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Por qué escribí esta novela

Por qué escribí esta novela

El grabado del barco negrero Brookes de Liverpool, según ilustración del capitán inglés Pawey, me impresionó de tal manera que solo años después, durante una larga estancia en La Habana, sentí la misma profunda conmoción visitando, en el interior de la isla, un antiguo ingenio azucarero con las dependencias donde sobrevivían los africanos esclavizados. Las cadenas oxidadas y los grillos mohosos colgando de las desconchadas paredes llevaron mi fantasía a imaginar aquella estancia en tiempo real, pudiendo escuchar en mi interior los lamentos y penalidades de los africanos que sobrevivieron al largo viaje trasatlántico, una experiencia inhumana y detestable. Digamos que esos dos impactos visuales me llevaron a interesarme por el esclavismo en general. Luego, en el Archivo de Indias de Sevilla, pude conocer de cerca a investigadores afanados en el estudio de la trata atlántica, con los que hablé de la misma y me ayudaron a documentar mi interés con bases sólidas.

Una de las sorpresas que me llevé cuando profundicé en el tema fue que la trata africana no fue un asunto exclusivo de europeos. Antes de que los portugueses iniciaran el comercio, los poderosos príncipes africanos vendían a los mullahs árabes sus capturas para satisfacer la demanda del mercado musulmán en África. Muchos años después, reyes como los de Ashanti, Dahomey, Benin, Loango, Congo, Angola, Mozambique y Madagascar enriquecieron su patrimonio vendiendo africanos capturados para el mercado europeo. La trata es, pues, pese a que determinadas políticas revisionistas se empeñen en sesgar la historia, un asunto global, dejando sus plusvalías en Europa, África y en los territorios americanos del norte y del sur. Rastros de aquella infame práctica mercantil donde el esclavo era desposeído de su libertad, dignidad y humanidad se hacen visibles en las grandes arquitecturas palaciegas de Londres, Liverpool, Lisboa, Nantes y Sevilla.

La novela de los negros africanos que formaron comunidad en Sevilla estaba por escribir. Y solo me faltaba dar con un buen argumento literario (ficción) para aceptar ese reto. Documentación, científicos, historiadores y artículos abundaban. Pero faltaba envolver ese conocimiento en una trama atractiva y convertirla en una novela doblemente negra: sus protagonistas eran negros y su género un thriller político vinculado a la independencia de Portugal y a las frustradas intentonas de Cataluña y Andalucía en el año de 1641. Cuando se encendió la bombilla y alumbró el camino para adentrarme en aquella Sevilla por donde corría el oro, pero mucho más la insalubridad, la pobreza y el hambre, recogida de forma explícita en obras del Barroco y en la novela picaresca española, solo quedaba ponerse a escribir, pero huyendo de tentaciones moralistas y sin caer en el pecado imperdonable de algunos narradores historicistas de hacer presentismo. El resultado final se llama Cuaresma de sangre, premio Ateneo de Sevilla, que aspira a que el lector se entretenga, se entusiasme con la trama y entienda que la esclavitud, doscientos años después de su abolición, continúa siendo una horrible realidad en regiones de África y Asia oriental. Hoy no viajan en barcos como el Brookes de Liverpool. Pero siguen llegando a sus indeseables destinos hacinados en furgonetas que, a veces, son sus inesperadas sepulturas.

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Autor: Félix Machuca. TítuloCuaresma de sangreEditorial: Algaida. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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