En 2010, el joven medievalista Emanuele Arioli encontró, entre las páginas de un manuscrito medieval, los episodios de una novela artúrica totalmente olvidada que narra las aventuras de un caballero, Ségurant le Brun, luchando contra un dragón imaginario. La existencia de este personaje hasta ahora desconocido obliga a replantear toda la leyenda artúrica.
En Zenda reproducimos parte del Prefacio de Segurant: El caballero del dragón (Folioscopio), de Emanuele Arioli (ed.).
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PREFACIO
Perdida durante más de siete siglos, una novela medieval de la Mesa Redonda ha sido recuperada recientemente. La historia de Segurant, el Caballero del Dragón, dispersa en veintiocho manuscritos medievales en diversas bibliotecas de Europa, finalmente se ha reunido en la presente obra. Al cosechar un enorme éxito, fue ampliamente leída en Francia, Italia, España, Gran Bretaña y experimentó varias continuaciones y reescrituras del siglo XIII al XV. Aunque Segurant, el Caballero del Dragón, fue un héroe muy popular en la Edad Media, su historia terminó cayendo en el olvido a finales del siglo XVI. Ahora, completamente reconstruida, la novela de Segurant arroja nueva luz sobre la leyenda del rey Arturo y revela a un caballero prácticamente desconocido de la Mesa Redonda.
En el siglo XV, el autor inglés Thomas Malory compiló varias novelas artúricas francesas en un solo libro: se trata de La muerte de Arturo, impresa póstumamente en 1485. Esta obra sigue siendo la fuente principal de la producción artúrica de la cultura anglosajona y de otras, dirigidas también, a partir de la segunda mitad del siglo XX, a la cultura de masas, con películas y musicales, y, más recientemente, cómics, series de streaming y videojuegos. En su obra, Thomas Malory se refiere a un caballero llamado «Severause le Brewse», que pasaría desapercibido para todos los especialistas y los lectores más atentos. Según Malory, un «libro francés» —no especificado por él— describe un combate entre Severause y Lanzarote que habría sido prohibido por la Dama del Lago, y cuenta que él enfrentaría gigantes, bestias y un dragón. El héroe mencionado por Malory es, sin duda, «Segurant el Brun», el Caballero del Dragón, cuya historia completa se narra en esta novela recuperada.
Esta mención en inglés no debería sorprender, ya que se realizan varias menciones a Segurant también en obras italianas de los siglos XIX al XVI, así como en dos libros de caballería españoles. En España, se alude a nuestro héroe en Tristán de Leonís, impreso por primera vez en Valladolid y luego en Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo, impreso por primra vez en Zaragoza en 1508. El nombre de «Segurant el Brun» se transformó en «Segurades el Brun», debido a una confusión en una compilación artúrica entre Segurant y Segurades, pero está claro que se trata de nuestro personaje, ya que en ambos libros su nombre aparece en un relato genealógico de la familia de los Brunos. Esto demuestra que los ecos de las proezas de Segurant aún resonaban en la España renacentista, incluso en el Amadís, el libro de cabecera de don Quijote y objeto de las burlas de Cervantes a principios del siglo XVII. Y no se puede descartar que Cervantes conociera directa o indirectamente Segurant, que fue en cierto modo un Quijote antes de su tiempo.
Un nuevo héroe para el rey Arturo
En sus orígenes, la Mesa Redonda no contaba con Segurant. Su existencia comienza en el siglo XIII, cuando una novela de autoría anónima lo retrató como el mejor caballero de la Corte del rey Arturo. La historia está estructurada en dos partes, asemejándose, respectivamente, a una Ilíada y a una Odisea en miniatura: la primera, que encadena justas y combates, muestra a Segurant como a un Aquiles invencible, que supera en valentía y fuerza a todos los demás héroes. Por el contrario, la segunda lo representa persiguiendo a un dragón ilusorio, emprendiendo búsquedas en tierras desconocidas y enfrentando hechizos maléficos, a la manera de Ulises. El punto de conexión entre ambas partes es el torneo de Winchester, que reúne a los más valerosos caballeros de la Mesa Redonda y a los más célebres personajes de la leyenda artúrica. Es precisamente ahí donde el elemento maravilloso irrumpe: Segurant se transforma en el Caballero del Dragón y desaparece por arte de magia.
Gracias a este recurso narrativo, la coherencia del universo del rey Arturo se preserva, a pesar de la incorporación de un nuevo protagonista. Éste se posiciona en la confluencia de las aventuras de Lanzarote, el amante de la reina Ginebra, y de Tristán, el legendario amante de la reina Isolda que fue introducido en la Mesa Redonda en el siglo XIII. El Caballero del Dragón constituye, según la terminología que usamos hoy para las series y las sagas, un «paraquel» (o «expansión paralela»), es decir, una obra que se desarrolla en el mismo escenario y en la misma época, y que relata historias distintas. Al desaparecer mientras busca el dragón, Segurant es borrado también de la memoria colectiva por el hada Morgana: ese elemento ficcional permite una explicación coherente para el extraño hecho de que otras novelas de la Mesa Redonda nunca mencionen a este héroe que, como un meteoro, atraviesa el cielo del imaginario medieval sin haber dejado ningún rastro tras su paso.
Una vez que Segurant, hechizado, va tras su dragón ilusorio, la novela se disipa en su búsqueda inacabable: el protagonista se desvanece tan misteriosamente como había aparecido, y los demás caballeros de la Mesa Redonda siguen sus propias aventuras. Por lo que queda la pregunta: ¿el manuscrito que llegó hasta nosotros incompleto perdió los episodios finales debido a un accidente histórico o el copista los omitió deliberadamente? O incluso: ¿la trama para nosotros inacabada fue concebida exactamente así? De hecho, el narrador nos explica que las tentativas de Segurant de matar al dragón son vanas: el monstruo es un demonio cuya muerte física es imposible.
El dragón de Segurant es, ciertamente, un fantasma (phantasma en latín), según la definición de los clérigos medievales, es decir, una imagen ilusoria producida por los demonios para engañar los sentidos humanos. El antídoto para ese engaño diabólico es el Santo Grial, el cáliz que contiene la sangre de Jesucristo: sólo eso podría terminar con el hechizo de Segurant. Sin embargo, curiosamente, el Santo Grial, anunciado varias veces, nunca aparece. ¿Habría decidido el autor deliberadamente no llevar a escena ese remedio definitivo, prefiriendo una historia sin punto final? Sea cual sea el motivo, las puertas se encontraron abiertas para las nuevas aventuras imaginadas hasta el final de la Edad Media.
De hecho, esta trama inconclusa con el misterio que envuelve su desenlace —¿Nunca fue escrito? ¿O se perdió para siempre?—, llevó a algunos copistas a apropiarse de la historia del héroe para atribuirle otras hazañas. Las continuaciones narran otras aventuras que ocurren durante la búsqueda del dragón o después de poner fin al hechizo, o esbozan el final de su vida en Oriente. Segurant y su dragón, así, atraviesan numerosos manuscritos durante más de dos siglos, experimentando reescrituras divergentes, hasta que un copista del siglo xv decide acabar con el monstruo.
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Autor: Emanuele Arioli. Título: Segurant: El caballero del Dragón. Editorial: Folioscopio. Venta: Todos tus libros.
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