Teresa de Cepeda y Ahumada (1515-1582), más conocida como Santa Teresa de Jesús, es una de las figuras más extraordinarias de su época, así como de toda nuestra historia. Su personalidad combativa, su carácter extrovertido, sus experiencias místicas, el hecho de que reflejara buena parte de sus vivencias y pensamientos por escrito pese a su condición de mujer y de religiosa en el siglo XVI en España (lo que le supuso no pocos problemas y trabas), hacen de ella una precursora y una figura de interés universal. Precedido de un breve e iluminador prólogo de Clara Janés, autora también de la selección de los textos, el libro proporciona una muestra tan sutil como acertada de la obra de la santa de Ávila, y con ella una panorámica completa de su personalidad e influencia.
Zenda publica 5 poemas de esta Antología, publicada por Alianza editorial, titulada Poesía y pensamiento.
Mi amado para mí
Ya toda me entregué y di,
Y de tal suerte he trocado,
Que mi Amado para mí,
Y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida,
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado,
Que mi Amado para mí,
Y yo soy para mi Amado.
Hiriome con una flecha
Enherbolada de amor,
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado para mí,
Y yo soy para mi Amado.
Muero porque no muero
Vivo sin vivir en mí,
Y tan alta vida espero,
Que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
Después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor,
Que me quiso para Sí.
Cuando el corazón le di
Puso en él este letrero:
Que muero porque no muero.
Esta divina prisión
Del amor en que yo vivo
Ha hecho a Dios mi cautivo
Y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida,
Qué duros estos destierros,
Esta cárcel y estos hierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me causa dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
Do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga:
Quíteme Dios esta carga
Más pesada que el acero,
Que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque muriendo el vivir
Me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
Vida, no me seas molesta,
Mira que sólo me resta,
Para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
Venga el morir muy ligero
Que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
A mi Dios que vive en mí,
Si no es perderte a ti
Para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
Pues a Él solo es al que quiero,
Que muero porque no muero.
Hermosura de Dios
¡Oh, hermosura que excedéis
A todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
Y sin dolor deshacéis,
El amor de las criaturas.
¡Oh, ñudo que ansí juntáis
Dos cosas tan desiguales!
No sé por qué os desatáis,
Pues atado fuerza dais
A tener por bien los males.
Juntáis quien no tiene ser
Con el Ser que no se acaba:
Sin acabar acabáis,
Sin tener que amar amáis,
Engrandecéis nuestra nada.
Búscate en mí
Alma, buscarte has en Mí,
Y a Mí buscarme has en ti.
De tal suerte pudo amor,
Alma, en Mí te retratar,
Que ningún sabio pintor
Supiera con tal primor
Tal imagen estampar.
Fuiste por amor criada
Hermosa, bella, y ansí
En mis entrañas pintada,
Si te pierdes, mi amada,
Alma, buscarte has en Mí.
Que Yo sé que te hallarás
En mi pecho retratada,
Y tan al vivo sacada,
Que si te ves te holgarás,
Viéndote tan bien pintada.
Y si acaso no supieres
Dónde me hallarás a Mí,
No andes de aquí para allí,
Sino, si hallarme quisieres,
A Mí buscarme has en ti.
Porque tú eres mi aposento,
Eres mi casa y morada,
Y así llamo en cualquier tiempo,
Si hallo en tu pensamiento
Estar la puerta cerrada.
Fuera de ti no hay buscarme,
Porque para hallarme a Mí,
Bastará sólo llamarme,
Que a ti iré sin tardarme
Y a Mí buscarme has en ti.
Vuestra soy
Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
Eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
La gran vileza mirad
Que hoy os canta amor ansí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes;
Vuestra, pues me redimistes;
Vuestra, pues que me sufristes;
Vuestra pues que me llamastes;
Vuestra pues me conservastes;
Vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
Que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
A este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
Amor dulce, veisme aquí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
Yo le pongo en vuestra palma,
Mi cuerpo, mi vida y alma,
Mis entrañas y afición;
Dulce Esposo y redención,
Pues por vuestra me ofrecí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
Dad salud o enfermedad,
Honra o deshonra me dad,
Dadme guerra o paz cumplida,
Flaqueza o fuerza a mi vida,
Que a todo digo que sí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
Dad consuelo o desconsuelo,
Dadme alegría o tristeza,
Dadme infierno o dadme cielo,
Vida dulce, sol sin velo,
Pues del todo me rendí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
Si no, dadme sequedad,
Si abundancia y devoción,
Y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
Sólo hallo paz aquí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
O por amor ignorancia.
Dadme años de abundancia,
O de hambre y carestía;
Dad tiniebla o claro día,
Revolvedme aquí o allí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
Quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
Morir quiero trabajando.
Decid, dónde, cómo y cuándo.
Decid, dulce Amor, decid,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
Desierto o tierra abundosa;
Sea Job en el dolor,
O Juan que al pecho reposa;
Sea viña fructuosa
O estéril, si cumple así,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Sea Josef puesto en cadenas,
O de Egipto Adelantado,
O David sufriendo penas,
O ya David encumbrado;
Sea Jonás anegado,
O libertado de allí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
Haga fruto o no le haga,
Muéstreme la Ley mi llaga,
Goce de Evangelio blando;
Esté penando o gozando,
Sólo Vos en mí vivid:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí
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Autor: Santa Teresa de Jesús. Título: Poesía y pensamiento. Editorial: Antalogía. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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