Antonio Marín Albalate (Cartagena, 1955) es autodidacta y cultiva la poesía y el ensayo. Ha coordinado libros en homenaje a poetas y cantautores como José Agustín Goytisolo, José Hierro, Serrat, Pablo Guerrero o Luis Eduardo Aute. Parte de su obra se halla recogida en el disco En boca ajena (Lemuria Music, 2014) así como en el libro Infierno y nadie: Antología poética esencial 1978-2014 (Unaria Ediciones, 2015). Recientemente publicó Ramoncín, el corazón de la ciudad (Editorial Dalya, 2018), Serrat, fe de vida (Editorial Dalya, 2019) y Germán Coppini, colecciono moscas (Editorial Milenio, 2020). Es letrista en los discos Canciones del otro lado, de Antonio Fidel y Los navegantes (Lemuria Music, 2017) y Trogloditas 2, de Los Trogloditas (Lemuria Music, 2019).
Zenda publica cinco poemas de su reciente libro, El lamento de la bestia (editorial Luna de Abajo Poesía).
El canto de la bestia
Sentina de mentiras.
Estantigua de sombras.
Desfile impuro de besos
contra el sex(t)o o noveno
mandamiento.
Escalera al infierno,
el canto de la bestia
(esfinge en el muro
de las lamentaciones)
es sonido de sierpe
y nunca y siempre
cascabel que llama
a la rebelión amada
de los desterrados
por el dios del rayo
en el reino de Babia.
Celebración de lo a ti bebido
Qué camisa tan triste
la mía, con la sal de tus lágrimas,
empapándola toda
poco antes de abrazarte en el andén
para decirnos adiós.
Y qué alegre ahora
—no sin melancolía—
recordar el ángel caído
del tatuaje de tu espalda
que tan enloquecidamente besé.
Recordar y nombrarte,
más allá de esta triste camisa,
muchacha de mis noches mejores.
Caracol de luz
Como un regalo caído a mis manos,
vino el rojo encendido de tu boca
en copa de luz envolviéndome todo.
De tu boca de blanca dentadura,
vino esa luz para morder la sombra
del cuerpo que me habita.
Sin apenas darnos cuenta, vino
el deseo mudándonos de piel
como de camisa se mudan
la serpiente y los infieles amantes.
Vino, sin quererlo,
la bestia azul de los sobresaltos.
Nostalgia
Te recuerdo ebria de noche y vino
abrazada a mí, pasando calles,
plazas, avenidas, ríos de gente,
mientras lanzabas al aire —camino
del mar— tu infatigable letanía:
«ojalá y pudiera estar contigo».
Y —aunque alegre a mis oídos— era
triste, por imposible, escucharlo
una y otra vez de tus locos labios.
Abrazada a mí entre las sombras
—tan perdidas tu conciencia y la mía—,
sin más destino que los bares rumbo
al alcohol que redime y libera,
te recuerdo ahora.
Abrazada a mí, te vengo a recordar
con la nostalgia del viejo que añora
la insolente juventud de un cuerpo
que jamás, bien lo sabe, volverá
a brillar en su piel para escribirlo.
Blues del cortaúñas
Recortando tristeza de mis uñas,
oigo el llanto de la bestia
pidiéndome, por piedad,
que te olvide.
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Autor: Antonio Marín Albalate. Título: El lamento de la bestia. Editorial: Luna de Abajo. Venta: Amazon
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