En la Roma republicana, en los siglos antes de Cristo, para cualquier miembro de las familias patricias, su mayor aspiración era cubrir con éxito su cursus honorum, es decir, subir peldaños y progresar en su vida pública: militar, política y civil. A lo largo de su existencia, el patricio, al llegar a la edad adecuada, debía someterse a los correspondientes comicios para acceder a las diversas magistraturas, a saber: cuestor, tribuno de la plebe, edil, pretor, cónsul, censor y por último llegar a ser nombrado, por aclamación de los censores, Princeps Senatus, que se traduce por “Príncipe del Senado” o “Primer Senador de Roma”, título reservado para el senador que lleva más tiempo en el cargo.
La historia relata el periodo en que se desarrolla la Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.), en la que ambos protagonistas tuvieron un papel decisivo. Catón demostró una capacidad de análisis, una visión política y una oratoria ácida y mordaz, que durante años empleó para, con su sello personal, rematar todos sus discursos, en el Senado o en cualquier acto público con la frase «Carthago delenda est» («Cartago debe ser destruida»), sentencia en la que avisaba del gran peligro que podía suponer para Roma el resurgimiento del poderío económico, comercial, marítimo y militar de los cartagineses en el Mediterráneo. Catón pretendía con esta frase mantener la tensión en la República, ya que para seguir creciendo y no acomodarse necesitaba un enemigo peligroso que impulsase a Roma como cabeza de un imperio.
El otro protagonista es Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano, patricio en el que se reúnen muchos de los apellidos ilustres de varias familias romanas (gens). Era hijo natural de la gens Emilia, hijo adoptivo de la gens Cornelia y estaba casado con Sempronia de la gens Graco, en un tiempo en que en Roma primaban los intereses familiares y de clientelismo. Los magistrados electos solo tenían la preocupación de enriquecerse, agrandando su prestigio militar y social para acumular más poder e influencia. No importaba el modo y la manera de hacerlo, solo importaba conseguirlo. Lo normal es que el comportamiento de los patricios sea una sucesión de actos: mentirosos, traidores y desleales.
En esta situación de degradación y decadencia moral, la esperanza aparece al coincidir Catón y Emiliano en este momento histórico, dos personajes con conceptos vitales muy distintos: Catón hace de la austeridad su modo de vida, mientras que Emiliano adopta la forma de vida más refinada. Sin embargo, ambos son defensores del respeto a los valores tradicionales romanos adoptados por sus antepasados.
Catón, 50 años atrás, durante la II Guerra Púnica, fue rival político de Publio Cornelio Escipión Africano (agnomen que se ganó, para usar él y sus descendientes, al haber derrotado en la batalla de Zama, en África, al cartaginés Aníbal). Catón “El Viejo”, haciendo gala de su veteranía y perspicacia, ve en Emiliano los rasgos de la personalidad de su abuelo adoptivo. Esta percepción hace que Catón le pida a Emiliano, como hizo su abuelo adoptivo, que deje de ser uno más en el Senado y lidere la defensa de los intereses de Roma. Es patente que Emiliano, día a día, va sintiéndose protagonista de la Historia y aprende que debe soportar su peso.
La historia que Juan Torres Zalba narra con solvencia, ritmo y emoción es la historia de cómo eran la Roma patricia y la real. Describe con meticulosidad la convivencia ciudadana y familiar, las corrientes filosóficas, políticas y jurídicas —los senadores y magistrados son políticos, legisladores y avezados conocedores del derecho romano—, por lo que en la novela la política tiene un papel preponderante. Cuenta de manera rigurosa cómo eran las tradiciones, fiestas, ritos sagrados, dioses, templos, comicios, etc. Especial mención merece el papel de las matronas de las familias patricias. Estas asumen su rol en la educación de sus hijos, con el único fin de engrandecer su gens. Catón decía: “Roma gobierna el mundo, pero los romanos están gobernados por sus mujeres”. Son sobresalientes las explicaciones de la organización militar, cómo se planifican y desarrollan las campañas y la política anexa a la guerra.
En esta historia novelada se hace justicia a dos de los personajes más influyentes de ese siglo en Roma: Catón “El Viejo” y Emiliano Africano. Han sido pocos los autores que les han hecho protagonistas de sus libros, cuando en realidad destacaron con luz propia en la historia de Roma. Les acompañan en esta fascinante obra otros patricios, que son secundarios de lujo, llamados a continuar y aumentar la estela de grandeza de sus antepasados y de Roma. El autor termina el libro con Emiliano bajando de Birsa —Cartago— “muy despacio y pensativo, debatiéndose entre dar paso a la alegría o la congoja…”.
Con todos estos ingredientes, si fuese Catón “El Viejo” quien finalizase este comentario, creo que le diría a Juan Torres Zalba: Pompaelonese, pergas fabulam Emiliano Africae (“Pamplonés, continúa la historia de Emiliano Africano”).
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Autor: Juan Torres Zalba. Título: El Primer Senador de Roma. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todostuslibros y Amazon.
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