Mucho más allá de una serie, Doctor en Alaska fue, y sigue siendo, un objeto de culto para gente de todo el mundo, y tras ella estaban las manos de Robin Green, una escritora y guionista que dio vida al médico Joel Fleischman en una producción de la que dice que «mucha gente creció viéndola» y ella creció escribiéndola.
En la serie se contaba la vida de varios personajes en torno a un joven doctor neoyorquino obligado a pasar varios años de su vida ejerciendo su profesión en el remoto (y ficticio) pueblo de Cicely, en Alaska.
Con el título original de Northern Exposure, la serie de la CBS fue mucho más que un producto televisivo y ahora se puede ver en plataformas televisivas, algo que está haciendo la propia Green y con lo que, bromea, sigue ganando dinero, al cobrar derechos de autor por cada reproducción de sus capítulos.
«Me encanta cuando me dicen que la serie se veía y se sigue viendo en España, porque no sabía la importancia que estaba teniendo en este país», explica Green, que cree que es muy interesante que le digan que hay gente que creció viéndola. «Yo estaba en mis 40 años y crecí escribiéndola» a finales de los 80, recuerda.
Cuando ahora ve los episodios rememora las cosas que se le ocurrían a ella o a sus compañeros y admite que eso puede ser «por el ego del guionista», pero también tiene mucha memoria.
La «amenaza» de la IA
Sobre la influencia que puede tener la Inteligencia Artificial (IA) en el trabajo del guionista, Green afirma que, en su caso, «es muy tarde para estar preocupada por esto», ya que está «en otro momento» de su carrera. «Pero mirando un poco atrás, en el pasado, sí que pensábamos que los guionistas realmente no éramos indispensables», apunta.
No cree que la IA pueda sustituir el trabajo de un guionista, aunque fue uno de los aspectos que provocó la huelga de guionistas en Estados Unidos.
Green cree que fue un éxito, entre otras cosas, porque la Unión de Guionistas tiene «un gran peso” en su país y luchaba contra «unas condiciones que eran muy injustas, hasta el punto de que los guionistas pararon para plantar cara».
«A veces no se consigue mucho con las huelgas, pero creo que en esta última sí que se consiguió, sobre todo porque había una sensación de bastante frustración» en un sector que se enfrenta a una gran inestabilidad. «Era mejor en mis tiempos», sentencia.
La pionera de Rolling Stone
A punto de cumplir 80 años, Robin Green intenta ser todo lo modesta posible cuando habla de sus éxitos, entre ellos que fue la primera mujer en llegar a la «esfera alta» de la redacción de la mítica revista Rolling Stone.
Estaba destinada a trabajar en labores administrativas, pero de sus manos salieron algunas de las entrevistas más importantes que publicó la revista.
Recuerda, sobre su ascenso en la redacción, que lo que ella quería era que le dieran «cualquier trabajo». «La redacción de Rolling Stone era un núcleo muy potente, era el centro de la escena musical. A mí me encantaba la música, y al editor le habían contado que yo escribía muy bien, y acabé escribiendo para la revista», explica.
Antes que ella «había una o dos mujeres que eran esposas de algunos editores de allí», pero ella fue «la primera mujer en estar en la esfera alta de la de la redacción», aunque por aquel entonces no se daba cuenta de aquello. Era una época en la que el 90 % de los lectores de Rolling Stone eran hombres, relata Green.
Ahora mira la vida desde la óptica de una mujer que lo ha conseguido casi todo en su profesión y agradece que se hable con cariño de su trabajo, al tiempo que se disculpa por no hablar español y traduce, con su acento de Rhode Island, el título de su querida Doctor en Alaska, la serie que dio la vuelta al mundo hace casi 40 años mientras ella escribía sus episodios.
«Una vez pensamos en hacer una nueva versión, una secuela, pero mejor dejar las cosas como están y recordarla como fue la original», subraya.
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