En 1972, estando de visita en la casa familiar –yo vivía en Madrid desde hacía año y medio–, eché un vistazo a una revista muy entretenida a la que mis padres estaban entonces suscritos: Selecciones del Reader’s Digest. Y fue así cómo supe por primera vez de una película que por esas fechas estaba a punto de estrenarse en Estados Unidos y que había despertado allí una viva polémica, pues era la adaptación de una exitosa novela de Mario Puzo que trataba sobre la Mafia. El titular del artículo era: «Se rueda El Padrino«.
The Offer es extraordinaria, o a mí me lo parece. Consumidor habitual de series televisivas —desde hace cuatro décadas, cada noche veo una peli en DVD (antes VHS) o un par de capítulos de una serie— y hacía mucho que ninguna me atrapaba tanto. No llega a la altura de Hermanos de sangre, Mad Men o Los Soprano, por supuesto; pero está tan bien narrada, tan inteligentemente expuesta su combinación de drama y humor, que engancha sin remedio. Me calcé los diez episodios en tres noches. Lo hice con momentos de verdadera emoción, pues asistir al nacimiento de una obra inmortal como El Padrino es un privilegio. Y lo espléndido es que, como comprobé releyendo el artículo de la vieja revista, The Offer, salvando las naturales licencias en una obra que con mucha audacia combina realidad y ficción, se mantiene fiel a los hechos reales. A los avatares e incidentes que jalonaron la producción de la mítica película.
Si no la conocen todavía, les aconsejo que la vean. No hagan demasiado caso, en esta ocasión, a la crítica especializada que arruga la nariz y pone pegas. Basada en el libro del productor de la película Albert Ruddy, adaptado por seis brillantes guionistas, la serie es un canto de amor al gran cine y a los hombres y mujeres que lo hicieron posible: los desencuentros iniciales con la mafia estadounidense, las amarguras y triunfos de una aventura cinematográfica, el funcionamiento de los grandes estudios y la lucha de egos entre quienes los dirigían entonces, los sueños enfrentados al dinero, el éxito siempre cercano al fracaso, las referencias a otras películas de la época… Y los actores, Marlon Brando, Al Pacino, encarnados por otros actores a los que te acabas creyendo —a excepción de Meredith Garretson, a la que es imposible aceptar como la bellísima Ali MacGraw—, sin que apenas nada chirríe en su trabajo. Y la simpática interpretación del director Francis Ford Coppola —cuyo personaje me recuerda mucho a Álex de la Iglesia—. Y, sobre todo, la retorcida historia de amistad entre el productor Al Ruddy y el mafioso Joe Colombo —encarnado por un soberbio Giovanni Ribisi—, asombrosa por lo mucho y bien que refleja lo que realmente ocurrió entre ellos.
A diferencia de la crítica especializada española, que en general acogió la serie con entusiasmo, la norteamericana la trata con desdén. Amateur y desordenada, dicen unos. Demasiado dramatizada para causar efecto, aseguran otros. Detalles inútilmente exhaustivos, Carente de tensión, Guiños vacíos, sostienen terceros… Pero oigan. Me importa un huevo de pato. Como espectador seré muy elemental y poco exigente a ojos de los críticos gringos; pero lo cierto es que me zampé la serie de cabo a rabo con avidez, sin respirar, disfrutándola con la emoción de quien, desde que hace medio siglo vio El Padrino en el cine, le rinde culto como una de las mejores películas de todos los tiempos. Así que ya digo. Si aman el cine, échenle un vistazo a The Offer. Y ya me dirán.
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Publicado el 5 de mayo de 2023 en XL Semanal.
«Estoy sintiendo tu perfume embriagador…». Ese comienzo de la canción, en versión española, del tema de Andy Williams El milagro del amor, fue mi primera e imborrable referencia a la película El Padrino, a la que sirve prácticamente como sintonía inolvidable. Y cautivado por ella luego vi la película, y después sus continuaciones, hasta tener todas las referencias de la famosa trilogía. Sí, es portentosa en actuaciones, guión, fotografía, ambientación… pero nunca llegué a comprender la relación entre la letra de la canción -que como sintonía simplemente es magistral- un precioso tema de amor, con una cruda película de ambiciones desatadas, violencia indecible, muerte a raudales y ausencia de escrúpulos morales para la consecución de execrables fines. Me sirve como retrato impresionante del fenómeno de la mafia, pero poco tiene de amor cuando reniega de él para conseguir el poder y colmar la ambición sin límites. No, no me cuadra la letra de la canción. Veré la serie recomendada por Arturo Pérez Reverte por si me ayuda a disipar mis dudas.
Solo en la Tercera parte queda claro que la letra de la canción se refiere a ese fugaz paréntesis en Sicilia, cuando Michael se enamora y se casa con Apollonia.
Esta serie y otras varias recomendaciones de 2022: https://www.zendalibros.com/series-2022-recomendaciones/
Me vas a permitir que te diga que este tipo que te escribe, que tiene ya los sesenta y siete años mediados, te da la razón y que me la calcé los diez episodios al tirón en una tarde desde las cuatro hasta las dos de la madrugada. La serie, tal como dices, es realmente cojonuda. Los crítica norteamericana no tiene npi.
En casa somos otros enganchados a las series, hace años que no veo la caja de la basura, así que tiro de series o documentales en Youtube, le haré caso y echaré un vistazo a The Offer.
Totalmente de acuerdo con usted, Maestro (como casi siempre) disfruté la serie como amante del buen y mal cine, con admiración por esos obsesos en producir aunque fuera un bodrio, solo que este no lo fue. Por lo menos, ahora sé que dos personas vimos la serie 🙂 y la disfrutamos.
Haré caso a la recomendación de un tío al que, como a mí, le gustan (y escribe, él, no yo) las novelas de aventuras. También haré caso a mi hijo de 17 años que, sin haber visto la película, se ha zampado al serie en dos días y dice que es buenísima.
Agregada a la lista. Gracias por la recomendación don Arturo.
Plenamente de acuerdo con le criterio de la serie. Quisiera hacer un comentario sobre «Los Duelistas» es un disfrute de ver a Harvey Keitel y David Carradine haciendo un duelo despues de otro mientras andan toda Europa durante las Guerras Napoleonicas. Bravo por Joseph Conrad su escritor.
Keith Carradine, no David alias Kung-Fu. De nada
Gracias por la aclaracion
Keith Carradine, no David. De acuerdo con que es una excelente pel´ícula.
Gracias por la aclaracion
Una serie para ver tres o cuatro veces es «Boardwalk Empire», con ese Steve Buscemi sensacional y el resto del enorme reparto. Uno cuya mirada de asesino psicópata sigue emocionando en cualquier película en la que actúe, es Michael Shannon.
Pues a mí lo que más me gustó es la interpretación de Marlon Brando, de las mejores de la historia, pero la película no me entusiasmó, la verdad. Así que no tengo interés en la serie. Y, aunque también soy fordiano como Reverte, y comparto muchas de sus opiniones , cuando menciona Hermanos de Sangre, me chirrían los goznes. Me gusta la Historia y controlo bastante de la Segunda Guerra Mundial, pero empecé a ver la serie y no la terminé, pues en un episodio, no voy a dar la chapa con los detalles, vi un agujero de guión como un cráter lunar, que me dio la puntilla.
El padrino es de mis películas favoritas así que veré la serie que comenta. Por cierto, no recuerdo a Ali MacGraw en la película.
Ali no salía en la peli, era la mujer del productor Bob Evans mientras ocurría todo el proceso del rodaje de El Padrino.
Excelente mini serie The Offer relatando cómo se llevó a cabo la filmación de una de las mejores películas de la historia The Godfather
Deberías escribir una verdadera novela del narco culichi, algo más real que el cuento de La Reyna del Sur, intentar acercarte a Puzo. En cuanto a «The Offer» es una buena serie, recomendable para un fin de semana.
Me uno a la conversación
Maestro. No sé qué pinta Ali Macgraw en el rodaje original de El Padrino. Por si no es un error, y por conocer esa intrahistoria del rodaje, veré la serie.
Ali MacGraw estuvo casada con Robert Evans, el productor de ‘El Padrino’, y aparece como tal en la serie.
De frase, «y que se mueran los feos»
Dos detalles sobre la novela y la película, que nunca he visto en otra parte y me niego a creer que sea el único que lo ha notado:
Primero: A medida que se lee, uno nunca sabe lo que el Padrino piensa o siente; simplemente sabe lo que los demás entienden o interpretan de su actitud o sus palabras. Hacia el final, sin embargo, mientras Michael asume el mando, no solo tenemos acceso a los que piensa y siente Don Vito, sino que dejamos de saber, inmediatamente, qué es lo que piensa o siente Michael, el nuevo Don.
Y segundo: la famosa frase «Son solo negocios» -Repetida también en la serie que nos recomienda don Arturo- es icónica en la película y ha sido copiada por toda clase de gente, pero en la novela en realidad significa exactamente lo contrario: cuando Sonny se la dice a Michael, antes que parta a matar a Sollozo y McClusky, éste le responde airado que no son solo negocios, que es personal, que eso es lo que significa defender la familia y por eso él lo va a hacer, no por «negocios», sino porque se atacó directamente a su padre y eso es MUY personal.
En mi opinión, tal y como está el percal, creo que sería mejor sumar clientela a otros hábitos más productivos. Quizás sea mi juventud, o simplemente mi incapacidad general, y no entienda bien el sentido completo de algunos de los últimos artículos o declaraciones públicas de Don Arturo en los que elogiaba la industria del videojuego y del audiovisual (concretamente algunas series de las plataformas). Dos industrias que claramente buscan en sus proyectos más ambiciosos el negocio basado en la manipulación temática, la distorsión profunda de los hechos y limitando el foco en los aspectos más oscuros del ser humano, con el único objetivo de absorber más nuestro tiempo. Disculpen este arrebato, acudo a Don Arturo o “El bar de Zenda” buscando pensamiento crítico, responsabilidad, equilibrio o menos caos, y cada vez más a menudo me encuentro con Paramount+ y videojuegos. Creo que esto no es lo prioritario, estos medios no nos acercan al autodominio, sino a todo lo contrario, a lo fácil, a la dependencia, tapando nuestro potencial personal. Disculpen la parrafada, mi primera vez en estos lares, jamás antes escribí en los comentarios de ningún blog, periódico o en ningún otro sitio, se nota. Estimado Don Arturo, le admiro profundamente, muchas gracias por todo su trabajo, el cual siempre me ha inspirado “desde mi más tierna infancia”, al igual que lo hace a las nuevas generaciones en la búsqueda de una vida mejor. Por favor, continue siendo un faro de luz en esta noche oscura. Ayude a mejorar nuestro imperio personal. Estamos aquí para algo más que sentarnos en el sofá, o la silla, delante de la pantalla. Las industrias que actualmente están detrás de estos contenidos no necesitan, y en mi opinión, no deberían ser promocionadas por alguien como usted. Un saludo cordial. Xavier.
Creo que ha equivocado Ud. el lugar para su comentario: este es un sitio de relajo, donde don Arturo suelta sus parrafadas fuera de ambientes académicos, críticos o simplemente porque anda de malas y se lanza contra los molinos o los gigantes, según quien se tercie. Concuerdo plenamente con Ud. en que se requiere más que sentarnos en el sofá para alabar los contenidos de «la industria»… pero no está mal sentarse en el sofá para disfrutar simplemente por diversión.
Nada tiene que ver el cvlo con la memoria, decía mi suegro. Hay tiempo para todo, digo yo.
Don Arturo, su artículo sobre El Padrino me hizo recordar que unos días antes había leído las críticas sobre la serie «The offer» o «La oferta» en español y me las creí, porque la web que suelo visitar para informarme sobre las películas o series es bastante buena. Sin embargo, su punto de vista sobre la serie me hizo cambiar de opinión por curiosidad y tras ver los dos primeros capítulos tengo que darle toda la razón. Estoy disfrutando de lo lindo con la serie, así que muchas gracias por sus siempre acertadas opiniones.
EL PADRINO, UNIVERSALIDAD, TRAGEDIA Y CINE.
En Tienes un Email, que por cierto es una nueva versión de otra (excelente, por supuesto) de Lubitsch, Hanks le escribe a Meg Ryan que en El Padrino está Todo. Pues bien, aquí me propongo calibrar tamaña (o sea se, de gran magnitud) aseveración, porque sí, es atrevida de verdad.
Yo me defino, a diferencia de Lucrecio, como parte de la piara de Ciudadano Kane, ¡no de la de Jeanne Dielman! ¡vade retro! Esta ubicación estética arrastra consigo Vértigo, El Acorazado Potemkin, La Regla del Juego, La Dolce Vita, El Hombre con la Cámara, La Quimera del Oro, Raíces Profundas, y demás joyas.
Por consiguiente el aserto de Hanks ha de parecerme, forzosamente, desmesurado …, más sobre la hybris después por cierto. Con todo admito que El Padrino tiene Algo, que explica su inmenso prestigio, y popularidad, a través del tiempo.
Yo estoy siempre atento en el séptimo arte a los elementos formales, técnicos, visuales, pictóricos, a la destreza con la cámara; y en El Padrino no hallo grandes logros en estos apartados, esto es, el virtuosismo fílmico de: planos secuencia con movimiento (Sed de Mal), montaje/edición (Psicosis, la ducha), planos panorámicos (Centauros del Desierto), profundidad de campo (Lawrence de Arabia), encuadres pictóricos (La Historia más Grande jamás Contada), innovadores ángulos7posiciones de cámara (Ciudadano Kane) y demás.
Pero sí, algo hay en El Padrino que atrapa a los espectadores, muy diversos, y confieso que soy uno de ellos, de esa piara. En The Offer se la compara, ¡normal!, con El Rey Lear; y es que encontramos en ella temas/tramas universales. Cierto, este término está siendo muy usado, y abusado, de manera que corre el riesgo de perder su significado al abarcar tantos (Popper); porque, ¿qué hay Universal (no me refiero a la productora)?: la muerte, la sucesión de las estaciones, las suegras, y los impuestos, y estos últimos sólo en la sociedad capitalista. Pero sí, hay una Historia universal en El Padrino que llega, toca, a todas las edades y salta barreras culturales, lingüísticas, religiosas, políticas, una Historia para todas las Épocas, como Un Hombre para la Eternidad.
En El Buen Pastor se afirma que los irlandeses tienen la religión, los italianos la familia, y a los WASP sólo les queda el país; por ello muchos de ellos, para defenderlo, se convierten en espías, como James Jesús Angleton. Efectivamente nuestra obra es sobre la Familia, la sangre, padres, hijos, hermanos; bueno, y también sobre la religión, católica: se percibe patentemente que ´ésta es inherente a la existencia social & cultural de los Corleone. Lo llamativo es que en ellos la catolicidad corre paralela con prostitución, cohecho, traiciones, mentiras, perversiones sexuales, drogas, corrupción política, robos, asesinatos …, esto es, todo aquello que los curas perdonan una y otra vez a su rebaño (piara); por el otro lado los Corleone viven, espléndidamente, de todos esos vicios del Homo Sapiens, de la debilidad de la carne. Chocante sí, cínico, hasta maquiavélico: otra cuestión para todo tiempo.
Pero no olvidemos la lealtad, esencial en la Mafia, y ahí entran Clemenza y Luca Brasi, pilares de la familia de D. Vito. En el otro polo está el cuñado traidor: no habrá compasión. Es que todo el mundo, de cualquier sitio, entiende/empatiza, «siente» lo que está ocurriendo con esos personajes, y es capaz de seguir la narración; y lo hace con verdadero interés, con pasión, agarrado a la butaca del cine, o del sofá de la sala de estar …, ¡y vibra y se sobrecoge! Eso es, imperecedero, ¡arte!
Significativo asimismo que la mamma sea un personaje secundario, apenas entrevisto, episódico, en el trasfondo del drama, como una parte difuminada del decorado familiar. Imagino que Ione Belarra e Irene Montero detestarán profundamente esta figura, pero señoras, ¡es que es una familia siciliana!
Sonny (espléndido Caan, judío haciendo de siciliano) es el macho alpha, y eso se nota desde el principio; es el sucesor natural de don Vito, hasta que ¡llega la tragedia! Y está Connie, la «niña», a quien hay que proteger como a un bebé, a una adolescente débil, enfermiza o necesitada, pobrecita, ¡es hembra!
Cierto, todo ello muy característico del catolicismo italiano; sin olvidar los guisos para decenas de mafiosos de Clemenza, porque sin ellos no habría Cosa Nostra: soberbia escena, puro lenguaje fílmico.
Así que El Rey Lear, sí; la tragedia helénica, que es el género literario más universal, más reconocible y exportable a otras culturas: Edipo, Electra, Antígona, Orestes, Ifigenia, Agamenón y demás. Todo quisqui, no sólo los del Ática, es capaz de meterse en la trama y en la piel de los personajes. De ahí viene el carácter «magnético» de El Padrino, capaz de atraer a las salas de cine a toda especie de ciudadanos, y no sólo a los comedores de pasta.
No tengo ninguna duda de que el relato atrapa a cualquiera desde el primer momento, mérito de Puzo y Coppola. Pero hay más pluses en nuestra pieza, aparte de los del literario; empezando por la ambientación y decorados, de matrícula de honor. Luego tenemos a los actores, todos de primera, y sin un fallo, arrancando con Brando, un intérprete para Todas las Estaciones. Y desde luego Al Pacino, intenso, expresivo, trágico, tensión dramática acrisolada; hijo fiel y vengativo, roca de la Familia, pura Sicilia. Una interpretación que marcó a una generación, y un gran aporte para el éxito de la película.
Por consiguiente El Padrino atesora características para calificarla como una de las Grandes, aunque no alcance a Ciudadano Kane, y me refiero ya a la estricta forma, plasmación visual. De modo que me toca ahora contradecirme, imitando a Buñuel: así abarco más.
He afirmado que nuestra obra no es fuera de serie en el plano puro de cinematografía, pero …, tenemos ese montaje en paralelo de los asesinatos, al final, que es marca de la casa de los tres Padrinos; esto sí que es excelente gramática fílmica, si podemos emplear tal expresión, y no sólo guión. Coppola se nos presenta aquí como diestro en la edición de planos, en la senda de El Maestro. No olvidemos el brutal, espeluznante asesinato de Sonny, a metrallazos; ¡ah y el del traidor que lo causó! Es que Coppola te pone los vellos de punta ahí, sabe qué hacer con la cámara. ¿Y qué me dicen Vds. del asesinato de Luca Brasi, con estrangulamiento y cuchillada! …, para tener pesadillas después.
Otro mérito de nuestro director es la simple elección de los actores: parecen nacidos para interpretar esos roles, i.e. no da la impresión de que estén actuando. P. ej. Al Lettieri hace que se te pongan de corbata nada verle la cara de matón asesino, que tiraría a una viejecita en silla de ruedas por las escaleras, como Richard Widmark. `¡glub!
¿Ah claro! La escena de la muerte del propio Sollozzo y el capitán corrupto de la policía en el restaurante, que nos dejó enganchados a la butaca del cine. ¿Estará el revólver en el baño, o habrá fallado el chivatazo? Michael se atasca con la lengua italiana, duda, va al dichoso baño …, ¿se atreverá, tendrá c… para apretar el gatillo, podrá cargarse a los dos a la vez y huir sin ser detenido? ¡Madre el amor bendito! , ¡qué angustia! ¡Acaba de una vez la escena Francis Ford! Pues sí, un suspense que haría sentirse orgulloso a D. Alfredo; ¡bravo, cinematográficamente, Coppola!
Estas muertes son como las cometidas por Orestes, Edipo, Electra, Hemón; tema inmarcesible. Y nuestro realizador ha obtenido esa catharsis, ¡en un resturante italiano!, no con vocablos, sino a través de los rostros de los actores, de la planificación/configuración de la escena, el ritmo adecuado pasando de plano a contraplano, la creación del tempo …, ¡séptimo arte! Te mereces el Oscar: lo logró con la segunda parte, posiblemente la mejor de las tres.
Bueno, y no olvidemos la escena del hospital, cuando Michael se percata que han retirado la vigilancia a su don Vito (¡podrida bofia!), y los de Sollozzo van a ir matarlo. Los pasillos vacíos del hospital, Michael con la camilla de su padre y una despistada enfermera, ¡todos asustados! Y luego montando guardia con un desnortado amigo/cliente de la familia, sin revólveres; ¿quiénes llegarán antes, los pistoleros de los Corleone, o los de Sollozzo! ¡Más angustia para nosotros, pobrecicos espectadores! Cine puro, imágenes en desplazamiento.
El Padrino y la Tragedia, lo Universal en la literatura, y en el cine ahora …; lo dicho antes, ¿qué es Universal, en la vida y en su mímesis y/o transformación, el arte? Eventos tremebundos, muertes y venganzas bestiales, no-humanas, odios imposibles de arrancar, amores obsesivos y descontrolados, la hybris, que es fuente de la tragedia, el canto del macho cabrío; y todo ello dentro de la institución familiar: los hermanos (Eteocles y Polinices) se matan entre sí, el hijo (Edipo) al padre, el hijo (Orestes) a la madre, la hija (Electra) a la madre, el padre a la hija (Ifigenia), el tío entierra viva a la sobrina (Antígona) y su hijo se suicida por ello …, ¡Virgen Santísima!, ¡ya es suficiente! Pero con Puzo y Coppola el hermano mata al hermano de sangre, y al hermano político, después de que éste traicione/mate al hermano mayor; la hermana odia a muere al hermano, los hijos repudian a la madre; hay casi incesto, entre primos … ¡Socorro! Todo ello mina la institución familiar, que es el núcleo de la colectividad humana. En consecuencia esta última puede encontrarse en peligro de extinción, cual especie darwiniana. Es que con todo esto El Padrino se (nos) pregunta en qué consiste la sociabilidad del Ser Humano, que es su esencia & definición. Ctónico, telúrico, el mundo helénico, tanto el del Ática, como el de la Magna Grecia (Sicilia), ésta trasplantada a Little Italy.
Mi predicción es que el interés, atracción, por El Padrino, durará y durará, como el decurso de las estaciones
P.S. Hablando de películas que tiene Todo, o al menos Mucho, propongo (ahora que es casi una moda) que nuestros políticos hagan un curso de formación, necesario para entrar en esa carrera; y consistiría sólo en ver dos películas: Solo ante el Peligro, con Coop, y Un Enemigo del Pueblo, con Steve McQueen. Lo sugiero, ya saben Vds., por aquello de la ética, la ley moral autónoma y el Deber; ya puestos quizás podríamos incluir en la lista El Padrino.
EL PADRINO, UNIVERSALIDAD, TRAGEDIA Y CINE.II
Hace sólo unos días terminé de ver The Offer, y mi sentencia es (¡no soy Nerón!) … pulgar hacia arriba. Sospecho que muchos en la audiencia se dijeron lo mismo que yo: ¡diantre Ruddy!, diez capítulos para contar como se filmó UNA película; eso es demasiado, te vas a salir de la curva debido a la fuerza centrífuga y despeñarte por el acantilado. Muchos condimentos para tu guiso de salchichas y albóndigas, Clemenza.
Sin embargo …, creo que los televidentes coincidirán conmigo en que hay suficiente material/historia para una serie tan larga.
Cierto, hay cierta parsimonia en la narración, y reiteración en planteamientos y caracterizaciones, pero también los había en el original, y todo ello funcionaba magníficamente, como un reloj de cuco de Harry Lime.
Es más, me atrevo a aventurar que uno de las virtudes (peligrosa palabra con la Mafia) de The Offer es seguir los pasos de El Padrino en tono narrativo, estilo visual y argumento. De este modo además de describir cómo funciona la Paramount, y a sus diversos empleados, tenemos en la historia sobornos, chanchullos, palizas, amenazas, compra de votos, manejos políticos, corrupción a mansalva, prostitución, drogas etc. Vamos , que en muchos momentos nos da la impresión de ver una de gangsters, y no de directores, productores y actores. Sí, acabamos con la noción de que el proceso de realización de El Padrino fue tan arriesgado como lo que cuenta el largometraje sobre la familia Corleone, i.e. paralelismo, concepto clave para entender nuestra serie. Habría una correspondencia, relación de uno-a-uno, entre realidad y ficción. Muy sugerente, fílmica y literariamente.
Para los cinéfilos, como su seguro servidor, The Offer es un don, como el Don. Para los que no lo son es algo larga, y un poco cargante, al proporcionar tantos detalles sobre cómo se rodaron escenas muy concretas. Acierto en The Offer es centrarse en las esenciales del original, o debiera decir, las que yo mismo defino como tales: admito coincidir totalmente con los guionistas en su selección.
Ya he dicho que El Padrino está lejos de Ciudadano Kane et alii, no diré a años luz (expresión manida, y sin fuerza ya), pero sí a un buen puñado de millas terrestres. Ford (interpretado por David Lynch: un puntazo) le remacha al joven Fabelman/Spielberg que si el horizonte está en medio del plano, ¡es aburrido, basura!; y es el único consejo que ofrece al aspirante, apasionado, a realizador.
Desde luego en El Padrino no vamos a hallar esos bellísimos planos panorámicos de Monumento Valley o análogos, pinturas de acabada factura, porque lo que le importa a Coppola no es eso, sino la crónica de unos personajes, y sus transformaciones al enfrentarse (superar) a las Circunstancias. Francis Ford está por tanto más próximo a la literatura que a la imagen-en-movimiento.
Ford le pide a Fabelman que le describa una pintura de su despacho ( de Centauros del Desierto) y el joven comienza: dos hombres a caballo, parece que están buscando algo (The Searchers), quizás explorando … ¡No! ruge el gruñón Polifemo celta, ¿dónde está la línea del horizonte? El Foco de Ford apunta hacia el encuadre, la composición del cuadro, la ubicación de las figuras en él …¡y de la cámara! Lo visual, la imagen, que se desplaza, y al al hacerlo crea la ilusión (¿o realidad?) del transcurso del tiempo; es la magia del cine, que es muy verdadera.
Pues sí, el Objetivo de Coppola & Spielberg apunta hacia las motivaciones de los personajes, a sus alteraciones psicológicas debido a los eventos que los envuelven, a la trama. Con todo no hay incompatibilidad entre estos dos perfiles, sino complementariedad, en el buen Arte: poesía, novela, pintura, teatro, cine.
Así que en un primordial momento el director de fotografía le está mostrando a nuestro realizador un cuadro (bellezza)) de Caravaggio: la luz viene desde arriba y desaparece en los extremos – Francis: muy bonito, pero ello limita a los actores, que necesitan moverse para transmitir emociones, la historia. Más tarde, enfrascados en el el rodaje, habrá una bronca monumental entre ambos, por ese debate/dicotomía, que no es tal si hay Excelencia, porque Coppola atiende también a lo pictórico, que coadyuva a la narración.
Ya en Sicilia (encantador intermezzo) el director artístico le pregunta al de fotografía cómo va a iluminar los exteriores: -sabes esa bola ardiente que hay en el cielo; -¿cómo?, ¡ah el Sol!. Pues sí señores, también elementos visuales en El Padrino, y no sólo tragedia.
Personalmente siempre he sido un aficionado, apasionado, del claroscuro, y no sólo en Caravaggio y El Españoleto, sino asimismo en el séptimo arte. De ahí viene mi debilidad por el cine negro: me entusiasma su línea estética, que ha construido ella sola generar un género cinematográfico, de tal modo que incluso directores de segunda división obtenían productos señeros.
Y sí, tenebrismo en el propio Welles, y el gran Fritz Lang desde luego, uno de mis predilectos; y también en Ford: No eran Imprescindibles, quizás su mejor trabajo desde el perfil técnico/formal.
Estos días he vuelto a leer en la prensa que quizás El Padrino sea la obra de arte total, el viejo sueño de la ópera wagneriana. Es innegable que una película es capaz de contener de Todo (Hanks en Tienes un Email), i.e. pintura, escultura, vestuario, decoración, diálogos, música, interpretaciones, maquillaje, transcendencia religiosa, filosofía, moral…, `lo que Vds. quieran. Pero no, sigo en mis trece, y esa obra total no es El Padrino, sino Ciudadano Kane y sus adláteres; y ello por su aportación al lenguaje fílmico, su brillantez pictórica, como exigía Ford, sus innovaciones en el uso de la cámara, la edición de las tomas etc.
Un ejemplo más, otro candidato mejor que nuestra obra, sería p.ej. 2.001 Una Odisea del Espacio: Todo está ahí. Pero admitámoslo, El Padrino constituye una buena aproximación, si atendemos al Relato. He incidido mucho en lo tragedia, pero afortunadamente no llega a los extremos de Tito Andrónico. Ésta es una salvajada de Shakespeare, donde tenemos asesinatos crueles a mansalva, mutilaciones, parricidio, canibalismo, sadismo …, repelente; la leí hace muchos años, de joven, y a pesar de mi admiración por el Cisne del Avon, me juré a mí mismo no volver a leerla jamás, promesa que he mantenido.
Afortunadamente Francis no camina por ahí, no se desboca como los caballos de Hipólito, que lo arrastran a la muerte. No es El Padrino una tragedia desmedida (hybris), que habría sido rechazada por los espectadores de aquella época, y de todas: así consigue la Universalidad.
También he afirmado que en nuestro largometraje los actores no parecen tales; pues bien, The Offer parece apoyarme, porque nos informa de que el hombre que interpreta a Luca Brasi es un mafioso de Joe Colombo; ¡toma ya!, ¡vaya con el paralelismo película – mundo mafioso!
William Wyler debe su prestigio no sólo a sus planos panorámicos, tomas largas y profundidad de campo, sino también a la dirección de actores. Wyler conseguía que éstos fueran mejores, no se sabe cómo; o quizás sí: con empeño, motivación, repetición, darlo todo en cada toma. Lo que vemos en El Padrino es que Coppola logra lo mismo, y esto es puro lenguaje fílmico, no trama y diálogos. Nuestro realizador tomó muchas decisiones sobre cómo construir una escena, la función de los actores a ella, i.e. cómo trasladar el texto a imágenes que serán luego enlatadas.
¿A dónde voy con todo esto? A que Francis Ford también es artista visual, no sólo dramático, aunque no llegue a colocar espléndidamente la línea del horizonte, como John Ford.
Respecto al montaje en paralelo de los asesinatos, al final, que es de matrícula de honor, The Offer nos ofrece otra muestra de concomitancia. Están filmando el momento en que el Don es tiroteado por los matones de Sollozzo, y esas tomas están intercaladas con las del asesinato bien real de Gallo, el mafioso renegado y chiflado (magnífico actor), perpetrado por dos hombres de Colombo; éstos son los mafiosos «buenos», ¡glub! Otro tanto de partido de la serie, chapeau. Es casi como mezclar distintos niveles de realidad, o de lenguaje, i.e. lenguaje y metalenguaje: de nuevo pulgar hacia arriba.
Seguimos con las correspondencias; ésta la hice yo desde el principio, pero estoy seguro de que muchos televidentes me habrán acompañado. Ribisi, actor muy versátil, no es Brando; y Miles Teller tampoco es Pacino (ni DeNiro), aunque probablemente sea el mejor actor joven de Hollywood, aunque también lejos de Bardem y Cumberbatch. Aquí el paralelismo se nos quiebra, ¡ay!, pero el intento es loable, y el espectador lo agradece, y disfruta. Buen tanto para los productores de nuestra serie, uno de los cuales es Al Ruddy, quien a su vez fue productor de El Padrino; con tantas semejanzas estoy tan mareado como saliendo de una noria de la feria.
Volviendo a Sicilia, esa porción de la serie es como oasis, casi un segmento de comedia entre unos capítulos en los que la naturaleza humana es presentada como trágica, oscura, negativa, ¡hobbesiana! Muchas veces estamos tan angustiados como en la muerte de Sollozzo y McCluskey, ¡uf! Para Michael es un alivio escapar a Sicilia, huyendo de las vendettas de las familia; y lo mismo para Al Ruddy y Cía. escapando de los tejemanejes en la Paramount, las amistades vendidas, deshonestidad, puñaladas traperas, las orgías y desmadres de Bob Evans etc. etc. Más correspondencias, y más mareo en el tiovivo; pero como buen resultado, un Happy End: Universalidad.
THE OFFER Y EL `PADRINO.
He remachado a mis amigos, de una modo cargante incluso, que The Offer es un regalo para cinéfilos, pero que a la vez me temía que no iba a serlo para la audiencia, que probablemente la encontraría algo lenta, como el Original por otra parte, reiterativa, y difícil de seguir por las constantes referencias a la Historia e industria del cine; en suma, para aficionados. Evidentemente la analogía es con Mank, que trata del rodaje de otra (LA) película, que nos encandiló a los forofos, y a los críticos, pero poco más. No ganó el Oscar, con lo cual siguió el sino de mis otras favoritas: 1.917, El Juicio de los 7 de Chicago, Sin Novedad en el Frente. ¡Soy gafe! De modo que debería de dejar de elogiar a Asteroid City y Oppenheimer, ¡que aún no he visto!, ante los colegas, porque como siga haciéndolo se quedarán sin Oscar y además lloverá el ´día de la ceremonia.
¡Pues me he equivocado absolutamente con The Offer!, porque ha sido un triunfo con los televidentes, pero …, no con los críticos. Sospecho que mi fallo se debe a no tener presente que El Padrino es una película muy popular, taquillera, y Ciudadano Kane (mucho mejor) no; es decir, que los paisanos han mostrado mucho interés por cómo se ha producido una de sus niñas mimadas.
Desde mi óptica El Padrino no es, ¡ni mucho menos!, un jalón en la construcción de la forma cinematográfica, como Kane, Potemkin, El Hombre con la Cámara, et alii; pero sí la considero muy buena, con grandes dianas en guión, decorados, ambientación, fotografía, interpretaciones (Brando, Pacino), planificación de las escenas y demás. The Offer va recalcando esos esos valores, y lo que costó, en tiempo, esfuerzo, dinero y coraje, plasmarlos en celuloide. Estoy seguro que todo esto ha encandilado a los espectadores para seguir la historia a lo largo de diez capítulos, ya que es una de sus favoritas, de distintas generaciones.
Asimismo he mencionado a los colegas que otro gran mérito de The Offer es el Paralelismo, entre el relato y la Mafia, la de verdad, la que asesina a la gente que le molesta, y que acabó inmiscuyéndose en el trabajo de Copopola y Cía. En fin, lo habitual: que la realidad supera la ficción, especialmente en el caso de La Cosa Nostra, que se hace de todo quisqui, como les estorbemos una pizca.
Así que todas las peripecias de sobornos, chanchullos, politiqueos, palizas, muertes de Joe Colombo y sus matones pueden resultar más jugosas para el espectador medio que las inventadas del Don. ¡Curioso!, y así consigues muchos espectadores. Admitámoslo, la filmación de Ciudadano Kane tuvo una buenas movidas, empezando por el egotismo de Orson, pero no comparables a las del Padrino; sí, universalidad en los temas de atracción para el personal.
Dese mi punto de vista fue arriesgado seguir la estela, el patrón, de Mank, pero Paramount ha dado en el clavo (como con el Original), y hay que felicitarles, porque como dice Lapidus, el Cine es un negocio para ganar pasta.
Sé que muchos críticos han despedazado la serie porque no es fiel a los hechos; bueno, eso de la adecuación/correspondencia con los datos empíricos lo reservo para las conjeturas científicas y la metodología de la ciencia; pero en Arte no me vale como criterio para evaluar la obra; estaremos de acuerdo en que el Arte no tiene por qué ser siempre mimesis.
Acabo de leer que Ben Affleck acaba de comprar los derechos de un libro sobre la producción de Chinatown; pues me encantaría que hiciera algo «paralelo» a The Offer, puesto que soy entusiasta de Polanski, a quien considero desde siempre, con De Palma, el sucesor de El Maestro.
Además fíjense Vds. a quién tendríamos para el rodaje (no el largometraje original): Bob Evans, Bob Towne, Jack Nicholson, Polanski, John Huston (y en el trasfondo Anjelica), agua e incesto. Vamos, el paquete completo; esto es imbatible, un combinación ganadora para el Grand National, e imán para el público. ¿Interpretaría Affleck a Huston? ¡hum!
Gracias.