Los que tenemos cierta edad y vivimos el franquismo –empecé a colaborar en periódicos muy jovencito, hacia 1967– recordamos la importancia que los medios informativos daban a los políticos del régimen, que en esa época lo eran todos, en plan visitó un taller el excelentísimo señor subsecretario de Trabajo, o en los juegos florales entregó el premio la distinguida señorita Sónsoles de la Muñeira, hija del señor alcalde. Todo cuanto tenía personaje político de por medio era reseñado minuciosamente, y pobre del medio informativo que no cumpliera. Como hoy, salvando el contexto. La diferencia, a favor de los periodistas de antes, es que informar sobre cualquier actividad de un ministro, un gobernador civil, un alcalde o un jefe local del Movimiento –succionarles el ciruelo, dicho en plata– era obligatorio. Mientras que ahora se trata de una actividad periodística voluntaria, a veces entusiasta. Y no sólo eso. Si uno se fija, buena parte de la información política en España va por ahí. Por la letra pequeña. Por la chorrada.
No recuerdo ahora ningún otro país europeo donde los medios informativos, periódicos, radio y televisión, dediquen tanto espacio a la política. Eso no es malo en sí: la política es necesaria en democracia, y un ciudadano informado sirve mejor a sus compatriotas y a sí mismo a la hora de meter su voto en la urna. El problema es el exceso. La saturación que lleva más allá de lo razonable y útil, incluyendo la descripción detallada de todos los pormenores referentes a partidos políticos: el continuo protagonismo que la clase política tiene en nuestra vida informativa.
La aberración llega al punto de que en España es más conocido un político de medio pelo, cualquier tiñalpa analfabeto, que un economista, un escritor, un científico, un músico, un filósofo, un cineasta. Tampoco la información internacional, tan necesaria en el mundo en que vivimos, ocupa el lugar debido. Por ejemplo: pese a la importancia que Hispanoamérica tiene para España, sólo se habla de ella cuando hay elecciones presidenciales, tragedias o incidentes graves. Venezuela, Cuba y poco más. Consideren cuántos nombres de presidentes hispanoamericanos conocemos los españoles. Sin embargo, vivimos informados por tierra, mar y aire de la moción de censura en el ayuntamiento de Villaperales del Canto, de si el edil de Mataconejos cae mal a la ejecutiva de su partido, de si el alcalde y la presidenta de una comunidad se saludaron en un acto público, de si un asesor ministerial cenó con fulano o mengano, de si la ministra de Exteriores y la de Igualdad se miraron a los ojos o se hurgaron displicentes la nariz.
Hay una explicación. Este disparatado lugar que habitamos son 17 Españas que exigen, no sin razón, un trato semejante. Todos deben ser mencionados para que nadie se sienta al margen; de modo que lo que en ningún país normal abriría un telediario, aquí sí lo hace. Un bostezo de la alcaldesa de Barcelona, una sombra de ojos de la presidenta de Madrid, el escupir un hueso de aceituna de un político, un concejal tránsfuga, llenan informativos con escaletas de telediario que aburren a las ovejas: políticos, Covid, ayudas europeas, volcán y vuelta a empezar. Con los personajes de cada taifa reclamando espacio y los periodistas concediéndoselo para que nadie se sienta marginado, por Dios. Para que todos queden contentos.
Eso hace creer a nuestros políticos que son algo más que piezas intercambiables en un mecanismo llamado democracia. Oyes hablar a algunos, adviertes su aplomo, su arrogancia, y comprendes que oírse nombrar a diario los trastorna hasta hacerlos sentirse el ombligo del mundo. Dije alguna vez –después de 30 años escribiendo esta página temo haberlo dicho todo alguna vez– que durante siglos España estuvo en manos de aristócratas y obispos que gobernaron vidas y trazaron rumbos, cuando los hubo. Unos y otros quedaron atrás, pero vino el relevo. La clase política es la nueva aristocracia y el nuevo episcopado: la que moldea una España a la medida de su cochino negocio. Pero no lo hace sola. Nadie consigue eso sin la complicidad de víctimas e intermediarios. En lo que a los ciudadanos se refiere, estar informado es salud democrática. Lo perverso llega cuando la clase dirigente, encumbrada por quienes la adulan y aplauden, pues también viven de ella, contamina a los ciudadanos con su egoísmo, su simpleza argumental y su vileza sectaria. Con las menudas, íntimas y lamentables miserias que decepcionan y alejan a la gente honrada. Estar politizado no es malo, siempre y cuando quien no piensa como tú lo exprese en libertad, se debatan ideas, y de ese modo se llegue a conclusiones lúcidas e inteligentes. Pero saber que a un concejal de Sangonera la Seca le ha salido un flemón en una encía no ayuda una puñetera mierda.
Publicado el 25 de diciembre de 2021 en XL Semanal.
Espero no le vaya a más, al concejal… ¡con perdón de Dios!
La chorrada. ¡Por supuesto! Quizás no tienen la culpa los medios. Es que no hay dónde fijarse: ni en buena gestión, ni en logros, ni en liderazgo,. Por eso afloran las chorradas. Si lo más relevante de un político es sus desplazamientos aéreos, si del otro el que se corte la coleta, si de la otra el cómo va vestida esta vez, si de aquél, qué ingenioso insulto ha producido su insigne cerebro y de la otra, que nuevo palabro inclusivo han fraguado sus neuronas… Sin contar el asunto de los cargos sin contenido: como realmente no tengo funciones, disimulo con consejos culinarios o proyectos de ley para mejorar la vida de las hormigas. No hablemos de las derogaciones que terminan sin derogar nada, presentadas a platillo y bombo, como ilustres logros de concordia inexistente. Tiñalpa. Qué término tan interesante, don Arturo, tiene su enjundia. Políticos tiñalpas, quizás todos, o casi. Hasta a esta revista se le cuela de vez en cuando alguno de ellos, promocionado no se sabe por quién, para darle una pátina de pseudo-intelectualismo…
Y lo peor de todo es que, al menos, en la prensa de los sesenta te enterabas de lo que motivaba la cita del político. Ahora lo que verdaderamente interesa y se retrata en política es «la carnaza», el chisme, el direte, lo que agria y envenena o lastra la convivencia. Se trasladan al papel las visceras de las noticias, a la imagen y semejanza de lo que hace, con la mayoría de sus programas, cierta cadena de televisión que rima con ahínco. Y el público traga y vuelve a tragar y se une al vituperio, a la chanza, a la polémica y a la chabacanería política. Los políticos no interesan por sus logros, que pocos tienen. Interesan por la barbaridad o el exceso de lo que dicen o lo que hacen y, en especial, la rapiña que siembran del contrario; que no lo es tanto pues todos forman parte de la misma tramoya
Lleva usted razón. Aunque he sido suave con los medios en mi anterior comentario, si que hay medios culpables. Si que hay medios y periodistas carroñeros y fanáticos y sectarios y…
De antemano, reconozco que llego un poco tarde. Pero, como dice el refrán, más vale tarde que nunca. En primer lugar, señor Ricardo, no es un problema que haya pecado de suave, modesto o cordial, como lo quiera tildar. A mi juicio, las industrias de la comunicación (y todos los alicientes publicitarios que les integran intrínsecamente) son los culpables, en su totalidad, del hartazgo y las arcadas por la política tan autóctona, técnica y sobreabundante que nadan en los medios. ¿Quiénes son los responsables de priorizar una noticia por encima de otra? Esos mismos son los que «creen» que al lector le puede interesar más el peo bien fétido que se tiró Pedro Sánchez en una asamblea, el cambio de pelo de Ayuso, o el nuevo novio, novia o novie de Irene Montero que lo que ocurra en Latinoamérica, un reportaje sobre un personaje histórico, una entrevista a un erudito o culto, y cualquier noticia o crónica de la sección de cultura. La política, un juego tan bonito y decisivo, ha prescindido de esos dos adjetivos para afamarse con epítetos poco enternecedores. Es un circo de payasos y personajes sin reparo a hacer el ridículo que se nutren de parte de nuestro dinero.
Los tiempos se han vuelto banales, postureadores y de fama efímera. Y los Media necesitan mucha paja que servir al rebaño para ocultar la falta de grano. Además el rebaño se ha acostumbrado a la broza barata y desprecia la semilla de calidad, porque entre otras cosas, el grano a veces es muy jodido de digerir.
Los tiempos se han vuelto banales, postureadores y de fama efímera. Y los Media necesitan mucha paja que servir al rebaño para ocultar la falta de grano. Además el rebaño se ha acostumbrado a la broza barata y desprecia la semilla de calidad, porque entre otras cosas, el grano a veces es muy jodido de digerir, ya que exige el esfuerzo de pensar y la valentía de obrar en consecuencia.
Un año llevo sin ver televisión, la información dejó hace tiempo de ser neutral, cada medio barre para casa y los informativos se han convertido en una colección de marionetas que dictan lo que les ordenan y sin ruborizarse un pelo, dan las noticias sesgadas, si no, simplemente mintiendo. Por mi salud mental dejé de ver esa caja que escupe mierda.
Llevo, dos o más, me he vuelto selectivo y sólo oigo la radio.Si ésta me fallase, pasaría a la correspondencia epistolar con amigos e incluso con discordantes.
Yo ahora le doy al Youtuve, documentales de mecánica que me encantan, de historia, de música, un gran mundo abierto donde se aprenden cosas útiles a cambio de un par de anuncios que ponen, bueno también hay mucha metralla, pero al menos puedes elegir que ver. No se da cuenta uno de la basura que se estaba metiendo hasta que la deja, creo que no volveré a la televisión tradicional, se la han cargado y la radio, bufff, también la están jodiendo.
Políticos de la talla por ejemplo de Anguita y de otros de su misma altura la prensa no escribiría de como Anguita llevaba su barba de recortada.Osea la prensa resalta lo que el político vale.
Algún día, sino ya mismo, ver la televisión y escuchar la radio será cosa de tontos.
Es indudable que usted está hasta los cojones, como una inmensa mayoría del paisanaje, de todos estos fulanos que, se dice, están al frente de nuestros destinos y dentro de nuestra cartera. Cuando alguien que ha visto, y vivido, tanta mierda por esos mundos en guerra habla de nuestra basura interna, deja a las claras que por mucho sirope subvencionado de periodista chupa… (no me atrevo) no deja de ser mierda. Tiene usted un punto, don Arturo; no me defraude ¡por Dios!
Necesitamos políticos de vocación, no de “profesión”,exactamente igual que con los periodistas.
Yo afortunadamente, señor Reverte, no conocí la dictadura en su etapa dura, conocí los estertores del llamado Franquismo, desde el inicio de los años 70, mis flamantes 14 años, recuerdo con cierta nostalgia, las veladas interminables en casa de un buen amigo entre humo de ducados, vasos de cerveza y Larios cuando se acababa la cerveza, mientras nos arropaba Bob Dylan, Quilapayún, o la BBC radio, recuerdo el temor y el odio a los grises, (había dos en el portal de mi amigo), y la certeza de algunas “verdades” que consideraba inmutables, el régimen era malo per se, los señores con el bigote fino sobre el labio superior, eran franquistas y por tanto malos, también sus señoras vestidas de negro y gesto compungido y llorón, y de los “políticos” del régimen ni hablemos, éra/mos radicalmente brutos, cuando la banda se “cargaba” a un señor, llegábamos a la cruel conclusión de que algo había hecho..!! Disfruté como un niño de la llegada de Felipe el Grande al poder, por fin…! Se iban a tener que afeitar los del bigote fino. Pero no, cuando vi al señor F. Iribarne en el congreso, empecé a votar al pc, eran los únicos que se habían jugado el tipo en la calle, muere M. Camacho y muere el último político de izquierda en España, J. Anguita. Yo no voto, señor Reverte, me niego a que ningún/a tiñalpa analfabeto, se arrogue mi mínima representación. A. Machado, y M. Chaves Nogales están cada día más vigentes, vivo el mundo universitario, y el obrero, los unos/as viven encantados de conocerse, mientras degluten la sopa boba y me miran estupefactos cuando les hablo de Olof Palme, o Marcelino Camacho, y los otros mal viven esta sobrevenida vuelta a la edad media, sin preguntarse qué puede hacer un Sindicato honrado con mayúsculas, si los hubiera, por ellos, en lugar de estos mariachis que acompañan al guapo haciéndole los coros. Descreído, hasta la náusea, a los míos les sugiero, funcionario o fuera de España, esto no creo que tenga remedio, el otro día un funcionario de carrera y 90 mil/año, me decía que usted, si Usted…! Le parecía un poco facha… El país se revuelca en el estiércol de la estulticia, mientras devoran videos en el estúpi-phone que como sabe es su norte y su guía.
Interesantes reflexiones las suyas. Quizás nuestra generación, perdida y olvidada, suelta como un gran tsunami todo lo que hemos almacenado dentro. No estoy de acuerdo en algunos temas con usted, pero eso es lo de menos. Coincidimos en la descripción que hace de la izquierda cutre española. En cuanto a Felipe el Grande yo me referíría a él como el gran pragmático. Nunca le voté pero está estre los «buenos» (poquísimos). Ahora, en la distancia, lo reconozco. Sobre todo después de haber visto la esterilidad mental, social y personal de los cuatro siguientes, de los que no se salva ni uno. Personajes memorables los de la transición, estoy de acuerdo. Y quizás usted esté de acuerdo conmigo en cómo los actuales politicastros, los peores de la historia de España, pueden permitirse criticar y atacar aquella época, la edad de oro de la concordia, con total desverguenza. No vota usted y le entiendo: no hay a quien.
En la sustancia estamos de acuerdo señor, el calificativo de “el grande” a Felipe es irónico, por la expectación que despertó y las sensaciones colectivas que se dieron en muchos españolitos de a pie, evidentemente poco avezados, entre los que me encuentro. Hay una foto de Felipe que en su día me llamo la atención. Con su chaqueta de pana, su sonrisa de brujo que todo lo sabe, reunido con los que llamaban los “siete grandes” que como sabe no tenían ninguna relación con los siete griegos. Aquellos fulanos recordara eran los banqueros del momento, bajo la bandera de la calavera y las tibias cruzadas que mandaban y mucho en aquella inocente y cándida España; pues allí estaba Felipe con ellos…? recuerdo que le pregunte a un buen amigo de la ugt de la que ya le echaron, ¿oye que hace con estos el camarada? Se examina, me respondió lacónico, y añadió y saco nota…! Lamentablemente.
Pues… si ese es el bueno, imaginémonos como son los cuatro aue le siguen. Eso quiero decir.
A mi lo que me molesta y extraña es que nuestro Rey se deje ningunear de la manera que lo hacen, al fin y al cabo «¿no es la cabeza del Estado?».
Los problemas del crecimiento aprobación en una sociedad y el alcance de la satisfacción de la ciudadanía esta condicionada abstrusamente solo por la codicia choriza y falta de moral nos recuerdan que si no salen bien las cosas es porque los políticos gobernantes no actúan a tiempo enderezando los problemas y las dificultades se multiplican en problemas que acucian al personal al pueblo si no votamos al senado determinadas leyes polémicas no alcanzan la aprobación subvertidas por los mandatos de los organismos que renuevan con otros plazos y nuestro falto de voto encubierto en que usted no esta en la lista de votantes una guerra silenciada para maniobrar sin transparencia ni al tiempo ,el sesgo del seguro social ,libros de ética plastificados sin uso ,la preferencia en el quintacolumnismo para informarse y apretar los que siempre han vivido del estado martirizando a gente sin ayudas su bienestar asegurado sindicatos que no tienen poder de decisión sin colaboración nuestra la generosidad por no volver atras Talasa talasa viento en popa girando sobre la proa ,bancos ramplones sin el nombrado banco bueno ,se retiran para ofrecer su próxima exigencia al juzgado
Arian envíalos al infierno Vulcan a los pobres diablos humanos se sientes semidioses como hermanos ,la tierra se estremeció y todo tembló .No cae agua de lluvia sobre mar hermano
Las disparatadas 17 españas, don Arturo. Si la teoría historiográfica de los ciclos históricos es cierta, estamos condenados a…