Si paramos el mundo por un minuto, despejamos los sentidos y sacamos la atención del móvil o del ordenador, seguro encontraremos otro ser vivo que respira, se mueve, cambia. Da igual si estás en medio del campo o en pleno centro de la cuidad. Solo hay que prestar atención y fijarse en lo que nos rodea.
Si te gusta saber los nombres de los árboles que tienes cerca, si te quedas mirando el vuelo de las abejas hacia las flores o haces listas de las aves que se acercan a tu jardín o ventana, eres un “naturista”.
Entre los siglos XVII al XIX se denominaba “naturalista” a los pensadores que realizaban estudios sobre ciencias naturales o historia natural. El biólogo Nathaniel Thoreau Wheelwright lo define como “alguien que comprende y disfruta del mundo natural”, en su libro El diario del Naturista que, junto con el profesor emérito Bernd Heinrich, ha publicado en la editorial Errata Naturae.
El libro está organizado en seis capítulos, un diario quinquenal para apuntar las observaciones de cinco años y una serie de herramientas que pueden ser de utilidad para cuando estamos en el campo.
Los autores ofrecen diez consejos muy útiles para organizar la tarea. Estoy de acuerdo que cultivar la curiosidad, formular preguntas, hacer experimentos sencillos y analizar las observaciones son consejos que hacen al trabajo de un naturalista en solitario. Sin embargo, aprender de naturistas experimentados y, a su vez, enseñar a los demás son dos recomendaciones esenciales para pertenecer a una comunidad interesada en generar un espacio genuino de conexión con la naturaleza.
Cualquier persona puede ser naturista
Durante la carrera de biología, mis salidas al campo de asignaturas como ecología o zoología consistían en tareas técnicas, con objetivos concretos y siempre con poco tiempo. La finalidad era aprobar un trabajo práctico de la universidad. Luego de leer este libro, me dan ganas de retomar el registro de mis observaciones con más calma.
No es necesario pertenecer a un ámbito académico-científico para definirse como naturista. Con vestimenta adecuada, prismáticos, cámara y algunas otras herramientas, podemos hacer nuestras observaciones de la flora y fauna que nos rodea. Además, hoy día, la tecnología ofrece posibilidades magnificas para compartir nuestras observaciones a través de internet. “Todos podemos contribuir al conocimiento añadiendo nuestras observaciones a las de los miles de naturistas que nos precedieron”, dice Nathaniel. También es posible identificar especies utilizando aplicaciones de móvil o compartir la foto y localización de alguna especie poco frecuente al subirla a un portal o base de datos global.
El diario del Naturista no es sólo una excelente guía de observación y anotación para seguir los cambios de la naturaleza, sino que es una obra de arte. “El arte, como la ciencia, trata de mantener a salvo aquello que se cree efímero, aquello con lo que sólo conectamos cuando se vuelve tangible”, dice Bernd. Sus ilustraciones son una belleza, es como meterse dentro de sus cuadernos de notas y mancharse con sus lápices y acuarelas. Ojalá uno pudiese dibujar así para representar tan bien a los especímenes que se nos cruzan.
Wheelwright y Heinrich dedican el libro a los “maestros, que son el mayor recurso natural”. Desde hoy, tengo dos maestros más que hacen que ame ser una naturista.
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Autores: Bernd Heinrich y Nathaniel T. Wheelwright. Título: El diario del Naturista. Editorial: Errata naturae. Venta: Amazon
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