La vida de los actores queda marcada en ocasiones por su personaje más conocido. Pasa especialmente cuando la televisión entra en escena para multiplicar el impacto. Con este esquema, Rowan Atkinson es Mister Bean, Daniel Radcliffe es Harry Potter, Hugh Laurie es el Doctor House…
Alguien que es descendiente directo del fundador del sijismo, amigo de la infancia de los hijos de Indira Gandhi, autor de la única entrevista concedida por The Beatles en su gira por la India en la década de los 60 cuando trabajaba en la radio y que ha conseguido convertirse en caballero de la República Italiana quizás tenga un hueco en el carrusel de series y documentales.

EFE / R. García
Sin duda puede ayudarle que “es” Sandokan. En una entrevista con Efe, justo antes de presentar su libro en el Festival de Literatura Jaipur de Valladolid, Kabir Bedi ha reconocido que su personaje se lo comió en España, pero comenta que eso mismo le pasó en su país y en Estados Unidos con otros personajes. Siente que ha tenido una “vida extraordinaria en tres continentes” gracias en parte a personajes como Sandokán, que le cambió la existencia y le “abrió las puertas hacia el Occidente”: “Sandokán tocó las vidas de millones de personas en España, Italia y toda Europa”, ha recordado.
“Nunca”, contesta tajante al ser preguntado si está cansado de “ser” el Tigre de Malasia: “Todo actor tiene por lo menos un papel inolvidable que le identifica, y Sandokán ha sido para mí ese papel en Europa. Cuando veo el efecto que provoca me genera mucha energía. Así nunca me canso de serlo: el amor y el respeto de tanta gente es la mayor recompensa que un actor puede recibir. Soy muchas personas: para algunos soy el perverso Govilda de la película de Bond Octopussy, para otros soy el príncipe Omar de The Bold and the Beauty, para muchos soy Sandokán o bien Sanjay Verma para los indios”, asumiendo esa “identificación múltiple en tres continentes”, lo que ve como “maravilloso”.
Sobre la posibilidad de que su vida quede plasmada en una serie con el libro como base, Bedi ha explicado que tiene varias ofertas y decidirá “hacia finales de verano”: “Obviamente tiene el potencial para ser una serie sobre la vida de un chico de clase media de Nueva Delhi que se convirtió en una estrella internacional”.
“Ha sido una vida llena de aventuras extraordinarias, tragedias terribles, grandes errores, grandes amores, mujeres extraordinarias y pérdidas tremendas”, ha reflexionado, convencido de que en sus años de vida ha experimentado “el éxtasis y la agonía dentro de una profesión muy incierta, como es el negocio del cine”.
De su paso por España en plena fiebre de Sandokán, recuerda que fue a firmar libros a un centro comercial que estaba abarrotado de gente, a lo que en principio se negó, pero el director del establecimiento le detalló que el edificio no estaba diseñado para aguantar la presencia de tantas personas, por lo que cogió un ascensor y al salir se encontró con más seguidores que no habían podido acceder: “Salté por encima del techo de los coches, fui saltando de un coche a otro y la gente me intentaba agarrar las piernas”. El final de esa historia fue en principio feliz para él, ya que encontró a un orgulloso hombre que le llevó en su coche al hotel, donde ya pudo recuperarse tranquilo de la tensión vivida. Pero la película no había terminado, porque la policía se personó allí por la denuncia de los propietarios de los coches que había pisoteado. “Al final fui a la comisaría de policía con el director del centro comercial y explicamos la situación de que estaba en peligro mi vida”, ha añadido antes de indicar que finalmente fue el centro comercial el que asumió el coste de los desperfectos causados.
De vuelta al presente, Bedi cree que en este mundo actual Sandokán “lucharía por la justicia en cualquier lugar donde viera que había injusticia y lucharía por el derecho de amar a la persona que quieres”, entre otras batallas. Pese a sus 77 años, Bedi tiene su mirada puesta en la juventud, esa juventud propia de un Sandokán de la vida, y así lo plasma en la dedicatoria de su libro: “A todos los jóvenes técnicos, como mi hijo Siddharta, y a toda la gente joven que quiere cambiar el mundo para mejorarlo. ¡Ojalá realicéis vuestros sueños!”.
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