Entre los siglos IX y X, el mundo más o menos mediterráneo en torno al que se articulaba la historia tenía tres espacios geográficos: la Europa occidental, el imperio bizantino de oriente y los países musulmanes. Pero a diferencia de los dos últimos (Constantinopla, Córdoba y Bagdad eran ciudades importantes), el territorio que podríamos llamar europeo era más bien rural: pocas ciudades, casi todas arruinadas; y en el campo, mercadillos locales, castillos de señores feudales más analfabetos que otra cosa, monasterios dedicados al ora et labora y población campesina. No es raro, con ese panorama, que en las crónicas de los musulmanes españoles de la época, intelectualmente muy refinados para su tiempo, se mencionara a los cristianos como bestias pardas y bárbaros del norte, cosa que (tampoco vamos a tirarnos pegotes con eso) en realidad eran, o éramos. En esencia, la vida en los estamentos sociales más bajos era una auténtica cabronada: los monjes rezaban y comían caliente y los nobles hacían la guerra y violaban a mujeres e hijas de sus siervos sin preguntar si sí es sí, o si no es no, mientras la mayoría de la gente echaba los hígados trabajando en el campo como animales. El comercio de esclavos como botín de guerra e incursiones piratescas se mantenía activo (también musulmanes y bizantinos lo practicaban con entusiasmo), y una crónica de la época señala, para no dejar dudas, que en Marsella se vendían hombres y mujeres, según la costumbre. Casi todos los campesinos medievales curraban tierras que no eran suyas sino de los reyes, la nobleza o la Iglesia. Y tanto les apretaban las tuercas con impuestos y abusos, que estallaron muchas revueltas, todas con menos futuro que hoy, en España, la biblioteca del Congreso de los Diputados. Por ejemplo, el Roman de la Rose detalla un estallido revolucionario que en el año 997 fue ahogado en sangre: A varios mandó el duque arrancar los dientes y a otros los ojos, y muchos fueron quemados vivos. Tal era, sin paños calientes, el mundo feudal: palabra que procede de feudo, o sea, concesión de un rey o señor a un vasallo a cambio de ayuda, respaldo político y asistencia en la guerra. Visto desde abajo no todo era malo, y también el sistema tenía sus ventajas; pues a cambio de impuestos, derechos de pernada y otros privilegios, el señor feudal contraía la obligación de impartir justicia, atender a su gente y protegerla de enemigos, saqueadores, bandoleros y otros incordios. Dicho esto, lo más destacable (basta consultar los textos de la época para comprobarlo) es que aquellos señores feudales eran una pandilla de hijos de la notoria y grandísima puta, que practicaban el asesinato político, la venganza, el atropello y el reventar al vecino con una naturalidad pasmosa. Pérfidos, brutales, sanguinarios, aquellos fulanos vivían (y morían) pendientes de quedarse con las tierras de otros mediante matrimonios, herencias, asesinatos y comidas de oreja al duque o al rey de turno. Hasta el siglo XII más o menos (a partir de ahí los fueron domando a estacazos) los monarcas toleraron ese estado de cosas y esa chulería feudal, porque necesitaban a aquellos animales con caballo y armadura, ligados a su rey por juramentos de lealtad, para verse respaldados o para hacer la guerra. Así, a cambio de ese apoyo político y militar, el noble no pagaba impuestos y era en su tierra señor de horca y cuchillo. Conferidas al clero las labores intelectuales, el oficio de las armas era el que daba prestigio, riqueza y poder. Y de ese modo, convertida en ejército profesional cuya distinción se legaba de padres a hijos, la nobleza feudal se convirtió en principal fuerza y símbolo de la Alta Edad Media. Si la Iglesia poseía las almas, ella poseía los cuerpos. Lo del refinamiento caballeresco, el amor espiritual y otras mariconadas cortesanas vendría más tarde. En aquella primera etapa, la cultura se dejaba a las mujeres (las de clase privilegiada, por supuesto), mientras que los varones de la nobleza eran educados desde niños exclusivamente en el arte de la guerra: toda su formación era el combate, y toda su cultura, romances y canciones bélicas. De ese modo, los guerreros de Francia y España (esta última ya con dos siglos de acuchillarse con la morisma local, lo que no era mala escuela) se convirtieron en los mejores del mundo de entonces. Volviendo al historiador Pirenne, que (pese a ser belga y estar hoy un poquito superado) lo resumió bastante bien: Violentos, toscos, supersticiosos pero excelentes soldados, esos caballeros practicaban comúnmente la perfidia, pero jamás faltaban a la palabra dada. Y, bueno. Así fue. Mientras tanto, en torno a ellos, con sus virtudes y defectos, fraguaba despacio la futura Europa.
[Continuará].
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Publicado el 17 de septiembre de 2022 en XL Semanal.
Entregas de Una historia de Europa:
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El feudalismo en España fue marginal y sólo existió en la Cataluña al norte del Llobregat. En los demás territorios funcionó el fuero, la carta puebla, el contrato enfitéutico, la behetría y un montón de instituciones jurídicas que garantizaban la libertad de los plebeyos. Es una pena que los que escriben sigan apegados a los tópicos dieciochescos. En España había una muy numerosa nobleza hidalga o infanzona y la población era libre y, generalmente, propietaria o usufructuaria de la tierra. Otra cosa es la calidad de la tierra, la dificultad que entrañaba ponerla en explotación y la pobreza del propietario, porque sin buey, mula o caballo que abra los surcos, no se puede sacar nada a la tierra. En Cataluña, las tierras altas que habían sido abandonadas durante el Bajo Imperio Romano fueron colonizadas nuevamente: todos querían ser propietarios. La Reconquista implicaba la repoblación, y para atraer colonos, los reyes debían ofrecer privilegios y libertades; aparte de esto, las milicias concejiles, peones y plebeyos de toda clase debían recibir su parte, y muchos se convertían en caballeros en tal campaña o cual asedio. Por eso, en el siglo XVI, entre el 10 y el 15% de la población era noble, aunque no tuviera un real, y los plebeyos acomodados, como el célebre alcalde de Zalamea, eran legión. Otra cosa que el autor olvida es la institución municipal, de origen romano, que era básica para que los villanos pudieran resistir los desmanes de los señores cuando la autoridad real languidecía. Los municipios dieron a los reyes los recursos para meter a los nobles en vereda en Castilla, donde eran bastante turbulentos, sobre todo durante los interregnos, guerras civiles y minorías de edad de los reyes. En Aragón, los nobles tenían menos poder, aunque los reyes no podían hacer nada sin ellos y las ciudades reunidas en las cortes. En Navarra se dice que «aquí hubo antes leyes que reyes»; y es famosa la anécdota del rey Fernando el Católico mandando cerrar la ventana porque había corriente «si no es contrafuero», ironizando con la celosa defensa de sus libertades de sus súbditos aragoneses. También es famoso el pleito que perdió Felipe II sobre el agua que un villano (con tierras río arriba) desviaba, dejando muy poca para regar los jardines reales. Ni reyes ni nobles hacían lo que les daba la gana cuando había orden y ‘legalidad’ en los reinos. Pero no siempre lo había, claro.
La mención de los derechos de pernada es un mito ilustrado que ofende a la inteligencia. Pudo haberlo habido en algun territorio europeo recién evangelizado como vestigio pagano, pero allí donde había legislación y obispados, no existía tal cosa. Y en España, jamás. La violación está penada con la muerte en el fuero de Navarra, y creo que también en el Fuero Juzgo y el de Aragón. Otra cosa es que los nobles levantiscos ‘corrieran la tierra’ y entraran en aldeas y conventos como bestias en celo con bastante frecuencia durante algunos periodos de anarquía. Pero el derecho de pernada no existía desde que empezó a decirse ¡vive Dios!
Es un poco superficial cargar las tintas sobre los nobles -que merecen los epítetos- y no hacerlo con las nobles cortesanas -de ahí viene su otra acepción-, que, con la boca obtenían de los reyes en la corte más de lo que ganaban los nobles en la guerra, ni sobre los villanos y plebeyos, quienes también debían de ser canela fina. Por no hablar de aquellos buenos frailes que a veces tomaban la espada, como el santo de Fitero que fundó la orden de Calatrava y salvó Castilla con unos cuantos compañeros que debían dar tajos con el acero con tanta gracia como cantaban salmos. Eran tiempos recios y las gentes no diferían de nosotros en bondad o maldad, sino en el temple y la ocasión.
Efectivanente, historiadores como don Claudio nos indican que aquí no arraigaron las estructuras feudales. La necesidad de la defensa de las tierras fronterizas, móviles y durante tantos siglos, hizo conceder muchos privilegios, individuales y urbanos. Y títulos y prevendas y tierras en propiedad, no solamente a la nobleza. Y dió lugar a que todo el mundo poseyera nobleza, fueran hidalgos o hijosdalgo o hijos de algo, en tono peyorativo de tan abundante. Tan arraigado está aquí el tema que, actualmente, las empresas se sirven de esta atávica hidalguía para establecer innumerables niveles jerárquicos para que casi todo el mundo tenga su parcelita de jefatura aunque sea minúscula. Han establecido una nueva tipología: los jefesdalgo.
¡Jefesdalgo, genial! Me cabrea mucho la habitual sensación de superioridad moral del hombre moderno, como usted ya sabe, pero es ignorancia. En la Edad Media, la población se rebelaba cuando había un nuevo impuesto o se juntaba una crisis (como una mala cosecha) y una fiscalidad que no era ni la mitad porcentual de la nuestra. Si un noble hubiera dicho que el dinero público no es de nadie o hubiera puesto una tasa a la leña (el gas de la época), lo hubieran hecho cuartos. Ah, pero el hombre medieval era un borrego y el de ahora es un ser consciente y racional. Ja!
Pues sí, sorprende el actual servilismo del populacho y a estas alturas ni el furbo ni los vapores etílicos del domingo o cumpleaños infantil de turno lo justifican.
Qué podrá ser?
Creo que mucho tiene que ver ia época. El autor inicia este capítulo en la Alta Edad Media, especificamente los siglos IX y X. Ya vendrán tiempos mejores.
Cierto. Fue hacia el año 1000 cuando los magiares se convirtieron y dejaron de aterrorizar Europa central. A los vikingos les pasó lo mismo. La dinastía macedonia apuntaló el Imperio Bizantino, recuperó territorios perdidos y frenó a los árabes. El fin de las invasiones dio un respiro, pero duró poco.
Por «Cataluña» te refieres a «La Marca Hispánica», ¿cierto?
Lo digo porque, según tengo entendido, referirse al noreste peninsular en esos tiempos como Cataluña sería inexacto cuanto menos.
La pulla de la semana: «…estallaron muchas revueltas, todas con menos futuro que hoy, en España, la biblioteca del Congreso de los Diputados.» Suponemos que don Arturo sabe de lo que habla, por lo que ya nos informa o nos da su opinión respecto al escaso uso que le dan a este departamento nuestros políticos, en la preparación de sus preguntas, enmiendas, proposiciones y propuestas.
Respecto al resto del artículo un breve resumen: eramos unas bestias pardas. Tal vez lo sigamos siendo…
Evidentemente hay, seguro, un aspecto que no consultan sus señorías. Es la documentación historica. Su ignorancia en ese tema es provervial y notoria. Pero seguramente no consultan ninguno. Comparar estas actuales cortes con cualesquiera otras anteriores es una afrenta intelectual.
Respecto a lo de bestias pardas, yo creo que había antes y había ahora y tanto antes como ahora los hay que no lo son. Lo que no sè decirle es en qué porcentaje antes y ahora. Quizás algo se pueda medir al respecto en las próximas elecciones… lo de tropezar en el mismo pedrusco con alevosa reiteración.
Menos mal que lo eran. Si llegan a optar por el multiculturalismo y la concordia, seríamos Irak o Marruecos Norte.
Miren señores, grandes conocedores de la época y probablemente de todas ellas, para mi sólo hay, hasta ahora, una única verdad inmutable: en toda la historia de la humanidad lo único que progresa es la tecnología, los inventos y conocimientos. Sólo hemos cambiado las pedradas por misiles. La falta de ética material, las pulsiones básicas del ser, la maldad, egoismo y la agresividad, esas siguen constantes. No avanzamos ni un paso y basta observar la realidad para darse cuenta de ello. Lo importante, la oscuridad latente en nuestra esencia, sigue ahí sin dar cobijo a la bondad y a la decencia mas que como, a veces, una excepción que confirma la regla. Lo pardo anidó y sigue anidando en nosotros. No cabe el optimismo ni el dejarse engañar por la bruma de una supuesta civilización inexistente.
Está usted describiendo a Putin. Un ser emergido, parte de él, de las profundidades de lo más oscuro de la Edad Media; la otra parte parece ser una emanación de los Borgia renacentistas. Y todo ello, con acceso al terrible botón nuclear. Pero, por fortuna, también existen y han existido Teresas de Calcuta.
Ojalá Putin hubiera surgido de lo más oscuro de la Edad Media. A mí me parece un nacionalista ruso, y el nacionalismo es del siglo XIX, uno de los hijos de la Reforma protestante, la Ilustración y la Revolución francesa.
Si me incluye a mí en eso de ‘grandes conocedores de la época’, se equivoca. Después de veinticinco años estudiando historia medieval, la sensación que tengo es que sé menos de lo que creía. Habría que haber vivido en la época, viajar y conocer a sus gentes para tener algo más que un conocimiento superficial. Los medievalistas que he conocido, gente concienzuda y brillante en su oficio, tienen una sensación parecida. En lo demás estoy bastante de acuerdo con usted. Que yo sepa, el hombre actual no está hecho de una materia diferente. Las barbaridades que sigue haciendo, amplificadas por un mayor dominio de la técnica y un grado supremo de soberbia que le ha llevado a la total independencia de la moral, siguen procediendo de su interior, de su alma.
Leyendo hoy este artículo he tenido un recuerdo por asociación de ideas. Al leer las salvajadas que cometían estos fulanos y su impunidad, me ha recordado al «noble» del siglo XV Gilles de Rais, de infausta memoria.
La superficie q ocupaba una ciudad romana era 10 veces la du castillo .Si habitaban 2000 en un castillo 200 ,la mano de obra e instituciones era muy inferior en organización .El riesgo llevaba a las murallas de fronteras .Desde el mito de Asturias a los fueros IX ,X pasaron 100 años .Si es cierto que La Alcazaba es monumental por inexpugnable ,las ciudades próximas mantenían vínculos y dependencia entorno a 1200 la dominación fue alternante para formar Castilla en condado .Si las ciudades de Sevilla , Córdoba son auténticas urbes iguales a Damasco y Constantinopla .Me gusta contar y Reverte entenderá q entorno a 1200 hasta 1400 es la diferencia temporal entre hoy Cervera del Rio Alhama y Alhama de Granada batalla por la conquista previa de Granada .El Vergel que se hizo ciudad y unidad de La España de Castilla y Aragón .Aun hoy existe Castillo en Jaén de Calahorra ,ciudad próxima Cervera ,.Los Leoneses ,Asturianos solicitaron unidad ante el peligro y posterior Reconquista .(Castilla llego a depender de Zaragoza ,árabe como de León o Asturias .Navarra por su situación ;pero influida por fr )
La tolerancia árabe ,musulmana permitió salir .La oscuridad del Bajo Imperio y medieval ,llevaron a recuperar el conocimiento técnico y avances etc .Hayek supo ver el camino de servidumbre de los totalitarismos ante nuestra pasiva .La edad media no circulo el dinero salvo como botín .La remuneración no existía reparto del trabajo. Francia y Carlomagno pudieron gozar de mayor estabilidad una época . en el siglo Xii no recuerdo bien exista la contabilidad ,nuestro vuestro de comercio de vino en las repúblicas de Italia ,nadie quiere hacer aguas desde Italia llego el punta pie renacer .
La Lana.El diezmo de Castilla Medina del Campo …..
Me parece que Don Arturo no ha logrado despojarse de las «LEYENDAS» sobre todo las modernas y fundamentalmente la del siglo XVIII donde los iluministas (los progres de aquel enttonces) pretendieron que todo lo anterior era malo y todo lo bueno comenzaba con ellos.
La única fuente que cita (el historiador PIRENNE) tiene una visión muy distinta de la Edad Media.
¡Ah! ¿Pero no empezó todo lo bueno con la Ilustración?
Ahora en serio. Con todos dus defectos, el Renacimiento y la Ilustración, trajeron el progreso. Y lo podemos cuestionar de las más diversas formas de forma consecuente. Pero, lo que nos está trayendo el poshumanismo, eso si que es un desastre. El relativismo absoluto de todo lo imaginable.
Y estoy de acuerdo en que es un exceso tildar toda la EM de negativa. Por lo menos, a nivel intelectual, había una búsqueda de la verdad y de la belleza (la filosofía, la literatura y el arte de la época ahí están para testimoniarlo) que hoy en día es bastante más problemática.
Y también, siento discrepar en este punto con don Arturo en cuanto a mariconadas se refiere, el amor galante, el amor cortés del siglo XIII, fue una aproximación o una superación o quizàs una anticipación, del romanticismo posterior. Lo espiritual no tiene por qué denigrarse, en mi opinión, y productos de aquella época, como el amor cortés o el catarismo, no tienen que despreciarse. Por cierto, con el espiritual catarismo terminaron a sangre y fuego.
Una vez, un indígena zapoteco (aquí, allí) me preguntó:
-¿Qué había antes en España de que llegaran ustedes a América?.
-Pues tribus-, respondí yo.
Y sonrió, como hermanándoseme.
A día de hoy, lo más visto (en vivo y en directo) por TV en el Mundo, ha sido, es o fue, el funeral de la Reina de Inglaterra (3000000000). La boda de Guillermo (William) pasa al tercero; como Carlos I o V, según se mire. No hablo de brandys-es, ¡eh!.
«éramos», según cada cual; «somos», la suma de, en este caso, ambos. Porque se nos suele olvidar que la gente, normalmente y a grandes rasgos, siempre es la misma y los que cambian son los que mandan.