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Roberto Vaquero: “Hoy todo lo que no es correcto políticamente es reaccionario y fascista”

Roberto Vaquero: “Hoy todo lo que no es correcto políticamente es reaccionario y fascista”

Al margen de cualquier polisemia actual, la definición de fascismo de la RAE dice: “Movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista”. Si Benito Mussolini —que quiso construir un imperio megalómano sobre ese concepto— resucitara, se quedaría estupefacto viendo la vigencia de la palabreja y sus usos modernos. El fascismo fue un virus que contagió a casi toda Europa en vísperas de la Segunda Guerra Mundial; España no fue ajena a la enfermedad. Roberto Vaquero (1986) rastrea el germen del fascismo en nuestro país en su último libro, El fascismo en España: Orígenes y desarrollo (Renacimiento).

Hablamos en Zenda con Roberto Vaquero acerca de la indefinición actual de fascismo, del mito del “ausente” y sobre el futuro de la derecha populista en Europa.

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—El historiador Stanley G. Payne ha dicho que «el fascismo, actualmente, es un significante vacío». ¿Está de acuerdo?

—Sí, y además creo que es algo fabricado para fomentar intereses políticos por gente que sabe que la situación no es comparable a la de los años 20 y 30 del pasado siglo, pero intentan que ese discurso, ese relato de la nueva izquierda, tenga cabida, que sea un impulso para el mito de la llegada de un nuevo fascismo. Cuando rascas un poco y analizas la situación actual ves que no hay similitudes con los movimientos fascistas de los años 20 del siglo XX. Entre otras cosas, porque no existe el motivo por el que surgieron: la revolución comunista y el peligro de su expansión global. Es absurdo pensar que ese fascismo está volviendo a desarrollarse ahora; es un sinsentido.

—No esperemos más tiempo: defina fascismo, por favor.

"Asumir que todo lo represivo es reaccionario y es fascista es hacer un espantapájaros y distorsionar la realidad"

—Hay muchas definiciones. El problema es que actualmente vivimos en la indefinición. En el libro hablo de la definición marxista —como una dictadura terrorista abierta—, la de la gente que habla de un fenómeno de época, la que se asocia con el nacionalismo, el chovinismo y la defensa de intereses del capital financiero… Hay mucha variedad a la hora de dar una definición de fascismo. Lo que a mí me molesta es que ahora hay una indefinición, según la cual todo lo que no es correcto políticamente es reaccionario y fascista. Cualquier cosa que sea represiva, inmediatamente es fascismo. En los Estados democráticos siempre ha habido represión, en las grandes potencias como Estados Unidos y Reino Unido. También hay represión en China, y la hubo en la Unión Soviética. Asumir que todo lo represivo es reaccionario y es fascista es hacer un espantapájaros y distorsionar la realidad.

—En su concepción original, el fascismo intenta disfrazarse de revolucionario, con todos esos ropajes místicos y épicos.

—Los fascistas en esa época querían competir con el auge del comunismo y del movimiento socialista. Si repasas lo que decía el dirigente socialista Largo Caballero en ese momento, él abogaba por la revolución violenta y la insurrección. Los fascistas son la contra de ese movimiento obrero, y por ese motivo cogieron muchas soflamas revolucionarias. Pero el fascismo apuesta por la conciliación de clases; ellos utilizan el término “revolución” en un sentido diferente al marxista o al socialista. El propio término “revolución” está hoy en día distorsionado: tenemos la revolución feminista, la revolución ecológica, la revolución de los chiquiprecios en los anuncios… El marketing se ha sumado a esa conversación. Pero la revolución es otra cosa: un cambio rápido, violento, en el que hay una transformación social real. Todo lo que se salga de ahí no puede llamarse revolución. La definición que la Internacional Comunista hace del fascismo peca de reduccionismo, porque ellos intentan adaptarse a lo que pasaba en la Alemania nazi para combatirlo. Por ese motivo no es suficiente para aplicarla a otros países y a otras épocas históricas. Hay una serie de características adicionales —culto al líder, militarización…— sin las cuales la definición se queda corta. Pero por lo menos ellos tenían una definición, algo que ahora no ocurre.

—Se habla mucho de fascismo en España, pero pocos conocen a Ramiro Ledesma.

"Ramiro Ledesma fue vilipendiado por el franquismo y al final cayó en el olvido. Creo que es el personaje que primero hay que estudiar para entender todo el proceso"

—Ledesma es el personaje fundamental para entender ese periodo en España. El nacionalsindicalismo es una ideología que surge de su grupo, que luego abraza el de Primo de Rivera y que va más allá. Me parece el personaje más fascinante, a nivel de desarrollo político, de toda esa derecha radical. Primo de Rivera era mejor orador y tenía más carisma, poseía otras cualidades que le permitieron imponerse, pero sin Ramiro Ledesma no se puede entender por qué se desarrolló el fascismo en España. Ledesma fue vilipendiado por el franquismo y al final cayó en el olvido. Creo que es el personaje que primero hay que estudiar para entender todo el proceso. Hay que entender que ellos no se autodenominaban fascistas. Hay un texto de Ramiro Ledesma en el que llama fascista a Primo de Rivera. Este dirigente se reivindicaba como genuino: afirmaba que los españoles tenían que hacer su parte sin copiar a los italianos. Este concepto sirve para entender la evolución de los grupos marginales, incluso de los actuales, que están condicionados por la obra de Ledesma.

—La rivalidad entre Ledesma, Ruiz de Alda y Primo de Rivera en la creación de FE de las JONS fue tremenda. ¿Cómo consiguió José Antonio ganar esa lucha?

—Primo de Rivera era el más mediático, sabía usar la épica, era el mejor orador. Eso es innegable. El único que rivalizó con él en ese ámbito fue Blas Piñar, en una época diferente, durante la transición. Primo de Rivera conectaba muy bien con la gente. Él venía de un perfil conservador, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera, con conexiones en los círculos monárquicos. Poco a poco se va radicalizando, abraza el obrerismo y se aleja del pensamiento conservador. El foco se puso en su figura cuando salió elegido diputado, y ya no lo soltó. Al principio había un triunvirato en Falange, y Primo de Rivera acaba siendo el líder de Falange porque sabe ganarse todos los apoyos, como el de Onésimo Redondo. Ledesma se marcha, pero sin apenas apoyos. Toda esa situación acaba muy mal; hay muchos conflictos y José Antonio se acaba imponiendo también por la fuerza. Todo se desmorona cuando entra en prisión y ya no tiene el control de la organización. Y al final, acaba fusilado en Alicante.

—¿Por qué en lugar de convertirse en un líder político decidió apoyar la lucha callejera y el pistolerismo?

"Hay un momento en el que le pasan por encima y José Antonio acepta dar ese paso. Ese escuadrismo les permite ser la organización más fuerte dentro de la violencia política en España"

—Esa es una faceta de José Antonio que mucha gente no conoce. Establecieron un protocolo para los caídos, porque cuando mataban a algún falangista en los entierros, la gente le afeaba las cosas y le presionaban. Era como una performance. Primo de Rivera estaba un poco harto; él quería algo más intelectual. Aunque utilizaban la violencia, no querían caer en el terrorismo. Ellos participaban en el conflicto violento, y si moría alguien, lo aceptaban, pero su objetivo no era el sicariato. Él intentó oponerse, pero la gente de primera línea empezó a presionar. Hay un momento en el que le pasan por encima y José Antonio acepta dar ese paso. Ese escuadrismo les permite ser la organización más fuerte dentro de la violencia política en España. Su visión de lo que tenía que ser Falange muere en ese momento. De no haber ido a la cárcel, quizá pudiera haber manejado esa situación.

—Tras la muerte de José Antonio, Franco creó un relato, el “mito del ausente”, que fue oro para el bando nacional.

—El relato lo comienzan los falangistas por cobardía. Tenían miedo a no saber controlar lo que iba a pasar. Había una falta de liderazgo importante y por eso se usó lo del “ausente” durante mucho tiempo. Luego Franco utilizó a José Antonio hasta la extenuación. Franco destruyó el nacionalsindicalismo y acabó con Falange; el nacionalcatolicismo es una cosa diferente. Él no quería que ocurriera en el ámbito nacional lo que pasaba en el republicano, con 40.000 grupos que se enfrentaban entre sí para ver quién mandaba. Entonces, Franco hizo el decreto de unificación, que se lo mandó elaborar a su cuñado, Serrano Suñer. Fue un golpe de estado en toda regla. Los falangistas, que ya tenían problemas, acaban a tiros. Hedilla acabó de jefe de Falange y, al no aceptar ese decreto de unificación, fue condenado a muerte por Franco, y el resto de líderes de la organización fueron encarcelados. Los falangistas auténticos odiaban a Franco; no lo querían como caudillo, su candidato era Muñoz Grandes.

—Al principio del libro habla de la identificación que se produce en las últimas décadas de República con izquierda.

"Seguro que muchos políticos de izquierdas de la República, viendo cómo los reivindican actualmente, no estarían de acuerdo"

—La CEDA de Gil Robles y un sector muy amplio de los monárquicos se volvieron accidentalistas —según sus creencias, los problemas de España no procedían de la forma de Estado, sino de la forma de gobernar—, junto a Lerroux. Hubo un periodo, el bienio conservador, en el cual gobernó la derecha. La República es un modelo de estado, y de ese modelo se ha creado una especie de ideología retorciendo la realidad. Gil Robles fue el más republicano cuando tenía posibilidades de llegar al poder. ¿Hubiera sido una república diferente? Sí, pero una república. No puedes hacer de un modelo de estado tu ideología; eso es ridículo. Debemos ver las cosas en su conjunto. No podemos hacer una interpretación de blanco y negro, y de buenos y malos. Aunque seas partidario de unas ideas políticas, debes ser objetivo. La República se desarrolló en un contexto europeo y mundial muy complicado. Seguro que muchos políticos de izquierdas de la República, viendo cómo los reivindican actualmente, no estarían de acuerdo. Un ejemplo de esto fue Claudio Sánchez Albornoz, ministro y presidente en el exilio de la República. Él fue uno de los que desarrolló la idea de Reconquista y de España frente al Islam. Este político ahora sería considerado fascista. En ese momento, Azaña y Sánchez Albornoz eran la izquierda en España. La izquierda de la República no era como en la actualidad un conglomerado con un pensamiento único; estaba muy atomizada y con posiciones muy diferentes. Considerar que ser republicano es una ideología es no conocer cómo era la izquierda en esa época.

—En España los partidos fascistas estaban cercanos a los monárquicos, que fueron sus financiadores.

—Especialmente los vascos. La derecha radical estuvo dando dinero durante años. Hay gente que quiere mitigar eso porque la visión revolucionaria del fascismo se cae si se sabe que el dinero lo ponían los grandes empresarios.

—¿Cuál fue el papel de Juan March?

—A Juan March lo veo como un oportunista. En su momento financió también cosas del PSOE. Es el ejemplo del empresario que busca el máximo beneficio. March tuvo un papel de financiador del Movimiento nacional, pero sobre todo lo veo como algo oportunista: si hubieran estado otros, les habría dado el dinero a ellos. De hecho, la Fundación Juan March sigue existiendo y siguen financiando cosas que poco tienen que ver con Franco. Juan March nunca ponía los huevos en la misma cesta.

—Viajemos al siglo XXI. En el libro comenta que, al igual que ocurrió con las juventudes de Fuerza Nueva durante la transición, también las juventudes de Vox se están radicalizando por encima de su propio partido.  

—Es algo que está empezando a pasar. No son las juventudes oficiales, pero las juventudes de verdad de Vox son Revuelta; son más radicales que ellos. Ahora mismo hay un proceso de radicalización mundial en torno a los conceptos de fascismo y comunismo, pero todavía esa polarización no ha desembocado en un fenómeno de masas. Ahora mismo esos grupos llamados fascistas —aunque no los considero como tales— son ultras, que vienen del fútbol, de la violencia, gente muy lumpenizada…; de ahí no va a salir nada. Pero hay gente, como se ha visto en otros países, que puede pescar en este río revuelto. Aunque es algo que veo lejos todavía.

—A Vox lo consideran un partido fascista, franquista, ultraderechista… ¿Cuál sería la definición correcta?

"La derecha populista lo está haciendo muy bien; no tanto en España, pero sí en otros países. La que abrió la veda fue Marine Le Pen"

—Para mí son parte de la nueva derecha populista. Y no lo digo en un sentido peyorativo, porque creo que la derecha populista lo está haciendo muy bien; no tanto en España, pero sí en otros países. La que abrió la veda fue Marine Le Pen. Ella realizó la transformación de algo viejo a algo nuevo. Es la nueva derecha, pero la nueva derecha populista. Son muy modernos; han hecho muchos cambios a nivel ideológico. Para mí no son fascistas porque no tienen esa vocación autoritaria: son partidos tradicionales que han sabido actualizarse. El problema de Vox es que están partidos en dos, y hasta que no resuelvan eso no van a triunfar nunca. También pienso que la derecha populista es la que va a dominar en Europa durante los próximos años. Lo está haciendo ya en varios países. Y esa es la etiqueta política que más le pega a Vox. Yo no los considero fascistas, y sí que hay gente franquista dentro, sobre todo sociológicamente franquista. Ser así de tradicionalista para mí es casposo y reaccionario. Pero ¿qué es ser franquista? Es que Franco está muerto. Aunque haya grupos que reivindiquen ciertas cosas, no son franquistas en sí. Aunque creo que van a hacer ellos antes este proceso que la izquierda. En el fondo, ellos quieren ser como Le Pen —aspirar a tener un presidente de gobierno—, y con Franco en su discurso no lo van a conseguir.

—Terminamos. No sé si se han despejado todas las dudas sobre qué es fascismo y qué no.

—Para acabar, me gustaría decir una cosa sobre el fascismo. Al principio, hemos hablado de su definición. Creo que la definición marxista es válida para explicar ese periodo de la primera mitad del siglo XX, pero ahora se me queda corta. Pienso que es una ideología al servicio del capital financiero, un sistema de dominación que utiliza el terror como herramienta principal y que usa la violencia para llevar a cabo sus ideas, un movimiento con un carácter de masas…; pero es importante destacar que el fascismo no quiere una vuelta al Antiguo Régimen. El fascismo, el comunismo y el liberalismo son ideologías de la modernidad, que ponen el foco en el hombre y no en Dios. Los tradicionalistas, por muy reaccionarios que sean, fascistas no son, porque no quieren participar de ese nuevo orden mundial. Este es un dato cualitativo importante para poder definir el fascismo. Los fascistas no se consideran preliberales; ellos son posmarxistas. Esto es fundamental para no confundir al típico señor conservador, tradicionalista, que le gustaría vivir en el medievo, con alguien que abraza la tecnología en un mundo moderno.

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Juan López
Juan López
2 meses hace

Buena entrevista, las opiniones de Vaquero en este tema me parecen originales, interesantes y clarificadoras. Me leí el libro en tres días. Lo recomiendo.

Javier
Javier
2 meses hace

¿Por qué hablar de fascismo? Quizá porque lo tenemos metido en el cerebro. “Fascista”, se ha convertido en insulto, en aquello ajeno a nosotros; “no, yo no soy fascista; pero ese de allí sí, y aquel otro, y aquel que ha levantado la mano extendida más de lo normal “.
En realidad nadie es fascista. El fascismo no existe, y si existe, asoma la cabeza cuando, en épocas de carestía, la clase baja se empieza a comportar mal.
No he leído el libro de Vaquero, y no tengo intención de hacerlo, por la razón de que ya sé lo que me va a contar en él. De vez en cuando me paso por su canal de YouTube, y cada vez estoy más convencido de que Roberto es el nuevo Pablo Iglesias. Un líder preparado verticalmente para para cuando vengan los tiempos de carestía y los pobres se empiecen a comportar mal, como antes lo fue José Antonio.
Otro socialista de camisa azul.

Lucas Pérez
Lucas Pérez
2 meses hace
Responder a  Javier

Menuda basura de comentario prejuicioso. Debería darte vergüenza. Es una oda a la ignorancia. Roberto fue a la cárcel por luchar por sus ideas mientras tú le criticas desde tu sofá. Opinas sin leerte el libro en base a que has visto fragmentos de vídeo. Eres un ignorante y un adoctrinado.

Javier
Javier
2 meses hace
Responder a  Lucas Pérez

Ya, pero yo no insulto. Usted sí. He dado mi opinión en torno a Vaquero, punto. Y hombre, adoctrinado; hágaselo usted mirar, porque yo diría que es su comentario el que se parece más al comentario de un adoctrinado monopensante, que el mío.

Lucas Pérez
Lucas Pérez
2 meses hace
Responder a  Javier

Claro que insultas, e intentas hacer de menos cuando ni siquiera conoces su trabajo. Es lamentable, deshonesto y deja a las claras tu baja altura intelectual. Tú mismo afirmas que ni lo has leído, tu opinión no tiene fundamento ninguno.

Laura
Laura
2 meses hace
Responder a  Javier

Tu opinión no tiene validez ninguna. Para juzgar a alguien hay que conocer su trabajo y sus ideas, y tú por hacer no te has leído ni sus libros, pues te niegas a leer obras que no estén acordes a tu pensamiento. El adoctrinado eres tú.

Javier
Javier
2 meses hace
Responder a  Laura

No, amiga. Me niego a leer obras de gente que sé ya de corrido lo que me va a decir en ellas. Me niego a leer obras de gente incoherente, que no aporta nada positivo a la sociedad, que se presenta como líder de una formación horizontal, esto es surgida de la sociedad, cuando no lo es.
Como decía Julio Anguita: levántate y piensa, es lo más revolucionario que te puedo decir.

Alberto Jimeno
Alberto Jimeno
2 meses hace
Responder a  Javier

Solo basta con leerse cuatro líneas de tu texto para saber que solo pretendes hacerte el interesante. Mucho prejuicio y poco conocimiento sobre quién es Roberto. Decir que es el nuevo Pablo Iglesias… catetada absoluta. Un tipo que ha comido cárcel y que viene de la calle. Lo siento, pero por mucho que puedas estar en contra de sus ideas tu “análisis” no es nada justo y ha ido con mala intención. Estás muy equivocado.

Javier
Javier
2 meses hace
Responder a  Alberto Jimeno

¿Qué estoy equivocado? Puede ser. No diré ni que sí ni que no. Verá, a mí me gusta debatir. Sigo a Vaquero desde hace tiempo; y desde hace tiempo también, para no llevarme sofocones innecesarios pongo en solfa a todo aquel que trate de erigirse en Mesías. El debatir, contraponer, discrepar, no es insultar. Creo que he sido bastante respetuoso en mi comentario hacia Vaquero.
De todos modos, haré una pregunta que creo será demoledora:
Si Roberto Vaquero y su organización, llamada Frebte Obrero, no es una organización vertical creada ad hoc para pastorear a las clases bajas en la próxima crisis, ¿por qué no tienen presencia alguna en el mundo laboral? ¿Dónde está su sindicato? Yo en mi centro de trabajo aún los estoy esperando. Les sería fácil comandar la lucha de clases, dada la inoperatividad de los sindicatos mayoritarios, y sin embargo Roberto y su organización a lo que aspiran es a un asiento en el parlamento. Aquello de tomar los cielos por asalto.
¿Les suena?
Saludos.

Última edición 2 meses hace por Javier
Pablo
Pablo
2 meses hace
Responder a  Javier

No te habrás leído ni las obras de José Antonio y te atreves a señalar a otros y acusarles de tener sus pensamientos. Me agota todo esto.

Raoul
Raoul
2 meses hace

Para prejuiciosos y adoctrinados, don Lucas y don Alberto. Yo iba a dejar mi opinión sobre un personaje tan característico de nuestros tiempos como lo es Vaquero, pero ya Javier la resumió a la perfección en las dos últimas frases de su comentario. Dios nos libre de que un día gentes como el susodicho, o los dos comparsas, estén en una posición de verdadero poder… (La leyenda del paso por el talego de Vaquero no se la cree ni él.)

Alberto Jimeno
Alberto Jimeno
2 meses hace
Responder a  Raoul

Javier, deja de crearte multicuentas, anda. Haz algo productivo con tu vida. Estás comenzando a darme lástima.

Javier
Javier
2 meses hace
Responder a  Alberto Jimeno

Deje usted de lamerle el correaje y las botas a Vaquero; se las va a desgastar.
Saludos, crack!

Raoul
Raoul
2 meses hace
Responder a  Alberto Jimeno

Sí, hombre, sí, el doctor Jekyll y mister Hyde…

Saray
Saray
2 meses hace
Responder a  Raoul

No simpatizo con las ideas de Roberto, pero eso no me impide ver que sois una panda de envidiosos muy frustrados. Dejad el hate a un lado y sed más felices.

Raoul
Raoul
2 meses hace
Responder a  Saray

Muy comedido y argumentado su comentario, doña Saray. Y dígame usted, para que yo me entere: ¿cuáles son las frases concretas que revelan nuestra envidia, nuestra elevada frustración, nuestro odio y nuestra infelicidad? Un poco por conocerme mejor a mí mismo.

Javier
Javier
2 meses hace
Responder a  Raoul

Amén, amigo. ¡Amén!.
Tú lo has dicho, Dios nos libre de que un día esta gente tenga responsabilidades de gobierno.
Saludos, ya creía que no había nadie con dos dedos de frente en este pequeño foro.

Raoul
Raoul
2 meses hace
Responder a  Javier

Otro saludo, Javier.

Pablo
Pablo
2 meses hace

Brillante, como siempre. Un abrazo, Roberto. Sigo tu trabajo con especial atención.

Soleiman02
Soleiman02
2 meses hace

No suele haber mucha interacción por lo general en los comentarios en Zenda, en este he visto que sí. Un personaje que levanta tantas espinas por lo general no deja de resultarme interesante. Me ha gustado este artículo en concreto. ¿Es polémico lo que afirma? Desde luego. ¿Eso lo hace incierto? En lo absoluto. Seguiré leyendo a Vaquero.

Raoul
Raoul
2 meses hace
Responder a  Soleiman02

Hombre, tanto como levantar espinas…

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