Dice Ana Casas en el prólogo de Las mil caras del monstruo —antología de relatos coordinada junto a David Roas y publicada en Eolas Ediciones— que «en el vampiro, el hombre lobo, el doble, proyectamos nuestros miedos, pero también nuestros deseos». Y es que «el monstruo está en nosotros». Desde luego, el monstruo está en Karen Reyes, la protagonista de Lo que más me gusta son los monstruos, novela gráfica de Emil Ferris dividida —de momento— en dos volúmenes, cuyo título es ya una declaración de principios y en la que se asevera: «Quizá la mayor diferencia entre los dos tipos de monstruos (aparte de los malos, que no molan nada) es que ¡los buenos sí saben que son monstruos!». Cómo no, la propia Karen, alter ego de Ferris, ansía convertirse en uno. Y yo, mientras leía sus aventuras, no he podido evitar pensar en otro título, el de uno de los libros más famosos de la escritora inglesa Jeanette Winterson —¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? —, para parafrasearlo en una duda «monstruosa»: ¿por qué ser normal cuando puedes ser un monstruo?
Si Poe afirmaba que «la muerte de una mujer hermosa es, incuestionablemente, el tema más poético del mundo», también puede ser el mejor detonante para empezar una historia. Y la de Karen se inicia, precisamente, con el fallecimiento en extrañas circunstancias de Anka Silverberg, su vecina bella y triste, superviviente del holocausto. Este suceso empujará a Karen a una investigación repleta de saltos en el tiempo —de la Alemania nazi al convulso Chicago de los sesenta—, narrada a través de «su propio cuaderno», pues la clave de esta joya gráfica —gracias a una edición que imita la espiral y las líneas de una libreta— es el conjunto de viñetas que se transforman en un diario de pistas, reflexiones, portadas de revistas pulp y homenajes a grandes obras de la pintura universal.
A lo largo del primer y el segundo libro, Karen Reyes —enfundada en una gabardina al mejor estilo Colombo— realizará un periplo que la llevará a conocer los secretos de sus vecinos —el mafioso Gronan y su mujer, el señor Silverberg, viudo de Anka, los muñecos del señor Chugg…— y los de su propia familia, enfrentándose a la pérdida, la violencia, el desamor y a los cambios sufridos al adentrarse en la edad adulta, pero siempre con un toque de humor necesario —y monstruoso—. Esclarecer lo que ha sucedido con Anka revelará a Karen los horrores de esos otros monstruos, «los malos, los que no se permiten saber que son monstruos», mientras se enfrenta a sus problemas familiares y lucha por encontrar una identidad propia, conflictos característicos, también, de las novelas de aprendizaje.
Karen Reyes, por supuesto, se reivindica, progresivamente y sin complejos, con todo aquello que la hace única —como buen monstruo—. Ambos volúmenes son un homenaje a la diferencia. Y al arte. Porque, ante todo, Lo que más me gusta son los monstruos es un portento gráfico. Mediante ilustraciones que oscilan entre lo onírico y lo creepy, Emil Ferris nos cuenta su historia a través de imágenes que representan sueños, flashbacks, escenas de película, cintas de casete, diálogos… Y todo mezclando sinestesias —sótanos que «huelen a surrealismo, frío y sudor a la vez» o «jardines y cocinas que casi siempre huelen a impresionismo»— con reproducciones de cuadros de Dalí, Edward Hopper o Goya y portadas de publicaciones pulp. Siempre con el trazo —o con millones de trazos, porque esta obra es minuciosa y laberíntica— de bolígrafos Bic que logran recrear a la perfección expresiones, lugares y emociones. Una historia evocada a través del mundo interior de Karen que, en ocasiones, puede ser complicada seguir, pero que, sin duda, vale la pena releer, con tal de captar algún otro detalle más del caos de maravillas creado por Emil Ferris.
En definitiva: creo que, valiéndose de una inicial trama de misterio y superación, Ferris nos concede una catarsis. Porque como la propia Karen/Emil dice en la novela, «el arte y las historias son la mejor invención del ser humano. La mejor manera de ser un monstruo fuerte que derrota al mal es hacer arte y contar historias». Y es que «el mundo sería mucho más aburrido sin monstruos». Así que, indudablemente, unámonos, disfrutemos de esta joya y gritemos convencidos: One of us, one of us…
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Autora: Emil Ferris. Título: Lo que más me gustan son los monstruos (libro primero y segundo). Traducción: Montserrat Meneses Vilar. Editorial: Reservoir Books. Venta: Todostuslibros.
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