Fotografía de portada: Asís G. Ayerbe
«Que hoy no te desvelo, poeta Jorge, porque hoy está el cielo cubierto de montañas de nubes, y no tengo ninguna gana de que me lluevan lágrimas de nadie», escribió Bernardo Cuesta Beltrán en el prólogo de Círculo ascrito (por penumbra y reflejo). En este libro están incluido los versos que hoy os traigo, Reloj sin arena, de Jorge Villalmanzo.
Reloj sin arena, de Jorge Villalmanzo
No me emborracharé bajo los puentes,
no cometeré faltas de estilo
Julio Cortazar
Los puertos, como los bumeranes,
regresan al recuerdo,
lo hacen mágicamente,
sin anunciar tamaño que les crece,
la prisa innata que les desgaja en olas.
Es más,
si supieran los derribos que enumero,
la sangre cordial
que con las briznas de hierba
se han convertido en arcoiris
tantas veces,
nunca tenderían mano
con esa cordialidad pájaro negro
que ha vendido hasta sus últimos plumajes.
Acentúo con carácter de víscera insomne
suspiros y deseos,
vacuas pasiones que no tremulan médula
ni se dilatan labio,
sino tarántulas de noche
que injertan dientes de marfil a la sustancia,
cíclicas palabras que atesoran
símbolos de esfinges derruidas.
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