Hacía tiempo que quería leer a V. S. Naipaul. Me atraía su reconocimiento unánime como escritor y, hasta cierto punto, me inquietaba su fama de pendenciero y desabrido. Al cabo, esta imagen negativa del personaje excitaba todavía más mi curiosidad. Ante casos como el suyo siempre surge en nosotros cierto debate interior: ¿hasta qué punto puede separarse la obra de la persona? Concluimos sin dificultad que ambas facetas son independientes, y eso nos hace más conscientes, si cabe, del poder de la literatura, que en modo alguno debemos confundir con cierto “malditismo” o individualismo románticos.
En efecto, cuanto más antipático resulte un autor más al descubierto queda la independencia de sus escritos, que se convierten para nosotros en “una voz”. Al fin y al cabo, lo único que cuenta son las páginas que nos ha dejado, que leemos, en muchas ocasiones, años, décadas, o siglos después de que hayan sido escritas.
Todo lo anterior resulta especialmente significativo en un libro como El escritor y el mundo: Ensayos reunidos. Más que una antología de ensayos, la obra de V. S. Naipaul se lee como un misterioso libro de viajes, donde el autor nos habla en primera persona mientras recorre la India y distintos países de África y América.
Comenzaré por afirmar que el nobel de Trinidad y Tobago parece un escritor de todas partes. Quizá contribuya a ello su condición de sudamericano descendiente de asiáticos, o la educación europea. Su voz, a la que aludía antes, es la de un ilustrado del siglo XX, que desnuda con brutalidad las realidades más hirientes del mundo en vías de desarrollo, en un momento en el cual las colonias se han emancipado del poder de las metrópolis, dejando al descubierto la miseria e ignorancia de gran parte de la población. Sátrapas de diferentes ideologías se han erigido en líderes carismáticos que asientan su poder en el ejército y, de modo más sutil, en las religiones o en rituales mágicos.
Por ejemplo, así sucede en la India, que ocupa la primera parte del libro. En concreto, el último de los ensayos es el relato magistral y cargado de ironía de un proceso electoral: “Las elecciones de Ajmer”. Como si el autor hubiera deseado adentrarnos poco a poco en el mal, viene a continuación la segunda parte: “África y la diáspora”, en la cual, a lo largo de diversos viajes, Naipaul nos sumerge en su Trinidad y Tobago natal, así como en lugares del Caribe o en isla Mauricio, para concluir en el Congo de Mobutu y en Costa de Marfil. Este periplo por tiranías de distinto signo se convierte en una pesadilla conradiana, en un descenso a los infiernos del mundo en vías de desarrollo.
El autor afirmó recientemente que un escritor está en todos sus libros y, sin duda, aunque confieso no haberla leído, los argumentos de estos viajes nos recuerdan al de su obra maestra, Un recodo en el río (1979), novela que aborda la vida en una imprecisa dictadura africana, reverso de ficción de los viajes de Naipaul narrados en El escritor y el mundo.
La tercera parte, “Acontecimientos americanos”, incluye un ensayo que resulta especialmente perturbador, el titulado: “Argentina y el fantasma de Eva Perón (1972-1991)”. Abarca la turbulenta historia de Argentina, desde la vuelta del general Perón en 1972, hasta el final de la dictadura de Videla y el retorno de la democracia. Se trata de una visión alucinada del país, que oscila entre la sátira y el relato de terror. Subyace en este texto genial el desenmascaramiento de los regímenes autoritarios, que se sirven demagógicamente del lado emocional de las personas para asentar su poder. En particular, el peronismo se sirvió de Eva Perón: de la escenificación de su amor al pueblo, y su odio a unos ricos y oligarcas a quienes no terminaba de definir.
Los avatares folletinescos en que se vio envuelto el cadáver de la primera dama, embalsamado y luego desaparecido durante casi veinte años, convierten el texto de Naipaul en pesadilla macabra en la cual hace su aparición Jorge Luis Borges, de quien el autor traza un retrato sin piedad: el de un narcisista centrado en la literatura e indiferente a los desmanes políticos que se cometen en Argentina.
En definitiva, al margen de la cultura, la ideología o la simpatía o antipatía que nos inspire un escritor, lo que prima en Naipaul es una voz poderosa, que traza pesadillas que avanzan con una precisión matemática al describir los horrores visibles e invisibles de los países en vías de desarrollo. A quien quiera acercarse al nobel de Trinidad y Tobago, le recomiendo las reseñas que sobre él escribió el todavía presidente de la RAE Darío Villanueva, disponibles en la página web de El Cultural.
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Autor: V. S. Naipaul. Título: El escritor y el mundo. Traducción: Flora Casas. Editorial: Debate. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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