El DRD4-7r es un receptor de dopamina. Lo posee el 20% de la población mundial y está considerado el gen del espíritu viajero, de quienes sienten la necesidad de aventura. El periodismo clásico siempre se ha asociado a la mítica figura del corresponsal y del enviado especial que se desplaza, descubre y entrena la mirada conociendo al otro. Y en ese reporterismo tradicional, el periodista viajero es quien concentra la mayor dosis posible de DRD4-7r.
Periodismo y viajes: Manual para ir, mirar y contar es un libro imprescindible para cualquier persona interesada en el periodismo narrativo, que también se llama periodismo creativo o crónica. Y resulta clave para quienes tengan la curiosidad en saber cómo trabajan y reflexionan 38 autores de prestigio como Martín Caparrós, Leila Guerriero, Jorge Carrión, Agus Morales, Rosa María Calaf o David Jiménez. Aquí se desvelan trucos, caminos, mapas, métodos y bitácoras.
Santiago Tejedor, autor de esta obra enmarcada dentro de la colección Periodismo Activo de la Universidad Autónoma de Barcelona, es periodista, codirector del Máster en Periodismo de Viajes de la UAB y escritor de varios libros de crónicas alrededor del mundo. Sus pasiones, dudas y certezas se palpan en cada línea de un texto sincero que es suyo, muy suyo; y que, sobre todo, es generoso al abrir continuas ventanas a los otros. Para que conozcamos más, para que sepamos el valor de la paciencia y descubramos que los mercados, los hospitales y los colegios son los mejores sitios para conocer un lugar.
Tejedor hila una escritura polifónica de voces (al estilo de Svetlana Alexiévich) que lanza preguntas. Y esas preguntas pueden tener respuestas o quedarse en el aire para que sea el propio lector quien saque sus conclusiones. Es un libro que ofrece consejos, detalles y que en cada capítulo te sitúa en diferentes puntos de vista. Autores españoles y latinoamericanos contemporáneos despliegan un crisol de experiencias con gentes, territorios y atmósferas. También aparecen clásicos como Heródoto e Historia (“un antídoto contra el olvido”), Nicolas Bouvier en la sugerente Crónica japonesa o Nellie Bly con la gran aventura de La vuelta al mundo en 72 días.
Se trata de una enciclopedia de reporteo, de escritura y de vida. Porque el periodismo, si se siente como una auténtica vocación, no solo es la mejor profesión del mundo, sino un modo de vivir. Periodismo y viajes es también un campo fértil para subrayar, anotar, discrepar o reafirmar convicciones. Porque muestra frases, ideas y enseñanzas que redondean lo contado. Y se fija mucho más en el cómo que en el qué: la esencia de una narración de calidad.
Es un libro que suma voces:
“Lee muchos libros y lárgate de casa” (Paul Theroux, entrevistado por Santiago Gamboa, sobre qué aconsejar a los escritores jóvenes).
“Todo el mundo necesita viajar, comer cosas diferentes, ver películas de otros países, para ver cómo lo diferente nos puede enseñar”. Lo dice el lingüista Dan Everett. En esta obra transversal también se recogen ideas del viaje de antropólogos, etnólogos, historiadores y psicólogos.
“Hay que fijarse en las mujeres cuando se viaja. En los libros de viaje tradicionalmente no están las mujeres. Las mujeres siguen siendo las reinas del territorio de lo privado. Hablar con ellas es una forma de acceder a esos espacios del día a día” (Patricia Almarcegui).
“La soledad y el silencio nos ayudan a recorrer el mundo de otra manera” (Santiago Tejedor).
“Solo el tiempo y la pausa permiten que las personas sean más que la herida que hemos ido a contar” (Xavier Aldekoa).
“Voy a escuchar, a aprender y a tratar de entender. Busco ángulos diversos. Converso y pregunto. Cuanto más, mejor. Presto mucha atención, intentando que no se me escape nada” (Rosa María Calaf).
“Es necesario volver a los sitios y pasar más tiempo: así empezamos a ver y entender cosas que la primera vez ni siquiera imaginábamos, porque estaban fuera de nuestro radar” (Ander Izagirre).
Los lectores se refugian cada vez más en este radar del periodismo narrativo, en el factor humano. La no ficción literaria editada en español vuela alto y el libro de Santiago Tejedor está contaminado, sin remedio, del gen DRD4-7r.
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