Existe una profunda fosa ocupada por series olvidadas, ficciones dejadas de lado por fallidas, irregulares o simplemente menos distinguidas que otros productos de reserva especial “etiqueta negra” de esa Edad de Oro de la televisión que, según empieza a rumorearse, podría haber terminado ya. Y una de ellas podría ser Alias, serie aventurera y de espías auspiciada por un J. J. Abrams a punto de romper con Perdidos (y de ahí al cielo) que durante cinco temporadas emitidas de 2001 a 2006 amenizó a los espectadores de la ABC norteamericana con una buena dosis de melodrama y acción servidas las dos por una espléndida Jennifer Garner. Y una serie con un potencial enorme de enamorar a nuevos espectadores a la búsqueda de sensaciones.
Alias también nos descubrió a muchos al que ha sido una de las últimas grandes, y escasas, revelaciones del mundo de la banda sonora de Hollywood. Michael Giacchino ha pasado en una década de ser un músico televisivo y de videojuegos a adornar la saga Jurassic World (como heredero simbólico del trono de John Williams), ser el responsable del nuevo sonido de Batman en el cine (tomando el relevo de Hans Zimmer) y de una decena de películas animadas de Pixar y Disney. Su brioso sonido orquestal clásico, alejado de la electrónica, perfectamente adaptado a las necesidades de los seriales de espías de los 60 pero también al blockbuster actual, le convierten en uno de los pocos representantes de esa vía de acción con personalidad propia y capacidad de liderazgo en medio de un panorama ciertamente inexpresivo. Y todo eso colabora a impulsar Alias, donde Giacchino suena a tope, como una serie por encima de la media.
Alias, que fue objeto de una excelente edición en DVD y que puede encontrarse íntegra en Disney+, presenta a una heroína femenina en un mundo de personajes masculinos ambiguos (¡antes del Me Too!), un trauma romántico y familiar y un gigantesco McGuffin en los artefactos de Rambaldi que, cual Lara Croft, Sidney debe recuperar para la agencia SD-6. Entonces todavía no sabíamos que J. J. Abrams tiene la virtud de empezar muy bien sus series, pero no tanto de acabarlas, aunque su salto a la silla de director con un puñado de excelentes capítulos nos anunciaría sus intenciones posteriores. Abrams se desvinculó progresivamente del asunto con el posterior éxito de Perdidos, que comenzó su andadura en 2004 para la misma cadena, pero su trabajo en Alias fue recompensado con la silla de director de Misión Imposible III y el mismísimo Tom Cruise. Aquí, al fin y al cabo, ensayó los mejores recursos que más tarde le permitirían pilotar la saga Star Wars o explotar la nostalgia con Super 8.
Bradley Cooper, el periodista devenido interés amoroso de Sidney que poco a poco va descolgándose de las tramas, o Quentin Tarantino, que intervino como actor en varios episodios de la serie, son otros de los puntos a favor de un thriller sentimental que rehace arquetipos televisivos sin rubor y que aporta un centenar de episodios llenos de sorpresas y giros inverosímiles, capaces, sin embargo, de captar la atención del respetable incluso ahora, más de una década después. Puede que Alias no sea la mejor serie o un producto redondo, pero sí es algo quizá más interesante: una pieza de buena y trepidante televisión de principios de siglo XXI, quizá una de las últimas series verdaderamente adictivas antes de la llegada del streaming.
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