No sabía que si encuentras algo por casualidad y que te hace ilusión (aunque buscaras otra cosa) a eso se le llama serendipia. La palabra salta en un libro. La Academia no reconoce la palabra, pero la Fundéu no sólo la admite sino que la asemeja a chiripa. Chiripa yo creo que es otra cosa, aparte de que me suena a sirimiri, a boina. En Madrid no llueve así: o lo hace con ganas o con desgana, como aburrido, y eso se nota. A veces llueve porque lo dice el Telediario. En las nubes no tenían previsto que lloviera pero como lo anunciaron no tienen más remedio que ponerse en marcha, deprisa y corriendo, para salir del paso. Menudo rapapolvos le cae después a la presentadora del tiempo. No pasa mucho, pero pasa.
Se nota, se nota cuando llueve por equivocación, por encargo. Es como el tono de una conversación. Alguien puede decir lo que sea pero a veces es más importante cómo se dice. Puede incluso que el tono sugiera lo contrario de la frase que se pronuncia, pero como esa persona está obligada a que decir lo que le han dicho que diga, lo hace. Hay que tener convencimiento.
No sé qué está previsto para hoy. Me refiero al tiempo. Igual arriba tampoco lo tienen claro. Puede que a esta hora, y ya son las once, lo estén debatiendo. El caso es que no se aclaran. Hay algunas nubes oscuras sobre un fondo taciturno, pero parece que se les ha olvidado que debieran moverlas, siguen en el mismo sitio desde hace una hora. Como si fueran un reloj parado. ¿A quién le tocaba hoy dar cuerda a las nubes? A mí me da igual, pero ahora que la gente no sale de casa se fija mucho más que antes y no es plan.
Igual el responsable de día del cielo se ha quedado dormido o ha sufrido un infarto, un paralís que oí decir de niño. Puede que le están recuperando en el sitio o le hayan llevado a un quirófano. Y con todo el alboroto nadie ha reparado en que las nubes siguen donde estaban. Como si no pasara el tiempo. La verdad es que una hora estos días no va a ninguna parte.
Puede que, simplemente, lo están debatiendo y no se ponen de acuerdo. Vamos, que no saben qué hacer con el día, si seguir con las nubes, acaso un chaparrón al mediodía y que la luz levante la tardo. Abril es un mes complicado. Como de eterna duda. No lo tiene claro ni el viento, por eso ahora no se mueve ni una hoja de los álamos, y eso que son temblones, a la misma ya están tintineando. Esto también lo he leído en un libro y lo he subrayado para que no se me olvide. A lo que iba, que arriba no se aclaran.
—Como la del Telediario nos chafó los planes el otro día, vamos a hundirla. Vamos a dejar caer una gota fría por Alicante así, por las buenas. No, mejor por Totana.
—Eso. Que nos llame cada tarde. Como se ha hecho toda la vida, qué es eso de decidir por su cuenta.
—Bueno, igual se lio. Igual estábamos comunicando y la sacaron un mapa de hace tres semanas y de ahí vino todo.
—Sí, tú encima defiéndela. Sólo sabe sacar imágenes de San Sebastián. Si llueve, porque llueve. Si hace sol, cómo no va a salir La Concha. Y si nieva, “no hay nada mejor que contemplar la bahía…”.
—¿Vosotros creéis de verdad que la gente se fija en el tiempo? En verano no hay problemas, repiten lo de seco y soleado y se acabó. En invierno, más o menos lo mismo. Frío seco en Burgos, lluvia en Bilbao y Santander, frío húmedo en la Meseta Central, ambiente agradable en Levante… Y en otoño y primavera, que es cuando hay que ganarse el jornal, un poco variado.
—Los ancianos sí que se fijan, para ver si salen a andar o no.
—No sé, no sé. Si salen de todos modos.
—Bueno, acordaos. Alguna vez la chica del Telediario no ha dicho lo que tenía que decir, por lo que fuera, y al día siguiente se ha colapsado la centralita.
—Es que hay mucho ocioso.
—A ver.
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