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Ser una isla. Querer contarlo

Ser una isla. Querer contarlo

Andrea Fernández Plata ha escrito una novela que es todo un homenaje a la isla de siete kilómetros cuadrados donde nació: A Illa de Arousa. Pero esta historia no es solo la de un lugar unido a la península por un puente, sino la de todas las mujeres que la habitan y la han habitado a lo largo del tiempo.

En este Making Of, Andrea Fernández Plata cuenta el origen de Jarroa (Caballo de Troya).

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El lugar que habitas acaba habitándote, se hace sitio dentro. Nací en una isla de siete kilómetros cuadrados. Cuando el espacio se agota pronto, aprendes a ver. No me asusta narrar lo pequeño. Me gusta escuchar el silencio que hay entre dos notas. Contarlo.

Tenía un hilo enganchado al cuerpo y quería tirar para ver lo que salía. Jarroa es esa historia.

"Me inspira lo que puedo ver, tocar, oler. Lo que he escuchado de pequeña, lo que escucho ahora en la calle, en la frutería, en el cementerio"

Al conocer la arquitectura de las palabras puedes armar una casa, jugar con el lenguaje, hacer música. Pero cuando sientes que tienes algo que contar, cuando necesitas dejar por escrito una historia, hay una corriente que te arrastra a escribir. Por eso ha sido más fácil saltar los miedos que han ido apareciendo durante la escritura. Seguir a pesar de no tener idea de cómo iba a terminarla. Cada vez que me ponía delante del ordenador o la libreta, dejaba que la escritura se revelase. Ella me iba diciendo.

Me inspira lo que puedo ver, tocar, oler. Lo que he escuchado de pequeña, lo que escucho ahora en la calle, en la frutería, en el cementerio. Hago arqueología de la vida. Me agarro a ella como un perro que no conoce el futuro.

"Para mí lo extraordinario, lo exótico, es lo cotidiano. No necesito viajar a ningún planeta, caigo en el lunar de una mariscadora que encarta el cuerpo"

Quise narrar las historias de las mujeres que han poblado esta isla. Mujeres que sabían sacar o mal do aire a los niños, que caminaban descalzas en invierno, que tuvieron que sobrevivir vendiendo comida de estraperlo y fueron juzgadas por ello. Mujeres que nacieron en las casas baratas que estaban hechas de arena de playa. Ellas son las primeras narradoras. De ellas aprendí que la vida era suficiente. Creo que es importante contar su historia. Desplegar la herencia de rituales y sabiduría conectada con la naturaleza que antes tenían. Entender el territorio y el lenguaje como el propio cuerpo. Honrarlo. Unir todo bien para que no se deshaga la trenza. Mantener a esta isla con vida.

Una isla que es infancia, paisaje, comunidad, ritual.

"La escritura es un espacio que nunca se agota, es la grieta por la que colarte. La escritura te enseña a fabricarte una vida encima de la que tienes"

Para mí lo extraordinario, lo exótico, es lo cotidiano. No necesito viajar a ningún planeta, caigo en el lunar de una mariscadora que encarta el cuerpo. Busco con ella el agujero en la tierra. Me valen sus manos, el olor a sardina y a laurel que entra por la ventana, la puerta entreabierta de un galpón, la cicatriz en el vientre. Al observar la vida que me rodea es cuando encuentro. La vista se entrena y lo que parecía invisible se despierta. Y entonces una vecina sacude la toalla por la ventana y pienso que es Elcinia que sacude las sábanas para sacudir también la noche. Así construyo las escenas y los personajes. Son cadáveres exquisitos de mujeres que habitan la isla, sonidos, recuerdos. El ojo de La Portuguesa es el ojo de la bisabuela que no conocí.

La escritura es un espacio que nunca se agota, es la grieta por la que colarte. La escritura te enseña a fabricarte una vida encima de la que tienes. Una mantita con la taparte de noche y sentir el peso.

"Escribir esta historia ha sido como tirar de un hilo rojo e ir desenredando una vaina para encontrar un tesoro dentro, la verdadera historia que quería contar"

Escribiendo descubrí que las palabras no sólo hacían música. Vi que podía pintar un cuadro en cada capítulo.

He podido nombrar la vida, hacerla presente, exorcizar a través de la escritura.

Nunca he sido capaz de usar la trampa del abre fácil. No encuentro la esquina por donde tirar. Voy arrugando el paquete, caminando por el plástico, raspando con la uña. A veces, veo la marca roja, la pestañita impresa, unas letras que dicen por aquí. Pero casi siempre rompo el envoltorio, hago migas las galletas antes de llevarlas a la boca, dejo una tostada rota por la mitad. Escribir esta historia ha sido como tirar de un hilo rojo e ir desenredando una vaina para encontrar un tesoro dentro, la verdadera historia que quería contar. Y sorprendentemente ha salido entera. Tan entera que da susto. Porque yo llevaba toda la vida dibujando y sin saberlo también estaba escribiendo.

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Autora: Andrea Fernández Plata. Título: Jarroa. Editorial: Caballo de Troya. Venta: Todos tus libros.

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