El escenario de una novela puede ser su gran personaje, como ocurre con Bilbao en Esperando al diluvio, de Dolores Redondo. Esto sucede también en la última entrega de Ana Ballabriga y David Zaplana, La ley del hambre (Contraluz), una novela coral llena de protagonistas interesantes, como Calixta —una mujer que huye de su pasado y acaba convertida en vedete del Molino barcelonés—, el patriarca de los Crispos —un cacique de esos que aterrorizaron a la España rural durante la dictadura de Franco— y el mismísimo anarquista Buenaventura Durruti, que también aparece por estas páginas, pero todos ellos son eclipsados por la magia, la fuerza y la oscuridad de Candasnos, un pequeño pueblo de los Monegros que esconde innumerables secretos.
La ley del hambre comienza en la oscuridad de una noche de tormenta para llevarnos a la luz. Pero el viaje no será sencillo. Varios planos temporales aparecen en la novela y diversas tramas se mezclan en ella. De Aragón viajamos hasta Cataluña, de los Monegros a Barcelona. De la Guerra Civil a la posguerra, del final de la dictadura a la actualidad. Hay misteriosos animales de los que solo adivinamos la sombra, maridos que maltratan sin piedad y villanos que no dudan en servirse de la tecnología sin tener en cuenta las consecuencias ni los límites éticos de sus acciones. Y en el asiento de atrás, nos acompaña durante todo el trayecto el mismo incómodo pasajero, el mal. Ana Ballabriga y David Zaplana —especializados en la escritura a cuatro manos— disipan la plomiza bruma de Candasnos gracias al ritmo trepidante de su narración. Ana ha escrito quizás el libro más difícil para ella, el que recoge sus vivencias, sus recuerdos y las leyendas y mitos de su infancia. La ley del hambre es un thriller y mucho más, porque aquí lo que hay es un combate moral, una lucha entre los que quieren exprimir y aprovecharse de sus vecinos para medrar e imponerse y los que no escatiman en valor para rebelarse y esquivar su destino, aunque el coste de lograrlo sea alto y tengan que pagar con su propia vida.
Ballabriga y Zaplana no se lo ponen fácil a sus lectores. Ellos son los que deciden poner palos en las ruedas de su carreta para atravesar los Monegros. Los autores inundan el relato con un torrente de tramas que en ocasiones son difíciles de seguir, sobre todo al principio, pero que consiguen encauzar y llevar a buen puerto al final del libro. Son muchos también los personajes que pululan por las páginas, algunos de ellos sensacionales, tanto que a veces se tienen que dar codazos para conseguir nuestra atención. Estos escritores — premiados con el Premio Literario de Amazon y que nos entregaron hace dos años una entretenida novela de aventuras, La profecía del desierto— consiguen salir airosos de los líos en los que ellos mismos se meten, gracias al ritmo que imprimen a la narración y a momentos de gran fuerza narrativa, como la parte en la que la acción se detiene en la Guerra Civil o cuando viajamos hasta la Barcelona de finales de la dictadura. Porque al margen de misterios, de monstruos, del debate moral por el uso de los transgénicos en la agricultura y de conspiraciones, el gran tema del libro es la lucha de clases, que tan bien escenifican en el texto con la recreación de ese caciquismo que todavía tiene sus huellas latentes en muchos lugares y ámbitos de nuestro país. Pero aunque haya injusticias, también hay héroes que luchan contra ellas, y ahí radica otro de los puntos fuertes de la obra: hacernos creer que, pese a que haya brutos que sometan a sus vecinos y empresas multinacionales que se apropien de los sueños y la esperanza, siempre habrá resistencia. También hay que destacar el esfuerzo por rescatar no solo la historia de Candasnos —un trabajo de escritura de más de seis años— sino también del habla de la zona. Por último, hay que subrayar la última pieza de este puzle, el feminismo, siempre presente en sus escritos, reivindicado a través de Calixta, y de todas esas mujeres que fueron parte del cambio que vivió el país en la década de los años 70. La ley del hambre nos recuerda que habrá siempre gente dispuesta a plantar semillas de maldad, pero también nos anima a pensar que habrá personas que escarben con sus propias manos en la tierra para arrancar esos frutos perversos. Es nuestra decisión ser de los que plantan o de los que escarban.
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Autor: Ana Ballabriga y David Zaplana. Título: La ley del hambre. Editorial: Contraluz. Venta: Todostuslibros
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