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Reiniciar una vida

Reiniciar una vida

Amo el género novela. Y me alegro mucho de que no haya muerto.

Todos deberíamos romper tiene su origen, en parte, en el puro deseo de escribir novela. En mi caso, este deseo es un deseo constante que se alimenta de leer.

Cuando estoy leyendo una novela, la vida se encarrila un poco. Puede que por eso sus lectoras y lectores solemos ir empalmando una tras otra, para que esa línea no se corte. Tal vez sea por la autonomía de la novela, por su capacidad de construir un mundo, que hace que cierta exigencia de sentido quede satisfecha. O tal vez sea por ese plus de conciencia en que te sitúas como lectora (y como escritora).

"Leer las páginas en el taller supuso llevar por primera vez lo que iba escribiendo a otro nivel, más real y más vivo. El texto salía fuera y generaba impresiones"

Todos deberíamos romper comenzó en un taller dirigido por Elvira Navarro en Fuentetaja. La experiencia del taller fue un hito para mí. La escritura es una tarea solitaria, pero en mi caso era casi clandestina, quizá porque comenzó de adolescente con la escritura de diarios, y fue convirtiéndose en eso que llama tan bien Barthes “escritura del presente”, que dio el salto a la construcción de relatos, con el deseo de novela siempre latente. Pero era escritura privada.

Leer las páginas en el taller supuso llevar por primera vez lo que iba escribiendo a otro nivel, más real y más vivo. El texto salía fuera y generaba impresiones. Tuve la fortuna de coincidir con unas compañeras con mucho talento, escritoras, guionistas, que eran un festín. Había una seriedad preciosa e inusual, en aquella sala de reuniones, con la pizarra blanca, la mesa grande y cada una en su sitio habitual. Elvira en el centro, y qué bien. Cerraba la ronda de observaciones y, cada vez, me sorprendió la agudeza de su modo de leer —que daba la impresión de hacer una radiografía al texto— y la honestidad al comentar.

Fue una suerte estar justo allí. En ese espacio, Todos deberíamos romper pudo arraigarse y empezar a crecer.

"Escribir novela es dar forma a una (verdad) o, si esa palabra parece demasiado, a una visión. Si no la terminaba, la forma no quedaría completada y me quedaría sin ver nada"

Cuando finalizó el taller yo no había terminado la novela; no sabía entonces que sólo llevaba una cuarta parte. Continué escribiendo en casa, en cafeterías. Sacaba dos horas cada día. Ahí algo se me encarriló, esta vez no con las novelas que leía, sino con la que escribía. No perder el rastro, continuar; concluirla era el objetivo.

Escribir novela es dar forma a una (verdad) o, si esa palabra parece demasiado, a una visión. Si no la terminaba, la forma no quedaría completada y me quedaría sin ver nada. Supongo que esa es la principal razón de que un intento de novela se malogre: si no se cierra la forma, puedes tirar 400 páginas a la basura. Antes he hablado de deseo de novela y me doy cuenta de que es deseo de dar forma a algo que no la tiene y que pide aparecer.

¿Dar forma a qué? ¿Qué quería contar? Todos deberíamos romper cuenta la historia de Nadia, una mujer a la que deja su pareja de toda la vida porque se ha enamorado de otra persona. Ella reacciona marchándose de su casa, cambiando de lugar de trabajo y, así, se encuentra de golpe en otro escenario y sin papel.

"Todos deberíamos romper es una novela sobre la vida embotada y la vida despierta"

Pero no es una historia decadente que se regodee en la parte dolorosa de la ruptura (que también está), sino en la experiencia de extrañamiento de la protagonista en un espacio fuera de lugar.

En esa especie de reseteo hay descubrimientos que pueden considerarse gozosos. Creo que a Todos deberíamos romper le pondría la etiqueta de vitalista.

Las rupturas sentimentales pueden ser momentos duros y tristes. Pero creo que puede ser igual de universal ese reverso regenerador, de afluencia de vida, aunque pase más inadvertido. A Nadia, de algún modo, le devuelven sus tierras.

Todos deberíamos romper es una novela sobre la vida embotada y la vida despierta.

Sobre el amor, sobre la galería de los personajes cambiantes de nuestras vidas; también sobre la relación con las casas en las que vivimos y los barrios que son nuestro hábitat, y los fantasmas que nos acompañan.

Habla sobre lo inevitable que es perderse y la inmensa suerte de reencontrarse.

La novela me permitió ver un poco de esto y decirlo.

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Autora: Marta Gordo. Título: Todos deberíamos romper. Editorial: Caballo de Troya. Venta: Todostuslibros.

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Yolanda
Yolanda
2 años hace

Lo comencé ayer y me ha enganchado desde el principio. Supe de Marta y su libro en el festival «Cuéntalo» aquí en Logroño (muy recomendable para los de aquí y los de fuera, eso sí, ya el próximo año).
Un placer leerlo, tiene una escritura ágil y bastante humor (a pesar de todo).
Totalmente recomendable!