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Popol Vuh, la biblia indígena

Popol Vuh, la biblia indígena

Cuando llegas a Chichén Itzá, lo primero que te sorprende, aparte de la majestuosidad de la pirámide y del resto del conjunto arqueológico, es observar a un montón de turistas, acompañados de sus respectivos guías locales, dando palmadas. La acústica de estas construcciones provoca que el chocar de manos se convierta, por arte de magia, en el canto del quetzal, el ave mágica de los mayas. Pero antes de que llegaran a este lugar estas hordas de visitantes, por aquí habían pasado otros occidentales, que en lugar de disparar con móviles lo hacían con arcabuces. Aunque los mayas ya habían oído hablar de los guerreros barbudos, fueron el capitán Valdivia, Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, convertidos en náufragos después del hundimiento de la carabela Santa María de la Barca, los primeros que pusieron un pie en Yucatán. Valdivia acabó convertido en banquete de los indígenas y los otros dos consiguieron huir, aunque pronto volvieron a ser capturados. Aguilar fue rescatado por Hernán Cortés, de quien acabó siendo intérprete. Por su parte, Guerrero asimiló el mundo maya y murió luchando contra los invasores españoles que llegaron al mando de Pedro de Alvarado. Este fue el aperitivo de lo que vendría después. Las espadas de los conquistadores y las epidemias asolaron esta civilización durante la conquista de Mesoamérica. La colonización no pudo acabar con su cultura, que se ha preservado gracias a su idioma, la oralidad de sus tradiciones y un libro sagrado, el Popol Vuh. La editorial Errata Naturae acaba de publicar una nueva edición de esta obra, con una traducción directa del quiché, realizada por Agustín Estrada Monroy, y que cuenta con una serie de maravillosas ilustraciones a cargo de Francisco França.

"El Popol Vuh es el texto del que se sirven los mayas para contar cómo fue el origen del Universo, una historia que guarda similitudes con los libros sagrados de otras civilizaciones"

Según afirma Thor, el superhéroe de Marvel basado en la mitología nórdica: «No son los dioses los que deciden si el hombre existe; son los hombres los que deciden si los dioses existen». Todas las civilizaciones de la antigüedad —romanos, griegos, persas, egipcios, germanos, aztecas…— crearon un dios(es) para explicar el cielo, los animales, la naturaleza…; para explicarse a ellos mismos. El Popol Vuh está dividido en cuatro narraciones. La primera, la formación del universo, tiene muchos puntos comunes con la creación cristiana. En los orígenes se crearon los ríos, los valles, la vegetación, llegaron los animales y luego fue el turno de los hombres de lodo, que desaparecieron y de cuyo rastro solo quedan unos monos que todavía hoy vagan por la selva. ¿Les suena esto de algo? Surgió en ese tiempo un ser extraordinario y soberbio, Vucub Caquix, que fue destruido para que los hombres pudiesen morar la tierra sin su mal ejemplo. Y detrás de todo esto hay un Creador y Formador que engendró hasta el aire que respiramos. La segunda narración nos cuenta quién fue Hun Ahpú, uno de los dioses gemelos, y cuáles fueron sus antepasados. La tercera se centra en la formación de los hombres de maíz, el nacimiento del sol y el establecimiento de los pueblos. La cuarta, y última narración, llega hasta las generaciones de los reyes quichés y su descendencia.

El Popol Vuh es el texto del que se sirven los mayas para contar cómo fue el origen del Universo, una historia que guarda similitudes con los libros sagrados de otras civilizaciones, y hasta con la teoría de Gaia de James Lovelock. Este libro va un paso más allá que el resto gracias a su concepto holístico, al postular una visión de un mundo más amplia y que muestra una interconexión que engancha con las teorías modernas de la ecología profunda, aquellas que rebasan al antropocentrismo para dar respuestas a las interrogantes formuladas ya hace miles de años. En el mundo occidental recurrimos a Nostradamus para explicar con sus supuestas profecías cualquier catástrofe que nos acecha. En esta obra hay una enseñanza que nos señala el camino a seguir, una sentencia más certera que cualquier libro, congreso o conferencia sobre sostenibilidad y cambio climático: «Trata con cuidado con cariño a todas las cosas y criaturas o llegará un día en que su abrazo será terrible».

"El premio Nobel de literatura Miguel Ángel Asturias dio en el clavo cuando definió al Popol Vuh como la biblia indígena"

El Popol Vuh, que ha sobrevivido a la destrucción —y al terremoto que supuso para los mayas el contacto con los europeos— gracias a la oralidad y una transcripción hecha a principios del siglo XVIII por un fraile dominico, llega a nuestras librerías convertido no solo  en el gran relato de la civilización maya, sino también en uno de los más interesantes tratados que intenta dar respuestas a las grandes preguntas, las que se han hecho los filósofos a través de la historia de la humanidad, y que se formularon también en la década de los ochenta unos jovenzuelos de Vigo: ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? ¿De dónde venimos?  El premio Nobel de literatura Miguel Ángel Asturias dio en el clavo cuando definió al Popol Vuh como la biblia indígena. Otra galardonada por los suecos, Rigoberta Menchú, nos recomienda leerlo «por lo menos» cinco veces. Yo no me exijo tamaña empresa ni les pido tanto, pero sí que los animo a hacerlo en una ocasión. Sus bellas narraciones, sus interesantes conceptos —tan actuales en este caótico y obsoleto siglo XXI— y sus hermosas historias bien lo merecen.

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Título: Popol Vuh. Introducción: José Ramón Naranjo. Pesquisa iconográfica: Daniel Grecco Pacheco. Ilustraciones: Francisco França. Traducción: Agustín Estrada Monroy.  Editorial: Errata Naturae. Venta: Todostuslibros

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Josey Wales
Josey Wales
2 años hace

Todos los pueblos guardan en su memoria colectiva la Creación, la caída de los diablos al abismo y la gran catástrofe: el primer pecado, que hizo que el hombre perdiera sus dones preternaturales y quedara en la piltrafa que es hoy. Hay que estar ciego para no ver en esta coincidencia lo evidente, que es negación de la estúpida hipótesis de un estúpido personaje de una estúpida factoría de tebeos.

Por cierto, que los cristianos no adoremos a la Pachamama no significa que no demos valor a lo que Santo Tomás de Villanueva llamaba ‘el libro de la Naturaleza’. Es absolutamente lamentable la colosal ignorancia del occidental modelno por su antigua cultura. Picamos aquí y allá como pajaritos, pero ahí se queda nuestro conocimiento. Hacemos surf por la superficie, ¡qué guais y modelnos somos, cómo conocemos el mar y las olas! Y sin embargo, añadimos más oscuridad y confusión a lo que está claro como el sol para quien observe sin el prejuicio interreligioso. Todo con tal de no admitir que hay Dios. Por favor, lean libros viejos, y háganlo sin prejuicios, bajando de ese pedestal de su imaginación que les hace verse por encima de los hombres que estuvieron aquí antes que ustedes.

Beatriz Varela
Beatriz Varela
2 años hace

Los libros sagrados son éso, libros sagrados, libros misteriosos, libros que se cruzan con nuestras vidas sin ellos haber buscado ese encuentro mágico. Los seres humanos tendríamos que experimentar siempre la necesidad de volver a ellos para buscarnos, encontrarnos, entendernos e inspirarnos para sobrellevar nuestra existencia. Orgullosa de ser americana, orgullosa de nuestros grandes libros sagrados, celebro y disfruto de que se retomen sus lecturas, Gracias por esta nota.