Dicen que las primeras cuarenta y ocho horas desde que se comete un crimen son cruciales para su resolución. A partir de ese lapso de tiempo las huellas tienden a disiparse, la memoria de los testigos se vuelve frágil y la posibilidad de que los criminales queden sin castigo se vuelve dolorosamente real.
Hace exactamente cuarenta y ocho horas que terminé la lectura de Sarna con gusto, la última pieza de César Pérez Gellida y, desoyendo la parte más sensata de mi cerebro, esa que me pedía a gritos dejar constancia por escrito de mis impresiones antes de que el tiempo las difuminara, he decidido concederme este pequeño respiro de dos días antes de sentarme a escribir.
El receso ha sido necesario y forzoso, al igual que un corredor de fondo necesita unos meses de recuperación después de correr una maratón antes de embarcarse en la siguiente carrera. La lectura de Sarna con gusto me ha dejado exhausto, sin aliento. Literalmente. Y no crean que cuarenta y ocho horas van a bastar para diluir los rescoldos que me ha provocado su lectura.
Si en anteriores novelas el autor nos metió en la cabeza de un asesino en serie, primero, y de un inspector de policía después, en Sarna con gusto riza el rizo y obliga al lector a revivir un secuestro desde el punto de vista de la víctima. Una experiencia aterradora y letal que convierte el paso de las páginas en un acto inevitable y contagia al lector del nerviosismo, el miedo y la desazón de los protagonistas.
Ayudado por unos diálogos descarnados y sin complejos, Pérez Gellida vuelve a colocar sobre el tablero al inspector Ramiro Sancho, un personaje carismático y franco hasta el absurdo que en Sarna con gusto se consolida como uno de los grandes investigadores de la novela negra contemporánea. Nunca un secuestro fue contado de forma tan real, tan cruda, tan desoladora, y es que el trabajo de documentación que constituye el andamiaje de la novela es riguroso en extremo. La barrera entre realidad y ficción se vuelve más fina a medida que se avanza en su lectura, provocando una sensación de asfixia y agotamiento tan nítida que asusta.
Espero que comprendan ahora por qué necesitaba ese respiro.
La madurez creativa del autor es notable y lo demuestra hilando una trama que no decae en ningún momento. En Sarna con gusto aventura la existencia de una organización criminal denominada La congregación de los hombres puros que actúa en la sombra sembrando el terror y disfrutando de ese tipo impunidad del que sólo disfrutan los poderosos. Es inevitable la comparación con otras organizaciones criminales de ficción como La Corporación de Fernando Marías, el Círculo carmesí de Edgar Wallace o la organización Spectra contra la que lucha el agente 007.
Una vez finalizada la lectura, la necesidad de seguir indagando en los secretos de La congregación de los hombres puros se hace evidente y resulta fácil intuir que el autor retomará el contacto con esta organización en sus próximas novelas.
Los adeptos al denominado «género Gellida» comienzan a ser legión, y con toda la razón del mundo. El fenómeno se ha consolidado, el autor ha madurado y sus novelas comienzan a teñirse de una patina de respeto y seriedad que atestiguan que su éxito no es flor de un día y que todavía tiene mucho que decir. Espero que pronto.
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Título: Sarna con gusto. Autor: César Pérez Gellida. Editorial: Suma. Páginas: 248. Edición: papel y ebook.
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