Su libro es uno de los lanzamientos más esperados en estos primeros meses de 2018. Tras el éxito de Más vale Lola que mal acompañada, Raquel Riba Rossy recupera a su personaje, Lola Vendetta, en un nuevo título, ¿Qué pacha, mama? (Lumen, 2018). La heroína de la catana vuelve a las librerías, más gamberra que nunca, para hablar de las madres.
Raquel Riba Rossy defiende el feminismo “a lo Kill Bill”. Riba Rossy llegó poco a poco al feminismo, a Lola le late el feminismo por los cuatro costados. Lola Vendetta va a todas partes acompañada de una catana y denuncia en esta nueva obra situaciones de injusticia en torno a las mujeres y al hecho de ser madre. En este título (que termina con un extenso agradecimiento a su progenitora), Riba Rossy rescata tabúes y represiones de la mano de su protagonista, Lola, quien, dominada por el humor y la violencia, se pasea por este texto ilustrado con su sinceridad habitual.
¿Qué pacha, mama? provoca incluso la risa, porque a pesar de la catana y de la sangre que aparece en casi todas las páginas de esta obra, ¿qué sería de nosotros sin el sentido del humor?
Raquel Riba Rossy atiende a Zenda pocos días después del lanzamiento de su obra. Hablamos de mujeres, empoderamiento, madres y feminismo, de la sentencia a “La manada”, el 8M y el movimiento “Me Too”.
Comenzamos.
¿Quién es Lola Vendetta?
Lola Vendetta es un personaje de cómic que me acompaña desde hace 4 años.
¿Cómo creó este personaje?
Estaba viviendo en el barrio de la Sagrada Familia con cinco chicas y trabajaba de azafata al mismo tiempo, y empiezo a ver una serie de cosas. Ese primer momento, a los veintipico años en que empiezas a trabajar y te empiezas a dar cuenta de que ya no soy yo dentro de mi casa, sino soy yo en el mundo, relacionándome con el mundo, y veo cosas que no me cuadran. Empiezo a usar el personaje, utilizándolo como para desahogarme, para decir «esto no me gusta», sin intención de publicarlo en redes sociales. Al principio lo hacía para mí, lo guardaba en carpetas y se quedaba en el anonimato, por decirlo de alguna manera. Hasta que mis compañeras de piso me dijeron: “¿Por qué no publicas esto en Facebook, que a mí esto me resuena? Nos reímos mucho e igual a la gente le gusta.” Un año más tarde conozco a mi pareja, César, que es pintor, y se dedica a la pintura gracias a las redes sociales. Me dijo: “Espérate, el personaje está muy guay. Déjame enseñarte cómo funciona Facebook e Instagram para que lo puedas utilizar bien y puedas llegar a la gente. Ahí es donde empieza a subir todo más rápido, se acelera el proceso.
¿Cree que hoy día aún es necesario empoderar a la mujer?
Sí. Necesario sería empoderar a todo el mundo. Pero como las mujeres vienen de un proceso de desvalorización muy grande, y de sumisión y de complacencia, y todas esas palabras que las alejan de la autonomía… Se nos ha educado mucho para depender de o para creer que el amor romántico es “X”. Creo que el empoderamiento femenino es un trabajo muy importante.
¿Con qué herramientas contamos para ese empoderamiento?
Herramientas hay miles. Creo que cada uno, a la que rasque un poco, va a ir encontrando su propio proceso. Nosotros con una amiga hicimos el ReEvolución femenina. Se llama ReEvolución, que es como la segunda evolución, donde juntamos varias herramientas: desde echar la vista atrás y pensar en lo que has visto en la familia, qué comentarios, qué opiniones, sobre qué ideas se fundamenta tu idea de mujer, de mujer cisgénero, de mujer transgénero, de mujer heterosexual, de mujer homosexual… de todo. Ver cómo te posicionas tú en el mundo con la identidad que tienes.
¿Se considera una abanderada del feminismo?
Sí. Bastante claramente.
Ha sido acusada por redes sociales en alguna ocasión de promover la violencia contra el hombre. ¿Cómo se toma este tipo de comentarios?
Hay cantidad de personajes de cómic que son violentos y todos los vamos a ver al cine y se hacen colas gigantes. A la que aparece un personaje femenino que es violento porque decide defenderse por sí misma, ahí es donde se tocan las narices, ahí es donde dices: “¡Uy! Esto no me gusta, se está extendiendo el feminismo”. Lo estamos viendo estos días.
¿Cómo cree que sería el mundo si se eliminase esa brecha de poder, si los puestos de poder estuviesen ocupados —en su mayoría— por mujeres? ¿Cómo podemos romper el techo de cristal?
Hay varios focos de acción. Para empezar, la educación, me parece de cajón. Exponer a los niños todo el abanico de posibilidades que tienen sin que el sexo sea una condición, y sin que la identidad sexual también lo sea. Porque por otro lado tenemos a la comunidad trans, que hasta hace poco estaban reducidos a trabajos muy enfocados a la prostitución. ¡Parecía que no los podíamos concebir fuera de eso! Y eso es todo un tema. Y las mujeres estaban enfocadas, hasta hace pocas décadas, a trabajos muy de hogar. Los hombres estaban enfocados sencillamente al trabajo, cuando hay algunos hombres que también quieren estar en la esfera privada. Me atrevo a decir que los hombres que tengo en mi círculo están en esa búsqueda, quieren formar parte de esto, aun cuando se les ha educado para todo lo contrario. Están haciendo un proceso de desengancharse de un montón de manías de la educación. Luego está el trabajo que se puede hacer con una misma. Un tema de empoderamiento, de decir «valgo lo suficiente como para marcar mis límites». Es, sobre todo, el miedo lo que se tiene que trabajar, porque a las mujeres se les ha educado desde el miedo. Miedo a “ponte un condón, no vaya a ser que te quedes embarazada”, pero nadie te explica cómo tener múltiples orgasmos, ¿no? Se te alerta toda la vida de “cuidado, cuidado, cuidado”, pero, ¿y lo bueno qué? Vas por el mundo esperando eso malo que todos te han avisado que tiene que pasar. Ése es un condicionamiento gigante. ¿Qué pasaría si además de explicar la protección sexual que una tiene que tomar (y uno también) explicáramos el placer, lo bonito, lo que podemos llegar a aprender? En lo laboral se ha hecho un poco lo mismo: “Cuidado, que vas a tener tal”… Y a los hombres les han educado: “Cuidado, que tienen un morro que…” Hay que dejar de repetir estas frases típicas que no tienen sentido ninguno, lo que hacen es reducir a la gente al lugar del que justamente quieren salir.
Dijo Rebecca West, escritora y periodista inglesa: “Yo nunca he sido capaz de averiguar exactamente qué es el feminismo: sólo sé que la gente me llama feminista siempre que expreso sentimientos que me diferencian de un felpudo”. ¿Qué es para usted el feminismo?
Una de las cosas principales que creo que es el feminismo es un tema de responsabilidad, que es “responder con habilidad”. Hasta la fecha hemos llegado con una serie de habilidades con las que se nos ha educado. Tenemos las habilidades que hemos aprendido. Para empezar un cambio en el feminismo tiene que aprender habilidades nuevas: ¿cómo me hablo a mí misma?, ¿cómo quiero construir una familiar en el caso de que quiera?, ¿cómo me quiero posicionar en el trabajo?, ¿cómo quiero que se me trate? Es superimportante tener eso claro. Creo que es un aprendizaje de nuevas habilidades, sobre todo.
¿Quiénes han sido sus referentes en el feminismo?
Buena pregunta. Mi madre, que no era la feminista perfecta pero se quejaba mucho de muchas cosas que luego yo he podido utilizar en mi trabajo y profundizar. La primera fue ella. Luego, más que referentes feministas, abanderadas del feminismo como decías antes. Sobre todo he tomado ejemplos de mujeres que veo que están empoderadas, que hablan con mucha seguridad, que saben poner frenos, que saben poner límites. A título personal son las que pillo, digamos, para tomar como referencias para yo construirme también a partir de esos patrones: Oprah, Ellen DeGeneres, las alcaldesas de Madrid y Barcelona —que me encantan, aunque esté o no de acuerdo ideológicamente con ellas—, Ana (mi compañera de ReEvolución femenina)… Hay varias.
Hemos vivido en los últimos tiempos una auténtica primavera feminista: el último 8 de marzo fue histórico en cuanto a seguimiento y reivindicación. Un auténtico punto y aparte en el movimiento feminista que se ha visto acrecentado por el fenómeno “Me Too”. ¿Hacia dónde cree que se debe dirigir el movimiento feminista a partir de estos dos hechos?
El feminismo tiene que ser un movimiento que permee en todos los niveles de la sociedad. Enfocarlo hacia una única dirección me parece que es limitarlo. Es un cambio estructural: de empresas, de familias, de relaciones humanas, del grupo de amigos, de la pareja, de las parejas, en la sexualidad… Ése es uno de los temas más íntimos, que cuesta más tocar. Se nota el machismo en cómo se tienen las relaciones sexuales, en qué nivel de consentimiento hay en las relaciones sexuales y si se está respetando realmente lo que quieren ambas partes de la relación, si hay un consenso real. Ahí se nota muchísimo, en esa esfera privada, donde nadie puede poner una cámara (a no ser que se desee).
En España se permitió votar a la mujer en elecciones en los años 30. Parece mucho tiempo aunque en realidad no hayamos avanzado tanto. ¿Qué prioridades nos debemos plantear todos en pro de la igualdad?
Una de las cosas principales es dar acompañamiento psicológico a las víctimas de abuso de género. Es fundamental. Uno de los problemas principales que nos encontramos es que suben los números de denuncias, pero luego no hay acompañamiento psicológico. Entonces, difícilmente vas a la raíz si no se hace un seguimiento personal. Está muy bien levantar la mano y denunciar, pero eso es el primer paso, luego hay que dar el segundo, que es entrar dentro. Se necesitan personas con cantidad de herramientas para poder ayudar a la gente. Éste es uno de los temas principales. Luego está la educación, en los colegios y en las familias. Educar a los pequeños para que crezcan con criterio, con capacidad de discernir. Es decir: “Yo puedo escuchar una canción de reggaetón, pero sé perfectamente que lo que dice es algo con lo que no estoy de acuerdo”. Yo puedo mirar la película Durmiendo con mi enemigo, pero se me ha construido un criterio, porque se me ha educado bien y puedo discernir que eso no es romanticismo para nada y que de ninguna manera quiero eso en mi vida. Edificar sobre todo el sentido crítico.
¿Cree que el feminismo morirá de éxito?
Eso me gusta mucho. Tiene que ver con si es una moda y estas cosas. Esta pregunta me la han hecho muchas veces y me gusta. Recuerdo que en los ochenta se pusieron de moda las drogas. Salía de fiesta con mis amigos de los 80 (porque yo soy del 90) y recuerdo que iban hasta las trancas de drogas. Eso fue una moda en su momento. Luego vino la moda del running. Se decía: “La gente está corriendo porque es una moda”. Pero ojo, ¡espérate! Ante modas, ¿qué es preferible? ¿Que se pongan de moda las drogas o que se ponga de moda que la gente salga a correr por la calle? Pues lo siento, que la gente salga a correr por la calle. Estamos poniendo de moda que la gente se sienta más comprometida con su salud. En el mundo del feminismo pasa un poco igual: ahora ha habido un boom, y si es o no una moda en realidad es indiferente, porque lo que está haciendo es condicionar a la gente a que se preocupe sobre qué está pensando, haga una especie de salud mental, de salud social. Y si va a morir o no de fama, de moda… En realidad se va a terminar la necesidad de feminismo cuando se hayan cubierto las necesidades que pide el feminismo, que no es otra cosa que los derechos humanos, básicamente. No se está pidiendo la superioridad de uno sobre el otro. Se está pidiendo autonomía, se está pidiendo opción, se está pidiendo poder gobernar la vida propia, las propias decisiones, y que el Estado ayude a que eso sea posible. Es decir, que si yo estoy en medio de una situación de acoso brutal y decido irme porque quiero irme, porque estoy incómoda, porque quiero salir de ahí, se me ayude luego a tener mis derechos vigentes, digamos. A que no se minimicen, a que no se tenga por algo que puede pasar y que ya lo olvidará la gente y da igual.
¿Qué es la ReEvolución femenina?
Lo que hacemos es sobre todo dar herramientas para que a partir de ahí la gente haga lo que quiera con su vida. No se trata de meter doblada en la cabeza de la gente una manera de pensar única, sino decirle: “Tienes opciones de pensar”. Pero es muy difícil tener opciones de pensar si vienes tremendamente condicionado por lo que has aprendido como correcto, que a ti te resulta incómodo, o violento, incluso pone en riesgo tu integridad. Si existen una serie de herramientas psicológicas, de ejercicios y dinámicas en grupo que te pueden ayudar después a salir al mundo y saber lidiar con todo, mejor. De eso se trata la ReEvolución femenina, sobre todo. Y luego, hacer consciencia en el cuerpo, que es algo a lo que no se presta mucha atención, pero la vasta mayoría de mujeres cisgénero estamos dentro de unos ciclos menstruales y hay una exigencia externa muy grande en la que tú no puedes fracasar. No puedes estar con las pilas bajas un día, parece que siempre tengas que rendir exactamente lo mismo. Creo que una de las cosas importantes que hacemos es ayudar a las chicas a que tengan consciencia de eso, a que cuando están de mal humor cuando se les exige demasiado justo antes de la regla, o durante la regla, es porque están más cansadas de lo normal, porque físicamente estás más cansada. Y eso no se puede evitar. Es algo físico. No sé exactamente cómo se tiene que plantear en las empresas, quizá poder pedir trabajar desde casa en lugar de ir a fichar o de estar todo el día en movimiento. No sé cómo se puede plantear, pero se tiene que tener en cuenta, como se tienen en cuenta otros factores de la salud humana.
¿Le dedicaría una viñeta a “La manada”?
De hecho, me la estoy pensando. ¿Que si se la dedicaría? ¡Madre mía!, claro. Lo único que me jode de dedicarle una viñeta a “La manada” es darle más protagonismo a esta panda de personas. Es decir, que me parece una burrada, es que ni tan siquiera lo entiendo. Es lo que nos está pasando a todos, que dices: “¡No puede ser verdad!”. Lo que estamos viviendo últimamente es que cada guinda del pastel nos parece que es la última guinda del pastel. Pero es que… ¡llevamos una traca de guindas de pastel! ¡Gigantes! Llevamos un tiempo viviendo una serie de cosas que… Yo no entiendo exactamente qué resultado se espera de la gente. Normal que la gente esté enfadada, que esté acojonada. La gente siente que no hay soporte, que no hay protección. Eso da mucho miedo y cabrea muchísimo. Además de la obvia empatía que todo el mundo siente hacia esa chica. Es tan surrealista que no sé ni cómo argumentarte este punto. Es decir, yo puedo decidir a las 10.10 que quiero montarme una historia con un grupo de 7 tíos y a las 10.20 ver que no me mola el plan y querer irme. Y eso es legítimo, ¡joder! Es que tengo que tener el derecho de salirme de esa situación, aunque media hora o dos horas antes haya decidido meterme en ella. Es que no importa, tengo que poder salir de esas situaciones en todo momento. Y ese es el problema educacional que tenemos. Que parece que en todo momento tenemos que estar comprometidos con lo que hemos hecho en el tiempo anterior. Y no tiene nada que ver. Debo tener el derecho de poder salir de estas situaciones. Lo chungo es, además de que no se me deje salir de la situación, luego no recibir ningún tipo de ayuda.
Y encima la culpa es tuya…
Claro, claro.
Me gustaría hablar de Lola y ese imperativo que aún predomina en los medios de comunicación y en la sociedad relacionado con un ideal físico de la mujer: Lola critica la depilación del vello corporal o el tabú en torno a la menstruación. ¿Cómo lo ve?
Como todo dentro del mundo del feminismo, me parece que hay que abrir la ventana a la opción. Si me sale de las narices ponerme tetas, culo, maquillarme todos los días, y ponerme estos tacones porque así libremente lo he decidido, mira, ¡genial! Pero si resulta que no quiero, tengo que tener esa opción. Tengo que tener la opción de vivir mi cuerpo, mi aspecto, mi manera de ser como me dé la gana, en múltiples niveles. Es fácil decirlo, pero cuando hay tanta presión de fuera es muy difícil llevarlo a la práctica. Sobre todo cuando en casa has tenido una madre que ella en sí misma vino condicionada por estas cosas y has crecido con la píldora del complejo diario. Nuestras madres, la mayoría, vienen con la tendencia de modelos ultra anoréxicas que hubo en los 70-80. Era una cosa de otro nivel. Inevitablemente la que no se ha librado de eso lo lleva comiendo desde generaciones.
No es tan fácil, por eso es importante adquirir herramientas y poderse trabajar a diario. Porque sin herramientas, sin saber qué hago con mi complejo, es muy difícil salir de él, te sientes como en bucle. Un día me siento maravillosamente bien, pero el día que estoy mal, ¿qué? El día que me levanto mal y me miro al espejo, ¿qué? Se le ha dado tanto espacio dentro de la seguridad personal de la mujer que a veces sentirte fea te da incluso agorafobia: “No quiero salir a la calle, no quiero que me vean”. Eso sucede mucho. Por eso es importante reconectar con la salud del cuerpo, que no con la esclavitud del cuerpo. Poderte vincular con el cuerpo como a ti te salga de las narices. Es que alrededor del cuerpo suceden varias cosas. El cuerpo de la mujer no sólo ha sido condicionado a nivel estético, sino que encima no te han explicado los niveles de placer que puedes tener. Como siempre te han avisado de lo chungo, tu cuerpo acaba siendo una especie de prisión en la que no acabas de entender cómo disfrutar de él. Eso se vuelve una tortura china.
La mujer es el target principal de los anuncios publicitarios (puesto que suele tomar la decisión de compra) pero a su vez es diana de toda la crítica y la misoginia que existe en esos anuncios. ¿Hay que denigrar a la mujer para hacerse valer? ¿Qué hay detrás? ¿Cómo podemos cambiarlo?
Buena pregunta. Siempre que existe un cambio social hay mucha gente que se opone. Hay mucha gente que se ha sentado en el privilegio del sistema social anterior. A unos cuantos les interesa el sistema anterior. Consciente o inconscientemente, nos va bien que no estemos empoderadas del todo, porque así vamos haciendo y tira millas. Y van pasando los años y podemos ir armando nuestra historia como nos sale de las pelotas. Es una pregunta heavy. Hay una tendencia a estupidizar a la mujer, el extremo de cuquismo que estamos viviendo. Hay un montón de cosas. “Don Limpio” tiene toda la solución. Esto sucede a muchos niveles, por ejemplo a la hora de parir la cantidad de hombres haciendo teorías al respecto cuando cuantísimas mujeres no han podido siquiera decir cómo quieren hacerlo. Hay una necesidad de control exagerada y hasta que no aprendamos a soltar un poquito y dejar que la gente decida por sí misma (especialmente las mujeres) no vamos a solucionar este tema.
Hace unos días un hombre asesinó a diez personas en Toronto motivado por su odio a las mujeres. Se definía como “célibe involuntario”. En Estados Unidos hay asociaciones de hombres que se reúnen para insultar a mujeres y propagar la misoginia, los “Incel”.
What? Esto es surrealista.
¿Qué cree que hay tras esto?
A ver, es un tema complicado. Antes de hacerse responsable de la propia frustración es muy fácil apuntar fuera, decir “es culpa de los demás”. Responsabilizar al otro del dolor que yo siento (no ya de lo que me ha sucedido, de los hechos) me parece que es delegar un trabajo que no es de los demás. Lidiar con nuestras emociones es nuestro trabajo principal en todos los sentidos. El gran error de lo que me explicas, que no sabía que existía, es ése. Es algo a lo que le tengo alergia, el decir: “Los demás tienen la culpa de lo que me está sucediendo”. Revísate, qué sucede, qué es lo que ha pasado. No tiene ningún sentido que hagas daño a terceros por algo que te ha sucedido a ti en primera persona, a terceros que no tienen nada que ver contigo. Estas cosas suceden cuando el dolor no se escucha, se transforma en rabia. Cuando la rabia no se escucha se transforma en violencia. Es como se van transmutando las cosas cuando no las escuchas. También es verdad que venimos de una educación en la que a los niños se les ha dicho que no deben sentir, que tienen más derecho a cabrearse que a expresar sus emociones y demostrar que son vulnerables. No sé si vendrá de ahí, de una educación demasiado violenta.
El leitmotiv de su anterior obra era “El feminismo no se sufre, el feminismo se disfruta”. En esta nueva obra (¿Qué pacha mama?) el tema central es la maternidad. ¿Qué reivindica Lola Vendetta en este título?
Más que apuntar a la maternidad de “yo me quedo embarazada”, quería hablar de la relación con mi madre. Tengo una madre, qué pasa con ella, con nuestra relación, qué hemos vivido juntas, qué podemos irnos trabajando. La intención del libro es sacar a la luz a las madres y dejar de reducirlas sólo a “madres”. Y no madres que acaban de ser mamás, que sí que parece que tienen un cierto protagonismo. Esas madres que ya hace 25 años que son madres, 40 años que son madres, qué pasa con ellas. Más allá de la esfera de la maternidad, qué es lo que hay entre el hijo y la madre: las emociones, los vínculos…. Más allá de eso, qué más hay, qué historias se explican de la madre y cómo puedo yo lidiar con eso. También he tratado de expresar en este libro que las mamás perfectas no existen, eso es una campaña muy fuerte de marketing. Me da la sensación en los anuncios de productos de bebés y de productos para mujeres todo esto que explicabas antes, que se vende una idealización extrema. Parece que las mujeres, en nuestra esfera de madres o en nuestra esfera de yo con mi cuerpo, estemos en una especie de Monte Olimpo flotando sobre nubes. Y eso no es verdad, el mundo es caca, pedo, culo, pis. Suceden cosas y hay que hablar de ellas tal y como son. Hay que huir de esa exageración del concepto de belleza, de esa idealización extrema. Que todo eso que se dice de “la diosa que llevo dentro” y esas cosas sea algo que me crea por mí misma, no porque la sociedad me tenga que poner unos títulos o unas medallas de algo como madre, pareja, persona individual o profesional, o lo que sea.
¿Qué es la Pachamama?
Es una palabra que me gusta mucho, que viene de los indígenas americanos, que siguen teniendo mucha relación con la pachamama, que es la madre tierra. Y tienen muchos rituales vinculados con ella. Lo que quería decir con este libro es que nos hemos olvidado de cosas gigantes: que todos venimos del útero de la mujer y también venimos de la madre tierra y les estamos faltando el respeto a los dos. Es fuerte mirar atrás y darse cuenta de que en la historia quienes han recibido más palos son estos dos personajes principales, se les ha callado más la voz.
¿Por qué es necesario este libro?
A título personal fue necesario para hacer una retrospectiva del camino que he hecho con mi madre, desde mi adolescencia; ver las cosas que no cuadraban, sentir los dolores que he sentido, culparla a ella de mis propias emociones, entrar casi en violencia verbal, tratar de llamar la atención, saltarme las normas… Todo lo que se vive en la adolescencia, que al final es necesario para construir un ser individual más allá de la madre. Ese momento de independencia, empezar a romper ese apego para volar por una misma. Y luego qué sucede cuando te vas, pasas tiempo sin convivir 24 horas con tu madre, y qué sucede si te giras y la reconoces como es, como ser humano más allá de que sea tu madre. Y por otro lado en la esfera mujer-mujer, contemplarla como un ser que no necesariamente tiene que estar atado a ti siempre y que no vino atado a ti desde el principio, que tomó una decisión en un momento y puso su cuerpo a disposición de que tú llegaras al mundo. Pero que más allá de eso es un ser individual.
La obra explora la relación materno-filial. ¿Por qué cree Lola que en la adolescencia esta relación se enrarece?
Es un momento de construcción del ego. Empiezas a decir «esto me gusta» y «esto no» (algo que es fundamental), construyes un criterio, un gusto, administras el tiempo en lo que quieres, empiezas a rebotarte, a boicotear tu situación. Esto es natural y necesario para que la persona construya un ego que luego le ayuda a salir de casa, a independizarse, a desengancharse de la familia para construir una vida autónoma. Empiezas a concebirte como un ser humano que no tiene por qué ser exactamente igual que tu madre. Hay cosas de ella que te van a servir, pero hay cosas que vas a aprender. Y lo que aprendes son las cosas que te parecen como un riesgo, una aventura. Eso es la adolescencia, empezar a descubrir todo eso.
Pensando en el proteccionismo de padres a hijos, hay una imagen muy bonita en la obra, el momento en que Lola corta el cordón umbilical que aún le une a su madre y salta al vacío, a la forja de su identidad. ¿Cómo cree que puede un joven prepararse para este momento?
Con herramientas emocionales. Es difícil si tenemos codependencia muy fuerte. Si sentimos que sin ella no somos nada. Algo típico es tener relaciones de pareja y contrastarlas continuamente con tu madre. No está mal, teniendo en cuenta que es otro ser humano que te puede dar una opinión. Pero hay un momento en que una tiene que decidir como adulta y decir: «¿Hasta qué punto quiero recibir esta información?» Se nos ha condicionado a pensar que todo lo que oímos tenemos que recibirlo, y no, tenemos también libre albedrío para aceptar unas cosas y rechazar otras.
Hay en la obra una crítica al machismo que se lee en la Biblia. ¿Considera que instituciones como la Iglesia católica deben actualizar y revisar sus textos y su manera de pensar para llegar a la igualdad?
No sé si sea tanto los textos como… Crecí en una escuela muy religiosa. De esa escuela aprendí muchas cosas positivas. Particularmente en el tema de género creo que va coja, especialmente en las esferas más radicales y conservadoras de la iglesia. Deberían abrirse a ese tipo de cambios. Creo también que es una institución muy grande, moverlo va a llevar tiempo. No es fácil. No podemos pedir a organizaciones tan grandes que se muevan tan rápido como desearíamos, pero podemos ir a cuentagotas, echando agua a la planta para que vaya creciendo. Sobre todo, yo creo que es más una escucha, un diálogo, que otra cosa. La manera de consensuar ideas es desde la no violencia. Dejar de aislar una manera de pensar con la otra. Y empezar a decir qué tiene que aprender el católico del punki y al revés. La humanidad se mata por defender verdades absolutas, es básicamente eso lo que hace la humanidad en las guerras. Yo soy partidaria de gozarme la conversación y de consensuar, más que de llegar con mi punto arrollador sin escuchar a nadie.
¿Sigue siendo necesario llevar una catana a cuestas?
La catana de Lola es su necesidad de defenderse. Es una persona muy sensible en un mundo en el que se siente muy atacada. Es el contrataque de Lola Vendetta. Realmente creo que todos tenemos una catana a cuestas. Lo difícil es aprender a vivir sin ella. Es complicado aprender a vivir sin la espera constante del ataque, sin las constantes ganas de luchar. Ahí está lo más difícil.
¿Qué es ser madre?
No te lo puedo explicar exactamente porque no soy madre. Ser hija no deja de ser un aprendizaje diario, girarme hacia mi madre —que gracias a Dios la tengo conmigo— y poder preguntarle cosas que siento, intentar entenderme a través de la memoria que tiene ella, de mi propia memoria; para mí eso es un privilegio total. Ir hilando la historia a partir de capítulos de nuestra vida que se nos olvidan, pero que no dejan de formar parte de nuestros cimientos. Para mí no hay mayor placer que sentarme con mi madre a hablar de la historia de mi abuela, mi bisabuela, las mujeres de mi familia. Me ha gustado mucho hacer este viaje con ella. Y permitir a mi madre que hable sin sentirse juzgada por su hija. Sentarse a escuchar qué es lo que tiene ella que decirme, como mujer más que como madre, empezar a absorber la sabiduría del clan familiar.
¿Quiénes fueron sus referentes cuando comenzó a ilustrar?
Uno de mis referentes fue Norman Rockwell, que ilustra muy bien las emociones humanas. Era un ilustrador de la historia estadounidense de los años 20 y 30. Dibujaba la mezcla racial en los barrios. Sus ilustraciones no tienen desperdicio. Hay una de una niña con una revista Vogue en las manos delante de un espejo, como diciéndose: “Jo, yo no me parezco a ella”. Ilustra cosas que… No sé si era consciente o se daba cuenta de la crítica social arrolladora que hacía en sus viñetas. ¿Influencias de aquí a nivel de línea? Las tres mellizas no dejan de ser tres niñas que se meten a vivir aventuras sin necesidad de ser rescatadas por nadie. Ellas estaban bastante libres de estereotipos. Evidentemente, todos los dibujos manga que llegaron cuando era pequeña (de samuráis, luchas, espadas…).
¿Ilustraría historias de otras personas?
Justo hoy me han insinuado que se podría intentar algo así. En primera instancia dibujo y escribo mis propios libros, pero no me importaría hacer una interpretación de cómo otro ve la vida, creo que puede ser bastante enriquecedor.
¿Hasta dónde quiere llegar en el mundo de la ilustración? ¿Cuáles son sus metas?
No me importaría que Lola Vendetta se transformase en algo como una serie. Que saliera algo como sucedió con Persépolis. Que saliera del papel pero mantuviera ese algo onírico, ese hablar del inconsciente, esas imágenes que trascienden la realidad, que de repente se le abre el pecho y sale un pájaro, cosas así. Una serie o una película sería bastante interesante y ampliaría el mensaje de Lola a muchas otras personas. Mi meta es seguir ilustrando, por supuesto, libros y otras cosas. Me abro a lo que venga. Tengo el siguiente libro, estoy cociéndolo, pensándolo y siento que se me empieza a revolucionar el cerebro. Voy a parir el tercer libro en breve.
¿Puede comentarnos el próximo proyecto en el que está trabajando?
Por encima te lo puedo decir, porque no lo tengo muy claro. Lola en el primer libro es muy adolescente, se está quejando del mundo, su camino es quererse más a sí misma; en el segundo libro es la historia con mi madre. En principio, Lola es heterosexual, de momento, en los libros. Me pregunto qué sucede en su relación con los hombres en general. Su padre, por ejemplo, no sale ni en las fotos, está recortado; qué sucede con la sexualidad de personajes como su hermano (que tiene una discapacidad); qué sucede con sus amigos hombres, su personalidad, cuál es su relación con ellos… Va a ir alrededor de esto. Es un proyecto que me apetece muchísimo.
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Termina la entrevista y hablamos de los retos pendientes en la educación de la personalidad, uno de los objetivos de la ReEvolución femenina que ha puesto en marcha. Raquel Riba Rossy es mucho más que el personaje de cómic que ha creado, pero ofrece con esta obra una herramienta para el enjuiciamiento.
En estos días de ruido y furia, la lectura de su obra puede convertirse en una catarsis, en un ejercicio de liberación, en un remedio frente a la contractura mental provocada por la publicidad, los medios de comunicación, la inercia, la comodidad y el estatismo de residir dentro de nuestra zona de confort. Leyendo su obra, uno puede relajarse de esa contractura, acabar incluso con ella.
En estos días de ruido y furia continúan siendo necesarias las herramientas que nos ayuden a crearnos un criterio propio al margen del seguir a una manada concreta. Es importante crear una propia manera de pensar, discernir entre todos los estímulos que nos rodean y asedian desde cualquier pantalla, desde las retransmisiones del telediario y el trending topic del día.
Es importante dejar espacio y tiempo para la educación, para aprender y aprehender lo necesario para construirnos en la individualidad. Pero también es necesario el diálogo y el aprendizaje a partir del propio diálogo.
Por eso de vez en cuando debemos echar la vista atrás, a quienes lucharon antes que nosotros sus propios días de ruido y furia y que continúan luchando por nosotros. A quienes estuvieron aquí antes de que existiéramos y continúan a nuestro lado.
Hay que echar la vista atrás y preguntarles, ¿qué pacha, mama?
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