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Ruido y furia

Ruido y furia

Hay una serie de artistas, entre los que me incluyo, que considera la vida como un asunto que no hay que tomarse demasiado en serio. Bueno, no hay que escandalizarse: al fin y al cabo todos vamos a morir. Algún día, ¿no?

Pero en ese ínterin que es la vida, en la putada que la vida representa si uno lo piensa bien, podemos adoptar dos actitudes bien diferentes: tomarnos el mundo y a nosotros mismos muy en serio y echarnos a llorar. O no.

Esta, me apostaría el cuello —y no lo perdería puesto que, de hecho, así lo ha manifestado él mismo— es la actitud de Basara.

Del escritor serbio Svetislav Basara (Bajina Basta, 1953) se ha dicho que es irónico y provocador, transgresor, absurdo e iconoclasta, delirantemente vitriólico, amargo e incluso ofensivo. Ninguno de estos adjetivos se quedan cortos al hablar de El ángel del atentado.

"No es ningún secreto que Basara no se toma en serio a sí mismo en este libro"

Como ya he dicho en alguna ocasión, mientras nos encaminamos a la muerte hay unas cuantas cosas que podemos hacer. Podemos ganar dinero, por ejemplo. Requiere emplear muchas horas y un esfuerzo considerable, pero es seguro que la vida pasa casi sin darse uno cuenta. No está mal.

También podemos practicar deportes de riesgo. Lanzarnos en paracaídas, parapentes, alas deltas. Podemos viajar, acumular experiencias placenteras, conocer otros mundos.

No hay límite para la aventura de vivir. Pero la aventura más completa, quizás la más arriesgada, porque abarca a todas las demás, es sin duda la aventura de conocer. Aprender, adentrarse en lo desconocido, descifrarlo, entender al otro y lo diferente es la forma más intrínsecamente humana de curiosidad.

Hablamos de la Cultura.

Esta clase de aventura, la de adentrarse en la cultura a través del análisis de los acontecimientos humanos, su rastro en la Historia y en los pueblos, en las mentalidades colectivas y en los individuos, es la aventura a la que se lanza Basara en este libro infinito, afilado, irónico y genial. Desbordante, pues sin duda sobrepasa los límites del género: no es novela, no es ensayo, no es historiografía ni divulgación. Y sin embargo lo es todo a la vez.

No es ningún secreto que Basara no se toma en serio a sí mismo en este libro —algunos pasajes son de una ironía tan fina que cuesta trabajo diferenciarlos de una aseveración literal— y, sin embargo, es de una seriedad rigurosa. Sobrecogedor en su precisión para apuntar y disparar exactamente donde es, en su elocuencia para hablar de la cultura de su tiempo, un tiempo presente que, como el propio libro anuncia, aconteció ya en el pasado y cuya impronta se reproduce y se perpetúa recurrentemente hasta nuestros días, incluso más allá, como las ondas formadas por la piedra arrojada al río.

"Humor, delicadeza y brutalidad, sinceridad apisonadora y simple sentido común circulan por sus páginas con una naturalidad que, a veces, distrae de su elaborada concepción"

Pocos libros como este son tan certeros a la hora de construir. Basara fracasa estrepitosamente en la edificación de una novela y sin embargo… ¡Bendito fracaso! Lo que él hace es —sin duda, poco comercial, desde luego, pero— genuinamente cervantino: una enciclopedia de su época. ¿Acaso no era eso la novela cuando Cervantes la engendró?

Humor, delicadeza y brutalidad, sinceridad apisonadora y simple sentido común circulan por sus páginas con una naturalidad que, a veces, distrae de su elaborada concepción. Su ironía y afilada agudeza a la hora de describir pertenecen a una raza casi extinta de escritores que aman la cultura y a su tiempo, sin apasionamientos incómodos y sin demasiada animosidad.

Basara no es un revolucionario, y no obstante, ojo, quienes se tomen demasiado en serio el mundo o a sí mismos, no se engañen: el análisis de la cultura puede ser uno de esos “quehaceres” con los que pasar la vida de manera menos trágica y más entretenida, sobre todo si se hace al modo delirante y humorístico que Basara practica en sus libros. Eso no hace, sin embargo, que uno deje de oír el ruido y la furia que hay en ellos. Cuando acaba de leerse a Basara se siente siempre esa inquietud, ese sobrecogimiento incluso, que se siente siempre en presencia la verdad.

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Autor: Svetislav Basara. Traductor: Juan Cristóbal Díaz Beltrán. Título: El ángel del atentado. Editorial: Automática. VentaAmazonFnac y Casa del Libro.

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