Antes de empezar la lectura de este prólogo conviene que sepan que se trata de un texto que dejé escrito para la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Artes a Riki Blanco. Como finalmente el premio recayó en otra persona —supongo que por presiones políticas—, lo reservé para cuando se lo den este año. Se ha interpuesto, sin embargo, la publicación de este libro, así que estimé conveniente darle salida sin esperar más, pues me quemaba en las manos. (Xavi Puig – El Mundo Today)
Ahora sí: el prólogo
Confieso que cuando me enfrenté por primera vez al trabajo de Riki Blanco sentí rabia. Sentí rabia porque pensé: «Cómo se le ocurren estas ideas». Y este pensamiento me puso en mi sitio, porque si hay algo que no soporto que me pregunten es: «¿Cómo se te ocurren estas ideas?». O, peor aún, la versión más desmelenada: «¿Qué te fumas para que se te ocurran estas ideas?». Sé que debe entenderse esta pregunta retórica como una forma de elogio, pero es que muchas veces lo siguiente ya es que te digan: «Cuánto tiempo libre tiene la peña para hacer estas cosas». Subyace la concepción de lo creativo como una colección de chispazos cerebrales de origen accidental, involuntarios, fruto incluso del aburrimiento. La idea como un rayo que cae del cielo o como esa bombilla que de repente se enciende —una imagen que el propio libro pervierte, lo van a ver—. «¡Vamos Rafa!», «¿Pero qué has desayunado hoy?» «¡Rafa Nadal, cuánto tiempo libre tienes, eh, cabrón!». ¿Verdad que no le gritamos esto a un tenista de élite? Aun asumiendo que puede existir cierta predisposición natural, incluso ideas que brotan como espasmos musculares, todos sabemos que Nadal dedica su vida a entrenarse, le hemos visto sudar, destrozarse físicamente, caerse, cagarse en todo, etcétera. De ahí mi rabia, en definitiva. Porque para mí Riki Blanco es un profesional de élite, Premio Princesa de Asturias de las Artes, nada menos, y frente a su trabajo —lo repito en mayúsculas: TRABAJO— mi primera reacción fue la paletada del «Cómo se le ocurrirán…». Y dedicándome yo también a las «ocurrencias», consciente del esfuerzo que supone llegar a ellas, no debería sentir solo rabia sino también vergüenza.
Empecemos diciendo que cada ejemplar de La poesía que nos merecemos debería costar por lo menos seis mil euros, y no solo porque el autor sea un Premio Princesa de Asturias de las Artes. Así que lo que tenemos en nuestras manos es una auténtica ganga. El equivalente del «Bueno, bonito, barato» de los mercadillos es en el mundo del arte la tríada platónica «Bello, bueno, verdadero». Y este libro es las tres cosas. Bello porque, incluso si dejamos descansar el cerebro, posar la mirada en sus páginas es un gusto para los sentidos. Es bueno porque parte de un compromiso ético, pues Riki está vacunado contra el cinismo y, es más, no deja de tirarle piedras para ahuyentarlo. Y digo que es verdadero porque la obra de nuestro Premio Princesa de Asturias de las Artes plasma un esfuerzo constante por «desocultar» (lo que los griegos llamaban alétheia), por sacar a la luz aspectos de la realidad que estaban allí pero requerían que alguien los mostrara como evidentes. Esto último es lo que persiguen desde siempre los filósofos, y es que para mí Riki Blanco es un filósofo que sabe dibujar. La poesía que nos merecemos es un libro de filosofía con sátira y dibujos. Exactamente lo que le faltaba a esta disciplina para captar la atención de esta sociedad acelerada.
En fin, no me extiendo más. Acabo, eso sí, dando las gracias al jurado del Princesa de Asturias por reconocer públicamente la persona y la obra de Riki Blanco —aunque escribieran «Ricky» en la cartelería—, y les invito a todos a sumergirse en su mente de pensador olímpico.
P.D.: Querrán empapelar las paredes de su casa con todas las páginas del libro, les recomiendo que adquieran dos copias.
———————————
Autor: Riki Blanco. Título: La poesía que nos merecemos. Editorial: Reservoir books.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: