Vikingos ha sido una de las grandes series televisivas de los últimos tiempos. Quizá sin el reconocimiento de otras como Juego de tronos, pero igual de importante e influyente entre los adictos a las plataformas digitales. El secreto de su éxito radica, sin duda alguna, en un personaje poderoso y fascinante, Ragnar Lothbrok. También en el resto de figuras de esta historia, como su hermano, Rollo, su primera mujer, la increíble Lagertha, su inseparable Floki, y todos sus hijos: el sucesor Bjorn Piel de Hierro, el malvado y temido Ivar el Deshuesado, el yonki Hvitserk y el audaz Ubbe.
Para el que no lo sepa, Vikingos es una serie del Canal de Historia, y aunque al hablar de estos pueblos escandinavos la realidad y la leyenda se han mezclado a partes iguales, esta ficción ha sido reconocida por su alto grado de veracidad, aunque, como todas, tiene sus «cositas», como esa catedral francesa tan excesivamente gótica para el siglo IX. Ragnar Lothbrok —o Loðbrók— existió, pero su vida fue adaptada por y para la mitología. Casi todo lo que sabemos de él lo conocemos —como de otros héroes vikingos— por las sagas islandesas. La palabra «saga» en islandés significa «lo dicho, lo contado». Fue en este país donde durante los siglos XIII y XIV se creó este estilo literario centrado en contar las historias de los primeros colonos de la isla —coetáneos de Ragnar—, y también sobre los reyes de Noruega. La otra fuente que sirvió de documentación a los creadores de la serie fue la de las crónicas nórdicas, como la Gesta Danorum, de Saxo Grammaticus, que escribió sus dieciséis libros de la historia danesa dos siglos después de las hazañas del protaganista de Vikings.
El valor histórico de la figura de Ragnar sigue siendo discutido a día de hoy. Se acepta su valor de leyenda, pero se cuestiona quién fue y si existió en realidad. Hay estudios que lo asocian a reyes de los que sí se tiene constancia documentada, como Horik I o Reginfrid. Por otra parte, hay quien sostiene que se trata de una creación literaria con el molde de varios de esos gobernantes. Los que no hay duda que sí existieron fueron sus hijos.
[Ojo, a partir de este párrafo hay algún que otro spoiler]
Ragnar, durante las cuatro temporadas en las que participa, es el centro indiscutible de la ficción. Lothbrok comienza su andadura como un campesino y termina siendo el rey más temido y respetado de Escandinavia. Él nunca abandonará ese rol de granjero. En una escena, en Inglaterra, Lothbrok coge un puñado de tierra y casi llora de la emoción, porque ese es su tesoro más preciado. Él no iba en busca de oro cuando decidió atravesar el Mar del Norte, quería campos fértiles que cultivar.
Pero aunque la agricultura y la ganadería pudiesen ser sus anhelos, la guerra fue su gran negocio. Convertido en luchador legendario, Noruega y Dinamarca pronto se quedaron pequeñas para él y demandó empresas mayores. Mandó construir barcos a su camarada Floki y puso rumbo a Gran Bretaña, primero, y a Francia después, llegando con su flota hasta el Sena, quedándose a las puertas de París.
Al bueno de Ragnar no le comprendieron ni sus mujeres —Lagertha y Aslaug—, ni sus múltiples amantes, ni tampoco sus vástagos. Él único con el que pudo sincerarse y mostrarse tal como era fue el monje Athelstan, un clérigo raptado por el vikingo en uno de sus ataques a los territorios ingleses. Esa tribulación, esa crisis de fe que enfrenta su paganismo con la nueva religión que ha descubierto, la católica, es uno de los momentos más literarios de la serie y del personaje, amén del tono shakespeareano —cómo se nota la influencia del creador de esta historia, Michael Hirst, que venía de firmar Los Tudor— y el legado artúrico que impregnan cada capítulo de Vikingos.
[Ojo, ahora sí que hay spoilers de verdad]
¿Por qué muere Ragnar Lothbrok al final de la cuarta temporada? Esa no es la pregunta adecuada. La cuestión es por qué sigue vivo después de la primera. Vikings estaba concebida como una miniserie y acabó renovada para una segunda temporada. En ese momento Ragnar podía haber dejado vía libre a los verdaderos protagonistas de la historia de los vikingos, sus descendientes. Pero Hirst no supo, ni quiso, renunciar a un rol tan rico en matices. Travis Fimmel —el actor que encarnó a Ragnar— debía seguir esculpiendo el personaje que le había regalado Hirst, y lo hizo de maravilla durante un montón de capítulos más.
La evolución de Ragnar —de agricultor a guerrero, de Rey a hijo de Odín, de hombre a leyenda— marca el devenir de las cuatro temporadas en las que participa, y su herencia las dos siguientes. El «cansancio» es en realidad el motor de su existencia. Ragnar está cansado de ser un simple aldeano y quiso ser rey, luego se cansó de serlo, también de ser esposo y padre. Lothbrok permaneció cansado hasta el final de sus días; hasta el Valhalla le causaba pereza. Y es ahí donde está la grandeza de este personaje, todo un existencialista. Un héroe perseguido por el «perro negro», un monarca siempre al borde la depresión, una leyenda que solo quiso ser otra cosa por pura curiosidad, pero que luego no supo poner freno a su ambición. Pocos personajes han dejado tanto poso en los últimos años. Ragnar engancha porque parece simple, pero, en realidad, es complejo, poliédrico. Ragnar es un perfume: una dosis de Gregor Samsa, un toque de Michael Corleone, algo de Hamlet y un sutil aroma a Julio César.
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Título: Vikingos
Creador: Michael Hirst
Reparto: Travis Fimmel, Katheryn Winnick, Gustaf Skarsgård, Alexander Ludwig, Clive Standen, Maude Hirst, Alyssa Sutherland, Moe Dunford, Linus Roache, Gabriel Byrne, Jordan Patrick Smith, Alex Høgh Andersen, George Blagden, Jennie Jacques, John Kavanagh, Georgia Hirst, Jessalyn Gilsig, Peter Franzén, Jasper Pääkkönen
Temporadas: 6
Capítulos: 79
Dónde verla: Netflix y HBO
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