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Remedios Varo, los sueños de una artista en palabras

Remedios Varo, los sueños de una artista en palabras

Como ha dicho la investigadora estadounidense Caitlin Haskell, la pintora española surrealista exiliada en México Remedios Varo (1908-1963) fue una mujer que se apoyó en las membranas del sueño para crear mundos alternativos, que miró a la ciencia como una fuente para la historia y nunca perdió de vista el misterio de la materia y su potencial metafísico. México fue sin duda importante para consolidar el maravilloso imaginario de Varo, pero su mundo estaba ya maduro cuando llegó ahí junto al amor de su vida, Benjamin Péret, a finales de 1941, tras un periplo que la alejó definitivamente de España a raíz de la guerra civil y de Europa a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Ya establecidos en México, Péret y Varo se integraron en un círculo de amigos y artistas entre los que se encontraban Octavio Paz, César Moro, Gerardo Lizárraga (con quien había tenido una relación sentimental años atrás), Kati Horna, Eva Sulzer y Leonora Carrington, quienes jamás dudaron que estaban ante una artista genial de los pies a la cabeza. No obstante, el mundo, siempre a la zaga, tardó en reconocerlo, y en aquella década de 1940 Remedios se dedicó a realizar diferentes trabajos artesanales, de decoración y publicidad. Y ya en los años 50, separada de Péret, se casó de nuevo con el político refugiado austriaco Walter Gruen, devoto de su obra, quien la convenció para que se dedicara exclusivamente a la pintura, proporcionándole la estabilidad económica necesaria para ello hasta su fallecimiento. De esta forma, además de concentrarse en su producción pictórica, Varo tuvo tiempo para la escritura, recreando, a través de la palabra, el mismo ambiente onírico que desplegaba en su pintura y reflejando un mundo de prodigios habitado por criaturas singulares, en un tiempo y un espacio diluidos por el humor y la poesía. Es precisamente esto lo que puede apreciarse en el libro El tejido de los sueños, que la editorial sevillana Renacimiento acaba de publicar, reuniendo en un solo volumen sus cartas, sueños, relatos, recetas humorísticas, ejemplos de escritura automática y proyectos inacabados, una buena parte de los cuales habían permanecido ocultos durante décadas y que gracias a Isabel Castells, profesora de Literatura Española en la Universidad de La Laguna y experta en el surrealismo y el exilio republicano español, los lectores podrán disfrutar, pues se trata de un corpus literario fascinante que explica a la mujer, la artista y su obra, dando cuenta de un universo creativo tan singular y fascinante que sin duda deslumbrará al lector tanto como lo hacen sus maravillosas pinturas. Un auténtico acontecimiento editorial.

LA PRIMERA MUJER DEL COLEGIO NACIONAL

"Escribir sobre y contra la violencia nunca es fácil, especialmente cuando las narrativas hegemónicas, en este caso las patriarcales, han probado una y otra vez su eficacia para generar y luego justificar las agresiones mismas"

Hay que felicitar a Cristina Rivera Garza por ser la primera mujer en ingresar al Colegio Nacional. Su obra, una de las más sólidas e interesantes del panorama literario mexicano actual, no deja lugar a dudas de que ese ingreso es más que merecido y permite a esa institución saldar una vieja deuda de género, ahora que la tan sobada paridad está de moda. Pero ya se sabe, más vale tarde que nunca. En su discurso de ingreso, Cristina subrayó que su tarea como escritora es “explorar y desbrozar, subvertir y complicar esas narrativas que se presentan como cosa dada o como condición de existencia”, tarea en la que la imaginación no es un atributo de la ficción. “La imaginación”, dijo, “juega un papel fundamental… Toda escritura es escritura de la imaginación. Se trata, por supuesto, de una imaginación acuerpada, que nace, se complica o desfallece gracias a, o en contra de, los mismos vectores de poder que estructuran nuestras vidas”. Rivera Garza quiso recordar que “escribir sobre y contra la violencia nunca es fácil, especialmente cuando las narrativas hegemónicas, en este caso las patriarcales, han probado una y otra vez su eficacia para generar y luego justificar las agresiones mismas”. En ese sentido, la autora de obras como La guerra no importaViriditas Los muertos indóciles observó que escribir es una práctica fundamentalmente crítica, que no puede encerrarse en una torre de marfil y asumirse como un arte autónomo. Honor a quien honor merece.

ADOLFO GILLY, EL ADIÓS DE UN MAESTRO

"A través de conferencias, notas conmemorativas, apuntes de lectura, ensayos, cartas y bosquejos biográficos se conforma esta generosa constelación"

La mejor despedida que puede tener un escritor es darle la bienvenida al limbo inmortal de la lectura. Es decir, leerlo. Es lo que se puede decir del recién fallecido pensador Adolfo Gilly (Buenos Aires, 1928- México, 2023), autor del imprescindible ensayo La revolución interrumpida, quien el pasado 4 de julio dejó este mundo para ingresar en el panteón de los inconformistas. Ediciones Era publicó hace no mucho una especie de testamento suyo, titulado Estrella y espiral, en el que recorre diversos senderos de su vida, atisbando indicios y detalles mediante la evocación de figuras tutelares encarnadas en la vida de los poetas, narradores, historiadores y filósofos que han fungido como guías para el autor, así como de momentos clave en la historia política y cultural de América Latina y el Caribe. A través de conferencias, notas conmemorativas, apuntes de lectura, ensayos, cartas y bosquejos biográficos se conforma esta generosa constelación, habitada por personajes como Octavio Paz, André Breton, Friedrich Katz, Pancho Villa, Victor Serge, Bolívar Echeverría, Juan Gelman, Lucas Akiral, Atanasio Tzul o Luis Villoro. La lección final de un gran maestro.

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