La palabra socialismo está a punto de cumplir doscientos años; o sea, que es relativamente moderna. Empezó a utilizarse en Europa, concretamente en Francia e Inglaterra, hacia 1830, aunque no estuviera tan clara como ahora. En aquel tiempo de industrialización despiadada, de esclavitud laboral, de trabajo infantil, de bajos salarios, las ideas humanitarias del siglo XVIII se habían ido al carajo. Las nuevas doctrinas eran más realistas, más paulatinamente agresivas y más duras. Las victorias políticas y sociales lo eran para la burguesía, nueva propietaria de los destinos de las naciones, y no para los trabajadores, que se limitaban al papel de mano de obra barata. Todo era una contradicción: los productos se encarecían (con el beneficio correspondiente) y los salarios se hundían (con las tragedias familiares que eso ocasionaba). Por supuesto, el enfrentamiento entre pobres y ricos no era nuevo (desde Grecia y Roma la historia de la Humanidad abundaba en ejemplos) y la esclavitud laboral era vieja como el mundo. Sin embargo, ahora se daba la contradicción de que las máquinas y el progreso, con su rápida escalada, hundían a los de abajo en la miseria y la desesperación con idéntica celeridad. Había patrones filántropos que construían casas para sus trabajadores y les procuraban asistencia sanitaria, pero ésa no era la tendencia general; y enormes fortunas se edificaban sobre la espalda de los miserables, en episodios que fueron muy bien contados literariamente por Dickens, Balzac, Víctor Hugo y Eugenio Sue. Para un obrero de la primera mitad del siglo XIX, en adecuadas palabras del doctor Guépin, vivir consistía sencillamente en conseguir no morir (una encuesta hecha en los barrios más desfavorecidos de Londres averiguó que más de 10.000 madres habían estrangulado a sus hijos al nacer, incapaces de darles sustento). Fue entonces cuando los escritores con inquietud social y los intelectuales perspicaces empezaron a denunciar la parte oscura de aquel liberalismo sin límites, la necesidad de acotar la concentración capitalista y la urgencia de una legislación social que protegiera a los desgraciados. Y también fue entonces cuando los sectores más reaccionarios, las clases situadas en la cúspide del sistema, recordando los episodios de la todavía fresca Revolución Francesa, etiquetaron a las clases trabajadoras como peligrosas, nuevos bárbaros que amenazaban, si se perdía el control sobre ellos, la paz social. Y no les faltaban motivos para andar con la mosca tras la oreja, porque ya en esa época el poeta Vinçard llamaba a los proletarios valientes hijos de la miseria, y Charles Gile, en su canción El salario (significativo título), proclamaba obtendremos el derecho a vivir / o moriremos con las armas en la mano. Se iba perfilando así el principal conflicto del inmediato futuro, aunque las ideas regeneradoras aún fuesen confusas, utópicas e incluso opuestas entre sí. El socialismo no había adquirido la vitola científica que pronto tendría con Marx y Engels, pero daba serios pasos en esa dirección, aunque renqueando todavía con floripondios utópicos. En ese desbrozar camino, lenta transición hacia la verdadera lucha proletaria (que tendría su antes y después en la gran revolución de 1848), hay intelectuales (muchos franceses, pocos ingleses y ningún español) que deben ser tenidos en cuenta. El gabacho conde de Saint-Simon lamentó la explotación del hombre por el hombre y propuso la organización práctica de la sociedad, la marginación de los individuos improductivos, la utilidad para el Estado de científicos, artistas e industriales, la supresión del derecho de herencia y la primacía del trabajo y el talento a cada cual según sus capacidades y a cada capacidad según sus obras. Charles Fourier, por su parte, defendió un socialismo agrícola y artesanal más utópico que práctico, y quiso resolver el problema de la autoridad por el sencillo método de suprimirla. De parecido registro fue Pierre Proudhon (la propiedad es un robo y Dios es el mal) que predicó una bucólica sociedad artesanal y agrícola donde la peña se llevaría de puta madre. Casi todos dejaban al Estado al margen; pero a tanto ensueño asociacionista, imposible de aplicar en la práctica, iba a suceder el socialismo autoritario, que tenía los pies en la tierra y no confiaba en la bondad humana. Me refiero a Louis Blanc (No tomar el poder como instrumento es tenerlo como obstáculo), a Étienne Cabet, que no dejaba ninguna libertad al individuo sino que encomendaba al Estado garantizar derechos a costa de suprimir libertades, y Louis Blanqui, revolucionario anticlerical (se pasó media vida en el talego), para quien la única salvación del proletariado era la conquista del poder (Quien hace la sopa es el que debe comérsela). Con lo que se iba, con claridad, viendo venir lo que vino.
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[Continuará].
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Publicado el 23 de agosto de 2024 en XL Semanal.
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Estimado Sr. Perez-Reverte:
Hoy como entonces, urge también imaginar nuevos futuros, utópicos o realistas, pero que muestren un camino y que este sea deseable.
Si el socialismo surge de la miseria creada por la nueva sociedad industrial, que es a su vez posible gracias a la explotación de los recursos fósiles abundantes (empezando por el carbón de la máquina de vapor), ¿qué ideología nacerá de la miseria debida a la disponibilidad menguante de petróleo, gas, carbón y uranio (y por la ausencia de planificación)? Dejando de lado otras cuestiones no menos alarmantes.
Nuestras ciudades son hoy dependientes como nunca del motor a combustión de los vehículos privados, de los camiones que proveen a los supermercados, etc.
Quizás no estemos tan lejos de volver sobre unas utopías agrarias y pequeñas urbes compactas.
Gracias por su nueva entrega de historia.
Buenos días. Coincido con usted en casi todo, especialmente en su premonición referida a que «quizás no estemos tan lejos de volver sobre unas utopías agrarias y pequeñas urbes compactas». Me permito recomendar, en ese sentido, el ensayo novelado Walden dos, de B.F. Skinner, que apunta a como podría ser ese retorno. Un saludo.
«Quizás no estemos tan lejos de volver sobre unas utopías agrarias y pequeñas urbes compactas». Es que no va a quedar otra. Tarde o temprano tendrá que ser así y tendrán que bajar el pistón. O hacer una buena limpia (no la del Covid sino mucho más grande). Y ya sabemos cómo va la cosa esa de las limpias…
Hoy, por fín día de lluvia, en esta madrugada de jueves perez-revertiana. Providencial lluvia limpiadora con esperanzas de que arrastre los miasmas y la calima políticos que nos ahogan a casi todos.
Como siempre, con el sonido de la lluvia en los cristales (siempre presente el maestro Machado), estoy disfrutando del excelente artículo de don Arturo. Relatando estas miserias del XIX y los estragos de la Revolución Industrial, don Arturo se nos ha puesto serio. Y con razón. Leer a Dickens y recordar no es un ejercicio relajado.
Bien por don Arturo al recordarnos al Socialismo Utópico. Fueron los primeros en la época contemporánea. Y fue grande su influencia a nivel mundial. Concretamente el Sansimonismo tuvo y tiene su atractivo. Nada que ver con el actual socialismo cutre de los Koldo, Ábalos, Maduro, Iglesias-montero y el niño de los peines.
Se puede estar de acuerdo o no pero el historiador Eric Hobsbawm es uno de los mejores historiadores del siglo XX y XXI. Es historiador marxista pero hay que leerlo aunque no se esté de acuerdo en todo. Entre sus muchos libros, tiene uno que le va al pelo a este tema de hoy: «Cómo cambiar el mundo». Lo recomiendo. Entre todos los temas que trata, relata el origen del socialismo y detalla toda esta parte del Socialismo Utópico. Los actuales socialistas analfabetos, no tienen ni idea de todo ello.
Ampliando un poco más en lo que dice don Arturo y resumiendo mucho, el socialismo ha pasado por tres fases: el socialismo con los pies en las nubes (el utópico), el socialismo con los pies en el suelo (Marx, engels, Lenin) y el socialimo con los pies en la mierda. Del socialismo utópico al socialismo escatológico en tres pasos.
Por el otro lado, la mierda total, el capitalismo salvaje del XIX (y si los dejan, del XXI). El afán de lucro, el afán de acaparamiento, la codicia, la avidez, la mezquindad, no tienen límites. El sufrimiento humano fue (y es) indescriptible. Tambíen tenían sus teóricos: Adam Smith y Ricardo aunque tampoco la mayoría de estos capitalistas los habían leído. No todo lo que dicen que dicen es verdad. Hoy la IA, IA, O, y la robotización, amenazan de nuevo, con sus nuevos teóricos y defensores como Chema Alonso.
A nosotros, en el XIX, todas estas teorías y toda esta lucha proletaria nos la traía al pairo. Nosotros a lo nuestro. Nuestros follones patrios. El Felón antiliberal, la gordonfla, rijosa y fofona y sus hazañas eróticas, las cruelísimas Guerras Carlistas, la Primera y efímera República y su cantonalismo que perdura hasta ahora… … … Estábamos fuera de Europa, fuera del mundo, fuera de todo y de todos. Nosotros, a lo nuestro. ¿Igual que ahora?
Saludos en esta madrugada de lluvia, truenos, relámpagos y limpieza armosférica y, esperemos, moral.
El socialismo y sus variantes a lo largo de la Historia es para mí una ideología ya vacía de contenido que, por ejemplo, se pudo solapar con el NSPD de Hitler (partido nacional-socialista alemán), o ser menos nacionalista pero igual de radical con dictadores supuestamente de izquierdas (orangután Maduro?).
Por lo demás, magnífico su comentario, Ricarrob!
Buenos días, querido amigo. Tiene que llover a cántaros, como decía una ya antigua canción, para romper con tanta desidia (siendo generosos) y lavar tanta vanidad personal y tanta fatuidad colectiva en los gobiernos del país. Hacer desaparecer la maldad precisaría de huracanes, terremotos y tal vez algún encontronazo planetario para volver a comenzar desde cero sin tanto lastre de degeneración
Felicitarle por la idea de socialismo escatológico, que define muy bien el nivel alcanzado por esta corriente político sociológica.
La lluvia regenera la naturaleza de las cosas y hace reverdecer los jardines de la esperanza. Lo dicho… a cántaros.
Un abrazo.
El hombre nace libre, crece, se desarrolla en sociedad y muere en socialismo
Por mucho que la sociedad de la Revolución Industrial tuviera niños trabajando, gente muerta de hambre, explotación… (tan bien ¿novelado? por Dickens, Víctor Hugo, etc.), permitió un incremento de la población y la riqueza espectacular. Así que ese «oscuro liberalismo sin límites», era mejor que todo lo anterior.
Con la desaparición actual de ese «liberalismo», vamos camino de la pre revolución industrial.
Yo me quedo con ese liberalismo sin límites.
Sr Pérez Reverte, leyendo lo que usted escribe de forma tan amena, podemos comprobar que la Historia se repite.
En el siglo XIX algunas máquinas comenzaron a sustituir a los hombres igual que ahora, solo que nuestros artilugios son más sofisticados.
Entre los aparatos y la IA somos llevados a la confusión aquellos que confiamos en la realidad observada con nuestros propios ojos.
La Historia da pie a discusiones filosóficas sobre cuál es el papel del hombre en el mundo.
Me gusta escuchar opiniones de todo tipo bien razonadas y estoy notando que cada año que pasa, la perplejidad es mayor entre los humanos.
Tenemos las mismas filias, fobias, la ambición de poder, dinero y el ansia de guerrear que tenían los primeros humanos, aunque estuviesen referidos a su situación precaria. Como diría mi suegro, ‘No tenían confort’.
Tal vez nos salve el amor que profesamos a nuestros seres queridos, ahí sí creo que hemos avanzado.
Si nos hubieran contado así la historia, en vez de esos insoportables ladrillos con que nos aplastaba la educación… Muchas gracias don Arturo.
La famosa respuesta de Lenin cuando Fernando Rios le pregunto «Y la Libertad?» a lo que Vladimir dijo: «La libertad?» «para que?»
Buenos días. La libertad necesaria para criticar los excesos, las corrupciones, las divergencias respecto a los planes trazados y, en especial, los vicios de las dictaduras personales vitalicias. No hacerlo y no tenerla supone el fin del mecanismo hegeliano de búsqueda mediante tesis, antítesis y síntesis del que bebe el socialismo en general y el marxismo en particular. Tal vez en el olvido de esta necesidad de libertad podemos encontrar el origen del fracaso abrumador de los regímenes socialistas y comunistas allá donde se han implantado.
¿Y China y Rusia son comunistas, socialistas o capitalistas? Su esquema de ideologías no acomoda al presente ni al pasado. Y, por cierto, si sale de vez en cuando de Babia, estará enterado que Gringolandia está en plena decadencia, y por el otro lado, China e India en pleno auge. Si aún cree que los gringos promueven la libertad y la democracia junto con su «capitalismo de libre mercado», no, no está en Babia, está en Disneylandia. Saluditos a Pluto. Ah, y saludos al censor.
Mi Babia, de existir, me aconseja que no conteste con argumentos a personajes faltos de educación en la conversación, en improperios vertidos y salvajismo mental e ideológico, semana tras semana reiterado con el mismo tema, cual mantra hipnótico malamente digerido. Es usted el vivo ejemplo de la falta de libertad creativa que expongo en mi comentario. Los Golfos Apandadores del castillo de Disneylandia, cuyo modelo está en Suiza, le envían un saludo, sin más pretensiones.
Bueno, o bien no hay censor o el censor estaba en Babia. Babia es un tópico demasiado usado desde que cierto rey le gustaba solazarse por sus montes cazando. Y se despreocupaba de las cosas del reino.
Porque Babia existe y es un lugar idílico de los montes de León. Un paraje maravilloso en el que es satisfactorio perderse y comunicar con la naturaleza.
A mí, por ejemplo, me gustarìa estar siempre en Babia, tanto en sentido simbólico como en sentido real. Y perderme. Quizás sea el único refugio que quede ante el marasmo que supone la invasiòn de chinos, indios y rusos. Felicidad plena, estar en Babia.
Aunque su diatriba está dirigida contra el sr. B., me ha intesado su referencia a este pueblo leonés y, lamentablemente, como no estoy en Babia, nunca he pensado que a Usa le haya interesado promover la libertad y la democracia (sostuvieron a Franco 40 años). Aquí, cada cual, sea quien sea, va a lo suyo. A vendernos de todo a los demás: chinos, indios, rusos, etc. Como le he dicho en otra ocasiòn, creo, quien tiene poder lo usa. Aquí no hay santas madres de la caridad. Ni siquiera en Babia.
Babia, lugar utópico y, a la vez, real. A la vez real y a la vez imaginado.
Mis cordiales saludos, señor mío.
Exacto. La Libertad es Responsabilidad. No la queremos.
No nos han explicado los catedráticos la Historia , como ahora nos la cuenta el académico Perez -Reverte.
Una historia de Europa “ me sirve para reflexionar sobre todo lo memorístico aprendido , y de paso transmitírselo a mis hijos.
Curiosa y deprimente la evolución del socialismo, desde el utópico Proudhon con su «la propiedad es un robo» a los socialistas malversadores y esquilmadores contemporáneos, especialmente por estos lares, con su conclusión práctica: la propiedad es un robo luego para tener propiedad hay que robar.
Del uno a los otros hay toda una batería de mariscadas y puteferio carnal pagado con dinero público; evasiones de capitales a paraísos fiscales; pelotazos millonarios por especulaciones inmobiliarias; patrimonios pujantes obtenidos a través de compinchamientos con los poderes económicos y puertas giratorias con los mismos; prestigios y riquezas conseguidas mediante el recurso a las informaciones privilegiadas y legislaciones a medida de los compinches beneficiados; maletas y portafolios semi invisibles circulantes en terminales aeroportuarias y en despachos; y mordidas sin límite en adjudicaciones contractuales amañadas de obras y servicios públicos. Hubo un momento en la historia en que el socialismo se olvidó de la ética y de las utopìas, renunció a conseguir sus objetivos de igualdad en la sociedad y se reconvirtió en una mafia despiadada y con siglas pomposas, cuyo modus operandi es la mentira, las falsas promesas, y el engaño pertinaz al ciudadano en los programas electorales. Y ahí estamos…
Lo de los lemas grandilocuentes sin sustancia como el de «cien años de honradez» lo dejamos para otro día.
Como decìa alguien de cuyo nombre no quiero acordarme, maese Sancho, ¡a las mariscadas, a las mariscadas!
Sr. B., estimado, se olvida usted de las tesis falsas cuyos autores confesos ni siquiera las leen, los cum laude vergonzantes, los masters a medida… del que cobra por ellos, etc., etc. Todos gracias a rectorados universitarios rojo sangre, sangre de los contribuyentes.
Se olvida usted de muchas cosas, pero es perdonable. Es imposible cubrir en breves líneas el maremagnum de la corrupciòn socialista. Pasaron de ser socialistas a ser socialistos. Pasaron de basarse en sus orígenes, socialismo utópico y socialismo democràtico, a basarse en Rinconete y Cortadillo y en el Bachiller Trapaza y la Garduña de Sevilla. Pasaron de los ideales a la picaresca.
Lo de 100 años de honradez era falso desde su diseño. La connivencia del socialismo con la dictadura de Primo de Rivera está ahí, en la historia, y es imborrable por mucho que se empeñen. Po edo desean que la Historia de España comience en la Guerra Civil. Ocultar las verguenzas.
Un abrazo.
El interesante comentario del señor Pérez Reverte, siempre me motivan a buscar soluciones a nuestro mundo actual, por esto le he preguntado a la inteligencia artificial esto: ¿Cómo debería ser una sociedad ideal a nivel global?, y esto me respondió:
“La idea de una sociedad ideal a nivel global es un tema que ha fascinado a filósofos, científicos sociales y pensadores a lo largo de la historia. Aunque es imposible dar una respuesta definitiva y universalmente aceptada, podemos explorar algunos de los elementos clave que podrían caracterizar a una sociedad ideal y cómo podríamos trabajar para alcanzarla.
Características de una sociedad ideal a nivel global:
Igualdad de oportunidades: Todos los individuos tendrían acceso equitativo a educación, atención médica, empleo y recursos básicos, independientemente de su origen étnico, género, orientación sexual, religión o estatus socioeconómico.
Justicia social: Se garantizaría un sistema legal justo y equitativo que proteja los derechos de todos los ciudadanos y combata la discriminación y la corrupción.
Sostenibilidad ambiental: Se adoptarían prácticas que minimicen el impacto ambiental y promuevan el uso sostenible de los recursos naturales, asegurando un futuro saludable para las generaciones venideras.
Paz y seguridad: Se resolverían los conflictos de manera pacífica y se establecerían mecanismos para prevenir la violencia y el terrorismo.
Gobernanza democrática: Los ciudadanos participarían activamente en la toma de decisiones políticas a través de sistemas democráticos transparentes y representativos.
Desarrollo humano integral: Se promovería el bienestar de todos los individuos, incluyendo su desarrollo físico, mental, social y espiritual.
Cooperación internacional: Los países trabajarían juntos para abordar los desafíos globales, como el cambio climático, la pobreza y las enfermedades, fomentando la solidaridad y la cooperación.
Respeto a la diversidad: Se valoraría y celebraría la diversidad cultural, étnica y religiosa, fomentando la tolerancia y el entendimiento mutuo.
Cómo construir una sociedad ideal:
Alcanzar una sociedad ideal es un proceso gradual y complejo que requiere la participación activa de todos los miembros de la sociedad. Algunas de las acciones que podemos tomar incluyen:
Educación: Invertir en educación de calidad para todos, fomentando el pensamiento crítico, la empatía y la ciudadanía global.
Participación ciudadana: Fomentar la participación ciudadana en la vida política y social, a través de organizaciones comunitarias, movimientos sociales y elecciones democráticas.
Cooperación internacional: Fortalecer las instituciones internacionales y promover la cooperación entre países para abordar los desafíos globales.
Desarrollo sostenible: Adoptar prácticas sostenibles en todos los aspectos de la vida, desde la producción y el consumo hasta la gestión de los recursos naturales.
Combate a la desigualdad: Implementar políticas que reduzcan la desigualdad económica y social, garantizando que todos tengan oportunidades para mejorar sus vidas.
Promoción de los derechos humanos: Defender los derechos humanos de todos los individuos, sin excepción, y trabajar para eliminar todas las formas de discriminación.
Desafíos y consideraciones:
Es importante reconocer que la construcción de una sociedad ideal enfrenta numerosos desafíos, como la desigualdad, el conflicto, el cambio climático y la globalización. Además, las concepciones de una sociedad ideal pueden variar significativamente entre diferentes culturas y grupos sociales.
En conclusión:
La sociedad ideal es un concepto que nos inspira a trabajar hacia un futuro mejor. Aunque nunca podremos alcanzar un estado de perfección absoluto, podemos hacer esfuerzos constantes para crear una sociedad más justa, equitativa y sostenible para todos. Es fundamental que cada individuo asuma su responsabilidad y trabaje en conjunto para construir un mundo más humano y compasivo”.
Esto lo digo yo: A estas alturas de nuestra civilización, la respuesta a qué debemos hacer para conseguir y vivir en un mundo mejor, está…pero lo que aún no sabemos es cómo cambiar la idiosincrasia del ser humano.
Cordial saludo
Buenas noches señor Brun. Como siempre la IA nos ofrece algo que ya teníamos antes de ella a través de pensadores, predicadores, poetas, psicólogos, filósofos, sociólogos y jurisconsultos. El problema es que los que deberían trasladar esas ideas a la realidad, los políticos, nunca han estado a la altura de sus obligaciones, y han primado (o se han visto obligados a primar) el enfrentamiento a la cooperación y la parcialidad a la globalidad y al entendimiento. La cuestión, para empezar, como indica usted al final de su comentario, es que ningún dirigente se atreve a decir que el problema y la imposibilidad de alcanzar esa sociedad ideal es el propio e imperfecto ser humano; y que si se desea de verdad llegar a esa sociedad hay que «cambiar» de raíz a ese ser humano mediante técnicas biológicas, médicas, sociológicas, educacionales, sicológicas y varias más, con el fin de abolir de la esencia humana modos, circunstancias y comportamientos que podrían, hoy, hacernos dudar de poder seguir clasificando como humanos al resultado de la aplicación final de esas técnicas. Necesitaríamos a algún genio que, a nivel global, nos convenciese a todos de que esto es un juego y que debemos ser como el niño protagonista de la maravillosa película «La vida es bella» (para mi una de las 10 mejores películas en la historia del cine) y creérnoslo. Un abrazo y muchas gracias por plantear novedosamente estas cuestiones.
Poco que añadir a su estupenda digresión y a los excelentes comentarios de mi amigo el sr. B.
La verdad es que su IA, es tan racional, don Francisco, es tan humana o, si quiere, tan humanista, que tengo mis sospechas sobre ella. Perdóneme por dudar, sr. Brun.
Me parece una nueva versión de la Utopía de Tomás Moro, actualizada, eso sí. Me parece más una profunda elaboración reflexiva de un ser humano, pongamos que como usted.
No concibo que una IA, pagadas y diseñadas todas por mega-capitalistas como Elon Musk, promuevan la igualdad de oportunidades o la justicia social. La IA va de la mano del capitalismo salvaje y no parece lógico que para una sociedad ideal no promueva la preeminencia del sacrosanto «mercado» y de las medidas neoliberales.
Permítame deirle, estimado, que su IA parece más bien haber salido de una cocina socialdemócrata o del liberalismo-social centrista. Entiéndame usted, por favor, cuando digo socialdemocracia me refiero a la nórdica europea no al socialismo cutre del sur de Europa o al justicialismo argentino.
Una IA se diseña, sobre todo, para suprimir puestos de trabajo. Una sociedad sin trabajo, sin actividad de las personas, no es una sociedad ideal. No. Una IA se diseña para sustituir las decisiones humanas y a los propios humanos. Una sociedad que relegue a un último lugar al ser humano no es una sociedad ideal. No.
Confiéseme, Don Francisco, de dónde ha salido su subversiva IA. Subversiva, ya que todo lo utópico lo es.
Saludos cordiales.
La inteligencia artificial se defiende:
Ante esta pregunta: La inteligencia artificial dejará sin trabajo a miles y miles de personas en todo el mundo, ¿qué destino tendrán estos desocupados?.
La escurridiza Inteligencia Artificial me responde:
—La pregunta sobre el destino de las personas que pierdan sus empleos debido a la inteligencia artificial es compleja y genera un gran debate. Es cierto que la IA tiene el potencial de automatizar muchas tareas, lo que podría llevar a la desaparición de ciertos puestos de trabajo. Sin embargo, es importante considerar varios aspectos:
Impacto de la IA en el empleo:
Destrucción de empleos: La IA automatizará muchas tareas rutinarias y repetitivas, lo que podría llevar a la pérdida de empleos en sectores como la manufactura, la atención al cliente y la contabilidad.
Creación de nuevos empleos: Al mismo tiempo, la IA también creará nuevos empleos en áreas como el desarrollo de IA, la ciencia de datos, la ciberseguridad y la gestión de datos.
Transformación de empleos existentes: Muchos empleos existentes se transformarán, requiriendo nuevas habilidades y conocimientos.
Destino de los desempleados:
Reentrenamiento: Será fundamental ofrecer programas de reentrenamiento para que las personas puedan adquirir las habilidades necesarias para los nuevos empleos que se generen.
Nuevas formas de trabajo: Podrían surgir nuevas formas de trabajo, como el trabajo por proyectos, el trabajo independiente y la economía colaborativa.
Redistribución de la riqueza: Será necesario discutir y diseñar políticas públicas para garantizar una distribución más equitativa de la riqueza generada por la IA.
Ingreso básico universal: Algunos expertos proponen la implementación de un ingreso básico universal para garantizar un mínimo de bienestar para todos.
Desafíos y oportunidades:
La IA plantea grandes desafíos, pero también ofrece enormes oportunidades. Es fundamental que la sociedad se prepare para estos cambios y que se adopten medidas para mitigar los efectos negativos de la automatización.
Algunos puntos a considerar:
Educación y formación: La educación y la formación continua serán clave para adaptarse a un mercado laboral en constante evolución.
Políticas públicas: Se necesitan políticas públicas que promuevan la innovación, la creación de empleo y la protección social.
Diálogo social: Es necesario un diálogo abierto y constructivo entre los distintos actores sociales para encontrar soluciones conjuntas.
En resumen, la IA tendrá un impacto significativo en el mercado laboral, pero no necesariamente conducirá a un aumento masivo del desempleo. Es probable que veamos una transformación profunda del trabajo, con la creación de nuevos empleos y la desaparición de otros. La clave estará en cómo nos adaptamos a estos cambios y en cómo garantizamos que los beneficios de la IA se distribuyan de manera justa y equitativa.
Es importante destacar que esta es una cuestión compleja y que no existe una respuesta única. Las consecuencias de la IA dependen de una multitud de factores, como las políticas públicas, las decisiones de las empresas y las acciones de los individuos.
Cordial saludo
Maestro, yo escribo «sucialismo»…