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Roma, ab urbe condita

En latín, populus es la forma nominativa de populus, populi, cuyo significado es “gente, pueblo, nación y etnia”. Este amplio concepto es el tema central que ha querido tratar el escritor y miembro de la Sociedad de Anticuarios de Londres Guy de la Bédoyère, en su último ensayo titulado Populus: Vivir y morir en el humo, el lujo y el estrépito de la antigua Roma. Este libro trata en profundidad cómo los romanos vivían y enfrentaban sus propias contradicciones en una ciudad que, con el paso de los siglos, llegó a ser habitada por cientos de miles de personas procedentes de todos los confines del mundo conocido alrededor del mar Mediterráneo y las tierras bárbaras; entendiéndose por “bárbaras” aquellas tierras pobladas por extranjeros que se encontraban habitadas fuera de los distintos límites fronterizos que conformaban los limes del que fue el imperio más duradero de la Edad Antigua. El Imperio Romano se extendió por las tierras de Europa, norte de África y Oriente Próximo desde el 753 a.C., fecha que los romanos denominaban como ab urbe condita (“desde la fundación de la ciudad”), hasta el 4 de septiembre de 476, fecha en que Odoacro, rey de los hérulos, derroca al último emperador romano, Rómulo Augústulo.

En su ensayo, Bédoyère sostiene: “Una de las principales características de la vida de los romanos ha sido que, a pesar de vivir y desarrollarse en la Edad Antigua, han sido capaces de dejar un registro tan vívido e impresionante de su gente”, motivo por el cual el autor dispone de una gran cantidad de documentación para centrarse en lo que representaba y significaba ser romano en la capital del imperio. Los arqueólogos e historiadores, en el caso de la historia de Roma, tienen la fortuna de contar con fuentes y una historiografía impresionante, lo que les permite contarnos hoy, con gran rigor, cómo fue, cómo se desarrolló y cómo evolucionó la vida diaria y el progreso de una ciudad que terminó siendo la más importante de la Antigüedad.

"La ciudad terminó siendo un conglomerado de viviendas y edificios que formaban un paisaje urbano caótico, donde los romanos vivían en condiciones agobiantes"

Tal como afirma De la Bédoyère: “Fueron decenas los cronistas, historiadores y sabios que dejaron constancia fiable del saber, evolución y forma de vida de los romanos”. Entre la pléyade de cronistas que han escrito sobre Roma se puede citar a Tácito, Julio César, Cicerón, Suetonio, Casio Dion, Herodiano, Marcial, Juvenal, Valerio Máximo, Plinio el Viejo, Amiano Marcelino, Séneca, Horacio, etc.

La vida en Roma, como es de imaginar, se desarrollaba en una ciudad que crecía de manera salvaje, sin ningún rigor urbanístico ni planes destinados a hacerla más habitable. Con el paso de los siglos, la ciudad terminó siendo un conglomerado de viviendas y edificios que formaban un paisaje urbano caótico, donde los romanos vivían en condiciones agobiantes, en medio del humo, el ruido, los olores y el estrépito.

Bédoyère describe, poco a poco, cómo las necesidades obligaron a los romanos a emprender las obras públicas necesarias: urbanizaciones, acometidas de agua para el servicio a la ciudad y para el riego, canalizaciones destinadas a conducir por medio de cloacas las aguas fecales lejos de la ciudad, etc.

"De la Bédoyère analiza todos y cada uno de los aspectos de la vida en Roma, explicando las razones por las cuales los romanos llegaron a imponer su forma de vida"

La vida en la ciudad se caracterizó por la capacidad que desarrollaron los romanos para organizar de manera efectiva la convivencia y lograr que los diversos trabajos se realizaran de forma compatible entre sí y con la vida cotidiana. Establecieron normas en forma de leyes que regulaban gran parte de los asuntos ciudadanos. Además, crearon carreteras y vías, y gracias a las normas de circulación que dictaron se podía transitar por el país y las ciudades de una manera menos caótica.

De la Bédoyère analiza todos y cada uno de los aspectos de la vida en Roma, explicando las razones por las cuales los romanos llegaron a imponer su forma de vida. A lo largo de los diversos capítulos, examina temas como las desigualdades entre los distintos estamentos de la sociedad y cómo establecieron un sistema financiero basado en el dinero como medio de pago, estableciendo además un sistema de cambios adecuados al valor de las monedas. Analiza la mentalidad romana y los elementos que configuraron los mitos, el sentido del destino y la forma de ser romana, poniendo especial énfasis en explicar que la familia era el núcleo dominante y fundamental de la sociedad romana, así como en las relaciones de clientelismo que se establecían entre las familias influyentes. Otro capítulo importante es el que analiza las viviendas en Roma, un elemento íntimamente unido a la familia y que formaba lo que era la domus (casa).

"Se aborda cómo era la agricultura, de qué se componía su dieta, cómo era el comercio y cuáles eran sus métodos para combatir las enfermedades"

Roma, con el tiempo y el desarrollo social, llegó a ser una sociedad de grandes diferencias. Existían clases aristocráticas, militares, comerciantes, artesanos, pueblo llano, libertos y esclavos, etc. Substratos de población que el autor se dedica a analizar en profundidad. A medida que los romanos fueron dominando el mundo Mediterráneo, incorporaron otras formas de vida más hedonistas, donde el placer se convirtió en el centro del comportamiento. A la vista de las novedades incorporadas, los romanos deseaban alcanzar la satisfacción sensorial por todos los medios y en todos los aspectos de su vida.

El autor describe con rigor cómo era la estructura de la carrera pública (cursus honorum), que permitía a los romanos alcanzar las máximas cotas de poder y representación. Explica cómo se establecieron las normas por las que se regulaba el imprescindible negocio de esclavos, que aportaba la mano de obra barata para el desarrollo de los trabajos necesarios para el funcionamiento y subsistencia de la vida diaria. Se aborda cómo era la agricultura, de qué se componía su dieta, cómo era el comercio y cuáles eran sus métodos para combatir las enfermedades.

De la Bédoyère dedica varios capítulos a relatar temas profundos, como el tratamiento que recibió la religión en Roma, los templos, los dioses y los augurios. Asimismo, describe cómo fueron las atracciones y espectáculos públicos, que permitieron a los gobernantes de Roma establecer la política de “pan y circo”, lo que permitió que la paz social se asentara en la ciudad.

"Considero que el ensayo de Bédoyère es magnífico por su narrativa clara, por lo bien estructurado que está y por la claridad con que explica el mundo de la ciudad"

Debo dejar constancia de que he echado en falta dos capítulos dedicados a la lengua y al derecho romano, puesto que el latín, durante siglos, fue el idioma franco de Europa, sirviendo de base para que se desarrollaran muchos de los idiomas que se hablan hoy en día; además, el derecho romano fue quien se ocupó de sentar las bases jurídicas de las futuras naciones europeas y del Imperio Romano de Oriente.

Considero que el ensayo de Bédoyère, al igual que en su día fue Gladius, obra sobre la organización del ejército romano, es magnífico por su narrativa clara, por lo bien estructurado que está y por la claridad con que explica el mundo de la ciudad. Es importante destacar la forma en que el autor finaliza su ensayo con la inclusión de apéndices, glosarios, notas y lecturas adicionales, que complementan la amplia información desplegada a lo largo del libro y permiten conocer mucho mejor la vida ordinaria en Roma y da idea de la erudición del texto.

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Autor: Guy de la Bédoyére. Título: Populus: Vivir y morir en el humo, el lujo y el estrépito de la antigua Roma. Traductor: Marc Figueres. Editorial: Pasado & Presente. Venta: Todos tus libros.

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Juan A.
Juan A.
25 ddís hace

Uauuu, qué buena pinta! Gracias por la recomendación, amigo Ramón, vuelvo a tomar nota… enhorabuena por tan excelente artículo!

Ramón Villa
Ramón Villa
24 ddís hace
Responder a  Juan A.

Juan, gracias

José Sergio
José Sergio
24 ddís hace

Siempre es un auténtico placer leer los artículos de Ramón Villa, se nota que se divierte al acometer dicha tarea que su pluma ejecuta de manera magistral.

Ramón Villa
Ramón Villa
24 ddís hace
Responder a  José Sergio

Gracias, Sergio