Estoy convencido de que escribir una buena biografía es un arte en sí mismo. Para empezar, requiere de una capacidad analítica y de investigación, de una paciencia y un ojo para el detalle del que —fuera engaños— la mayoría carecemos. A mayores, esa hipotética biografía bien compuesta exige que el biógrafo rechace cualquier anhelo de protagonismo para sí y se limite a observar, describir y ofrecer interpretaciones razonables. Lo contrario desembocará en desastre —o en una semblanza más o menos entretenida, si se quiere—, nunca en un intento serio de abordar la trayectoria vital de alguien. Pero, ay, consagrar la vida a contar la de otros, a glosar —como dirían Los Punsetes— las decisiones que llevaron a cada cual a ser cómo es puede también convertirse en una peligrosa obsesión: cuanto más crees saber, percibes con horror que en verdad es al revés. ¿Qué hacer entonces? ¿Y si el biografiado es alguien tan relevante para la literatura y la cultura pop como Howard Phillips Lovecraft (1890-1937)? Pues poca cosa, salvo sucumbir. Y, por supuesto, seguir escribiendo.
Joshi no solo ha invocado un volumen cuyas proporciones enmudecerían al mismo Cthulhu —más de ochocientas páginas, incluyendo hasta un prólogo ad hoc para los lectores hispanohablantes—: también ha logrado que resulte ameno, luzca magistralmente documentado y estimule la curiosidad hasta el punto de no querer que termine. Pero fanáticos de Lovecraft, no desesperéis todavía: este primer tomo solo abarca hasta 1924 y sabemos que la obra completa de Joshi —aparecida inicialmente en 1997— es aún más extensa, pero la editorial ha confirmado la publicación en octubre de 2022 de la segunda parte, donde se contarán la madurez y últimos años del escritor antes de que el abismo insondable lo reclamase sin haber cumplido siquiera los cincuenta.
Por lo pronto, este Yo soy Providence nada tiene que ver en tono, pretensiones o rigor con la —también magnífica— «biografía emocional» escrita por Michel Houellebecq (1956) o con los textos de otros biógrafos anteriores como Lyon Sprague de Camp (1907-2000). Joshi enfoca cada hecho vital con precisión de cirujano, ofrece antecedentes y ayuda a entender la enigmática personalidad del —hoy— fenómeno de masas. También aborda con seriedad el elefante en la habitación, porque documenta y contextualiza el racismo, clasismo y otras ideas retrógradas del escritor de Rhode Island —quien, en sus años de juventud, incluso autoeditó The Conservative, una revista de corte panfletario cuyo contenido estaba a la altura del título—.
Pero sigamos un orden: de la mano de Joshi conoceremos a ese inocente Howard que dice haber negado la existencia de Dios con cinco años, a los nueve haber diseñado su propio curso experimental de religión comparada para comprobar si alguna creencia lograba convencerle, y, con trece, estar «completamente impresionado por la impermanencia y la insignificancia del hombre». Veremos que, pese a su talento natural para otras ciencias, era malo en matemáticas —«le repelían y agotaban», como a este que escribe—, y que poseyó una única máquina de escribir a lo largo de su corta existencia. Asistiremos a sus beefs epistolares con colegas literatos, al gran impacto provocado por el descubrimiento de Edgar Allan Poe (1809-1849), y profundizaremos en las causas que le impidieron llevar una vida «normal». Mientras observamos la germinación y desarrollo de su pensamiento pesimista, se casará con Sonia Greene (1883-1972), única relación amorosa que se le conoce —y que, en cierto modo, ejercerá de contrapeso—. Y, como no podía ser menos, veremos a Lovecraft iniciarse en la poesía, y conoceremos el contexto en el que se desarrollaron sus coqueteos primigenios con la escritura de ficción a partir de Dagón (1919) y La tumba (1922) en el verano de 1917 —sus primeros relatos adultos, tras escribir La bestia en la cueva con apenas quince años—.
Solo queda alegrarse de que Aurora Dorada Ediciones —casa especializada en horror cósmico, contracultura y ocultismo cuyo nombre se inspira en la mítica orden esotérica londinense a la que pertenecieron escritores como Arthur Machen (1863-1947), Algernon Blackwood (1869-1951), Bram Stoker (1847-1912) o el mago Aleister Crowley (1875-1947)— haya asumido la empresa de empezar a publicar la ingente y valiosa obra de Joshi. Porque hay legados que no deben morir, sino yacer eternamente. Y es que no olvidemos que H.P. Lovecraft ya se encargó de dejarlo claro en la inscripción que figura sobre su propia lápida: «Yo soy Providence».
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Autor: S.T. Joshi. Traductor: Carlos M. Pla. Título: Yo soy Providence: la vida y época de H.P. Lovecraft. Editorial: Aurora Dorada Ediciones. Venta: Todostuslibros, Amazon y Fnac.
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