Pero Odiseo se abrazó a un madero, como cabalgando la silla de un caballo, se quitó las ropas que le había proporcionado la divina Calipso y, al punto, extendió un velo bajo su pecho y se lanzó de cabeza al mar con los brazos extendidos, deseoso de nadar… (Od. V, 370 ss.)
Hay un momento crítico en que Odiseo se queda solo. Todos sus compañeros de viaje han ido desapareciendo en inverosímiles episodios y el héroe navega a la deriva sobre una balsa. Poseidón, no satisfecho con los castigos infligidos, también hará zozobrar el improvisado artefacto flotante. Y un mar estéril, interminable, le abrirá sus puertas, tal vez anhelante por borrar su memoria definitivamente. Odiseo, no obstante, encontrará un tronco de higuera, al que se aferrará con todas sus fuerzas. Un último recurso. Es su tabla de salvación.
A este breve pasaje de la Odisea que acabamos de glosar se le pueden dar infinidad de significados. El venerable poeta lleva a su héroe —al hombre por antonomasia— al extremo de su resistencia. Lo ha desprovisto de todos los recursos. Sin amigos, sin ropa siquiera, no le queda más que su propio cuerpo y el abismo del mar. Un humilde tronco de higuera, quién sabe si arrancado violentamente por un fuerte temporal, se convertirá después en un bien más precioso que cualquier sofisticado artilugio. De nada le sirven las alhajas con que adornar sus brazos, ni las ropas tras las que ocultar sus vergüenzas. Debe lanzarse de cabeza y desnudo en la mar salada. Es una imagen que difícilmente nos deja indiferentes, a poco que tengamos un mínimo de sensibilidad poética. ¿Por qué nos identificamos tanto con Odiseo y sin pensarlo dos veces nos zambullimos de su mano en la nada? Tantas veces nos sentimos abandonados. Tan pocas entre ellas nos rendimos. Siempre buscamos ese pequeño tronco de higuera que apuntale nuestras esperanzas. Y si describe una sensación humana tan profusa en la historia de la literatura, ¿por qué el poeta de Quíos nos emociona de ese modo y se convierte en inmortal? Dejando al margen el valor de lo primigenio, la clave está en la materia prima de sus imágenes. Sus ingredientes son sencillos, auténticos, contundentes: un cuerpo humano desnudo, un tronco despellejado por la sal y sus aladas palabras de poeta. Justo los tres elementos con que nació el teatro en algún remoto rincón de Grecia. No hizo falta más: cuerpo, voz y madera.
Después de una larga labor dirigiendo teatro grecolatino con jóvenes y adolescentes, cuando se hace balance uno comprende el cúmulo de sentimientos que asaltaban a Odiseo en ese trance tan complicado. Te pasan por la cabeza infinidad de actores que abandonaron la nave por exigencias que impuso el guión de la edad y de la vida; pierdes la cuenta de las veces que olvidaste el pudor ante tus actores y desnudaste tu alma para que ellos mismos se vieran también capaces de transmitir su propia verdad al público; y te das cuenta de cómo, a pesar de que todos crean que ya no te afecta, sigues sufriendo un vértigo paralizante antes de zambullirte en la incertidumbre de cada estreno. Comprendes que tienes muchas tablas. Infinidad de ellas. Porque cada nuevo proyecto es una tabla con que surfear milenios; una tabula rasa sobre la que forjar mejores personas y ciudadanos; una tabla periódica que aglutina todos y cada uno de los elementos imprescindibles para una educación plena; una tabla de multiplicar afectos; una tabla de salvación, en fin, para la vida.
Sirvan estas breves reflexiones como homenaje de HelidoniTeatro al grupo yeclano Caligae Teatro en su décimo aniversario, y por extensión a todos los que se aferran a la tabla de salvación del teatro grecolatino, invirtiendo a fondo perdido su tiempo y su talento con la esperanza de que es posible transformar la sociedad a través de la educación. Diez años de ilusiones y tablas compartidas. Faro para muchos de los que nos dedicamos al teatro juvenil.
Gracias a los directores y componentes de nuestro grupo hermano Caligae, sine quibus non.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: