La novela negra es un género que vive en un continuo revival. Cada año varias novedades se posicionan en las mesas de librerías y en escaparates y sus autores acuden a las numerosas Semanas Literarias que a este género dedican en diversos puntos de nuestra geografía (Gijón, Getafe, Aragón Negro, BCNegra, Periferias,…). Dentro del género en el que el crimen se convierte en motor de la trama literaria, existe un subgénero que poco a poco está consiguiendo a pulso categorizarse como un ente propio, las novelas sobre desapariciones.
En 1967 la escritora Joan Lindsay convirtió su Picnic en Hanging Rock en una de las novelas revelación de la década. Una novela, hoy considerada de culto, sobre la misteriosa desaparición de varias jóvenes estudiantes un día de campo. En esta novela la autora desfila con acierto sobre la delgada línea que separa realidad y ficción, dejando en permanente duda si esta desaparición ficticia se basó en un suceso real acontecido en 1900.
Queremos que vuelvan es el debut literario de Miguel Ángel Santamarina, compañero de celda en Zenda. En Queremos que vuelvan se repite el leitmotiv que Lindsay manejó en su texto: varias desapariciones mantienen en vilo a los allegados de las posibles víctimas, a los periodistas e investigadores que estudian el caso, y a los lectores obcecados por conocer la verdad de lo que ocurrió.
Bruno y Mario son dos adolescentes de Alcorcón que desaparecen tras una noche de fiesta. Dos jóvenes, como todos, ávidos de aventura y de nuevas experiencias, que un día cualquiera no vuelven a casa. Dos amigos que comienzan a dejar de serlo en los días previos a su desaparición y sobre quienes no se sabe todo. En torno a estas ausencias se teje un entramado policial y periodístico. Un “circo romano”— llega a definir el narrador omnisciente de Queremos que vuelvan — que va deshojando paulatinamente las pistas que el lector necesita para seguir la trama con interés. Y muchas de esas pistas comienzan a resonar en la cabeza del lector como un déjà vu de nuestra historia reciente, pues es obvio el parecido de este caso con el de las niñas de Alcàsser. En Queremos que vuelvan el autor juega con ese paralelismo de ambas desapariciones integrando en su narración un ejercicio literario magistral.
Camina Santamarina por esa delgada línea que nos separa de la realidad y nos acerca al abismo de nuestro horror patrio con una trama ficcional muy cercana en el tiempo a muchas de las teorías que se manejan sobre desapariciones de niños. Y en este ejercicio son varias las menciones a otros casos de nuestra crónica de sucesos más reciente.
Bruno y Mario son dos adolescentes desaparecidos en Alcorcón, y sobre el trauma que sobrevuela a sus familias manteniendo su existencia en un hilo, se celebra un banquete de frivolidad cortesía de un programa de televisión líder en audiencia con un anfitrión excepcional Lisandro Meneses y un periodista en horas bajas, Javier Redondo, que se convierte en el chef ( y plato fuerte) del banquete. Por todo ello Queremos que vuelvan es la crónica desgarrada de la ley de la selva “periodística”, la crítica del juego entre poder, corrupción, share y medios de comunicación. Un agridulce mercado de carnaza que comercia impunemente, y muy a menudo, con vidas ajenas y que ya desgranó con eficacia Óscar Lobato (otro compañero de celda) en su (también debut literario) Cazadores de humo. Es inevitable pensar que no es el único parecido de Lobato y Santamarina, pues Queremos que vuelvan es también la historia de unos niños que crecieron demasiado pronto, ansiosos por protagonizar sus propias y épicas historias. Niños que, como Uriel Gamboa, jugaron las cartas de su destino demasiado pronto sin conocer su desenlace.
La pluma de Miguel Ángel Santamarina es la pluma que no cesa, ágil y escurridiza, propia de un joven y eficiente escritor. Y con herramientas propias del buen profesional (investigación y documentación exhaustivas, estilo literario y perseverancia) ha conseguido que esta novela se asiente sobre un sólido engranaje. Es Santamarina un magistral “hacedor” de un puzzle en el que todo encaja y se lee con gusto y una cierta ansiedad. Queremos que vuelvan es la primera novela de un joven escritor burgalés a tener en cuenta. Un acertado homenaje al género que desvela, con ritmo trepidante y acierto literario, un episodio desgraciadamente común en nuestra historia reciente.
Título: Queremos que vuelvan. Autor: Miguel Ángel Santamarina. Editorial: Círculo Rojo. Páginas: 278. Disponible: Papel
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