décimo Junio Bruto, que contemplaron sobrecogidos cómo el sol poniente, con una llamarada que parecía incendiar las aguas, se hundía en el mar camino de las siniestras Regiones Oscuras, pobladas de tinieblas y monstruos marinos.

En realidad Finisterre no es el extremo real, la punta más occidental de Europa. Los antiguos geógrafos tardaron algún tiempo en establecer que ese lugar lo ocupa el cabo Roca, en Portugal, que penetra casi nueve millas más allá en el océano; pero en este caso la veteranía es un grado, y como afirmaban en El hombre que mató a Liberty Valance, a veces es más hermoso imprimir la leyenda. Finisterre, como su propio nombre indica, es el final de la tierra antaño conocida, y de ahí su bello nombre clásico, que procede del latín con que por primera vez fue nombrado en los textos antiguos: finis, final, terrae, de la tierra. El lugar en que las tribus celtas erigieron el Ara Solis o Altar del Sol. Allí donde termina el mundo conocido y puede contemplarse el enigma del mar inmenso e incógnito.

Hay algo que en los últimos tiempos me produce cierta melancolía; y confío en que en esta España suspicaz, irritable, dispuesta siempre a sentirse vejada por algo, se comprenda lo que pretendo decir —y si alguien con estúpidas orejeras no lo comprende, pues bueno, pues vale, le deseo más suerte en la próxima—. He observado que en los medios informativos, sobre todo en televisión, se menciona a menudo el cabo Finisterre con el nombre gallego de Fisterra. Esto es muy natural, pues desde que la lengua gallega tiene memoria el viejo término latino se ha contraído en esa otra expresión local. Que en el fondo es sólo eso, una contracción lingüística de la palabra original, Fisterra por Finisterre; ya que realmente, o eso me cuentan mis amigos de allí —Manuel Jabois, Pedro Feijoo— fis no significa nada en gallego, idioma en el que la versión correcta de Finis terrae sería el femenino A fin da Terra.

La mención a Finisterre como Fisterra, por tanto, del todo natural cuando se utiliza el idioma de Galicia, e incluso cuando se pretende manifestar respeto por esa lengua también española, es cada vez más frecuente en los medios informativos de ámbito nacional. O tal es la impresión que tengo. Seguramente por su carácter de nombre oficialmente reconocido —Fisterra, municipio de la provincia de La Coruña—, raro es el telediario en el que, al hablar por ejemplo del tiempo previsto o de un desdichado naufragio, no se mencione el lugar geográfico en su versión gallega: cabo Fisterra por aquí, cabo Fisterra por allá. Con el resultado, debido a la enorme influencia en el gran público de la televisión, la prensa y las redes sociales, de que no sólo en Galicia sino fuera de ella la hermosa palabra latino-española Finisterre, tan venerable, clara y definitiva en su significado formal, tan rica en su propia y secular memoria, se aleja cada vez más en beneficio de la otra. Lo que no es bueno ni malo, entiéndase. O tal vez sí sea malo, a fin de cuentas, si se piensa despacio. En todo caso es triste, o a mí me lo parece.

Porque las palabras, así lo creo sinceramente, no son simples herramientas de comunicación desprovistas de alma; sino también, o sobre todo, crisol de cultura y memoria, decantación de siglos, tesoro de contenidos y memoria. Y al acercarnos a ellas, al comprenderlas bien y utilizarlas correctamente, enriquecemos nuestra habla y la de nuestros interlocutores, nuestra comunicación verbal o escrita, con el poso cultural que en ellas han ido dejando los siglos. Por supuesto que las palabras cambian, evolucionan y se adaptan a nuevos tiempos y formas de mirar el mundo, como debe ser. Pero si en ese proceso se empobrecen y pierden de vista los significados que les dieron nobleza —no digamos ya si interviene en ello la contaminación política—, nos hacen a todos menos eficaces, menos cultos y menos libres. Y no vivimos, en absoluto, tiempos en los que sea bueno despreciar la eficacia, la cultura ni la libertad.

____________

Publicado el 16 de agosto de 2024 en XL Semanal.

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Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace

Cultura, libertad y eficacia. Creo que sin la primera, las otras dos menguan. Considerablemente. Y cultura les falta hoy en dìa a los medios, en general. Y, aunque usted no lo haya dicho, don Arturo, en los medios españoles reina la gilipollez. También. Quizás la falta de cultura implique el predominio de la gilipollez. Quizás.

Porque usted ha puesto un ejemplo de los muchos que hoy en día corren y vuelan por los medios. Quizás ha elegido uno especialmente representativo y muy aleccionador por su evidente origen latino. Hay muchos más.

Nada de todo esto tiene que ver con la excepcional tierra gallega, en la que cualquiera puede sentirse como en casa (no ocurre lo mismo en otros sitios que no nombro pero que todos ustedes conocen) y en la que sus gentes se esfuerzan por ofrecer siempre una indiscutible hospitalidad. Con una gastronomía, que es cultura, igualmente excepcional. Si algo queda en España de la civilización y la cultura celtas (lo celta hunde sus raices en lo más profundo de lo español), está ahí, en Galicia. Por mi parte, amo profundamente esa tierra.

Tampoco nada tiene que ver con el gallego, lengua de la que podemos decir perfectamente que es de todos, musical y agradable al oído (no como otras, desagradables con sus antipáticas terminaciones consonánticas). El gallego es una delicia al oìdo. Y sus gentes se esfuerzan siempre en hablar castellano con los forasteros para que no nos sintamos tales. Lo dicho, como en casa.

Y vuelvo a los medios. Gilipollas. No oímos nonca decir New York o London, ni oímos decir Germany, ni Rzeczpospolita Polska (Polonia). Gilipollas. Muy, muy gilipollas. Hasta la saciedad. No es inconsciencia, no es una mala fe de querer contaminar nuestra preciosa lengua, es falta de cultura y gilipollez.

Ya hemos hablado en otras ocasiones de los medios. No tienen ni compromiso, ni riesgo, ni intención investigadora, ni cultua. En general. Para compensar todas sus carencias, pretenden ser los más modernos del mundo, mejor dicho, los más posmodernos, incluyendo en su vocabulario términos autonómicos que, según ellos, son aperturistas. Y, efectivamente, en esta gilipollez interviene, en gran medida, la contaminación política. Porque, sinceramente don Arturo, ¿cuál es el periódico que más términos anticulturales incluye entre sus páginas habitualmente?

Pero, no se preocupe usted, don Arturo, nosotros, la mayoría de la gente, los mortales comunes, seguimos diciendo, en nuestro habitual lenguaje, Finisterre, Sangenjo, Gerona, etc.

Cultura, libertad y eficacia. Carencias. ¡Qué triste!

Saludos.

Rafa
Rafa
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

La libertad lo primero. La libertad te lleva luego a la cultura si quieres.

Basurillas
Basurillas
3 meses hace
Responder a  Rafa

Aunque nunca habría que olvidar que el exceso de eficacia puede llevar a la burocracia extenuante; el exceso de cultura mal entendida y sin humildad puede acabar en pedantería; y el exceso de libertad sin obligaciones o deberes consecuentes puede terminar en libertinaje opresivo, muy cercano a la autocracia.

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace
Responder a  Basurillas

Solamente un pequeño añadido, estimado sr. B. Decirle que, en España, en la administración, tenemos burocracia sin eficacia; entre los delincuentes y los políticos (dos clases de fauna de la misma especie) hay libertinaje y no libertad; y entre falsos intelectuales (cantautores, actorzuelos y también, una vez más políticos), con escasísima cultureta posmoderna, hay mucha pedantería.

Quizas la pedantería es perdonable cuando existe detrás una gran cultura de la de verdad. Se da mucho la pedanterìa con escasa cultura e incuso con ignorancia.

La burocracia, la ineficacia, el libertinaje, nunca son perdonables.

Un abrazo, estimado sr. B.

Franz. J.
Franz. J.
3 meses hace
Responder a  Rafa

La Cultura es una herramienta indispensable para lograr esa Libertad. Aunque también se puede afirmar que la Libertad abre la puerta hacia la Cultura. (Aunque no es correcto, he escrito Cultura y Libertad en mayúscula para redundar en su importancia)

Jarappi
Jarappi
3 meses hace
Responder a  Rafa

Difícil llegar a la libertad de pensamiento sin cultura….

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace
Responder a  Jarappi

Lleva usted toda la razón. La filósofa Hanna Arendt (habiendo sido perseguida y siendo exiliada) se estuvo preguntando toda su vida qué era la libertad. Una de sus afirmaciones indica que abogaba porque la verdadera libertad era la del pensamiento.

Para que esta se dé, es imprescindible el conocimiento, la cultura. Sólo esto da alternativas, opciones, capacidad de elección, juicio crítico. Aquel que solamente tiene una opción, no es libre. Sin conocimiento no hay libertad de pensamiento: se piensa pero los pensamientos no son propios, son introyectados por otros que manejan los hilos: los Trump, los Maduro, los Zapatero, los Putin, los coletas… El dogma, las ideologías, no son libertad.

A mayor conocimiento, más libertad.

Saludos.

Manuel González Ledesma
Manuel González Ledesma
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

Quienes «manejan los hilos» son los gringos y sus intereses, claro, junto con sus lacayos, especialmente los europeos. Los gringos establecen quienes son buenos y quienes son malos, quienes son terroristas y quienes no, quienes son demócratas y quienes no. Hay aún, en estos tiempos, de acceso casi ilimitado a la información, quienes reciben como supositorio el que los gringos promueven la libertad y la democracia. Y en esa línea, si a los gringos les interesan los mayores yacimientos de petróleo del mundo, los de Venezuela, y sus gobernantes no se arrodillan, los califican de dictadores y demás. Y listo, el supositorio. Por cierto, cerca de 100 alcaldes en Venezuela son de la oposición y 3 gobernadores también. Nada que ver con las ideas impuestas por los gringos, y la increíble deformación adicional de los conceptos, de las ideas e ideologías del mundo. ¿Coletas? En la misma línea del supositorio, excelente como falacia.

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace

¡Qué obsesión! Se la podría tildar de obsesión castrista. ¡Creo, con todos mis respetos, que no se ha enterado usted que estamos, desde hace tiempo, en un mundo multipolar!

Usa pudo manejar las cosas practicamente sólo en los 90. Antes, fue un mundo bipolar y la antigua URSS manejaba los hilos de medio mundo, influyendo seramente con su imperialismo marxista.

A partir de los 90, el mundo se fue haciendo multipolar y, hoy, los hilos los maneja también China, Rusia, India, Europa (cuando responde unida), Turquía, Japón y quizás me dejo alguno. Usa cada vez pinta menos, incluso en Europa.

No sé si esto es mejor o es peor. Lo que sí es evidente es que quien tiene poder lo usa, sea quien sea. A lo largo de toda la historia. Lo que sí puede resultar peor es que las autocracias, los totalitarismos, tengan ese poder. ¡Qué peligro! Recordemos a Hitler, por favor (a todos los autócratas les gusta el bigote: Hitler, Franco, Maduro)

Los yacimientos de Venezuela le interesan a todos: a Cuba los primeros (les regalan el crudo), a China, a Rusia… a todos.

Convertirse en un país moderno y democrático a Venezuela le supondría no depender del petróleo y que su economía progresase y se terciarizase. Que el petróleo dejase de usarse como combustible fósil, tan contaminante. Todos ganaríamos con ello y, sobre todo, el planeta.

Saludos cordiales.

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace

Perdón por el olvido. Entre los del bigote me he dejado a Stalin, personaje siniestro, asesino, autócrata y dictador y, por cierto, muy parecido físicamente a Maduro. Fíjense ustedes, por favor, parece que la historia los reproduce. Son como dos gotas de agua… empezando por el bigote.

Jose
Jose
3 meses hace

No hace falta que los gringos califiquen a Maduro de dictador, él ya lo es.

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace
Responder a  Rafa

Me ha costado contestarle, señor R., porque su corto comentario me ha dado mucho que pensar.

En principio, mi opinión al respecto ya la he plasmado en otros comentarios que he hecho en este mismo artículo.

Decirle, más concretamente, mi opinión. La libertad, en las sociedades occidentales actuales está muy sobrevalorada. La pregunta viene de inmediato: ¿libertad, para qué? El homre en sociedad no solamente es objeto de derechos sino también de deberes. Los derechos y los deberes los regulan la cultura.

La libertad tiene límites, la cultura no. La libertad de cada uno termina donde comienza la libertad de los demás. No existe, ni debería existir la libertad absoluta. Hitler era absolutamente libre y 80 millones de alemanes eran esclavos.

Para poner límites a la propia libertad, ante la de los demás, está la cultura, el conocimiento. No hay nada más peligroso que la libertad sin límites de ciertos individuos. Un violador es libre, sus víctimas no.

La cultura, siempre la cultura.

Saludos.

Susana
Susana
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

Nada que objetar a aquel que libremente desee emplear el topónimo oficial, Fisterra, o la forma tradicional en lengua castellana, Finisterre, si así lo prefiere. Faltaría más. Pero por matizar, en español y en gallego el término correcto es Fisterra, – topónimo oficial – por lo que es incorrecta esa comparación tan manida que se escucha a modo de paralelismo entre, p.ej., New York – Nueva York. En español NY es Nueva York, y Fisterra es Fisterra. Y esto no es algo ideológico o nacionalista. Sentado lo anterior, ambas formas expresan un sitio hermoso y hospitalario. Aquí todos son bienvenidos.

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace
Responder a  Susana

La verdad, señora, que no sé si usted me contesta a mi o a don Arturo ya que él es más contundente que yo en su apreciación del tèrmino. Su exposición es clara e impecable e indica la etimología del término. Su autoridad también es incuestionable, no sólo como escritor de éxito sino también como miembro de la Academia de la Lengua.

Las etimologìas son importantes ya que indican de dónde provienen las palabras y de dónde provenimos nosotros.

Pero, eso si, que cada cual pronuncie lo qe le salga de. Por supuesto. Y, eso sí, una forma de pronunciar indicará cultura y otra será indicativo de lo contrario: paletismo.

Recordarle también que los topónimos oficiales los deciden los políticos, que no son precisamente dechados de virtudes linguísticas (ni de ninguna otra). En esas decisiones, los políticos han sido influenciados por los analfabetos medios.

Por cierto, mis comparaciones puede que sean manidas pero son tristemente representativas y precisas. Le recuerdo que menciono también a Polonia, que no es tan usado, y no lo menciona usted. Como es costumbre cuando no se tienen razones, es coger el rábano por las hojas.

Finisterre… por supuesto, como dice don Arturo.

A sus pies, señora.

Jose
Jose
3 meses hace
Responder a  Susana

Fisterra será el topónimo oficial, pero en español se dice Finisterre. Como el oficial es Milano y en español decimos Milán. Igual que un inglés dice Spain cuando habla en inglés y España cuando habla en español. Es que no es tan complicado, pero muchos lo complican.

Luis Castaño Sánchez
Luis Castaño Sánchez
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

Estimado Ricarrob:

Acabo de recordarle y decidí pasar a comentarle las últimas novedades, de hace pocos días.

Y me parece especialmente oportuno “encontrarle” en esta publicación del señor Pérez-Reverte sobre la palabra latino-española Finisterre y, de modo más general, sobre la importancia de comprender bien las palabras y utilizarlas correctamente.

Le dejo el enlace (espero que se pueda) a la publicación sobre mi trabajo en Pamplona Actual y todas las webs de su grupo de comunicación: “Leonardo da Vinci y el Hombre… ¿de Vitruvio?”. Precisamente es un buen ejemplo de la importancia de comprender bien las palabras:

https://pamplonaactual.com/pamplona-actual/300849/leonardo-da-vinci-y-el-hombre-de-vitruvio/?fbclid=IwY2xjawE4SntleHRuA2FlbQIxMAABHWDNATEkHHUad65t9lf4Rl5l2bIF0lJibUr7eLVa6jA6ijE9RIu1-n1WnQ_aem_N6-ibdT_DjMAf3mxBFTjUw

Y poco más decir, salvo que 12 años después del descubrimiento del modelo humano correcto propuesto por el arquitecto romano Vitruvio sigo sin entender que este descubrimiento siga sobre mi mesa sin que ni los especialistas ni las instituciones hayan mostrado el menor interés.

Quizá sea un ejemplo más de ese empobrecimiento cultural del que tanto se habla por aquí.

Un cordial saludo.

Luis Castaño Sánchez.
Licenciado en Filología (UCA, 92).
Investigador en Metrología Histórica.

Página en Academia: https://independent.academia.edu/LuisCastanoSanchez

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace

Sr. Castaño, don Luis, cuando he sacado tiempo (para estas cosas siempre deberíamos tenerlo), he leído atentamente su concienzudo estudio antropométrico. En mi opiniòn, no es sólamente interesante sino también excepcional. Mi enhoeabuena

Recomiendo a toda la panda zendiana que entren a este enlace y lean este estudio tan impresionante.

Ademàs de la exactitud de sus cálculos, nos enmarca usted al Vitruvio leonardesco dentro de una tradición antropométrica que viene desde el Oriente Antiguo, desde Sumeria o quizás antes. Los templos, los zigurats, los canales de riego, la agrimensura tan importante en Mesopotamia, todo ello, medido según patrones humanos, según la perfecciòn del cueroo humano.

No sé si está publicado este estudio en más lugares pero debería estarlo en publicaciones científicas o en las de divulgaciòn como el National Geographic.

Con su estudio, quizás la frase de Protágoras «el hombre es la medida de todas las cosas», cobra un nuevo sentido…

Entre mis lecturas de este verano he recordado algo relacionado. En el libro «Provocadores y paganos» de Sarah Bakewell, da la semblanza de otro personaje importante del humanismo renacentista: León Batista Alberti. La autora nos relata no solamente sus caracterìsticas intelectuales como «humanitas» sino su perfecciòn fìsica reflejo del modelo vitruviano.

Seres completos, intelectual y físicamente.

Luis Castaño Sánchez
Luis Castaño Sánchez
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

Estimado Ricarrob.

En primer lugar quiero agradecerle sus cumplidos hacia mi trabajo y su enhorabuena así como la recomendación que hace a los participantes en Zenda de que lean esa publicación en Pamplona Actual en la que explico mi trabajo.

Me pregunta usted si mi investigación ha sido publicada en más lugares y señala que debería estarlo en publicaciones científicas o de divulgación como National Geographic y le contesto.

Esta investigación de 12 años la vengo desarrollando en unas circunstancias de salud que me impiden hacer vida normal (muchas horas de sueño, falta de energía) y debido a ello fuera del ámbito académico.

En este sentido no he podido seguir los cauces habituales (Tesis, publicaciones en revistas de impacto de primer nivel, etc.) porque me es imposible y eso lo está complicando todo mucho.

Al final de la publicación en Pamplona Actual se menciona mi página en la plataforma Academia (donde recojo mis trabajos) y aparece también un enlace a la plataforma donde se puede comprar mi libro sobre el tema, libro que resume la base de mis 12 años de trabajo.

Dicho esto, quiero que quede claro que mi objetivo principal no es vender mi libro sino dar a conocer este trabajo que supone una revisión completa de toda una disciplina que lo necesita.

En este sentido, quienes estén interesados en todo esto y quieran ahorrarse comprar el libro pueden buscar los vídeos de la presentación del mismo. En ellos explico de forma accesible el planteamiento fundamental de esta investigación de 12 años sobre la Historia de las Medidas.

Lamentablemente por ahora ni los especialistas ni las instituciones se han interesado aún en esta propuesta, quizá porque como señalaba Kuhn en su libro «La estructura de las revoluciones científicas» todo esto supone un cambio de paradigma con las dificultades que ello conlleva.

Por mi parte sigo intentando dar a conocer este trabajo para que no se pierda así que sólo me queda decir que toda ayuda en este sentido es muy bienvenida. Muchas gracias.

Luis Castaño Sánchez.
Licenciado en Filología (UCA, 92).
Investigador en Metrología Histórica.

Trulymay
Trulymay
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

Coincido plenamente con su opinión señor Rb, Yo soy un ciudadano normal, como decía el gran Machado, en el buen sentido, bueno. Curioso y analítico que vivió siendo muy joven los estertores de la dictadura, e ilusionado y feliz asistí al advenimiento del llamado Felipismo, inocencia pura. He tratado con algunos historiadores sin nombre, buscando explicación a esta muy bien definida por usted «gilipoyez» nacional… Me dijeron que era algo endémico del español, como los toros o la siesta nacional, no tenía explicación. Por mi trabajo he viajado mucho y he conocido otras gentes y otras culturas, me gusta mi país y me siento muy defraudado por el mismo. Estamos de nuevo en el «viva las cadenas» no entiendo como se puede manejar tan burdamente a una sociedad, es agotador e insufrible… Dice don Arturo que el presidente es un killer y poco menos que un analfabeto, es este nuestro sino..? Todos sabemos que en la Galia a este Gobierno le habrían desalojado de la Asamblea Nacional a pedradas, tiene esto remedio señor Ricarrob..? Muchas gracias

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace
Responder a  Trulymay

Sr. T., estimado, si dice eso del presidentín don Arturo, seguro que lleva razón. Una de las cosas que hay que arreglar en este país es que no se concedan licenciaturas, doctorados o cumlaudes por llevar el carnet del partido en la boca.

Puede que sea nuestro sino ya que el votante medio de este país tiene una predilección especial por las personalidades, digámoslo finamente, defectuosas.

Como la educación general de este país, la formación en humanidades, cada vez son más defectuosas, la cuestiòn apunta a que esto no tiene remedio.

Pesimismo, sí. Algo de esperanza, también.

Saludos.

Trulymay
Trulymay
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

Gracias señor .

Manuel
Manuel
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

Si le molestan los carteles de los pueblos en gallego que no venga. El nombre real de Fisterra es ése, el resto son traducciones. Además, haber si se entera, en Galicia no hay cabras ni ovejas, hay vacas. Y muchas.

Frank Wings
Frank Wings
3 meses hace
Responder a  Manuel

Haber y a ver. Practiquemos el español

Aguijón
Aguijón
3 meses hace

Hay una película muy entretenida protagonizada por don Paco Martínez Soria y basada en el Anacleto se divorcia de don Pedro Muñoz Seca, en la que uno de los personajes más divertidos es un gafe mejicano, vestido completamente de negro, que le llaman «el Finisterre»… Yo sinceramente no lo veo como «el Fisterra»… Pero bueno, que cada uno piense lo que quiera…

Gabriela Montoya Soto
Gabriela Montoya Soto
3 meses hace
Responder a  Aguijón

Sólo una precisión, hablando de letras: es mexicano, con equis.

Aguijón
Aguijón
3 meses hace

Cuando se estrenó la película Méjico se escribía con jota… Por lo menos en España

David
David
3 meses hace
Responder a  Aguijón

Un jugo de naranja, por favor. ¡Ja, Ja, Ja!

Philippe
Philippe
3 meses hace

Albert Camus : Mal nommer les choses, c’est ajouter au malheur du monde !

Guillermo
Guillermo
3 meses hace
Responder a  Philippe

«El Cabo del Fin del Mundo», todo navegante lo sabe, es donde se unen el Atlantico Sur y el Pacifico Sur, tan temido por los navios que fue motivo suficiente para impulsar la construcción de un canal en Panamá.

Respeto a Don Arturo y amo España, pero el mundo va mas alla de la Península…

Basurillas
Basurillas
3 meses hace
Responder a  Guillermo

Y buena parte de ese mundo descubierto o explorado por españoles, mal que les pese a los forjadores de leyendas negras varias que circulan por el mundo.

Carmen
Carmen
3 meses hace
Responder a  Guillermo

No has entendido. Hablamos del «nombre» que se dio a un lugar que se consideran el fin de la tierra antes de conocer que la tierra continuaba más allá.
No, como tu dices, que no lo sepamos en la actualidad.

Juan José Helvecio Álvarez Carro
Juan José Helvecio Álvarez Carro
3 meses hace

Le acompaño en la melancolía, Arturo.

Ana V
Ana V
3 meses hace

Otra vez más, magister, sobresaliente reflexión.
Se disfruta y aprende con usted, eso no es casualidad, hay muchas razones para tanta belleza escrita.
Gracias.

Andarin
Andarin
3 meses hace

Finisterre, el Fin del Mundo. Impresiona llegar andando y emocionante contemplar allí una puesta de sol con buen tiempo por todo lo que significó y todavía significa para muchos. Yo finalicé allí mi Camino Francés el año pasado, en realidad cuando me preguntaban allá por Burgos, por Ponferrada, etc que a dónde iba yo les respondía que al Fin del Mundo, a Finisterre, porque a un ateo no le sirve llegar a la tumba del Apóstol, quiere ir más allá, hasta el final. Y el final por esa ruta está en Finisterre, más allá ya no hay nada y eso había que verlo para creerlo.
Finisterre, siempre Finisterre, como son y serán Gerona y Fuenterrabía. Otros que los nombren como quieran que yo también se ser fiel y orgulloso de mi lengua.

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace
Responder a  Andarin

Fiel y orgulloso de su lengua. Estupendo, merece usted los halagos de todos. Orgullo por nuestra lengua, por nuestras costumbres, nuestra cultura… nuestra idiosincrasia. Nada de disfraces linguisticos posmodernos.

¡Al pan, pan y al vino, vino!

María-Teresa
María-Teresa
3 meses hace
Responder a  Andarin

¡Gracias, amigo! Este es mi pueblo: Finisterre.

Javier Campos
Javier Campos
3 meses hace

Gracias . Decir El fin de la tierra es algo que te subvierte la imaginación. Por eso escribí una novelita hace dos años llamada La isla del fin del mundo. Si alguien tiene curiosidad ir a Amazon .
Un saludo cordial
Javier Campos
En la Patagonia del sur de mundo la termine. Era inspirador ese mundo

Basurillas
Basurillas
3 meses hace

Nada. La conclusión más obvia suele ser la más adecuada. Algo así como la navaja de Ockham aplicada a las cosas o los temas que plantea don Arturo. Y en este caso todo me lleva a la TONTERÍA, a las modas tontas, que siguen los tontos, las repiten como loritos los más tontos de ellos (tontos «cum laude») y que engrosan la tontería congénita de la tontería más «chic» del momento por los periodistas, comunicadores e influenciadores de la sociedad tonta que ni crea ni se transforma sólo destruye, como la energía tonta del universo.
Además están los que con neologismos, barbarismos e invenciones zafias varias pretenden acortar el tamaño de las palabras del diccionariom, como si hubiera un premio Pulitzer o un premio Planeta creado para la categoría de los acortadores más acortadores de palabras del gremio cada año. A este respecto, por ejemplo, yo libro una cruzada personal contra el extranjerismo «spoiler» (siete letras) que emplean los periodistas y la población en general para obviar, POR UNA ÚNICA LETRA la palabra española destripe (ocho letras).
Y la releche se produce cuando ambos grupos de gente, los acortadores y los tontos, de la manita para no perderse, se juntan con los políticos más bestias del momento, cuya única misión es producir tonterías ingeniosas para camuflar negligencias, fracasos, u opiniones versadas sobre sus conductas o las de sus compañeros. En definitiva crear problemas ficticios para obviar o hacer olvidar rápidamente problemas verdaderos, que nuestros chiquicientos mil padres y madres de la Patria se muestran incapaces de encontrar una solución.
En definitiva todos los payasos del circo se ponen de acuerdo e inventan palabras sin necesidad. Y cada día son más. Somos más…

Andarin
Andarin
3 meses hace
Responder a  Basurillas

Donde usted ve tontería yo veo mala fe en el inicio del proceso, órdenes políticas a periodistas, adoctrinamiento cultural y por último la sumisión ovina del pueblo.

Basurillas
Basurillas
3 meses hace
Responder a  Andarin

Tiene razón, he sido demasiado magnánimo. Quería dejar un diminuto rescoldo a la esperanza. Pero ya puestos discrepo en lo de sumisión ovina del del pueblo; sin lugar a dudas es una sumisión porcina.

Julia
Julia
3 meses hace

Sr Pérez Reverte :
Tiene razón, pero en Galicia resulta común hacer un totum revolutum y no pasa nada.
El gallego que se habla es una mezcla de no sé qué cosas y hasta los que defienden a capa y espada la lengua meten gazapos.
Mi abuela era difícil de entender para los castellano parlantes, hoy cualquiera entiende a los que hablan gallego.
Cierto es que en mi niñez y juventud estaba mal visto hablar gallego, era de gente paleta y aldeana, no se estudiaba ni se escribían artículos en gallego.
Fue un ardid importante de los políticos al menospreciar esa lengua, consiguiendo que en las ciudades se hablase castellano y los aldeanos supieran usarlo cuando convenía.

Yo hablo gallego, es mi lengua materna, leo en gallego y hago crucigramas en gallego, pero no lo escribo porque aunque procuro hablarlo bien no lo he estudiado y no sé hacerlo.

Somos un pueblo peculiar, nuestro idioma no tiene j ni y, y sin embargo, en algunas zonas decimos y escribimos ghaliña (jaliña por gallina) aghua (ajua por agua) ghuardia (juardia por guardia). Usamos geadas y si lo escucho suave, más parecido al portugués no me gusta..

En vez de hacer un gallego reglado donde se usasen nuestras palabras enxebre ( difícil traducción) tomaron parte del castellano y parte del portugués. Unha trapallada o como dice el malvado Jiménez Losantos un castrapo.

Manuel
Manuel
3 meses hace
Responder a  Julia

Yo no se que gallego habla usted, pero yo con mi prima brasileña sin nunca haber pisado Europa ni ella ni sus padres , mi gallego me permitió entendernos perfectamente. Decir que también se dice que el gallego que hablo dicen que es el más puro. Ataques como el de este señor no le hacen ningún favor.

Francisco Brun
3 meses hace

Descripción hermosa del señor Pérez Reverte; la enorme importancia de decir las cosas por su verdadero nombre, en este mundo de los “mensajes por WhatsApp” en donde se escribe abreviado, rápido y mal; costumbre que inunda a la población mundial, y deja de lado lo que yo denominó “el buen decir” escrito o hablado, que poco importa, incluso a personas encumbradas.
No obstante, yo pienso que se debería cuidar de algún modo a las lenguas del mundo, porque son parte de la cultura de una región, de un pueblo, de un país.
Quiero comentar una anécdota, que en un primer momento me provocó cierta indignación, para después comprender que el mundo en muchos aspectos cambia para mal sin remedio.
Por mi profesión, que no viene al caso, siempre traté de pasar mis presupuesto, que en su gran mayoría se encontraban por sus montos en la categoría de humildes; con la mayor precisión y detalle posible, por respeto a un posible cliente que siempre merece atención, porque uno vive de eso. En una oportunidad, un pariente me mostró, para mi consideración, un presupuesto de una “empresa” por un monto que no era menor.
El fulano, pasó su cotización por WhatsApp con una redacción ilegible con faltas de ortografía, lo único que sí se observaba correctamente era el precio. Le advertí a mi pariente que la presentación del presupuesto dejaba mucho que desear, no obstante, este aceptó, con un final de película de terror.
Sin lugar a dudas, como nos comunicamos, es la primera impronta entre las partes, después vendrán, los actos y los resultados.
Descuidar el lenguaje, no prestar atención al nombre original de un lugar, hablar mal incluso en público, es la primera foto de una película de muy mala calidad.
Pero pareciera, que por ese lado marcha el mundo; lo preocupante es que me parece que somos menos y más viejos a los que esto nos importa y preocupa.

Cordial saludo

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace
Responder a  Francisco Brun

«El buen decir» qué imporrante es, sr. Brun. El viejo debate entre el fondo y las formas. Quizàs, por lo menos en mi modesta opiniòn, si no hay formas, tampoco hay fondo. Reivindiquemos a Quevedo, a Gòngora, a Garcilaso, a Borges, a Neruda a Cortázar a García Márquez, a Lope… y a Larra… y a muchis más de ambas orillas…

El buen decir. Y qué idioma tan bonito tenemos paea el buen decir. En ambas orillas…

El buen decir. Hasta las sentencias condenatorias lo son menos con un buen decir, hasta los impuestos, el fisco, cabrean menos con un buen decir.

Saludos cordiales.

Francisco Brun
3 meses hace

Con respecto al fin del mundo, creo que todos tenemos idealizados un lugar soñado, o no, en donde allí se termina todo lo conocido y empieza un misterio inexpugnable, que debemos y podemos descubrir con solo animarnos y dar ese paso.
Puede ser un lugar, u otra cosa; como por ejemplo, pintar un cuadro, aunque jamás hayamos tomado un pincel; o escribir, aunque nunca lo hayamos hecho.
Después del fin del mundo; seguramente existe otro mundo; el de las fantasías más descabelladas y extremas; mirando nuestro jardín; después del fin del mundo, nos esperan esas batallas que aún no nos animamos a enfrentar.
Después del fin del mundo, seguramente encontremos eso que habíamos perdido cuando éramos niños y jugábamos bajo la higuera pensando que éramos bucaneros, navegando en una enorme carabela realizada con tres palos y una vieja chapa.
Creo fervientemente que después del fin del mundo, siempre; siempre; comienza una nueva historia, una nueva esperanza; un nuevo proyecto.
Solo debemos saber, dónde se encuentra nuestro fin del mundo.

Cordial saludo

Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace
Responder a  Francisco Brun

Sr. Brun, hay puntos de vista diferentes. El mío coincide con el suyo.

Para algunos, el fin del mundo coincide con el final de su propio yo. Limitadas y egocéntricas perspectivas. Putin, Zapatero, Sánchez, Maduro, están, entre otros, en esa texitura.

Para otros, la perspectiva es más amplia. Y más etérea. Aquel lugar soñado, la utopîa de Moro, de Campanella, la Ciudad de las damas de Chistine de Pizam, la Nueva Atlantida de Bacon, etc.

Utopìa. Y cada uno tiene sus propios sueños, si somos todavìa capaces de soñar, si nos dejan soñar los políticos y la ingenierìa social. Yo sueño con una isla ideal, plena de naturaleza, sin mòviles, sin ordenadores, sin políticos, con abundantes alimentos naturales, sin leyes pero con justicia, sin impuestos pero sin pobreza y sin necesidades, sin ropa, sin dinero, sin especulaciôn, con cobijo para todos y con un verdadero amor libre. Utopìa.

Utopìa. Lugar no existente. ¿O si?

Saludos cirdiales, sr. Brun.

Basurillas
Basurillas
3 meses hace
Responder a  Ricarrob

He de confesar que yo sueño con ovejas eléctricas y, pierdan el miedo, no dan calambre.
Un cordial abrazo, señores Ricarrob y Brun.

Julia
Julia
3 meses hace

Sr Pérez Reverte, ya comenté antes su artículo, ahora quiero hablar de lo que significa Galicia para mí.

La vista del mar abierto desde el faro del cabo Finisterre es interesante, pero no me conmueve.
Son preciosas las Rías Bajas, sobre todo la de Pontevedra con las colinas pobladas de árboles con casitas blancas de tejados rojos y la isla de Tambo en medio de la ría.
Y sin embargo, tampoco esa visión es mi Galicia.

Vivo en un lugar situado en medio de ninguna parte, aunque nací en un pequeño núcleo perteneciente al mismo Ayuntamiento.
Conocía los caminos, fincas, casas y a los vecinos. Todos me preguntaban cosas esperando mis respuestas; de pequeña era muy simpática, sabe?
Como era hija, nieta y sobrina única estorbaba a los mayores, así que me dejaban en libertad para andar por todos los sitios, como Tom Sawyer, observando lo que hacían los demás.

Recuerdo la luna llena, el olor a heno, a tierra y a hierba recién cortada, jugar con los niños hasta con chicos mayores y hacer travesuras.
Mi niñez fue ideal.

María-Teresa
María-Teresa
3 meses hace

¡Gracias, D. Arturo! Hace un tiempito le pedí que volviese a escribir el artículo sobre el distorsionado nombre de mi pueblo. Los negociadores de siempre quisieron borrarlo del mapa, pero con la ayuda de Google y nuestra insistencia vuelve a figurar en algunos mapas y es registrado en FB. Internet no tiene tranqueras. Gran herramienta!

Pepe Cuervo
Pepe Cuervo
3 meses hace

Informativos y cultura, aceite y agua.

Moises Chacín
3 meses hace

Acertado, como siempre…

Francisco Brun
3 meses hace

Por el momento mi fin del mundo es un faro llamado Querandi.
El faro toma el nombre de la punta homónima, que a su vez recuerda a los aborígenes querandíes que vivían en la región del Río de la Plata.
Tiene una altura de 54 metros. La elevación total sobre el nivel del mar es de 65 metros. Cuenta con una escalera de caracol de 276 escalones.
Se realizó entre los años 1921 y 1922. Este faro puede localizarse a una distancia de 18,1 millas náuticas de la costa. En la época de construcción el paisaje era solo de dunas vírgenes, actualmente está rodeado por un bosque de coníferas de 4 hectáreas, los que fueron plantados para proteger la estructura de la torre de las inclemencias del viento.
El faro constituye el límite sur de la Reserva dunícola Municipal Faro Querandí, la cual es un área de protección del ecosistema dunícola argentino.
Allí he ido a pescar con mis hijos, frente al mar, siempre inconmensurable, como un valiente marino… pero sin embarcación.
En invierno es un lugar inhóspito; es necesario abrigarse muy bien, en un par de oportunidades he ido de noche; el espectáculo se encuentra mirando hacia arriba; nos da la sensación que podemos acomodar las estrellas de la vía láctea, una a una, con nuestras propias manos.
La utilidad de un faro en la noche curiosamente puede tener varios propósitos, al menos dos seguros: el primero, y no sé si el principal, es guiar a los navíos, y el segundo; creo yo el más importante; es guiar a los navegantes impetuosos que se hayan perdido en la noche.
Cordial saludo

Victor
Victor
3 meses hace

¡Pero si allí termina realmente el mundo, llámese como se llame a ese lugar!.
Salvo que uno sea tan ingenuo como para creer ese absurdo mito de que la tierra es redonda.

Pepón
Pepón
3 meses hace

Lo que a mí me molesta más, además de lo de Fisterra es la amputación de La Coruña. Esa «L» que le daba personalidad a la ciudad. Ahora tienes que decir voy a A Coruña. Que feo queda.

Antonan
Antonan
3 meses hace
Responder a  Pepón

Peor es lo de La Guardia con A Guarda (que vou).

Eduardo Goldsztejn
3 meses hace

Asi es don Arturo. Hace 31 años, al inscribir a mi hijo recien nacido me ofrecieron el el Registro Civil simplificar para el la grafía de nuestro apellido, de Goldsztejn a Goldstein. Naturalmente me negué a ello. La z y la j estan para recordarle a un uruguayo como el que mas que sus ancestros provienen de la república polaca, un pais multietnico que supo albergar desde lo mas sublime (Chopin, Marie Curie, Janus Korczak), hasta los infiernos de Auschwitz y Treblinka.

PhD
PhD
3 meses hace

Eso que ahora llaman río Duero deturpa la denominación original de las gentes que bautizaron los accidentes del territorio en la Antigüedad. Preguntaba yo a mis amigos castellanos – españoles, vaya – si «uero» significa algo, y parece ser que no. De ahí que yo le llame al dicho río «Douro», en gallego y portugués, el Río del Oro, allende denominaciones inventadas por vaya usted a saber qué politicastros (el Bigotes, la Culona, etc.). Saludos

Antonan
Antonan
3 meses hace

Pues vaya lío que se ha montado a cuenta de si Fisterra o Finisterre. La cosa está clarísima. Aquí en Galicia se le llama indistintamente de las dos maneras y a nadie le chirría ninguna, como sí nos chirrían traducciones de otros topónimos como Sanjenjo o Puenteareas. No en este caso. En otro orden de cosas hay un pailán, pailaroco, gañán insigne vamos, dizque plumilla, que dice nosequé de los fodechinchos. Este aprendiz de mastuerzo, que además es de un pueblacho de Lugo, ni siquiera conoce el origen de la expresión que es como los morrazenses llamaban y llaman a los vigueses. La ola-serpiente veraniega de racismo antimadrileño alentado por según qué sectores es llamativa y preocupante y le hace a uno pensar qué dirían esos sectores si un periodista emplease parecidos términos con los habitantes de otras comunidades (catalanes, gallegos o vascos sin ir más lejos).

En fin, disculpen la disertación, y enhorabuena y gracias a D. Arturo por sus artículos que sigo puntualmente todos los jueves.

Jose
Jose
3 meses hace

Y usted aquí a la Costa de la muerte le llama Costa da Morte. Del todo natural cuando se usa el gallego, pero en este artículo se está usando el español. Qué triste.

Antonio
Antonio
3 meses hace

Ha usado usted un término muy acertado: no es la contaminación propia de los gases de efecto invernadero, ni siquiera la lumínica. La contaminación política. En el caso de Galicia… Tierra de mi padre; yo estudié geografía, y el cabo se llamaba Finisterre. Dándole una asociación de entendimiento que se nos quedaba clavado en el cerebro.
Aparece esta pseudo democracia, empezando por Fraga como presidente de la comunidad gallega, y siguiendo hasta llegar a:( Feijoó oh! como te pones en aguas gallegas)
Y de un plumazo nos borran una palabra franca de entender, milenaria, por otra que deriva prácticamente en una irrelevancia ha dicho trozo de tierra que desgarra el mar y a todo lo que se acerca por sus fauces. Así es la vida. Para bien o para mal, los políticos no son profesores de Geografía, ni lingüistas reconocidos. Pero ahí tenemos el nuevo nombre: Fisterra. Trágate lo ,como quiera.
Como en la canción italiana: recomencemos.
Necesito quererle en un espacio donde los protocolos sean muy traslúcidos casi opacos. Las personas solemos decir la verdad de lo que pensamos en esas sombrías esquinas.
Un saludo cordial, con todo el cariño del mundo ♾️ siempre.
Del guardián de su corazón. .

Martillo de mediocres
Martillo de mediocres
3 meses hace

Me ha sorprendido para mal ver a Don Arturo poco menos que pidiendo perdón ante la posibilidad de ofender a alguien, y todo por señalar lo obvio.