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¿Qué pueden leer los jóvenes? Cuarta parte: La primera biblioteca

¿Qué pueden leer los jóvenes? Cuarta parte: La primera biblioteca

Los cuentos compartidos son la mejor manera de construir lectores. Ahí los padres juegan un papel fundamental, creando el hábito necesario de leer y escuchar juntos buenas historias. Sin duda, como ya hemos apuntado en anteriores entregas (libros jóvenes 2 y 3), la mitología greco-latina iría en primer lugar porque en ella está todo: los trabajos de Hércules son una historia épica; la vida y muerte del Minotauro, aterradora; las historias de amor entre dioses, apasionantes; las metamorfosis de Zeus para seducir a sus novias (Ovidio, no lo olvidemos) increíbles…etc. Los Andersen y los Grimm son imprescindibles, pues recrean un universo poblado de personajes inolvidables que todo niño ha de ir incorporando a su imaginario.

"Para un chico de hoy, acostumbrado a la inmediatez, la conectividad y la ausencia de concentración a cambio de placer, el libro es algo trabajoso"

En cuanto a la lectura individual, ésta va a depender un poco de los gustos a los que vaya apuntando el joven (nunca forzar a la lectura, sino invitar a que conozca amigos nuevos): Roald Dahl, Durrell, Enid Blyton o Lewis Carroll no suelen fallar. La poesía para niños de Gloria Fuertes, absurda y tierna, riquísima en imágenes y muy juguetona, es deliciosa para la primera edad lectora. Muy recomendable es el escritor alemán Michael Ende, sobre todo sus cuentos para niños. En definitiva, para que un niño se acerque desde muy temprana edad a un libro hay, quizás, que ayudar con alguna trampa seductora.

"Para que un niño se acerque desde muy temprana edad a un libro hay, quizás, que ayudar con alguna trampa seductora"

Para un chico de hoy, acostumbrado a la inmediatez, la conectividad y la ausencia de concentración a cambio de placer, el libro es algo trabajoso. Por eso no debería presentarse en sus vidas como un objeto extraordinario o lejano, ni aparecer por imposición en la mesilla de noche ni como una obligación de conocimiento; ni siquiera, creo, debería constituir una excepción en forma de sorpresa o regalo. El libro simplemente debe estar ahí; ser el paisaje de su infancia en el ámbito doméstico (una pequeña biblioteca en su cuarto o en cualquier rincón de la casa), en el ocio (visitar librerías nuevas o de viejo con niños es una aventura extraordinaria para el niño y para el adulto que lo acompaña) y en la actividad diaria de intendencia familiar: comprar el pan, comprar fruta, sacar al perro, ahorrar para unas chuches, bajar al parque, comprar leche, comprar un libro.

"El libro debe formar parte de la actividad diaria de intendencia familiar: comprar el pan, comprar fruta, sacar al perro, ahorrar para unas chuches, bajar al parque, comprar leche, comprar un libro"

Opciones de lecturas adecuadas existen tantas y tan variadas como jóvenes lectores pueda haber, pero sin duda hay una serie de clásicos que deberían estar en ese listado de la compra cotidiana por miles de razones, siendo la principal el hecho indiscutible de que a ciertas edades, el hambre de aventuras y la sed de curiosidad se encuentran en la categoría de primeras necesidades.

Entre 5 y 12 años

Cuentos de los Andersen y Grimm completos

El Mago de Oz, de L. Frank Baum

Tintín, de Hergé

Asterix y Obélix, de Goscinny y Uderzo

Mortadelo y Filemón, de Ibáñez

Harry Potter y Animales fantásticos y dónde encontrarlos, de J.K Rowling

Los Cinco, de Enid Blyton

Alicia en el País de las maravillas / Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll

Sobre Shakespeare y Cervantes

-Cuentos basados en el teatro de Shakespeare, de Charles & Mary Lamb

Michael Ende

La historia interminable

Momo

Roald Dahl

Charlie y la fábrica de chocolate

Matilda

Cuentos en verso para niños perversos

Relatos de lo inesperado

Carlo Collodi

Pinocho

Gustavo Adolfo Bécquer

– Rimas y  Leyendas

ENTRE 12 y 17 AÑOS

Alejandro Dumas:

Los tres mosqueteros

El conde de Montecristo

Arturo Pérez-Reverte

Todo Alatriste (las siete novelas)

Cabo Trafalgar

Un día de cólera

Gastón Leroux:

El misterio del cuarto amarillo

Anthony Hope:

El prisionero de Zenda

Walter Scott:

Ivanhoe

Howard Pyle:

Las alegres aventuras de Robin Hood

Daniel Defoe

Robinson Crusoe

Moll Flanders

Rudolf Erich Raspe

Las aventuras del Barón Münchhausen

Mary Shelley

Frankenstein

Bram Stoker

Drácula

Edgar Allan Poe

Los crímenes de la calle Morgue

Narraciones extraordinarias

Robert Louis Stevenson

La isla del tesoro

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

Jardín de versos para niños

Agatha Christie

Las aventuras de Hercules Poirot

Las aventuras de Miss Marple

Arthur Conan Doyle

El mundo perdido

– Todo Sherlock Holmes

  • Emilio Salgari

El corsario negro

Los tigres de Mompracem

Rudyard Kipling

Capitanes intrépidos

El libro de las selvas vírgenes

Shakespeare

Romeo y Julieta

Mucho ruido y pocas nueces

– El sueño de una noche de verano

Miguel de Cervantes

Las Novelas Ejemplares

Don Quijote de la Mancha, en la edición escolar RAE adaptado por Arturo Pérez-Reverte y editado por Alfaguara

Jonathan Swift

Los viajes de Gulliver

Paul Féval

El jorobado

Charles Dickens

Grandes esperanzas

La tienda de antigüedades

Cuento de Navidad

Oliver Twist

Herman Melville

Billy Budd, marinero

Bartleby el escribiente

Henry James

Otra vuelta de tuerca

Oscar Wilde

El crimen de Lord Arthur Saville

El gigante egoísta (y otros cuentos)

El retrato de Dorian Gray

El fantasma de Canterville

H.G. Wells

– La máquina del tiempo

– La guerra de los mundos

El hombre invisible

– La isla del doctor Moreau

Gilbert Keith Chesterton

El candor del padre Brown

Franz Kafka

La metamorfosis

Carta al padre

J.R.R. Tolkien

El Hobbit

El Señor de los Anillos

Ray Bradbury

Fahrenheit 451

Cuentos

Jorge Luis Borges

Borges esencial, RAE, editado por Alfaguara

Este listado es solo uno de los miles de listados posibles que podrían conformar la primera biblioteca de un joven lector. Sea como fuere, este contiene algunos de los mejores libros de la Historia de la Literatura y quizás lo que es más importante: algunos de los recuerdos inolvidables y felices que han sido posibles gracias a ellos. Tal vez por eso sé que, al compartirlo, estoy incluyendo también trozos de pasión y felicidad lectora propias, así como un buen fragmento de esperanza en el porvenir.

Ahora, jovencitos, no queda sino leer.

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