Ahora que es noticia el inminente rodaje de Trainspotting 2 recuerdo cómo llegué en su momento hasta la novela de Irvine Welsh. Primero fue la película, un mazazo para los que entonces teníamos 20 años. La vimos varias veces en el cine, en los bares, en casa. Después desgastamos la banda sonora y, finalmente, leímos el libro. Seguimos el orden inverso de publicación y no nos importó mucho. Hablo en plural porque la experiencia sin duda fue compartida aunque no existieran las redes sociales digitales. Cada soporte aportaba algo distinto, hacía más grande el relato con sus matices. Vivimos unos meses de inmersión en el Edimburgo más yonki sin movernos del sitio.
Los amigos de las etiquetas llevan unos años desarrollando el concepto de narrativa transmedia, un nombre pintón que sirve para muchas cosas: para forzar la extensión del relato en varios soportes, para llegar a públicos más amplios y, en definitiva, para vender más. Al autor se le pide hoy que sea transmedia, se le presiona para que despiece sus tramas por tierra, mar y aire antes de que nazcan, sin tener en cuenta que cuando las historias merecen la pena tienden a expandir su universo de un modo natural.
Las grandes obras culturales, e incluso las pequeñas, tienen querencia a prolongar su vida, a complementar su propia narrativa a través de cualquier soporte. Le pasó a Homero con sus epopeyas, a La Biblia, al Cantar del mío Cid, al Quijote, a Alatriste, a La guerra de las galaxias, a El ministerio del tiempo y a miles de títulos que siguen aún desarrollando mundos paralelos y complementarios a través del tiempo y los formatos. Por eso, aunque creo en los universos expandidos, me asusta la presión por empezar la casa por el tejado, por aplicar una etiqueta a algo que aún no ha nacido.
Dejemos al autor que cocine las tramas, que dé profundidad a los personajes, que entreteja el relato. Si la historia es capaz de atraparnos acabará transcendiéndose a sí misma y a cualquier soporte por moderno que sea. Las etiquetas, si toca, las ponemos después.
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Ecos que el tiempo no acalla
/abril 12, 2025/Hoy hablamos de Edgar Allan Poe (1809-1849), cuyos Cuentos completos (Páginas de Espuma, 2025) acaban de publicarse en la que, con toda probabilidad, es la edición definitiva del titán de Boston: íntegros, comentados, ilustrados, con una traducción especializada, y en un formato de lo más atractivo. El volumen está coordinado por dos pesos pesados de la narrativa en castellano: Fernando Iwasaki (1961) y Jorge Volpi (1968). Además, cuenta con sendos prólogos a cargo de dos auténticas maestras del terror y lo inquietante —las mismísimas Mariana Enriquez (1973) y Patricia Esteban Erlés (1972)—, una traducción reluciente realizada por Rafael Accorinti y…
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Las 7 mejores películas judiciales para ver en Filmin
/abril 12, 2025/1. 12 hombres sin piedad (12 Angry Men, Sidney Lumet, 1957) 2. Testigo de cargo (Witness for the Prosecution, Billy Wilder, 1957) 3. Anatomía de un asesinato (Anatomy of a Murder, Otto Preminger, 1959) 4. Algunos hombres buenos (A Few Good Men, Rob Reiner, 1992) 5. Anatomía de una caída (Anatomie d’une chute, Justine Triet, 2023) 6. Saint Omer (Alice Diop, 2022) 7. Veredicto final (The Verdict, Sidney Lumet, 1982)
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Gombrowicz: La escritura imperecedera
/abril 12, 2025/No debemos olvidar a quienes, haciendo novela o ensayo, no dejan de escribir en torno a sus íntimas pulsiones y avatares, tal es el caso de Proust, Cansinos Assens, Canetti, Pavese, Pitol, Vila-Matas, Trapiello… Dado que los escritores no son gente de fiar, eso que se nos ofrece como «diario» con frecuencia no es tal cosa, pues hay sobrados ejemplos de obras presentadas como tales cuando en realidad no hacen sino mostrarnos, sin ataduras, el atelier donde el autor se refugia para crear. Por no hablar de los textos auterreferenciales como, por ejemplo, los Cuadernos de Paul Valéry —trabajo inconmensurable…
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5 poemas de Ferozmente mansa, de Amelia Lícheva
/abril 12, 2025/Dice Gema Estudillo que la voz poética de Amelia Lícheva filtra, analiza y comprende la vida y que es necesaria para traducir el mundo. Y añade: “La vida cotidiana, las relaciones interpersonales, los problemas sociales o la incomunicación son algunos de los temas para los que Lícheva debe conformar ese lenguaje nuevo. Sus logros no pasarán desapercibidos para el buen lector”. En Zenda reproducimos cinco poemas de Ferozmente mansa (La tortuga búlgara), de Amelia Lícheva. *** Último tango La tarde trata de recordarse a sí misma ligero el viento y blancas nubes, pero el sol no se rinde y brillando…
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