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¿Quién se esconde tras la máscara del pintor pinturero de Tiempo de silencio?

¿Quién se esconde tras la máscara del pintor pinturero de Tiempo de silencio?

Portada: ‘Ante la cortina roja’, de Erich Heckel.

A Mauricio Jalón y a José Lázaro

A punto de cumplirse el centenario del nacimiento de Luis Martín-Santos, acaecido en la ciudad marroquí de Larache —donde su padre prestaba sus servicios como militar— en 1924, más de sesenta años después de la publicación de Tiempo de silencio (1962), la única novela que pudo finalizar y ver en vida, la obra, tan renovadora como sugerente, sigue rodeada de misterio, al menos en algunas de sus parcelas, como ese conocido pasaje sobre el «pintor pinturero» en el que Martín-Santos da rienda suelta a su fino humor, a la parodia y a su crítica sutil, sobre determinados aspectos relacionados con el mundo del arte, tan presente a lo largo de esas páginas.

En la edición definitiva de 1980, cuando, por fin, se recuperan las páginas censuradas, el pasaje aparece entre las páginas 82 y 91. En la primera edición se sitúa entre las páginas 66 y 73. En esta escena, que cobra una cierta independencia con respecto al conjunto de la obra, Matías, que se encuentra casi ebrio, “en ese estado intermedio en que tanto la conversación como el ingenio son posibles”, explica hábilmente Martín-Santos, le presenta a don Pedro a un pintor alemán “de apellido confuso cuya cacofonía recordaba el nombre de un filósofo suavo”.

"Llama la atención el hecho de que Matías, ante este personaje alemán, aluda de inmediato a aspectos relacionados con los campos de exterminio nazis"

Es la primera y más significativa pista que nos ofrece el autor de la novela para poder identificar el nombre de dicho artista alemán. La segunda evidencia que muestra al lector Martín-Santos es su filiación “neoexpresionista” en cuanto al estilo. Finalmente, deja reflejado un ejemplo del quehacer plástico del aquí llamado, no sin cierta sorna, “pintor pinturero”: un cuadro al que ya se califica, sin describirlo aún, de “realmente malo”, en el que “sobre un fondo color marrón oscuro, con un color marrón más claro y con algunos toques de rojo-infierno se habían representado las ruinas bambalinescas de una ciudad bombardeada […]. El argumento de la composición consistía en una gran muchedumbre de seres aparentemente humanos, pero más bien formiciformes de tamaño muy inferior al normal”.

Asimismo, llama la atención el hecho de que Matías, ante este personaje alemán, que trata, con muy buena voluntad, de enseñarles sus cuadros, aluda de inmediato a aspectos relacionados con los campos de exterminio nazis, cuando, ante la contemplación de unos desnudos, con mujeres extremadamente delgadas, dice: “Antes de entrar en la cámara las desnudaban a todas y les daban una toalla y un jabón para que creyeran que iban a tomar una ducha”.

"Heckel fundó, junto con Schmidt-Rottluff y Breyl, el grupo expresionista denominado Die Brücke, El Puente, y realizó, desde 1913, numerosas exposiciones en Alemania"

Pero vayamos por partes. A los críticos y estudiosos de Martín-Santos y, en especial, de su novela Tiempo de silencio, no les cabe la menor duda de que el filósofo suavo (sic) al que se refiere es el alemán Friedrich Hegel (1770-1831), nacido en Stuttgart, la capital de Suabia, por lo que convendría, a partir de ese punto de partida, buscar el apellido confuso del pintor alemán “cuya cacofonía recordaba el nombre de un filósofo suavo”.

Aunque sólo pueda constituir una simple hipótesis, es probable que Martín-Santos hubiera reparado en Erich Heckel, artista alemán que vivió entre 1883 y 1970, que, por lo que se sabe, nunca visitó España, pero cuyas obras pudo haber contemplado durante su estancia, en 1950, en Alemania, una vez restablecida la normalidad y recuperado el nombre de Heckel, que ya contaba con sesenta y siete años de edad, y parte de su producción tras el desprecio y la dura censura a los que fue sometido por los nazis que, en este caso, hablaron de “arte degenerado”, al tiempo que le confiscaron cerca de ochocientas obras.

Heckel fundó, junto con Schmidt-Rottluff y Breyl, el grupo expresionista denominado Die Brücke (El Puente), y realizó, desde 1913, numerosas exposiciones en Alemania. Los miembros del grupo El Puente optaron por el desnudo y la comunión con la madre naturaleza.

"Erich Heckel, reconocido artista, sobre todo, por sus desnudos, niega la evidencia de esos cuadros que elogia Matías, acaso para no caer en el desprecio y la persecución de una España franquista y pacata"

Heckel militó, a su vez, en la llamada Neue Sachlichkeit (Nueva Normalidad), que, de alguna manera, regresa a la figuración realista con marcado acento en lo social. Las obras que elaboran son menos experimentales, menos introspectivas, más directas y comprometidas. Ilustran la realidad de la posguerra alemana y tratan de desenmascarar la sociedad burguesa, al tiempo que condenan a políticos y militares, que llevaron a Alemania a la guerra y al desastre. Elementos, todos ellos, que se hallaban en consonancia con las ideas sociales, de una izquierda moderada, de Luis Martín-Santos. De ahí que pudiera recurrir a este artista alemán que, sin embargo, no sale demasiado bien parado en el aludido pasaje de la novela.

Pero aún hay más. Resulta curioso que el «pintor pinturero», que habla un español rudimentario del que se mofa Matías, una vez que se adentran en su estudio, niegue ser el autor de los primeros cuadros que les salen al paso: unos desnudos de mujeres sonrosadas. Esas son, sin embargo, las pinturas que más seducen a Matías, que se fija de inmediato en ellas: “El propietario del estudio y compañero artista-pintor de Bono [así comienzan a denominarlo tras pronunciar esta palabra en reiteradas ocasiones] parecía tener las ideas claras sobre su ideal estético y reiteraba la exposición de las mismas sin un átomo de vergüenza, carente de todo falso pudor”.

La situación que se nos presenta resulta curiosa: Erich Heckel, reconocido artista, sobre todo, por sus desnudos, niega la evidencia de esos cuadros que elogia Matías, acaso para no caer en el desprecio y la persecución de una España franquista y pacata, anclada en el pasado, atada a los mayores prejuicios en el plano del erotismo y la sexualidad.

Uno de los cuadros de Heckel que se exhiben en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid es el titulado Ante la cortina roja, una pieza de 1912. Una acuarela y lápiz sobre papel de 44,6 por 36,3 centímetros, que tiene como tema principal el desnudo femenino en un interior. El cuadro se llevó a cabo en el antiguo estudio del pintor Otto Müller, situado en Berlín. La joven de la pieza que se exhibe está sentada en un tosco taburete fabricado a mano, ante unas cortinas con diseños figurativos. La desnudez de la modelo, así como la postura que adopta, con la cabeza algo inclinada, dotan a la creación de un ambiente melancólico y sentimental.

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