Angel L. Matos González trabaja varios espacios de la poesía incluyendo la fotopesía en donde combina su arte con el lente y con la palabra. Su trabajo poético es estudiado en diferentes universidades de Puerto Rico y el exterior. En 2011 fue reconocido por la Universidad de Puerto Rico en Cayey como Ex Alumno Distinguido. Es asesor en literatura y fotografía para el Centro Cultural Casa Aboy en Santurce, Puerto Rico.
A continuación reproducimos varios de sus poemas.
******
¿Quién eras tú ensombrecida en la calle
bañada de rayos de luna sobre tu piel efímera
y tus Converse musicalizando la acera
en un desfile de miradas apalabradas?
¿Quién eras tú a solas en la oscura mesa
con tu cabello riso al vuelo de la canción
en el reflejo anochecido de tus ojos en la copa
y tus dedos desdibujando tus labios en vino tinto?
¿Quién eras tú transfigurada en el monte
celaje de piel desnuda erguida al cielo
humedeciendo la humedad del río
en una alquimia trasmutada en la memoria?
¿Quién eras tú deshecha entre sábanas
con tus senos erectos hacia Orión
tu vulva volcánica en erupción de mi boca
en una nota de despedida al despertar del vértigo?
Quién eras tú, retóricamente me pregunto.
¿Tal vez un espejismo escurridizo en un verso?
¿Tal vez la metamorfosis de una aparición?
¿Tal vez algún fetichista sueño de Dios?
El desvelo fugaz de la estrella
Llovió la noche luciérnagas infragantis en tanga
cayeron astros armados de fusil ocultos en Orión
un coro de lobos depilados cantaba a Sabina
la madrugada se diluía en el guiño del Cíclope.
Pintó el cielo su manto de pecas pecaminosas
el arañazo hidráulico del avión rayaba el celeste canvas
una procesión de santos en espirales en accidente en la avenida
un te quiero se musitaba entre dedos en la falda de Yemanyá.
Ardió la boca desdibujada en la silueta del dedo
amaneció apócrifa risa en la pegatina del farol fundido
se había gestado el homicidio de un descarado septiembre
el despertar se soñaba a sí mismo entre musas si blusas.
Esta noche soñé que el color había escapado del sueño
que corría robado de la paleta colorida de mi tierra
en un ave metálica vestida de tisne desvelado
al reflejo de una Luna disfrazada de luto.
Soñé otro espacio en otra ciudad con un corazón negro
entre telaraña de cables de edificios que punzaban el cielo
el aire se metía arrebatado de polvos decolorados
en un apagón que me llevaba preso en la memoria.
Soñé bocas que me hablaban sin palabras y gestos mudos
un mar de ojos en la costa de sus ojeras todo a oscuras
en un revuelo de pulsaciones miopes y multiplicadas
en el entierro de un ayer detenido en algún tiempo.
Soñé árboles en un continente de siluetas despavoridas
faroles, calles, alcantarillas, mares de rostros arrebatados de negrura
un reflejo monocromo de mi rostro sobre un charco huérfano
un latido en el hueco del pecho en donde falleció un latido.
Soñé la muerte gris en un ataúd de ángeles decapitados
una colérica mirada en huracanada fuga a la velocidad del trueno
un dolor que ya no arde tallado con tinta en los huesos
y soñé que me había llevado en la maleta todas las lágrimas negras de mi isla.
No es la noche y el desquicio de la gota de lluvia
cuando caen las palabras pesadas como silencio
en la dicotomía de un florecido olvido estrellado.
No es la pérdida de memoria sobre el alfiler abandonado
bajo entretejida telaraña de un pajar húmedo de rabias
en la fugaz silueta de la centella con forma de minotauro.
No es la ortografía de unos labios apalabrando un cuello
en un juego de sinónimos arrebatados de clásicos cuentos
a la fuga de memorias náufragas en perfumes madreselva.
No es ni siquiera un recuerdo en la barca a la velocidad de la luz
en un rechinar de huesos apócrifos en el mártir de un beso lanzado
donde se grafietea con libstic la gota de semen de un polizonte poeta.
Preguntas indirectas
Cómo se enciende un silencio
entre gotas temblorosas de moléculas
en la palpitación de un teclado acorazonado
solo vestido de ingenuo rayo de Lunas polizonte.
Qué lenguaje apalabra el color del suspiro
el clandestino aliento aruñado de rocío
en la mirada anónima en el ombligo de flor
en donde pernocta intranquila la desapalabrada pregunta.
Cuánto es el tiempo que contabiliza un no más
las cuentas del ábaco en coquetería se enumeran
el ardor del lápiz sobre el papel grita en grafito
al vestir de palabras el último latido del reloj.
Cuán infinito puede arder un verbo palpado
en la gramática recitada a un oído de sombras
al rayar la conjugación de algunos tiempos trapecistas
en el manto de un decir hambriento de voces.
Cuándo un cuando se vuelve libertad y cárcel en sincronía
al juego de deseos y fuegos al baño de dedos en fuga
en la tribulación que pendula entre espectros de húmedas pinceladas
y la retórica se petrifica a nombre de un carnal conjuro.
A dónde se han llevado el hueco de la nostalgia
al horizonte se maquilla de rojo entre faroles intermitentes
y adoquines de poemas hacer guardia de honor desarmada
bajo la llamada sin tono en el ala de la luciérnaga.
Quién define el final sin final del final firme
hace de las preguntas cometas con hilos de rizos libres
y de un basta un cuerpo de acuarela en canvas de sábana
en la última pulsación de un verso arrebatado de dudas.
“Cruzaste el tiempo
Cabalgas mi memoria
Luego la tempestad, la lluvia… y una luna que se dobla
En sueños me llevas siempre al mismo lugar
Donde no puedo parar de cantarle a mis días
Un bolero que te salve la vida
Un bolero que me cierre la herida”
Desmer Bueno
Tengo boleros desvelados en mis gargantas
notas musicales que no me atrevo a transgredir
veladas entre sombras amanecidas de copas
intentos de suicidados versos con un nombre anudado.
Tengo momentos deambulantes en mi memoria
rincones de islas musicalizadas en geográficas cuerdas vocales
sonrisas y lágrimas enjugadas en inocentes cantos
algunas promesas desdibujadas en apócrifas propuestas.
Tengo discografías de canciones dedicadas a tu nombre
una antología de versos que parece apalabrar tus presencias
noches infinitas tachadas en mis descalzos párpados
algunas cosas no dichas en la ronquera de mis dedos.
Tengo un tumulto para que te salve y me salve de nosotros mismos
un cuarto de espejos desmembrados en mis rayados huesos
tantas melodías en fugadas escapadas de bohemias con poemas
algunos silencios que aún no caben en ese bolero salvado de vida.
******
Angel L. Matos González nació en Aibonito, Puerto Rico (1975). Es poeta y fotógrafo. Ha ganado gran cantidad de certámenes literarios como el de la Universidad Politécnica de Puerto Rico (San Juan, Puerto Rico), la Universidad de Puerto Rico en Cayey (Cayey, Puerto Rico), Poesía Zurde (Mayagüez, Puerto Rico). Organiza noches de poesía mensualmente en diferentes rincones de Puerto Rico. Además, ha organizado y participado en noches de poesía en Santo Domingo, República Dominicana y varias ciudades de Estados Unidos.
Trabaja sus blogs El Mundo de las Palabras y Eros Parlante. Ha publicado el libro de poesía Del silencio, la ciudad y otras pasiones in(é)ditas (Terranova Editores, 2004) el cual ganó premio del PEN Club de Puerto Rico; en 2011 Barcos de papel (Isla Negra Editores); Ese verso inconforme (La Chifurnia Editores 2016); en 2022 saldrá publicado Endoscopía de la fuga (Isla Negra Editores). Ha publicado en diferentes revistas literarias y periódicos de Puerto Rico y en el exterior. Es el fundador, reseñista y fotógrafo de la página y proyecto para la música MusicartePR.
Muy lindo artículo! Angel es sin duda un orgullo de nuestro pais y nuestro lindo pueblo de Aibonito!
Excelente selección de poemas.