La nueva novela de Xus González tiene un narcotraficante muy violento, una mossa d’esquadra muy intuitiva, unos abogados muy interesados en defender a los mafiosos, unos grupos ultras muy aficionados a la noche e incluso unos aprendices de brujo muy empeñados en convertirse en estrellas del trap.
En este Making of Xus González explica de dónde sale su novela El corsario (Reservoir Books).
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Hola a todos. Para quien no me conozca, mi nombre es Xus González y soy mosso d’esquadra desde hace más de veinte años, destinado prácticamente desde mis inicios a unidades de investigación, donde los pinchazos telefónicos, las vigilancias y seguimientos a sospechosos y las entradas y registros son el pan nuestro de cada día.
Con esta nueva novela, El corsario, pretendo ir más allá. Porque no solo quiero hablaros del día a día de los policías, sino también del día a día de esos delincuentes que se mueven entre las sombras, robando a otros delincuentes.
Y ¿a quién hace referencia el corsario del título? Pues nada más y nada menos que a Karim Hassani, un tremendo atracador de traficantes de droga. Algo así como una versión moderna del corsario Barbarroja, quien hizo estragos a lo largo y ancho del Mediterráneo allá por el siglo XVI. Aunque en el caso de Hassani, su principal motivación es apoderarse de los cargamentos de hachís que acaban de ser desembarcados en la costa mediterránea, ya sea abordando los vehículos de transporte por carretera o asaltando las casas utilizadas como guardería de la mercancía.
A menudo, incluso, se hacen pasar por falsos compradores de grandes cantidades de droga para después darles el palo a los traficantes. Todo vale con tal de apoderarse del alijo. Y con todo quiero decir todo, desde hacerse pasar por policías hasta recurrir a cualquier forma de violencia. Porque la droga supone un montón de dinero fácil, y no hay manera más práctica y expeditiva de conseguirla que recurriendo a la violencia. Una violencia fría, insensible y, con frecuencia, desbocada y desesperada. Es un binomio indivisible: droga y violencia. Y Karim es bueno haciendo lo que él hace. Y, por chocante que resulte, lo que él hace es lo más parecido a un trabajo para él y su gente. Porque si has visto The Wire, los Omar Little de la vida existen. Aunque no todos molan tanto como el personaje de la serie. No todos. La realidad es mucho más chusca, cutre y desangelada.
Y si hay un delito difícil de investigar es precisamente el cometido entre delincuentes. Porque las víctimas a las que acaban de robarles un alijo de droga y aparecen medio muertas en una sala de urgencias, ya sea con un disparo en el estómago, acuchilladas o molidas a palos, tratarán de negar la mayor, aunque resulte evidente lo que acaba de sucederles. Y pondrán trabas a la investigación con el único fin de cubrirse las espaldas, y mentirán hasta la saciedad, mientras su principal preocupación será cómo librarse de las consecuencias del robo cuando los legítimos dueños de la droga se enteren de que ha volado.
Entonces, ¿por qué la policía pierde el tiempo investigando a ladrones de traficantes? Pues porque esto no es el Salvaje Oeste. Porque nadie tiene derecho a ir por ahí liándose a tiros poniendo en riesgo al resto de ciudadanos. Porque no se puede permitir que sientan tal impunidad…
Pero El corsario no solo trata de asaltadores de traficantes, no. Qué va. También hay sitio para otras muchas sanguijuelas. Como los estafadores.
Llevo años investigando a estafadores y jamás dejan de sorprenderme. Son capaces de llevar a la ruina más absoluta a pobres incautos que no han hecho otra cosa más que deslomarse toda la vida para conseguir unos ahorros que, sin el menor de los remordimientos, ellos les arrebatarán y se pulirán en un abrir y cerrar de ojos. Y lo harán con la conciencia bien tranquila; incluso justificando sus actos en la estupidez de sus víctimas. Y aunque no usen armas ni ejerzan la violencia, las consecuencias de sus actos también pueden llegar a ser terribles.
Y no solo eso. En esta novela también quería tratar el controvertido mundo de los abogados de criminales que, a pesar de ser conscientes de que sus clientes son más que culpables, se amparan en el derecho a la legítima defensa y trincan unos honorarios de aúpa por atacar con uñas y dientes el proceso judicial, buscando errores que dejen en la calle a esos mismos individuos que se enriquecen a base de la droga y la violencia.
Y en la novela hay más. Claro que hay más. Bandas de ultras liándola parda, policías que deben lidiar con el hecho de convivir en las mismas calles que los tipos a los que investigan y detienen, traductores mal pagados, aspirantes a cantantes de trap… Y para conocerlos a todos tendréis que leer El corsario.
Leedlo. Lo pasaréis bien, os lo aseguro. Tan bien como yo escribiéndolo.
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Autor: Xus González. Título: El corsario. Editorial: Reservoir Books. Venta: Todos tus libros.
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