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Una historia de Europa (XXXIX)

A mediados del siglo XI, los intentos de los emperadores germánicos por que su anhelado Sacro Imperio cuajase en una realidad se fueron definitivamente al carajo. En verdad se trataba de un reino alemán con un poquito de Italia, porque el resto de Europa iba a su propio rollo. Hasta el reino de Francia parecía más estable, pues desde Hugo Capeto se limitaban allí a gobernar el reino. Por su parte, los emperadores alemanes ni siquiera tenían corte fija; iban de acá para allá, hoy en Sajonia, mañana en Franconia y cosas así, y tampoco influían fuera de sus fronteras: Bohemía y Hungría se independizaron, y fueron los daneses-normandos instalados en Inglaterra, no los emperadores alemanes, quienes acabaron cristianizando Dinamarca, Suecia y Noruega. Aun así, la pretensión imperial era asegurar la influencia sobre los papas de Roma para asegurar la lealtad de sus súbditos, y sobre todo controlar a los obispos locales, que eran quienes cortaban el bacalao en sus respectivas diócesis. La costumbre era que los emperadores nombrasen a los obispos a su conveniencia; pero un papa llamado Gregorio VII dijo hasta aquí hemos llegado, chavales, y en lo mío mando yo. Iglesia no hay más que una, y al emperata me lo encontré en la calle. No hay dos poderes (terrenal y espiritual) iguales, sino uno divino al que se subordina el humano. Y fue de ese modo cómo un joven rey alemán, Enrique IV, emperador nominal, se metió en un buen jardín al enfrentarse al tal Gregorio, ignorante de con quién se jugaba el bigote. Aquel pifostio se llamó Guerra de las Investiduras: Enrique reunió un consejo de obispos adictos para que declarasen a Gregorio indigno del papado (falso papa, monje pecador, desertor de su convento, aseguraba Petrus Craso); pero Gregorio, en vez de acojonarse, subió la apuesta excomulgando al emperador y dispensando de obediencia a sus súbditos. Eso ya eran palabras mayores: viéndose solo y tirado como una colilla, a Enrique IV no le quedó otra que humillarse pidiendo cuartelillo al papa en el castillo de Canosa, y lo hizo bajo una nevada tremenda, vestido de penitente y con ceniza en la cabeza (papelón ridículo que no olvidaría en su puta vida). Siguieron una serie de dimes y diretes, de incidentes y zafarranchos que acabaron con los siguientes papas reforzados en su poder con toda Europa detrás, y un Sacro Imperio poco sacro, tan agobiado por sublevaciones, traiciones y aislamiento que no le cabía un cañamón por el ojete. Así que, amanecido el siglo XII (año 1122, para ser exactos), se firmó el concordato de Worms, mediante el que los emperadores renunciaban a nombrar obispos y cada mochuelo a su olivo. Hay que señalar la importancia que Gregorio VII, aquel papa chuleta y peleón, tuvo para la Iglesia y el futuro de Europa; pues, además de emancipar (en líneas generales) al clero del poder laico, inició un proceso irreversible de centralización, prestigio e influencia. El pobre papa no llegó a ver los resultados, porque Enrique IV, que tenía buena memoria, nunca perdonó lo de Canosa y le hizo la puñeta hasta aprisionarlo y hacerlo morir exiliado (Amé la justicia y aborrecí la iniquidad; por eso muero en el destierro, dijo Gregorio mientras palmaba). Pero sus sucesores se beneficiaron de todo eso; y a partir de entonces, aunque con altibajos propios de tan turbulenta época, los obispos de Roma se convirtieron realmente en sumos pontífices. Dios no se ha servido de los reyes para regir a los sacerdotes (lo escribió Anselmo de Luca) sino de los sacerdotes para dirigir a los reyes. Pasó la Iglesia católica, a partir de entonces, a una fase ofensiva del papado en la que grandes pontífices, desde Inocencio III a Bonifacio VIII, consolidaron el enorme poder de la institución. Entre los siglos XI y XIII los papas y su espectacular organización europea sobrevolaron la totalidad de un Occidente donde la idea de imperio se desvanecía en favor de una res publica christiana de naciones soberanas. Intelectuales de campanillas como Bernardo de Claraval (hoy san Bernardo) aseguraron a la Iglesia una sólida base doctrinal, y los predicadores y órdenes mendicantes garantizaron el fervor del pueblo analfabeto mientras una burguesía cada vez más influyente crecía en las ciudades. Según la Iglesia, fuera de ella no había pensamiento ni salvación posibles; y los disidentes, herejes e infieles podían ser legítimamente masacrados. Para contrarrestar ese poder y ejercer el suyo, reyes y príncipes se pertrecharon de abogados, juristas y representantes del pueblo. Dos modelos distintos, abocados al enfrentamiento empezaban a verse en el horizonte. La Europa moderna iba estando a punto de caramelo; pero antes viviría momentos apasionantes con la lucha contra el Islam y las Cruzadas.

[Continuará].

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Publicado el 1 de octubre de 2022 en XL Semanal.

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Bixen
Bixen
2 años hace

«El 83% de los finlandeses pertenece a la iglesia evangélico-luterana y el 1,1% a la ortodoxa». Son los que hablan finés, que ni sin ser escandinavos, son más Península que los de Groenlandia.

Basurillas
Basurillas
2 años hace

Pobre Gregorio VII, de siempre la lucha contra el tirano y arrollador poder político, económico y despótico se salda con graves perjuicios personales. Desde Nuestro Señor así han sido las cosas. La independencia, por desgracia, siempre tiene consecuencias para el que la ejerce.

Gabriel Fernández
Gabriel Fernández
2 años hace

Don Arturo este es la parte de la historia que más me ha emocionado desde que usted la publicara aquí en Zenda. Mil gracias.

Josey Wales
Josey Wales
2 años hace

«Según la Iglesia, fuera de ella no había pensamiento ni salvación posibles; y los disidentes, herejes e infieles podían ser legítimamente masacrados». Claro, por eso se leía a Aristóteles y a Platón, fervientes católicos como todo el mundo sabe, en las universidades de la Iglesia. Por eso los franciscanos y dominicos comenzaron a hacer prácticas de tiro en vez de fundar escuelas de árabe para evangelizar a los mudéjares y pasar a tierra de moros a evangelizar. Por eso hubo musulmanes y judíos en España hasta 1492, junto a ortodoxos en Hungría, Croacia, Polonia, Venecia, Génova, Ragusa, Nápoles, Sicilia, los reinos cruzados, etc. No hay nada como afirmar porque sí.

Francisco Brun
2 años hace

Siempre pienso que la historia del hombre, es un camino lineal, no puede ser de otro modo; pero si consideramos que existiera como en la ficción de la película Volviendo al futuro, Alguien que pudiera modificar ciertos hechos del pasado, el curso de la historia también se modificaría. Esto sería deslumbrante, y gran parte de la humanidad no habría nacido, o miles, en lugar de nacer en una cuna de paja, habrían nacido en una de oro.
Quizás, hoy el mundo con minúsculos cambios en la historia podría ser otro totalmente distinto. Imaginemos por ejemplo que aún mantuviéramos la idea que la tierra fuera el centro de nuestro sistema planetario, o que la ciencia no hubiera avanzado, y entonces el correo y las cartas serían empresas multinacionales con un poder inmenso, dichas empresas podrían si quisieran dejar aislado del conocimiento a regiones enteras del mundo.
Tal vez, continuaría la tracción a sangre, y la vida sería más lenta y aburrida. También la música continuaría siendo clásica con instrumentos a cuerda o de percusión, la guitarra eléctrica no existiría, y menos aún los Beatles.
Seguramente continuarán las guerras porque el hombre es incorregible.
Los legítimos pueblos originarios de América a estas alturas, tendrían seguramente una cultura dedicada al cuidado del suelo, el agua, el aire, y quizás un desarrollado sentido de la existencia.
¿Y la religión?, quien puede contestar esta pregunta; esta es una de las preguntas que en mi opinión no tiene respuestas. Hace muchos años una maestra de mi escuela primaria me dijo:
—La religión, la ha inventado el hombre para satisfacer de algún modo todo aquello que desconoce.

Josey Wales
Josey Wales
2 años hace
Responder a  Francisco Brun

Y yo puedo decir a su maestra que esa respuesta se la ha inventado ella para explicar lo que no puede demostrar, es decir, la inexistencia de Dios y la falsedad de toda religión. La sinrazón siempre puede volverse contra nosotros y habría que tener fe para creerla, porque basta ver la perfección de las leyes de la Naturaleza para saber que detrás de ellas no está el azar, sino una inteligencia superior. Que me lo expliquen.

Francisco Brun
2 años hace
Responder a  Josey Wales

Si pudiéramos separar a Dios de la religión, quizás, muchísimas más personas tendrían fe. Fe, al comprender la grandiosidad del universo, al que seguramente sin ayuda jamás podremos descubrir ni la milésima parte de su funcionamiento.
Si solo nos concentramos en el ser humano, pareciera ser que esta maravillosa conjunción de células, que conforman órganos, y el conocimiento de su finitud, no sería posible de existir sin una inteligencia superior que la hubiera proyectado.
Por esto, yo creo fervientemente en ese arquitecto superior que proyectó y llevó a la práctica, la vida, y su entorno, Dios.
Pero permítanme decir, que me resulta muy difícil creer en todo aquello escrito por el hombre, aunque lo haya hecho hace más de dos mil años.

Josey Wales
Josey Wales
2 años hace
Responder a  Francisco Brun

Nada tengo que comentar a su respuesta, una vez admitida la existencia de Dios. Sus creencias personales son asunto suyo, yo no pretendo entrar en su casa. Pero la existencia de Dios es evidente no sólo en la creación, sino también en su conservación. No es una cuestión de fe cuando puede constatarse con la observación.

Ricarrob
Ricarrob
2 años hace

¡El poder, el poder! ¡Qué tiene el poder! Quizás, el poder joder (con perdón por la inconveniencia). Hasta humillarse para conservarlo. ¡Qué poca dignidad! Nada ha cambiado respecto a hoy, miren a su alrededor…

Dos modelos distintos, dos doctrinas excluyentes, dos búsquedas de la verdad… o de la mentira. Muertes, destrucción, sufrimientos, esclavitud, todo a causa de concepciones contrapuestas. Humanidad absurda, incapaz y destructiva. Dios o los dioses, hacen mal en no exterminarnos. Pero, bueno, quizás nos vamos a encargar de ello nosotros mismos.

Mis disculpas, tengo un mal día.

Francisco Brun
2 años hace
Responder a  Ricarrob

Pienso sinceramente que hoy el mundo es una jungla de animales feroces, reptiles asesinos e insectos ponzoñosos; catálogo que bien le cabe al hombre en todos los sentidos.
Sin duda existe la bondad, pero creo que la misma se encuentra en franca extinción.
El poder, como bien dice usted señor Ricarrob, es algo que acompaña a la humanidad por siempre, diría que es nuestro objetivo de vida aunque no lo reconozcamos; así como nadie quiere arrodillarse ante un semejante, la inversa de esta actitud, tal vez la podemos soportar con la convicción de que se nos respeta por algo.
El ser humano es muy curioso y puede pasar de la servidumbre al patronazgo a la velocidad de la luz.
Hoy mismo, Oriente y Occidente se disputan por ser los principales dueños de las nuevas tecnologías del conocimiento o dueños del mundo que es lo mismo. Alguien ganará la partida o la mayoría de nosotros seremos los próximos patos de la boda de una guerra próxima al exterminio humano. Así funciona el mundo, un manojo de poderosos hijos de mil puta, que viajan en sus lujosos yates y en sus aviones privados junto a sus putas, recorriendo los mares y cielos del mundo, son los dueños de la vida de millones de familias que se levantan por las mañanas a ganarse un porvenir modesto, y un futuro mejor para sus hijos.
Por esto, creer en Dios para muchos se les hace algo difícil, no obstante, para los que sí creemos, debemos de tener la responsabilidad de al menos poder imaginar un mundo en donde los mayores y los niños puedan vivir seguros y felices.

pedro
pedro
2 años hace

Julián Marías escribió un gran libro compendio de figuras de la cultura y por aquellos lares destacaba San Bernardo por su sutileza y concreción sensata .En aquella época la sensatez fue monástica .Las obras civiles estaban por llegar pronto antecesor de la Catedral de Paris y emos las ciudades .
El gran invento español fue el espíritu santo las tres personas en una obra .Siglos después desordenando los siglos .Los ángeles geómetras ,libreros ,etc
El Imperio que más estómagos , que alimentar y así lo celebro .
La barbarie especializo .

Ricardo Medina
Ricardo Medina
2 años hace

Muy buenos comentarios sobre este capítulo XXXIX; opiniones mesuradas e inteligentes. Saludos cordiales a todos ✌️✌️

Rose
Rose
2 años hace

Me siento honrada por formar parte, aunque sea como oyente

pedro
pedro
2 años hace

se suele decir ,contar que un cuadro venido de Alemania a Italia no obtuvo una interpretación ,Italia cuna de Arte ,fue llevado a Inglaterra o un inglés en Italia interpreto el arte del cuadro.

Antonio
Antonio
2 años hace

Un cáñamon,por el ojete,seguro que es el ojete del culo»

Roberto G. Boza
Roberto G. Boza
2 años hace

La historia con humor del bueno, se aprende mejor. La aridez no ayuda al conocimiento. !!muy bien escritor!!