¿Se puede pintar con las palabras? Dar respuesta a esta pregunta fue lo que traté de hacer al escribir Ver Barcelona. Soy apasionada de la pintura y al no poder pintar por varios años pensé que podía hacerlo escribiendo. Así que dividí los capítulos del libro como si fueran colores que van a ser mezclados en la paleta. Por ejemplo, el primer capítulo se titula “Verde Bosque” y lleva una explicación: “Es el cuarto color del espectro solar. En contraposición a seco. Se dice de los árboles y las plantas. De todo lo vivo”. O bien el capítulo “Azul Calendum” y su explicación: “Dícese del color azul similar al mostrado por la bóveda celeste o el cielo, diferenciándose por ello de los otros tonos”.
Y así los acontecimientos van generando nuevos colores por mezclar en un lienzo que el personaje de Gloria está pintando. Aunque también, además de una pintura, Ver Barcelona es una novela de viajes. En este caso es un viaje relacional. Un viaje entre dos mundos. Más si se trata de dos territorios que de por sí se conocen por su belleza, ya que Barcelona y el caribe de Costa Rica son dos orillas deseadas para muchos que llegan a remojar las expectativas vitales en sus aguas. Podemos ver sus mares, sus calles, sus edificios, pero en este caso se trata de otra forma de ver, así que es un viaje entre dos visiones, dos idiosincrasias, donde se mezcla la cosmovisión bribri de la comunidad y la catalana del trabajo fuerte y los pactos. Es un viaje con personajes que fueron seleccionados para embarcarse como antípodas culturales, morales, con la finalidad de retroalimentar la mirada del lector, que va pintando capítulo a capítulo la historia de Forever, Gloria, Jordi y Soledad. Se trata de una mirada consciente, sin velos ni autoengaños de ese paisaje que habitamos y que solemos mirar de prisa sin sus sombras ni sus veladuras.
Ver es siempre ver afuera y ver adentro, en una doble vía dictada por lo que pensamos y lo que sentimos, y es desde allí donde aparece el argumento: una adolescente indígena del pueblo bribri es la única sobreviviente de su clan al desprenderse la montaña por la erosión causada por la explotación maderera. Forever corre y busca ayuda en el pueblo vecino, y a cambio de ropa y comida es drogada y llevada en tráfico de personas hasta Barcelona. La ciudad de Barcelona es pilar del diseño y las artes, y es allí donde aparece Gloria, una pintora exitosa que no encuentra inspiración y no puede dormir desde hace días. Gloria necesita una asistente y contrata a Forever. Los primeros días Forever casi no habla y se muere de frío. Le parece que la gente vive en casas tristes sin tierra que cuidar y no entiende cómo no tiene ni pasaporte. Limpia, ordena y cocina comida que no le gusta mientras Gloria, mujer de cincuenta, sin hijos y con un novio llamado Jordi, se sienta frente al lienzo en blanco, donde aparecen apenas siluetas esbozadas y manchas de color verde en sus contornos. Gloria fuma y toma ansiolíticos. Forever sonríe por primera vez cuando Gloria le paga el salario. Ahora sabe que puede ahorrar para volver a construirse su propia casa. Esa misma mañana se siente mal. ¿Está enferma? No, ella sabe que está embarazada, pero no tiene idea de cómo sucedió. Y es aquí adonde empieza la verdadera historia de Ver Barcelona. ¿Quién la embarazó? ¿Qué pasará con la criatura? Forever es doblemente víctima de tráfico en su condición de menor de edad que trabaja sin pasaporte y en su condición de portadora de un bebé que dará en adopción a Gloria.
Poco a poco los colores se van superponiendo entre los capítulos y con ellos va surgiendo una paleta y un manual de pintura que Gloria tiene guardado. El manual, sabrá el lector, tiene una fórmula encriptada para leerse y es buscado desde la Guerra Civil por los maquis para recuperar un dinero que les fue robado y que era para comprar armas. Poco a poco se afina la percepción y el lector va viendo lo que realmente pasa en Barcelona, qué es lo que pasa en la pintura que Gloria finalmente pinta y que tiene en la futura hija de Forever su protagonista. Podría decirse que es una historia dentro de otra historia dentro de otra historia, como una matrioska que se abre sobre la repisa.
Quien ha pintado alguna vez y mezclado pigmentos sobre una tabla sabe que el color existe en la dimensión mental hasta que la mezcla formulada da en el punto propicio para que corresponda la vibración con la materia. Ahí es donde vemos la energía del color comunicándose con las otras energías. Un sistema pictórico que es todo un viaje de relaciones con el mundo de las percepciones. Por eso quise describir el proceso de hacer un cuadro desde la preparación misma del bastidor, el dibujo, el manchado, la mezcla de pigmentos, la disolución del tono con los diluyentes, la aplicación de la goma o el aceite, las veladuras, el brillo, etc. Este proceso funciona como metáfora y es al mismo tiempo un procedimiento para crear otro grupo de personajes. Los que estarán en la pintura que Gloria al final de la novela concluirá. Un grupo de personajes que unirán estos dos mundos y harán un solo viaje finalmente reconocido para ambos territorios.
No pretendo en la novela tomar partida ni hacer un juego de buenos y malos. Más bien es la misma sinergia la que va montando sus acciones conforme los sucesos cobran vida y así también se cobran las cuentas a los culpables. Se descubre el lenguaje del manual de pintura y finalmente quién es el padre de la hija de Forever.
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Autor: Dorelia Barahona. Título: Ver Barcelona. Editorial: Kalathos. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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