Hace tres años escribí un reportaje sobre diez escritores con prometedoras carreras de largo recorrido que merecían llegar a un público mayor. En este elenco se encontraba Iván Repila (Bilbao, 1978), autor hasta ese momento de dos novelas muy diferentes entre sí: Una comedia canalla (2012), que supuso un debut desternillante porque contaba una historia muy divertida, y El niño que robó el caballo de Atila (2013), una ficción seria, angustiosa, claustrofóbica. Ambas ficciones, publicadas en la desaparecida Libros del Silencio, mostraban una lección de buena literatura en la que cada palabra merecía ser leída con mimo porque su prosa era, como escribí en su momento, una pirotecnia perpetua de satisfacciones.
Pues bien, Repila ha publicado el pasado mes de enero su tercera novela con Seix Barral, Prólogo para una guerra, que solicité a la editorial para leerla con mucho interés porque la lectura de sus dos primeros trabajos me permitía establecer en perspectiva si su nueva creación suponía un progreso o no. La empecé y ya no he podido dejarla, postergando otros libros y otras tareas que tenía entre manos.
Iván Repila se supera una vez más con esta novela donde se cuida con esmero lo formal, quizás incluso demasiado, lo que supone una cierta rémora para la historia debido a su barroquismo. Valoro, sin embargo, su riesgo. No es para despachársela de una sentada, sino para ir degustándola con lentitud y adentrarse sin miedo en los recovecos que se abren con cada nuevo capítulo, con cada nuevo párrafo, muy contaminados de poesía. Me maravilla esta capacidad del escritor bilbaíno de crear poesía en sus novelas.
Prólogo para una guerra es una obra con pocos elementos, repleta de vida, donde no se indaga en las apariencias, sino en las esencias del alma humana. Una historia sutil sobre dos hombres heridos y sobre dos formas de respuesta ante el dolor y la privación: uno por la pérdida de un hijo y el otro por la imposibilidad de tenerlo, que se enfrentan contra sus propios demonios y por la misma mujer. Nada deja tanta huella como el aprendizaje del horror. Otra cuestión es cómo lo encaramos.
No me cabe la menor duda de que hay que ser sensible y perspicaz en la observación del comportamiento humano para expresar todo lo que Repila consigue en estas páginas. Porque no es sólo un narrador de extraordinaria calidad que escribe con precisión de miniaturista para hacernos reflexionar y disfrutar con registros muy variados, sino que además profundiza sobre cuestiones que no parecen las más asequibles para el lector medio. No creo que veamos esta novela en las listas de los libros más vendidos: estamos ante una construcción que colmará las expectativas sobre todo de los lectores de paladar exigente.
Si la crítica literaria debe actuar como instancia mediadora entre el escritor y el lector, cumpliendo a su vez una función orientadora y selectiva, quisiera dejar constancia con esta reseña de Prólogo para una guerra que estamos ante alta literatura. Exquisita, valiente, áspera, arriesgada, magníficamente escrita, como no suele encontrarse en las librerías. La novela de Iván Repila —ya lo escribí hace tres años y lo ratifico ahora— es una aventura de primer orden que rezuma calidad y que constituye una de las apuestas más valiosas de nuestra prosa actual.
Autor: Iván Repila. Título: Prólogo para una guerra. Editorial: Seix Barral. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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