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¿Por qué ser normal cuando puedes ser un monstruo?

¿Por qué ser normal cuando puedes ser un monstruo?

Dice Ana Casas en el prólogo de Las mil caras del monstruo —antología de relatos coordinada junto a David Roas y publicada en Eolas Ediciones— que «en el vampiro, el hombre lobo, el doble, proyectamos nuestros miedos, pero también nuestros deseos». Y es que «el monstruo está en nosotros». Desde luego, el monstruo está en Karen Reyes, la protagonista de Lo que más me gusta son los monstruos, novela gráfica de Emil Ferris dividida —de momento— en dos volúmenes, cuyo título es ya una declaración de principios y en la que se asevera: «Quizá la mayor diferencia entre los dos tipos de monstruos (aparte de los malos, que no molan nada) es que ¡los buenos sí saben que son monstruos!». Cómo no, la propia Karen, alter ego de Ferris, ansía convertirse en uno. Y yo, mientras leía sus aventuras, no he podido evitar pensar en otro título, el de uno de los libros más famosos de la escritora inglesa Jeanette Winterson —¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, para parafrasearlo en una duda «monstruosa»: ¿por qué ser normal cuando puedes ser un monstruo?

Este es el principal deseo de Karen, una pequeña artista del dibujo fascinada por los monstruos y el horror, que tiene diez años y anhela convertirse en lobo —¡qué buenas migas hubiera hecho con la Merricat de Shirley Jackson!—. Karen vive junto a su madre, católica ferviente y muy supersticiosa, y su hermano Deeze, artista y donjuán, dentro del sótano de un edificio con vecinos singulares —«monstruosos» también, a su manera— en el Uptown de un Chicago de los años sesenta donde logras sumergirte por completo gracias a la habilidad de Ferris. Tal vez para Karen —tanto como para Merricat— los sueños lobunos sean un mecanismo de protección contra la incomprensión, la enfermedad o el bullying que sufre en el colegio. La salida para autoafirmarse en la diferencia y enfrentarse al rechazo y las adversidades. Una vía de escape que seguramente también ayudó a Emil Ferris, la autora que vuelca en Karen su talento y obsesiones, para hacer frente a la escoliosis, de niña, y a la parálisis parcial que le sobrevino, ya adulta, tras contraer el virus del Nilo Occidental. El dibujo, a bolígrafo, y los monstruos parece que fueron su mayor refugio. Armas con las que dota, a su vez, a la protagonista de esta historia de resistencia, alteridad y algo de misterio que ha acaparado los principales premios —Eisner, Ignatz, Fauve D’Or en el Salón de Angulema, mejor Cómic Internacional del Salón Internacional del Cómic de Barcelona…— y revolucionado el concepto de novela gráfica.

"Si Poe afirmaba que «la muerte de una mujer hermosa es, incuestionablemente, el tema más poético del mundo», también puede ser el mejor detonante para empezar una historia"

Si Poe afirmaba que «la muerte de una mujer hermosa es, incuestionablemente, el tema más poético del mundo», también puede ser el mejor detonante para empezar una historia. Y la de Karen se inicia, precisamente, con el fallecimiento en extrañas circunstancias de Anka Silverberg, su vecina bella y triste, superviviente del holocausto. Este suceso empujará a Karen a una investigación repleta de saltos en el tiempo —de la Alemania nazi al convulso Chicago de los sesenta—, narrada a través de «su propio cuaderno», pues la clave de esta joya gráfica —gracias a una edición que imita la espiral y las líneas de una libreta— es el conjunto de viñetas que se transforman en un diario de pistas, reflexiones, portadas de revistas pulp y homenajes a grandes obras de la pintura universal.

A lo largo del primer y el segundo libro, Karen Reyes —enfundada en una gabardina al mejor estilo Colombo— realizará un periplo que la llevará a conocer los secretos de sus vecinos —el mafioso Gronan y su mujer, el señor Silverberg, viudo de Anka, los muñecos del señor Chugg…— y los de su propia familia, enfrentándose a la pérdida, la violencia, el desamor y a los cambios sufridos al adentrarse en la edad adulta, pero siempre con un toque de humor necesario —y monstruoso—. Esclarecer lo que ha sucedido con Anka revelará a Karen los horrores de esos otros monstruos, «los malos, los que no se permiten saber que son monstruos», mientras se enfrenta a sus problemas familiares y lucha por encontrar una identidad propia, conflictos característicos, también, de las novelas de aprendizaje.

"Emil Ferris nos cuenta su historia a través de imágenes que representan sueños, flashbacks, escenas de película, cintas de casete, diálogos… Y todo mezclando sinestesias"

Karen Reyes, por supuesto, se reivindica, progresivamente y sin complejos, con todo aquello que la hace única —como buen monstruo—. Ambos volúmenes son un homenaje a la diferencia. Y al arte. Porque, ante todo, Lo que más me gusta son los monstruos es un portento gráfico. Mediante ilustraciones que oscilan entre lo onírico y lo creepy, Emil Ferris nos cuenta su historia a través de imágenes que representan sueños, flashbacks, escenas de película, cintas de casete, diálogos… Y todo mezclando sinestesias —sótanos que «huelen a surrealismo, frío y sudor a la vez» o «jardines y cocinas que casi siempre huelen a impresionismo»— con reproducciones de cuadros de Dalí, Edward Hopper o Goya y portadas de publicaciones pulp. Siempre con el trazo —o con millones de trazos, porque esta obra es minuciosa y laberíntica— de bolígrafos Bic que logran recrear a la perfección expresiones, lugares y emociones. Una historia evocada a través del mundo interior de Karen que, en ocasiones, puede ser complicada seguir, pero que, sin duda, vale la pena releer, con tal de captar algún otro detalle más del caos de maravillas creado por Emil Ferris.

En definitiva: creo que, valiéndose de una inicial trama de misterio y superación, Ferris nos concede una catarsis. Porque como la propia Karen/Emil dice en la novela, «el arte y las historias son la mejor invención del ser humano. La mejor manera de ser un monstruo fuerte que derrota al mal es hacer arte y contar historias». Y es que «el mundo sería mucho más aburrido sin monstruos». Así que, indudablemente, unámonos, disfrutemos de esta joya y gritemos convencidos: One of us, one of us

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Autora: Emil Ferris. Título: Lo que más me gustan son los monstruos (libro primero y segundo). Traducción: Montserrat Meneses Vilar. Editorial: Reservoir Books. Venta: Todostuslibros.

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