Pulsar la tecla precisa

Lo primero que hallamos es que Lentini deja que se expanda la voz —intencionadamente—, que salga en busca del instante que pueda producir algún tipo de ruptura o quiebro, marcando un antes y un después, sin perder la continuidad tonal. Esta fórmula se da en no pocos de los poemas que encontramos. Llama la atención como esta autora, heredera de la tradición americana del siglo XX, trasluce en su línea poética —con su propio sello particular— la huella de algunas voces como Sharon Olds o Alejandra Pizarnik, etc, confluyendo en ese hilo suyo tan personal.

La aparición o situación del yo dentro del poema, guarda su importancia en estas piezas. En los poemas de la primera sección, los de la Madre, por ejemplo (y no solo en este tramo) la voz recupera un suceso o anécdota, pero no para recrearse con nostalgia, sino para profundizar en lo sucedido desde el tiempo y la distancia, ganando en esa posición elementos para desvelar —sin perder capacidad de sugerencia— y desnudar ese instante sin la renuncia a lo lírico. Los abusos infantiles también tienen aquí su espacio, la valentía de abordar algo tan doloroso exige temple y concisión aguda cuando el momento así lo requiere. Según avanzamos por el libro, irá cambiando la temática y también la posición del yo. La versatilidad que despliega le permite apostar por otro juego de voces, otros yos que se encarnan en cada poema, según corresponda, muy visible en la tercera parte (Soñar era una misión), pero también abundan esos poemas en los que la voz decide elegir cierto distanciamiento en cuanto el enfoque de la situación (mostrar el hecho desde cierta objetividad), y ahí Lentini expone todo ese abanico de posibilidades que crea —y sabe mantener— en un universo amplio y enriquecedor. La duración de la acaecido es otra constante, cómo no deja de suceder algo, cómo se extiende con una longevidad que logra mantener la tensión poética, y con ese sello de cierta angustia individual que adquiere pronto dimensión de universal.

Los últimos poemas, de largo aliento (sobre todo el último), manifiestan —a modo de síntesis o epílogo— dolor y asombro por las cosas y situaciones, pero también las certezas que el tiempo se encargó de consignar. Lentini no se recrea con el dolor de forma endogámica, todo lo contrario, pulsa la tecla precisa para que nos llegue ese efecto de sacudida, pero sin lloros ni lamentos quejumbrosos, sino poniendo el bisturí en el lugar preciso, para que esa emoción templada salpique la conciencia del lector, le ponga a prueba.

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Título: Fuera del día. Autor: Rosa Lentini. Editorial: Bartleby editores. Venta: Todostuslibros.