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Revelando a Nela

Revelando a Nela

Manuela, Manoli, Nela… Tres nombres propios para un fantasma, una identidad líquida, evanescente. Para el escritor Juan Trejo su hermana mayor, doce años mayor que él, fue durante mucho tiempo el negativo de una fotografía, un paisaje de sombras y manchas borrosas. Indescifrables. Hasta que un día, cuarenta años después de su muerte, decidió revelar el carrete y contemplar su imagen a todo color, como la vemos, sonriente y aire hippie con un gran capazo de mimbre entre las piernas, en la portada de Nela 1979 (Tusquets, 2024).

Este libro es como un laboratorio de fotografía analógica, con su parafernalia de ampliadora, cubetas y productos químicos, en el que bajo la luz roja de la memoria vemos surgir poco a poco el rostro de Nela. ¡¿Otro relato de autoficción?! ¡No, por favor! Este libro es un retrato veraz y valiente, no solo de la hermana y la familia de Trejo, sino también de una generación de jóvenes trasplantada bruscamente desde la tierra de sus ancestros a una gran ciudad en una época en la que este país se lanzaba locamente en pos de una modernidad postergada durante décadas por la dictadura. «Es también la historia de una generación de jóvenes que, después de atreverse a soñar durante un breve periodo de tiempo, tuvieron que afrontar la frustración y el desencanto de ver que las cosas no iban a cambiar del modo en que ellos habían imaginado».

"Antes de cumplir la mayoría de edad, Nela cortó por lo sano el cordón umbilical y se marchó de casa para vivir a su aire en sucesivas comunas"

Nela nació el 4 de septiembre de 1958 en Oliva de Mérida, un pueblo de Badajoz. Hasta que llegó Juan, en 1970, posiblemente uno de los «hijos de Ogino» que proliferaban por esa época, fue la mediana de tres hermanos: Paco, el preferido por ser varón, y Carmen, guapita y deseosa de agradar. Desde pequeña mostró un carácter enérgico, audaz y rebelde, que pudo desplegar cuando la familia, en 1962, se trasladó a Barcelona en busca de una vida mejor. Una ciudad plena de posibilidades… y peligros. Precoz, sociable e intrépida, Manoli encontró en sus calles un espacio abierto a la medida de sus anhelos. Primero, explorando su barrio en la parte norte, Vallcarca, luego cada vez más lejos. Pero sus aventuras tenían un alto precio: enfrentamientos cada vez más violentos con sus padres, sobre todo con su madre, con la que llegaban a veces a las manos, fruto del férreo control parental que sufrían las hijas de familia en esos tiempos. De haber sido Manuel en vez de Manuela, muchos de ellos no se habrían producido. Se convirtió en un elemento desestabilizador, «disruptivo» de la armonía familiar, y ello le granjeó cierto rechazo por parte de sus hermanos, que contribuyó al posterior olvido. Al borrado de su imagen en la foto de familia. El destino de las ovejas negras. «El olvido de la familia, no teniéndola presente nunca, ni siquiera en ciertas fiestas o celebraciones, la condenó a un limbo significativo tan profundo que incluso pudimos especular, como si se tratara de un juego macabro, con la posibilidad de que nunca hubiera existido».

Antes de cumplir la mayoría de edad, Nela cortó por lo sano el cordón umbilical y se marchó de casa para vivir a su aire en sucesivas comunas. Consiguió trabajo en una empresa de doblaje, La Voz de España, y se instaló luego en La Floresta, donde conoció a un chico italiano con «aire de joven galán de cine de sobremesa», Valerio. A la sazón Nela ya había experimentado con la heroína, que le proporcionaba una sensación de «libertad y ligereza»; una sustancia difícil de conseguir pero de la que Valerio disponía, por dedicarse su hermano a traficar con ella. Esa circunstancia marcó el futuro de la pareja, que tras vivir una temporada en Génova, la ciudad natal del chico, se trasladó a Valencia. Allí fue donde se produjo el fatal desenlace. Donde Nela falleció con solo 21 años.

"Las circunstancias de la muerte de Nela en el Hospital General de Valencia, el 24 de noviembre de 1979, tras su paso fugaz por el Hospital Psiquiátrico de Bétera, son confusas"

Para colorear el retrato de su hermana Trejo recurre primero a sus propios y escasos recuerdos sobre ella, el día que lo llevó al cine a ver Sonrisas y lágrimas, una película que le hace llorar, un cómic de Barbapapá en italiano que le regaló, un par de cartas, las visitas dominicales que de niño hizo al cementerio de Collserola acompañando a sus desolados padres… Poca cosa. De sus hermanos y su madre tampoco obtiene mucha información, y decide recurrir a conocedores el ambiente underground de la Barcelona de mediados de los setenta, por el que Nela se movía: la plaza Felip Neri, la del Real, la Rambla, Zeleste… Contacta con Pepe Ribas creador de la revista Ajoblanco, Pep Bernadas, la escritora Ana Briones, Xavier Moret o Víctor Mesalles. Como un «detective salvaje» de Bolaño, acopia hechos y datos pero sin mucho éxito. Gracias a las redes sociales conecta con familiares de Valerio, que le proporcionan algunas respuestas que le ofrecen una reconfortante visión en positivo de su hermana. Las circunstancias de la muerte de Nela en el Hospital General de Valencia, el 24 de noviembre de 1979, tras su paso fugaz por el Hospital Psiquiátrico de Bétera, son confusas. Las indagaciones de Trejo en este sentido se toparon con la opacidad burocrática. Imposible saber si hubo negligencia por su condición de heroinómana o le había llegado su hora, algo que choca con su juventud. En todo caso, apunta Trejo, su relación con la droga solo duró algo más de un año, sin relación con el mundo sórdido asociado a ella, sino vinculada a los pioneros de su consumo en España e Italia: «la contracultura y las clases más o menos acomodadas».

Imposible comprender el devenir de Nela sin conocer el perfil de sus padres que Trejo describe con ecuanimidad sin idealizarlos ni cargar las tintas. Dos buenas personas lastradas por la incultura y una educación tradicional, incapaces de comprender los anhelos de libertad de su hija. Como descendiente de una dinastía de carpinteros, el padre gozaba en su pueblo del prestigio de no tener que lidiar con la tierra. «Era lo que popularmente se denomina «un candil en casa ajena», pues de puertas afuera era todo sonrisas y bromas, y de puertas adentro un déspota egoísta y abusador».

"Con una prosa sencilla y límpida y la valentía de llamar a las cosas por su nombre, Trejo arma un relato conmovedor, libre de patetismo, que nos interpela directamente"

Aunque logró estabilidad económica, acabó amargado, retraído del mundo y anulado por la demencia senil. La madre era también un hueso duro de roer. Debido a su carácter seco y falta de empatía Trejo plantea la posibilidad de que sufriese un leve autismo, aunque también evoca su dura infancia en el pueblo de Palomas, donde era obligada a lavar en el río helado las entrañas de los puercos que su padre, matarife, sacrificaba. «Mi madre estaba sometida a todos los miembros de la familia y no tenía derecho alguno. Eso forjó su carácter en un sentido muy drástico: aprendió a dividir los asuntos de la vida humana entre las obligaciones y todo aquello que no tenía la más mínima importancia».

A la madre de Trejo le disgustó saber que iba a escribir sobre su hermana difunta. Le insistió en que la dejara en paz, que no la desenterrara. Pero su propósito no era exhumarla, sino «darle la sepultura que merece, no dejarla tirada, apartada, en un rincón de la historia, sino precisamente cerrar su tumba y colocar encima una lápida en la que pueda leerse su verdadero nombre y el año de su muerte. (…) Encontrar algo de luz y calidez en toda esa oscura y fría corriente de olvido, una chispa o un simple atisbo que certifique que el paso por esta tierra de Nela, y de esos compañeros suyos de generación, no fue prescindible y doloroso».

Con una prosa sencilla y límpida y la valentía de llamar a las cosas por su nombre, Trejo arma un relato conmovedor libre de patetismo que nos interpela directamente. En especial a quienes vivimos esos años de drásticos cambios sociales. Porque, lejos de ser amable lugar de refugio, la familia tradicional de aquellos tiempos solía funcionar como un tribunal que juzgaba y sentenciaba desde el primer instante en que venías a este mundo.

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Autor: Juan Trejo. Título: Nela 1979. Editorial: Tusquets. Venta: Todos tus libros.

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