Fondeo al sur y por fuera de Cala Volpe, en la costa nororiental de Cerdeña, tras haber pasado las bocas de Bonifacio con viento duro y rizos en las velas. Llego cansado, a la anochecida y con poca luz, guiándome por el resplandor del hotel que hay al fondo y por la farola de levante, procurando no arrimarme mucho porque hay piedras a flor de agua por ese lado. Por suerte no es época de turismo náutico masivo y apenas hay algún barco cerca. Al fin largo el ancla frente a la playa, a unos doscientos metros de ésta, dándole treinta y cinco metros de cadena en cinco de sonda para pasar la noche tranquilo, y no la aseguro hasta que el barco queda aproado a la brisa suave que viene del norte. Entonces, ya con todo oscuro alrededor, apago las luces de navegación, enciendo la de fondeo y, hecho polvo, me voy a dormir.
Sobre las tres de la madrugada rola y refresca el viento. Lo oigo silbar cada vez más fuerte en la jarcia; así que, impulsado por esa saludable incertidumbre del marino de la que hablaba Joseph Conrad, me pongo un jersey y subo a tomarle el pulso a la cadena. No vibra, así que me quedo tranquilo. Voy a regresar a la litera cuando veo que las luces verde y roja de un yate grande, de motor, se aproximan en la oscuridad. Para asegurarme de que me ven, doy un par de pantallazos con la linterna y me quedo mirando como la mole oscura se sitúa cerca de mí y oigo el estruendo de su ancla al correr la cadena por el escobén. Al poco rato todo queda tranquilo, la silueta negra del yate permanece inmóvil y yo me vuelvo a dormir. Poco antes del alba vuelvo a despertarme y compruebo que el viento ha caído de nuevo, hasta convertirse otra vez en una suave brisa.
Por la mañana, cuando salgo a cubierta y me siento a leer disfrutando del sol cada vez más alto, descubro con sorpresa, azares del mar, que el yate fondeado por mi banda de estribor tiene pabellón español y matrícula CT-6ª, de Cartagena: un chárter, de alquiler. La brisa que ahora viene del este nos ha hecho bornear hasta acercarnos un poco más. Eso me permite ver y escuchar lo que ocurre a bordo, donde un par de correctos marineros sirven el desayuno a los pasajeros sentados en torno a una mesa, en la popa: media docena larga de guiris, hombres y mujeres jóvenes, ruidosos y maleducados, que tratan a los de la tripulación con una grosería insultante. Arriba, sobre el puente, el patrón —camisa blanca y palas de uniforme en los hombros— lee unas revistas o un libro, y cuando levanta la mirada y repara en mí, nos saludamos con la mano. «¡Estamos lejos de casa!», le grito. «¡Hay días que demasiado!», responde él mientras hace un ademán hacia su popa, como excusándose por el jaleo. Y seguimos leyendo.
Al rato, los guiris piden música fuerte, y se la ponen. Chunda, chunda, chunda. El patrón me dirige una mirada y otro ademán de disculpa y yo me encojo de hombros. Estoy acostumbrado a ver yates grandes y sé cómo son las cosas a bordo. En treinta años de navegar me he visto junto a propietarios o clientes correctos, que se comportan según los usos del mar, y a gentuza grosera y ruidosa, indiferente a las molestias que causan a la tripulación y a sus vecinos de fondeo. Y los de hoy son de los peores. Pura chusma. Parecen ingleses, la mitad de ellos están borrachos a las diez de la mañana, y tratan a los marineros con una arrogancia y una descortesía inauditas. Después les hacen arriar una zódiac y una moto náutica, y como el agua está demasiado fría para bañarse —lo que es una lástima, pues no me importaría ver ahogarse a un par de ellos, o que la moto les hiciera la raya en medio— se pasan varias horas yendo y viniendo entre el yate y la playa, con más música y con los motores atronando sin parar.
Todo apunta a que el vecino va a quedarse ahí todo el día, pero por suerte mis planes son otros. Tengo la intención de dirigirme al sudeste, así que pongo el barco a punto, compruebo nivel de aceite, hago los cálculos adecuados en la carta náutica —soy de los que, sin desdeñar la utilidad del GPS y el plotter, siguen utilizando cartas de papel, lápiz y compás de puntas—, quito la boza al fondeo y me dispongo a irme de allí. Y cuando enciendo el motor, subo el ancla y maniobro para abandonar Cala Volpe, mientras paso muy cerca del yate fondeado saludo al que sigue sentado arriba, sobre el puente. «¡Que le sea leve, patrón —le grito—, y buen regreso!». Y él contesta al saludo levantando una mano, mira resignado hacia su popa y luego otra vez a mí, y responde: «¡Qué ganas tengo de volver a puerto y desembarcar a estos hijos de puta!».
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Publicado el 13 de enero de 2022 en XL Semanal.
Vivimos una época de equívocas «amalgamas»: ser cortés, educado y respetuoso… se asocia con debilidad y falta de carácter; por el contrario, ser descortés, bravucón y grosero… es sinónimo de superioridad (de clase social), de fortaleza, de éxito… Pagar por un café, de acuerdo con esta mentalidad, daría derecho a ese café y a maltratar al camarero…
Dar en el clavo, como usted lo ha hecho, doña Paula, es un mérito. Efectivamente estamos en una sociedad donde se fomentan y se promueven todo tipo de «superioridades», por supuesto ficticias: superioridades étnicas, culturales, linguisticas, deportivas, ideológicas, de club, de partido, nacionalistas e imperialistas, de sexo y de género. Se educa en ellas. Y con la connivencia de los progres y los posmodernos. Sentirse mínimamente superior durante un microsegundo constituye uno de los placeres más eróticos de esta sociedad degradada… para algunos.
Así es… Y a propósito de superioridades étnicas, culturales y/o imperialistas… en Argentina (de donde provengo) el colonialismo ha dejado una huella indeleble en el lenguaje: de toda Latinoamérica, solamente en Argentina (y Uruguay, que formaba parte también del Virreinato del Río de la Plata)… se usa el «vos» (en vez del «tú»). Por qué? Porque los conquistadores, y sus descendientes «criollos»… determinaron que el «tú» servía para dirigirse a los indios, y que en cambio el europeo, blanco, debía ser tratado de «vos». Y como en Argentina (al menos en la zona predominante, Buenos Aires), ha habido poco mestizaje, y la población se mantuvo blanca y europea… ha quedado el «vos». – En países de Latinoamérica con mayoría de etnias autóctonas o mestizas – Mexico, Perú, Paraguay, Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile – ha quedado el «tú».
Discutible su análisis de la segunda persona del singular, porque el «tú» siempre ha sido coloquial, familiar y, en ocasiones, irrespetuoso, pero para tratar con respeto o diplomática distancia preferimos el «usted».
En vez del «vos», exclusivo de Argentina y Uruguay, los demás usamos el «usted»: el tuteo», como dije, queda reservado para la confianza y la familiaridad.
«(…) En el siglo XVI, cuando una gran parte de los españoles llegó a América Latina, conservaron el ‘voseo’ porque querían mantener el estatus de un interlocutor de alcurnia, un rey o un virrey. Entonces entre los españoles comienzan a ‘vosearse’, con el fin de que los que estuviesen en América Latina supiesen que ellos eran nobles», explicó Angulo Rincón a BBC Mundo. – https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-36928497
No era mi intención polemizar sobre la conquista española; el colonialismo también tiene sus aspectos positivos: ha traído progreso, y era natural en esa época la expansión de las potencias europeas a tierras escasamente habitadas. – Solamente señalo el origen del «vos» en lugar del «tú» en Argentina (el «Usted» se usa exactamente como en España, para gente con la que no tenemos familiaridad o es de mayor edad).
Como ya he dicho en otras ocasiones, hay imperialismos e imperialismos. Y el hispano no se puede comparar con el anglosajón, el holandés, el belga, e incluso el francés y el alemán o incluso el japonés, mucho más reciente. No hubo actitud de superioridad étnica en la colonización hispana. No se crean ustedes la propaganda inglesa de la Leyenda Negra. Yo creo que el «vos», aunque no soy un experto y habría que preguntar a alguno, es una forma linguística de los siglos catorce, quince, dieciseis… La evolución hacia el tú fue posterior y de diferentes formas en cada particular lugar, creo. De hecho, el vos, en España, se puede seguir usando y se usa en determinados ámbitos y circustancias aunque cada vez menos. Yo creo que la diferencia entre el tú y el vos nunca ha significado una atribución de superioridad étnica. Lo que pasa es que hay expertos en sacar punta a un lápiz…
Sin ánimo de polemizar, me parece obvio que toda conquista supone la idea de que el conquistador es superior al conquistado (al menos en cuanto a fuerza militar). Pero es cierto que el colonialismo español no fue segregacionista sino todo lo contrario; buscó la integración, y la prueba es que toda Latinoamerica habla español y es católica. España es parte de la identidad de toda Latinoamérica, y una vez lograda la independencia… no quedó animosidad alguna hacia la Madre Patria. – El himno nacional argentino fue modificado, y se eliminó toda referencia ofensiva hacia España. – Estos son los párrafos eliminados: Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor. Coro Pero sierras y muros se sienten
Retumbar con horrible fragor:
Todo el país se conturba con gritos
de venganza, de guerra y furor. En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel
Su estandarte sangriento levantan
Provocando a la lid más cruel. Coro ¿No los veis sobre Méjico y Quito
Arrojarse con saña tenaz?
¿Y cual lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y la Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
Luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir? Coro A vosotros se atreve ¡Argentinos!
El orgullo del vil invasor,
Vuestros campos ya pisa contando
Tantas glorias hollar vencedor. Mas los bravos que unidos juraron
Su feliz libertad sostener. A esos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer. Coro El valiente argentino a las armas
Corre ardiendo con brío y valor,
El clarín de la guerra cual trueno
En los campos del Sud resonó;
Buenos Aires se pone a la frente
De los pueblos de la ínclita Unión,
Y con brazos robustos desgarran
Al ibérico altivo León. Coro San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
Del tirano en la Banda Oriental;
Son letreros eternos que dicen:
«Aquí el brazo argentino triunfó.»
«Aquí el fiero opresor de la patria
Su cerviz orgullosa dobló.» Coro La victoria al guerrero argentino
Con sus alas brillantes cubrió,
Y azorado a su vista el tirano
Con infamia a la fuga se dio;
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos a la Libertad.
Me parece muy curioso tanto visceral odio a lo hispano, y tan poco al yanqui que ayudó, más cerca en el tiempo, a los verdugos de la Junta Militar que destrozaron la vida y la libertad del pueblo argentino. O tan poco odio respecto al colonizador británico que, actualmente, aún tiene amputada y secuestrada una parte del territorio de su Patria. Seguro que les hubiera ido mejor con esos anglosajones desembarcando en su país, como acurrió con los apaches, comanches y demás tribus de por ahí arriba. Me encanta ese odio selectivo y pazguato. Firmado: un nacido venezolano cuya salud y vida fue salvada por la verdadera Madre Patria del sur de Europa.
NO hay odio en absoluto hacia lo hispano; todo lo contrario. El texto del himno que transcribí… corresponde a la época colonial y una vez lograda la independencia… fue modificado – todas las alusiones hostiles fueron quitadas. Y sí hay un enfrentamiento inevitable con Gran Bretaña, por las Islas Malvinas. – Pero yo creo que lo mejor sería no alimentar ningún tipo de odio o victimismo, y en cambio que cada nación tome la responsabilidad por su propio destino.
Otra posibilidad es que el ‘vos’ de Argentina se haya mantenido por la inmigración italiana que no hubo en otros países hispanoamericanos. En italiano, se decía ‘voi’ por ‘usted’ hasta mediados del XX, sobre todo en el sur.
Señora, el ‘vos’ es castellano antiguo, equivalente al ‘usted’ (la ‘u’ Latina se escribe ‘v’, véase la abreviatura Vd.), y es igual al ‘vous’ francés o al ‘vosté’ catalán. Es un tratamiento de respeto normal y habitual, sobre todo en una franja de edad adulta, y lamentablemente en desuso en edades más tempranas. Por ejemplo, a mis padres les trato de tú, mientras a mis abuelos siempre les traté de usted. Buscarle una motivación colonialista es buscarle tres pies al gato.
Además de que España, estimado Sr. Wales, en Iberoamérica (que no Latinoamérica como erroneamente indica Doña Paula) nunca tuvo colonias. Tuvo provincias de ultramar. Para que conste.
Si usted me permite la puntualización, lo de provincias de ultramar se usó durante a partir de Felipe V de Borbón, por influencia francesa (Ultramar es la traducción de ‘outremer’). En tiempos de los Austrias, los documentos usan habitualmente la fórmula ‘esos reinos’ para hablar de América, y ‘estos reinos’ para referirse a Europa. Como bien dice usted, la palabra ‘colonia’ no se empleó jamás, ni tiene validez jurídica o histórica en la Monarquía Hispánica, al contrario, es un término extemporáneo y erróneo, porque el colonialismo es consecuencia (una de ellas), y no antecedente, de la Revolución Industrial. Es de primer curso.
Es que también nosotros usamos el «Usted» para la gente mayor, o la gente que no conocemos, o la gente de mayor jerarquía. Pero lo que yo señalo es que el «tú» ya no existe en Argentina, y fue reemplazado por el «vos». Y explico por qué sucedió esto. El «vos» se usa, en Argentina, del mismo modo que Ustedes (vosotros) usan (usáis) el «tú». Y es algo curioso, porque en el resto de Latinoamérica se usa el «tú».
Le agradezco la explicación. Insisto, el origen de esa peculiaridad argentina seguramente haya que buscarlo en el ‘voi’ del italiano que hablaban los antepasados de muchos argentinos. Saludos.
En Costa Rica usamos el “vos” con personas de confianza y el “usted” de respeto a personas mayores o dirigiéndonos a desconocidos.
Jamás el “tú”.
Soy colombiano, de Medellín y acá veamos siempre, en Costa Rica también lo he escucha
Chusma. Tener dinero en abundancia no cura de la chusmidad (perdón por el término que no parece estar aprobado por la Rae, pero me ha parecido el más apropiado) como enfermedad letal y crónica producto de educaciones desnortadas, cutres y posmodernas. Chusma. Y es abundante. Se puede observar, yo que por desgracia no navego, también en aeropuertos, cines, espectáculos de todo tipo, restaurantes, consultas médicas e incluso en museos y exposiciones. Chusma.
Chusma. No implica, como digo, ni dinero, ni posición social, ya que, tal como ahora se dice en política, es transversal. Y ya que hablamos de política, una vez más, la chusma y la chusmidad se pueden observar incluso en el Parlamento y en el Senado de la Nación. Verguenza. Chusma. Porque se pueden observar comportamientos dignos de verduleros y verduleras (con perdón para los dignos verduleros y verduleras) encaramados, cual gallos de pelea, en sus poltronas, jaleados hasta quedar roncos por su grupo tribal. Chusma.
Precisamente el origen de la palabra chusma es de tipo naútico. Se llamaban así a los galeotes que remaban forzadamente en las galeras reales. No sería un mal castigo el que el patrón de Cala Volpe podría haber impuesto a la chusma de su barco: que remaran hasta echar los higadillos y el último rebufo alcohólico. Se les iban a pasar las ganas de joder al personal. Chusma.
Y parece que algunos no han salido, no han superado su estrato tribal. Porque, cuando se juntan más de dos especímenes de este tipo, el sustrato tribal aparece. Y lo arrasan todo. Sobre todo el respeto hacia los demás. Queda arrasado. Porque la chusma no comparte, lo que es común a todos (me refiero no solo a lo material sino también al aire, al sol, al paisaje, a la ensoñación de un anochecer plávido y sin ruidos…), invaden, destrozan, arruinan, desequilibran la naturaleza.
Y me queda señalar un contraste. Uno que aprecio especialmente. El contraste entre la soledad del navegante solitario que surca las aguas disfrutando del paisaje, del mar, del cielo, de los elementos, del propio barco y de sí mismo, y los que son incapaces de estar solos, disfrutando solamente con el jolgorio irracional de la tribu y el desprecio hacia los demás. La incapacidad de estar solo, de la introyección que eso supone, quizás sea la enfermedad de esta civilización decadente. Porque la verdad está en uno mismo…
Chusma.
“El hombre que no tiene vida interior es esclavo de su entorno.”
HENRI-FRÉDÉRIC AMIEL
Perfecta la frase. Indicada al caso que nos trae. Me ha recordado usted al autor y también a mi admirado Gregorio Marañón, insigne médico, insigne escritor y político y tan olvidado y pasado de moda, pero por ello, junto con H.F.Amiel, tan atractivos a la lectura y la reflexión.
Saludos.
En una anécdota tan sencilla, el autor ha retratado dos tipos humanos. Mi simpatía, obviamente es hacia el compatriota, no por serlo, que también, sino por su oceánica paciencia. Virtud que, por cierto, es propia de hombres (y mujeres, por si alguien necesita aclaración extra). Lo demás, los seres fallidos, los hijos de puta según la castiza franqueza del patrón, no merecen ni la crítica, aunque no dejan de suscitar mi curiosidad. No me extrañaría que fueran de esos que quieren que comamos grillos y tofú, hasta podrían ser funcionarios de la ONU.
Como no puede ser de otra manera, tengo que hacer una puntualización: en Cerdeña no estamos lejos de casa, sino en ella.
Quizás eran concejales de algún ayuntamiento celebrando el último pelotazo…
Espero no haber despertado a nadie con la carcajada que me ha provocado su comentario. Saludos.
Buenísimo. Me encanta. Qué maravilla siempre leerte.
Respetar y hacerse respetar, reglas sencillas. Había tiempos en los que molestar al prójimo se saldaba con una estocada, un navajazo o un tiro, (Hoy en día aún quedan sitios donde ser imbécil, es peligroso para tu pellejo), a veces uno quisiera vivir esos tiempos. Como siempre, muy bueno Jefe.
Por cierto, don Arturo, me encantan las novelas, los relatos, los escritos de tipo naval. El suyo, su descripción, aunque breve, me ha encantado. Su reto en soledad con el mar estremece. Debería escribir una serie naútica tipo Patrick O’Brian. Por lo menos un lector seguro tendría ya. Ya sé que Cabo Trafalgar o La carta esférica tratan estupendamente del tema. Pero mi propuesta va más allá.
He sido patrón mayor y he ejercido en el puerto de Barcelona durante mas de 20 años. Cuando tenia que llevar a fondeo o a cualquier otro sitio a personajes de esta calaña, (gracias a dios eran pocas veces), me encantaba atravesarme a la mar de vez en cuando, ver como se agarraban a donde fuera e incluso, ver como les cambiaba el color de la cara. El mejor escarmiento para la falta de respeto a la mar es enseñarles los dientes de vez en cuando.
Navegar; esa práctica milenaria que al utilizar una embarcación a vela se convierte en un arte; el dominio del viento, de las mareas, el conocimiento de la profundidad, de la costa, de el curso a seguir guiado por las estrellas; que fortuna para aquel que puede conquistar esta forma de viajar, que en realidad es una forma majestuosa de vivir.
El relato del señor Arturo nos transporta a esa cubierta, a poder sentir la brisa y observar incluso los reflejos de ese mar que desconocemos; descansar durante la noche en un camarote que nos mece despreocupado hasta dormirnos.
De pronto, una chusma insoportable que aparece de la nada, rompe nuestro estado de placer, y nos arroja de un golpe a la convivencia hostil de estos nuevos tiempos.
¿De dónde habrán salido esta manga de salvajes?, que su única diversión es hacer ruido, burlarse del prójimo, emborracharse y tirarse pedos, que cuanto más estruendosos, más gritos y carcajadas les provoca.
Me temo que el error cometido es de los padres, en primer lugar por traerlos al mundo y en segundo por mal educarlos. Debo decir también que existen dentro de estos individuos, algunos aún más peligrosos, son cobardes que muelen a palos, a uno sólo, entre diez. Aquí en Argentina justamente estamos juzgando un hecho de este tipo que provocó la muerte de su presa indefensa, un joven estudiante al que le quitaron sus sueños de una patada mortal en la cabeza. Cabe aquí muy bien el final del relato: ¡Hijos de puta!.
No quisiera hacer un juicio generalizado pero si que este candente. La alegría de ciertas personas al encontrar un trabajo les hacer mostrarse sumisos y lacayos. Me sucedió la víspera de Reyes. Las Palmas estaba tan embotada de tráfico que el taxi para llegar a la óptica para recoger unas gafas que estaba deseando ponerme y poder leer sin que me bailarán las letras tardó en un kilómetro de ciudad tanto como los treinta y cinco que habíamos recorrido. Así que cuando salí con mis gafas nuevas sobre mi nariz era mediodía y aún no había desayunado. Me senté en la primera terraza que encontré y saqué un libro para probar mis nuevas lentes y esperando hasta la desesperación me levanté y pedí un pincho de tortilla y un café con leche a un señor que se encontraba detrás de la barra de charla con unos clientes. Inmediatamente mandó a una chica que se encontraba en la cocina que me atendiera. Mis ojos no se verían detrás de mis nuevas gafas cromáticas pero le mire con odio. Sin apenas escucharme se dirigió a la cafetera sin dejar de charlar con un sus parroquianos que imagine eran habituales de la misma esquina y asiento. A los pocos minutos de sentarme se acercó la camarera y dijo <>. Me quedé sorprendido. Cuando me lo zampé levanté el brazo y el supuesto dueño gritó desde dentro <>. Luego vi como mandaba a la chica a algún sitio con unos papeles. Diez minutos más tarde se acercó la camarera con la ración de pata y el café con leche que solicité al supuesto y mal encarado dueño. Otra vez la chica con la cantinela de gracias mi amor. Le pregunté si comenzó ese día a trabajar y con una hermosa sonrisa me dijo que acababa de firmar el contrato por tres meses y le dije <>. No he vuelto por allí, pero espero que el dueño haya arrendado la cafetería a la chica y el se encuentre por fuera discutiendo de fútbol con sus pocos y habituales clientes.
Chusmilla de barrio periférico de Manchester o chusmilla de estudios de Oxford. Chusmilla. Basurilla.
Es siempre un placer instructivo leer a Pérez Reverte. Yo más que con el fondo de la historia, que ya sabemos todos la gentuza que se puede una encontrar en cualquier sitio, me quedo con la maravillosa forma de escribir, una vez más
Tan difícil es respetar a los demás???? Es cierto que en una pequeña fiesta o grande hay alguien que pierde los papeles, pero es de esperar que haya algun@ que trate de poner un poco de sentido. Y lo más lógico sería hacerle caso. El respeto es lo que tiene que primar por encima de todo, estés dónde estés.
Vivo frente por frente a la bahía de Aventura y a veces me toca padecer tales imbéciles, y pienso en los huracanes caribeños…
De rola, vinieron de los Niuyokres de los Manjatan,y te dieron mandanga en la casita.
Bob Daddi ,chamba chamba,pero si ami me dan un millón, y yo no me voy a los New Yorkres,pero a la capital tampoco;ahora tú no lleva música, y si llevas música eres gentuza y si llevas libro:que llegues pronto a a puerto,en tonces yo me voy Bob Daddi .Y así me .eso en la cama con puta Llefifer López.Pero si me pilla el ⚫ me mata.Y eso todo en tu calita.Seguro que estabas solo,por que siempre watts leyendo.
0,00 hora de Cerdeña. El escritor, de común acuerdo con el patrón y la tripulación del yate de los ruidosos, les iban a dar un lección irrepetible. Se acercó bogando desde su barco con una zodiac, a remos. Los vocingleros, pletóricos de vapores etílicos yacían en sus camarotes, desmadejados, sin conocimiento. La tripulación y él, de forma cauta y silenciosa y con un pasamontañas en la cabeza, guantes en las manos y con atuendos oscuros actuaron rápido y sin contemplaciones. Uno a uno fueron sacados a cubierta, tapada su boca y sus ojos con cinta de carrocero y maniatadas sus manos con bridas. Cuando todos estuvieron ciegos, mudos e inmovilizados los pusieron a remojo por la borda. No se ahogarían pero jamás olvidarían la experiencia. Y mientras, en el aparato de música del yate, sonaba una y otra vez aquella melodía de Simon y Garfunkel: Los sonidos del silencio.
gentuza grosera y ruidosa ..hay un punto de vista interesante ya que pensamos lo peor de los demas ,para obtener desde un film visionado un estilo ,adueñando una pregunta al aspectos modales y en este caso lo pero de si mismo ,para enaltecer respuestas positivas ,estableciendo el estilo de una conversación para ello la ficción y la novela perpetúan un narrador de aventura etc ,cosas que no apetecen el peor etc hasta legara una utopía ,histórica o realista novelada ,dolor ,sueños entre sabanas etc .Apuntalan ideas .
La cosa no puede ser pensada ,rodeada encauza al igual que pensar un ingles no por ingles o chino por ser chino ,se puede abordar en diferentes estrategias
Muy informativo Sr. Reverte y pelín tedioso. Hace años ya que teniendo barco o sin él, se experimenta que el turismo marítimo ya no es lo que era y se puede hacer ranking por nacionalidades, pero… También experimento yo, que le llevo leyendo desde mi tierna infancia, que sus artículos tampoco lo son y el colofón con el exabruto de siempre ya no mola. Empieza a chirriar los «educados» oidos. ¿Podría cambiar a otro más musical?.
Debe ser que yo también me hago mayor. Sin acritudes, ¿eh?
Además es una patraña habitual de Reverte